No es que las entradas sean al palco de honor, pero no son malas, y teniendo en cuenta que se las han regalado, Gavin dice que no se pueden quejar. Nigel no se queja. Y mucho menos por las entradas. Si Nigel tuviera la necesidad de quejarse de algo, cosa que no ocurre, este algo sería su soledad en un sitio colmado de gente como es el camping elegido para albergar a la gran masa de magos que viene a los Mundiales.
Pero a Nigel le gusta su soledad. Le gusta poder dar paseos solos, observar a la gente, pensar en sus cosas, leer un poco bajo un árbol.
Pues a Irene no le gusta la soledad nada. Bueno, a veces, pero no cuando se trata de los Mundiales de Quidditch, esos que si no gritas junto a alguien, abrazas a alguien para celebrar las victorias, le pintas la cara a alguien donde ponga "DINAMARCA TE QUEREMOS", y le prestas o le pides prestada su bandera a ese mismo alguien, es que no puedes decir que has vivido como deberías los Mundiales de Quidditch
( ... )
Por eso cuando oye su nombre la primera vez hace como si no lo hubiera oído. La segunda vez también. La tercera está a punto de levantarse y largarse disimuladamente. Pero es que quien grita su nombre viene corriendo hacia él, y al final el ponerse en pie sólo le sirve para hacer como si fuera a saludarla. Es Wood, del equipo de Quidditch de Gryffindor y atascadora de baúles profesional. Que le guste la soledad no quiere decir que sea un borde, así que le sonríe un poco de nada.
Ella sonríe de oreja a oreja, como siempre, sólo que esta vez incluso se le nota una ilusión especial.
- ¿Qué taaaaal? ¿Qué haces por aquí? - pregunta, toda ilusionada, dudosa de darle o no un abrazo. Mejor no, que tampoco no se conocen tanto y a lo mejor se piensa que es una loca.
Más de lo que supone que ya pensará, claro, pero ciertos niveles de locura le dan igual.
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Pero a Nigel le gusta su soledad. Le gusta poder dar paseos solos, observar a la gente, pensar en sus cosas, leer un poco bajo un árbol.
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Por eso cuando oye su nombre la primera vez hace como si no lo hubiera oído. La segunda vez también. La tercera está a punto de levantarse y largarse disimuladamente. Pero es que quien grita su nombre viene corriendo hacia él, y al final el ponerse en pie sólo le sirve para hacer como si fuera a saludarla. Es Wood, del equipo de Quidditch de Gryffindor y atascadora de baúles profesional. Que le guste la soledad no quiere decir que sea un borde, así que le sonríe un poco de nada.
-Ey...
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- ¿Qué taaaaal? ¿Qué haces por aquí? - pregunta, toda ilusionada, dudosa de darle o no un abrazo. Mejor no, que tampoco no se conocen tanto y a lo mejor se piensa que es una loca.
Más de lo que supone que ya pensará, claro, pero ciertos niveles de locura le dan igual.
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