Título: Adorable Crueldad
Fandom: EXO
Pairing: Chanyeol/Baekhyun. Broken!Chanyeol/Kyungsoo (resaltar para spoiler)
Rating: R
Palabras: 8.639 (parte 2)
Summary: Baekhyun nunca había sido precisamente desinteresado, pero estaba enamorado. Chanyeol no era una mala persona, pero era el ser con menos clemencia del universo entero.
Advertencias: Angsty
Notas: El fic finalmente ha pasado a tener tres partes porque no me cabía todo en dos /sigh
A/N: Gracias por los comentarios en la otra parte. Me he quedado a medias respondiéndolos porque es tarde, pero mañana sigo /sobs
[Parte 1] Chanyeol había aprendido a odiar con toda su alma las pesadillas.
Odiaba el modo en el que controlaban tu mente, la manera en la que todo estaba dentro de tu propia cabeza, pero parecía real, hasta el punto de la desesperación, hasta el borde de las lágrimas.
Él había soñado, había soñado mucho durante todos aquellos días. Había soñado que, a pesar de todo - de todo lo que habían hecho, de todo lo que habían sido - Kyungsoo se marchaba y lo dejaba, solo y frío en medio de un invierno que parecía congelarle las entrañas. Había soñado con hielo, había soñado con nieve. Había soñado que lo echaban de los bares, que deambulaba por las calles desiertas de la ciudad hasta no sentir nada, nada, nada.
Había soñado que estaba solo, de vuelta en casa. Había soñado que estaba con alguien más. Por un instante, había creído que Kyungsoo volvía a estar en sus brazos, sólo un momento, por última vez. Y había querido llorar, había querido rogarle que no se fuera. Había querido marcarle, grabar una huella en su piel, hacerle recordar aquello para siempre. Pero el mundo se había vuelto confuso, todo había empezado a dar vueltas y su universo se había fundido en negro.
Algo en su interior había llamado a gritos a Kyungsoo, pero el otro chico ya no estaba. Lo último que había visto, antes de que la pesadilla se lo tragara, no había sido a él, sino, inexplicablemente, a Baekhyun, mirándolo con las mejillas teñidas de rojo, los labios entreabiertos y los retazos de algo terrible más allá de los ojos.
No estaba seguro de por qué había tenido ese sueño, pero lo que sí sabía a ciencia cierta era que no quería tener que ver algo así otra vez.
Cuando despertó, el mundo continuaba patas arriba y Kyungsoo se había marchado, para siempre y de verdad. El único que seguía allí era Baekhyun, sentado al borde de su cama, torciendo el gesto porque decía que olía mal y recriminándole el haber estado dos días con fiebre y delirando.
-Uno no intenta suicidarse en la nieve si lo deja el novio, Park Chanyeol -le espetó, mirándolo como si fuera idiota y prácticamente empujándolo hasta la ducha-. No sé en qué estabas pensando. Creí que iba a tener que llevarte al hospital.
Chanyeol no había tenido ganas de moverse ni de hablar. En realidad, no había tenido ganas de nada, pero no había podido evitar preguntarlo.
-¿Llevas dos días aquí cuidando de mí?
-Llevo dos días mirándote roncar y preguntándome cómo un ser humano normal puede hacer tanto ruido incluso cuando está medio muerto. Sigo queriendo saberlo, así que más te vale explicármelo cuando te recuperes.
-Deberías haber ido a clase.
-Yo no necesito clases para aprobar. Al contrario que otros, que lo que necesitan es una niñera en casa.
Chanyeol había despertado de una pesadilla terrible para encontrarse que lo que había temido era verdad, y que, tras años de relación, estaba solo, en un apartamento demasiado grande, lleno de recuerdos que no regresarían jamás, pero, mientras se duchaba, después de que Baekhyun prácticamente lo encerrara dentro del baño, había estado a punto de sonreír.
Le había ocurrido lo mismo, de nuevo, cuando, un día después, había entrado a la cocina y se había encontrado a su mejor amigo observando el desastre que había montado él solo en los fogones tratando de cocinarle “uno de esos caldos de pollo para enfermos”; y otra vez más cuando, para su desgracia, el otro chico le había hecho beberse casi dos tazas completas de sopa aguada, alegando que tenía que estar buena porque, por supuesto, la había hecho él.
