Anoche no podía dejar de pensar en Megaira mientras no-leía (como últimamente hace muy a menudo) sentado en el enorme sillón de cuero que tiene en su dormitorio, junto al ventanal, desvelado. Normalmente que cualquier cosa no le permitiera dormir ni concentrarse en la lectura lo sacaría de quicio. Megaira no. Pensar en Megaira le arranca una sonrisa suave que nada más puede arrancarle, y lo apacigua de un modo tan maravilloso que no le hace falta dormir para descansar. Y luego decidió enviarle a Nevermore porque quería que lo supiera
( ... )
Se habría llevado un buen susto si no fuera porque, en cuanto ha percibido una inesperada presencia, Eneas ya le estaba besando. Y claro, cómo va a llevarse un susto porque Eneas la besa. Más teniendo en cuenta que todavía está bajo los efectos de la carta que recibió anoche. Por poco no salió en su búsqueda a media noche.
Se aparta un momento, después del beso, y apesar de lo nerviosa que está (porque la ha besado en la biblioteca, un lugar público por mucho que esté vacío) más que nada está sofocada por el beso en sí.
-Hola -y poniéndose de puntillas le besa de vuelta, sólo que no tanto como le gustaría (únicamente por lo de estar en la biblioteca, claro).
-Pensaba en ti -confiesa, con voz ronca, pegando su frente a la de Megaira para poder respirar el aire que exhala ella, y que sabe a ella tanto como sus besos-. Otra vez -y ríe un poco.
Aunque está tranquilo, no deja de estar atento a la más mínima señal que le indique que se acerca alguien. Claro que en el fondo eso le gusta. La sensación de estar haciendo algo indebido, y que hacía tanto que no recordaba. Sólo que esta es mucho mejor, porque no hay ningún mal en besar a Megaira.
Porque eso hace Eneas, empujarla lentamente contra las estanterías, sin hacer el más mínimo ruido, y besarla otra vez.
Como si Eneas le besara por primera vez, se estremece y se le encoge el estómago y, muy a su pesar, le gusta demasiado esta sensacion como para apartarse a pesar de que sería lo correcto. Bueno, se aparta a besos cortos pero sólo para hablar flojito, sonriendo más con los ojos que con los labios.
-Si te mandara una carta cada vez que... -pero no termina la frase, está de más. Es obvio.
Así que se estrecha un poco contra él pero sin despegarse de las estanterías, y le besa otra vez.
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Se aparta un momento, después del beso, y apesar de lo nerviosa que está (porque la ha besado en la biblioteca, un lugar público por mucho que esté vacío) más que nada está sofocada por el beso en sí.
-Hola -y poniéndose de puntillas le besa de vuelta, sólo que no tanto como le gustaría (únicamente por lo de estar en la biblioteca, claro).
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Aunque está tranquilo, no deja de estar atento a la más mínima señal que le indique que se acerca alguien. Claro que en el fondo eso le gusta. La sensación de estar haciendo algo indebido, y que hacía tanto que no recordaba. Sólo que esta es mucho mejor, porque no hay ningún mal en besar a Megaira.
Porque eso hace Eneas, empujarla lentamente contra las estanterías, sin hacer el más mínimo ruido, y besarla otra vez.
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-Si te mandara una carta cada vez que... -pero no termina la frase, está de más. Es obvio.
Así que se estrecha un poco contra él pero sin despegarse de las estanterías, y le besa otra vez.
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