Fandom: Assassin's Creed
Título: Afecto
Tabla: Momentos #28
Claim: Altaïr/Maria
Extensión: 653
Resumen: Por que el amor es algo que, indudablemente, no nos hace débiles.
X Octubre 1197 d.C.
El amor era algo que sólo había experimentado dos veces en la vida. Se enamoró por primera vez de Adha, que había muerto a manos de sus enemigos, sólo había llegado a abrazar su cuerpo frío y ver su rostro marcado por el miedo. Su segundo amor se encontraba ahora mismo en el patio inferior del castillo con uno de sus hijos en brazo y el otro alrededor suyo intentando llegar hasta el nuevo huésped. Nunca se le había dado bien identificar sus sentimientos o de las demás personas, los asesinos supuestamente deben ignorarlos, ya que estos nos hacen débiles antes nuestros enemigos. Mostrar afecto o cariño entre la familia era algo que rara vez se veía en Masyaf.
Sin embargo ahí se encontraba él, absorto por la visión de su esposa sujetando a su segundo hijo. En su rostro una sonrisa de orgullo estaba plasmada. Hacía años que había llegado a una conclusión, y al ver a su mujer darle el pecho al pequeño Sef no hacía más que creer en la verdad de aquel pensamiento. El amor nos hace fuertes, no débiles como decía Al Mualim. Cuando tuvo entre sus brazos a Darim por primera vez sintió que debía, que necesitaba proteger a esa pequeña cosa aunque le costase la vida. Las obligaciones de la Orden eran importantes, pero también la familia y contemplar aquella visión solo lo reafirmaba.
Bajó por las escaleras y se dirigió hacia donde se encontraban ellos. Su hijo portaba una pequeña espada de madera que Malik le había regalado y se encontraba golpeando uno de los postes del patio ya que su madre no le hacía caso. Al verle llegar Darim salió corriendo a los brazos de su padre.
-¡Baba!1 -exclamó feliz mientras pedía que lo cargase.
Darim había heredado los ojos azules de su madre y su tez blanca, pero el pelo era indudablemente el suyo. Su mujer le miró con una sonrisa mientras apartaba a Sef de su pecho y este hacía un mohín de rechazo por haberle alejado de su alimento.
-¿Está bien? -preguntó Altaïr mientras el niño que tenía entre los brazos, este los estiraba para intentar tocar a su hermano.
-Tan bien como puede estar un recién nacido -pronunció al ponerlo contra su hombro para sacarle los gases-. Come, duerme, llora, come y sigue durmiendo -dijo algo cansada.
-Lo siento, he estado ocupado con el tema del archivo en Chipre y… -la mirada de su mujer sólo podía significa silencio y era mejor no llevarle la contraria.
-¿Te he pedido explicaciones acaso? No. Sé que estás ocupado y que lo de Chipre es importante -entrecerró sus ojos -. Si perdieses tu tiempo en algo como en esa ‘cosa’ en vez de estar con tu familia entonces sí que me hubiera enfadado.
Nunca llegarían a un acuerdo con lo del fruto del Edén. Ella seguía considerándolo peligroso y él quería desentrañar los misterios que guardaba, pero desde hacía semanas que no lo tocaba y eso parecía haber calmado el ánimo de su esposa.
-Babaaa… -su hijo le llamó la atención-. Mamá no me echa cuenta, Sef es madooo… -estiró la palabra como si así se le entendiera mejor.
-No es malo, es pequeño y hay que cuidar de él -lo acercó a su hermano-. Al igual que cuidamos de ti cuando lo eras, hay que protegerlo.
-¿De la gente mada? -preguntó.
-Sí, eres el hermano mayor, así que tienes que cuidar de él. -La cara de Darim era de solemnidad absoluta- ¿De acuerdo?
Él asintió y tocó la cara redondita del bebé que empezó a llorar escandalosamente. Maria simplemente hizo una mueca y Altaïr suspiró mientras alejaba a Darim del pequeño. Su esposa se llevó a Sef al interior del castillo y su otro hijo se abrazó fuertemente a él. Verdaderamente era un sentimiento muy diferente al amor lo que sentía, pero no así menos grato.
1 Baba sería papá, pero Darim apenas tiene 2 años mal cumplidos, así que esos errores son frecuentes.