-Sabe a rayos -le había dicho Chanyeol, intentando bromear, pero recordando con una punzada en el pecho cómo todo lo que había cocinado Kyungsoo había sido prácticamente perfecto. Baekhyun le había pedido perdón con una sonrisa más burlona que arrepentida y le había dicho que no pensaba cocinarle nada más ni mucho menos limpiar la cocina después, pero el modo en el que había bajado los ojos justo después de terminar de hablar había hecho que Chanyeol apurara su taza hasta el final, que le pidiera más aunque solamente fuera para que Baekhyun no pensara que estaba despreciando su esfuerzo.
Se había sentido muerto por dentro, completamente abandonado, durante aquellos días. Si había sobrevivido, había sido únicamente por Baekhyun. Baekhyun, que había venido cada día a verlo después de clase, mucho más que cualquiera de sus otros amigos. Baekhyun, que no le había dicho, como los demás, que sentía mucho todo aquello, pero que lo había obligado a vestirse y a salir a la calle, a hacer la colada y a llenar su nevera de platos precocinados porque iba a tener que acostumbrarse a la vida de soltero.
-Kyungsoo se ha marchado, ni siquiera está en la ciudad -le había dicho en tono suave, una de aquellas noches de viernes en las que se había quedado hasta tarde y en las que Chanyeol se había vuelto a lamentar, en las que había acabado hecho un ovillo sobre el sofá y su mejor amigo había dejado de comportarse como el idiota descarado de siempre y le había dedicado esa otra sonrisa, esa que siempre guardaba para él y nadie más-. Puede que ahora te parezca lo más terrible del mundo, pero se te pasará. Dicen que dura un año, el luto, y que después todo mejora. Ten paciencia, ¿vale? Espero que sea verdad.
A Chanyeol le hubiera gustado saber qué responder, pero no había encontrado las palabras. Y había pensado que aquello sería mentira, que sería incapaz de salir de casa sin que todo le resultase doloroso, que no podría aprobar sus asignaturas y repetiría el año, pero antes de poder darse cuenta, se encontró rescatando sus apuntes de debajo de la pila de ropa que había encima del escritorio, programando la alarma, sacudiéndose el sueño de encima y preparándose para ir a la universidad.
-Necesito a alguien que me lleve los libros -le había dicho Baekhyun-. Me agotas, Chanyeol, no sabes lo que me ha debilitado tener que cuidar de un idiota como tú. Acepta tu responsabilidad y carga con ellos, ¿quieres? Me lo debes.
Aquella había sido la primera vez desde que todo había ocurrido en la que el chico se había reído, con sinceridad y de corazón, como si lo que quisiera que estuviese roto en su interior hubiera empezado a repararse. Y Baekhyun lo había mirado, y había sonreído, y había sido el mismo chico de siempre, pero al mismo tiempo había estado extraña y sorprendentemente guapo.
Había sido un pensamiento espontáneo, aquel, algo que se le había ocurrido casi subconscientemente, pero no había sido una idea aislada. Había ocurrido una vez más, semanas después cuando Baekhyun se pasó la hora de la comida entera imitando a un profesor al que odiaba; en otra ocasión cuando le habían chistado en la biblioteca por estar hablando demasiado alto y había hecho un mohín.
De repente, veía algo en Baekhyun. Algo en el modo en el que gesticulaba, en la manera en la que sus dedos perfectos se aferraban al borde de la mesa cuando estaba nervioso porque se acercaban los exámenes; en la forma en la que entornaba los ojos al sonreír, en cómo su voz adquiría su tono burlón de siempre cada vez que lo llamaba idiota, pero en cómo, a pesar de todo, se quedaba con él igualmente todas las tardes de viernes. Había algo especial en la naturalidad con la que terminaba dormido en su sofá, con la mejilla aplastada contra uno de los cojines y los labios entreabiertos antes de que él lo despertara para decirle que ya se había terminado la película. Algo, algo, algo bonito, algo que quizás hubiese estado allí desde siempre, pero que él no había visto hasta entonces.
-¿Qué es lo que estás mirando? -le había preguntado Jongin, arqueando las cejas, una tarde, seis meses después de que Kyungsoo se marchara, mientras él se comía con los ojos los intentos de Baekhyun por entrar sin éxito a la página web del campus virtual desde su teléfono móvil.
