Tabla # 17

Mar 09, 2012 13:52

Fandom: Assassin's Creed
Título: Viaje
Tabla: Momentos # 17
Claim: Altaïr/Maria
Extensión: 1061
Resumen: Todos los finales son un comienzo, y cada comienzo trae un final. El viaje es sólo el camino entre ambos puntos.


X Noviembre 1217 d.C.

¿Cuánto hacía que habían salido de Masyaf? ¿Dos, tres años quizás? Había perdido la noción del tiempo durante todo aquel recorrido y ni siquiera iban por la mitad. Como en su día había explicado su marido él quería ver mundo, conocer a las mentes más brillantes y descubrir los secretos que entrañaba la naturaleza. Aunque la misión inicial era causar la muerte de Genghis Kang habían hecho muchas pausas en el camino, en cada ciudad que habían visitado Altaïr había insistido en ir al menos una biblioteca si es que el lugar era lo suficientemente grande como para tenerla. A ella nunca le había apasionado realmente la lectura, prefería la acción y las narraciones que tener que leerlo, pero desde que su esposo había conseguido el fruto del Edén se había convertido en algo parecido a un medio erudito, quería comprender… ¿pero comprender qué? Nunca se lo había dicho ni había pedido explicaciones de ellos, excepto una vez hará seis meses.

Se encontraban en una pequeña estancia en una posada de un pueblo en medio de la nada al parecer, su marido se había enfrascado como a veces sucedía estuviera o no ella presente. Durante muchos años había callado ¿Cuánto desde que lo conocía? Y desde el inicio siempre le había dado mala espina aquel objeto, tan poderoso y tan cautivador que tenía miedo de perderle en cualquier momento bajo su influencia. Llevaban más de veinte años casados, sus dos hijos habían crecido sanos y fuertes, pero la intranquilidad podía llenar su corazón más que la paz al pensar en las cosas que soñaba Altaïr aún algunas noches.

-¿Qué es lo que te cuenta? -preguntó mientras se acercaba a él. Nunca había tocado aquel objeto ni planeaba hacerlo de aquí a un futuro, pero sentía terror cada vez que conseguía descubrir cosas que nadie debería saber -. Dime ¿Qué ves?

Siempre había sentido curiosidad hacia las cosas que la rodeaban, pero nunca hacia lo desconocido, eso era para los sabios y religiosos. Dios podía tanto existir como no, pero hasta que no se mostrase frente a ellos no lo reconocería como tal, eso era algo que él le había enseñado. Altaïr se giró y la miró con ojos cansados, como si supiera que la respuesta que fuera a darle no era aquella que quería en verdad.

-Extrañas visiones y mensajes… -se llevó los dedos al puente de la nariz y se lo masajeó suavemente- de quienes nos precedieron, de su ascenso y de su caída.

‘Aquellos que nos precedieron’… no era la primera vez que oía sobre esas personas, gente que estaba muy avanzada, muchísimo más de lo que estaban ahora y que acababan siendo barridos de la faz de la tierra por fuego y oscuridad. Al principio cuando le contó esa historia pensó en el apocalipsis, si esas visiones no serían de un lejano futuro donde todos morirían, pero no, aquello había ocurrido muchas edades antes de que Jesús naciera y la Biblia fuera escrita.

-Pero que será de nosotros, Altaïr -se tocó el pecho-. De nuestra familia ¿qué dice el fruto? -esa era lo que más le preocupaba.

Según sabía por sus historias de esa gente, hablaban de que algo así volvería a ocurrir, una voz lejana y susurrante se lo decía. Eso y algo de un mensaje que debía ser entregado, nunca le había realmente preocupado, se había dedicado a vivir cada día como si fuera el último. Pero no quería que Sef y Darim muriesen bajo un manto de fuego y ceniza, tenía que asegurarse, saber que verdaderamente estarían a salvo, sus hijos, sus nietos y quién sabe, tal vez incluso sus descendientes de dentro de milenios no vieran aquel horror.

Su marido simplemente miró a través de la ventana, con aspecto ausente y pensativo. Esperaba algo que la tranquilizase, algo que le diera paz… pero al parecer él no tenía la respuesta que buscaba.

-¿Quiénes son los que nos precedieron? -Preguntó a la nada mientras aún sostenía el fruto- ¿Qué les trajo aquí? ¿Cuánto tiempo hace? -terminó con un susurro.

Ella empezó a respirar fuertemente enfadada ¿cómo podía…? ¿Es que acaso a él no le importaba el futuro de sus hijos? ¿Es que acaso era tan egoísta de sólo preocuparse de aquel trozo de metal forjado? De un fuerte manotazo tiró el fruto al suelo mirando con rabia a su marido.

-¡Deshazte de esa cosa! -Gritó- ¿¡Es que no ves lo que te está haciendo!? ¡Te está consumiendo! ¡Cada día más! ¡Y no pienso permitirlo!

El fruto se había deslizado hacia una de las esquinas de la habitación y Altaïr la miraba sorprendido de su reacción. Normalmente sus enfados eran ignorarle durante días como siempre hacía él con ella y alejar a sus hijos de aquel ambiente sombrío. Más de una vez le había arrojado un cubo de agua fría en la cabeza manchando papeles y corriendo la tinta con tal de sacarlo de ese trance que parecía entrar cuando tocaba aquella cosa.

-Pero es mi deber, Maria -respondió calmado a sus gritos-. Si no lo protejo lo encontrarán los templarios y no podemos correr ese riesgo.

-¡Entonces destrúyela! ¡Envíala al fondo del mar! ¡A un lugar donde no puedan encontrarlo! -exclamó.

-Siempre habrá una forma de que lo hallen, Maria, y lo sabes -bajó la cabeza-. Sé que no es mucho, pero nuestra familia estará bien, lo sé… -murmuró- Puede que el fruto tenga respuestas a los problemas más difíciles, pero no muestra el futuro, sólo el pasado, pero sé que Darim y Sef estarán bien, y nuestros nietos… Algo me lo dice.

Miró fijamente a su marido, él nunca le mentiría, eso lo sabía. Siempre aunque fuera contraproducente era sincero y si decía que ese objeto no podía predecir el futuro entonces le creería, porque ante todo confiaba en él. Por muchas veces que se enfrascase en el furto, por todas las horas y semanas que no le viera, siempre encontraría una forma de volver.

-Espero que tengas razón -se acercó a donde estaba el orbe y lo movió con el pie-. Toma tu estúpida cosa y guárdala.

El sólo la cogió y la guardó en la bolsa en la que siempre solía llevar encima. Ella realmente esperaba que aquel viaje no durase mucho tiempo, lo único que deseaba más que acabar aquella misión era poder volver a su hogar.

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