-Nada -había susurrado él, sin embargo, con un ligero temblor en la voz, cuando su mejor amigo, confuso, había subido los ojos-. Déjame intentarlo a mí -había añadido, para decir algo, extendiendo el brazo para quitarle el teléfono al otro chico de entre los dedos.
Baekhyun le había dejado hacer, había puesto los ojos en blanco y había fruncido los labios, pero Chanyeol habría jurado que, por debajo de todo aquello, había podido sentirlo encogerse bajo su contacto, como si el mero roce lo desagradara, como si le diese miedo, como si fuera algo que no quisiera tener que sentir sobre su piel.
Era otra cosa de la que se había dado cuenta Chanyeol. No sabía si había sido siempre así, no sabía en qué momento aquello se había convertido en algo habitual entre los dos, pero ahora entre Baekhyun y él siempre había una especie de barrera, un espacio insalvable. No era algo que pudiera verse, pero él podía sentirlo - en el modo en el que su mejor amigo siempre se sentaba lo suficientemente alejado de él como para no poder llegar a rozarse ni por accidente, en cómo nunca, por tarde que fuera, aceptaba quedarse a dormir en su casa. Todo era igual que siempre cuando estaban delante del resto de la gente, pero había algo en Baekhyun que era intangiblemente diferente cuando se quedaban solos, algo que hacía que Chanyeol sintiera un nudo en la garganta, que se sintiera culpable por algo que era incapaz de entender.
Baekhyun sonreía, bromeaba de camino a la universidad, se reía de sus chistes absurdos como si fueran lo más divertido del mundo, pero más allá había algo que no estaba bien, como si Chanyeol estuviera mirando un puzle acabado cuyas piezas, a pesar de formar un dibujo consistente, no acabaran de encajar del todo.
Era como si, a cada día que pasase, él no pudiera dejar de contar las horas para hablar con Baekhyun, contarle algo a Baekhyun, ver a Baekhyun, sólo verlo, mientras su amigo mantenía las distancias y le sonreía mientras se replegaba hasta un lugar en el que Chanyeol no podía alcanzarlo por mucho que lo intentase.
Y aquello no estaba bien; no podía estar bien cuando su corazón, por fin, estaba dejando de doler por la partida de Kyungsoo, cuando se le volvía loco en el pecho cada vez que Baekhyun alzaba los ojos para mirarlo, sólo para detenerse en seco cuando el otro chico se apartaba sin palabras, establecía en silencio unos límites que él no podía llegar a atravesar.
Todavía lo acompañaba a comprar. Todavía se empeñaba en quedar con él cada viernes, en estudiar juntos hasta medianoche y enviarse mensajes hasta la madrugada, pero cuando Chanyeol se quedaba solo, cuando cerraba los ojos en la quietud de su habitación y se imaginaba tocando a Baekhyun, rozándole con suavidad el pulso en la muñeca, la piel suave de su rostro, los labios, todo lo que se encontraba a la hora de la verdad era aire, aire, aire, y espacio vacío más allá del pecho.
Era como enloquecer poco a poco, a un paso lento pero seguro. Como saber que se tenía una enfermedad, pero no saber a qué se debía. Baekhyun había pasado de guapo a bonito, de bonito a precioso, y Baekhyun era precioso en todo lo que hacía, pero estaba cada vez más lejos de él.
-Está triste -le dijo a Yixing una noche, cuando se habían quedado sólo los dos, estudiando de madrugada en la biblioteca-. Baekhyun. Está… está muy triste, lo noto. Y no quiere decirme por qué.
-Puede que esté triste -le había respondido su amigo, tras meditar sus palabras durante un rato-. Pero eso no es algo que haya empezado hace poco, Chanyeol.
Las palabras no habían sido acusadoras, no se había tratado de un mensaje en su contra, ni de una recriminación, pero el chico había vuelto a sentirse extraordinariamente culpable. Lo que fuera que le pasase a Baekhyun no había empezado ahora, decía Yixing, pero los dos se conocían desde hace años. Cuando él había visto a Baekhyun por primera vez, había tenido siete años, una expresión resuelta en la cara y sangre en las palmas de las manos; desde entonces, los dos habían estado siempre juntos, en la escuela, en el instituto, en la universidad, en todas partes. Se suponía que eran mejores amigos, pero si Baekhyun había estado triste por algo y él no había sabido nada durante todo aquel tiempo, entonces…
-Tal vez suene raro a estas alturas -murmuró, bajando los ojos hasta clavarlos en los apuntes que tenía delante, palabras en tinta negra sobre el papel que, a aquella hora, en aquel instante, ya no tenían sentido alguno-. Pero creo que con todo lo que está pasando… O quizás a pesar de todo lo que está pasando, esté empezando a sentir algo por… algo por Baekhyun, ¿sabes? Y ha sido mi amigo durante años, y tal vez todavía sea pronto para mí teniendo en cuenta que sólo han pasado ocho meses desde lo de Kyungsoo, pero… Está triste, y no quiero que esté triste, y más si puede tener algo que ver conmigo. Pero es que no sé qué hacer, y él no quiere decirme nada.
Yixing lo había observado otra vez con expresión pensativa.
-No sé. Si alguien a quien conoces está triste, ¿no intentas hacerlo feliz?
Parecía lógico, sí, pero Chanyeol no sabía muy bien cómo aplicar aquello.
Lo estaba intentando, juraba que lo estaba intentando, y en ocasiones, creía que lo estaba consiguiendo. Había momentos en los que Baekhyun sonreía mucho, instantes en los que se reía como si no hubiera absolutamente nada que estuviese mal, pero la ilusión de normalidad acababa en un segundo en el momento en el que Chanyeol se lo quedaba mirando sin darse cuenta, en las que se acercaba un poco de más y su mejor amigo reaccionaba de pronto con recelo en la mirada y tensión en los hombros.
Y era extraño, porque pasaban los meses, llegaba el invierno y todo en lo que podía pensar él era en el modo en el que Baekhyun se quejaba del frío, en cómo se frotaba las manos antes de ponerse los guantes para entrar en calor y en el abrigo enorme que llevaba y que siempre se abrochaba hasta arriba con una mueca. Y todo era Baekhyun, Baekhyun y sólo Baekhyun, esperándolo bajo su portal para ir a clase y siendo empujado contra él de modo accidental en el autobús, pero, y aunque siempre había en los ojos de su mejor amigo aquella pizca de recelo, de rechazo, en ocasiones creía distinguir algo más allá, casi un reflejo diminuto que hacía que su corazón traidor se le acelerara en el pecho y que hacía que una parte de él se atreviera a pensar que quizás Baekhyun también sintiese algo por él, que lo hubiera sentido desde hace un tiempo.
Había pasado casi un año, su mundo estaba en orden de nuevo. Y todo lo que le faltaba a ese mundo era Baekhyun. El chico que se sentaba a su lado en el autobús, y que se despedía de él llamándolo idiota al llegar a casa, pero cuyos ojos siempre se suavizaban en el segundo previo a dar media vuelta.
Y él no sabía qué hacer, no sabía cómo reprimirlo, no estaba seguro de querer reprimirlo más.
-¿Baek?
El nombre salió de entre sus labios como un suspiro, un leve soplo de aire convertido en vaho, otro de esos días en los que regresaban juntos por la noche a casa, después de haber estado estudiando, y no se veía ni un alma en las calles. Baekhyun había estado distraído aquellos días, casi como ausente, y Chanyeol no sabía si preocuparse, dejarlo como una de esas mil cosas incomprensibles más que hacía Baekhyun, o empezar a tartamudear y a quedarse sin aire como un niño porque, por primera vez en meses, su mejor amigo había salvado el espacio entre los dos y, durante el trayecto en autobús, sentado a su lado, le había apoyado la cabeza en el hombro.
El otro chico se giró al escuchar su nombre, con el flequillo cayéndole en desorden sobre la frente y los labios entreabiertos en una expresión de duda que no tardó en transformar en una sonrisa.
-¿Qué es lo que te pasa ahora? -preguntó, con un tono casi de broma. Y estaba perfecto, allí, recortado contra la nieve en medio de una acera desierta, pero seguía ocultándole algo, y él no sabía qué era lo que había pretendido decirle al llamarlo, pero en aquel momento las palabras salieron de entre sus labios sin que pudiera detenerlas.
-¿Te he hecho algo? ¿Algo malo, alguna vez?
La pregunta había sido repentina, y la sonrisa de Baekhyun le tembló en los labios hasta convertirse en un gesto que Chanyeol no pudo llegar a identificar. Parecía confuso, cansado, incluso ligeramente asustado, y era una expresión tan poco propia de él que el chico se acercó un paso, frunciendo el ceño al ver que su mejor amigo se alejaba.
-Baekhyun.
-¿A qué te refieres con “algo malo”? -replicó éste de repente, cauteloso, y Chanyeol chasqueó la lengua porque estaba empezando a sentirse muy frustrado con todo aquello.
-No lo sé -protestó, adelantándose antes de que Baekhyun pudiera prever sus intenciones y aferrándolo por la muñeca. Su amigo soltó una exclamación, pero se quedó quieto, con el pulso que le martilleaba en las venas como el único detalle que parecía indicar hasta qué punto estaba alterado-. No lo sé. Pero te pasa algo conmigo, Baek, y necesito que me lo cuentes.
Su interlocutor lo observó en silencio, flexionando los dedos de la mano que él todavía mantenía sujeta, casi con cautela. Estaban más cerca de lo que lo habían estado en meses, y Baekhyun tenía que alzar la cabeza para mirarlo, con el ceño fruncido y los labios apretados.
-¿No se supone que nosotros no tendríamos que tener secretos entre nosotros? -comenzó Chanyeol, y su mejor amigo negó con la cabeza.
-No tendríamos, Yeol, pero tú… Tú das esperanzas a la gente y luego se las quitas. No eres justo. No es justo que digas esto en un momento como este.
-¿Eh?
-¿Por qué vienes conmigo ahora? ¿Por qué has estado conmigo todo el tiempo durante este último año?
“Porque eres mi mejor amigo,” habría querido decir Chanyeol, pero aquello no era del todo sincero. Más bien era un “porque me he dado cuenta de que eres precioso,” un “es extraño, es repentino, pero te quiero para mí”. Pero no sabía si aquello era lo que Baekhyun quería escuchar de él, no sabía si aquello iba a arreglar las cosas o a arruinarlas, teniendo en cuenta que el otro chico volvía a estar observándolo, con atención, como si esperara algo.
-Baekhyun -volvió a llamarlo, preguntándose otra vez qué estaba mal, en qué momento se había vuelto su amigo tan distante.
Éste, sin embargo, lo cortó en seco.
-No deberías estar aquí, ¿sabes? -murmuró, sin apenas subir la voz pero sonando extraordinariamente firme-. No es conmigo con quien deberías estar ahora mismo.
-¿Qué…? -Chanyeol había abierto la boca para decir que todo aquello era estúpido, que por supuesto sabía dónde tenía que estar y era allí, pero Baekhyun negó con la cabeza casi como si fuera capaz de leerle la mente.
-No lo sabes. No lo sabes porque los demás pensaban que iba a hacerte daño y se lo han callado, pero es justo decírtelo. Hay alguien que… Digamos, alguien que volvió hace una semana, y lleva aquí desde entonces.
El mundo pareció detenerse un momento, durante el instante que tardó Chanyeol en llenar de aire sus pulmones. Había esperado toda clase de cosas, pero nunca, jamás, algo así, y sintió cómo el cuerpo se le quedaba sin fuerzas, cómo el pulso le latía en los oídos y las articulaciones prácticamente le fallaban. Necesitaba aferrarse a algo, pero soltó la muñeca de Baekhyun.
-¿Alguien? ¿Quién? -preguntó, sin embargo, con apenas un hilo de voz.
Si no hubiese estado tratando de reaccionar, si no hubiese estado centrado en pensar que se estaba quedando sin aire, quizás se habría percatado del modo en el que Baekhyun había bajado los ojos, de su manera de apretar los puños cuando respondió.
-Quién va a ser, idiota. Por supuesto, tu Kyungsoo.
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Había ocasiones en las que el mundo se convertía en un torbellino, en el que todo se transformaba en una maraña de formas y colores por mucho que uno tratase de respirar, calmarse y cerrar los ojos. Y el mundo de Chanyeol se convirtió en caos de la noche a la mañana, un caos en el que estaba atrapado, y del que no sabía muy bien cómo escapar.
Se había enfadado, al principio, con Luhan, Jongin, Yixing y los demás. Era incomprensible cómo podían haberle ocultado algo así cuando Kyungsoo volvía a casa después de un año, a pesar de que todo lo que hubieran pretendido fuera no hacerle daño. Todos lo habían sabido, y todos se disculparon y lo animaron con la excepción de Baekhyun, el único que no tenía que pedir perdón y el único que no estaba allí, ni en clase, ni en ninguna parte.
Sus amigos, ahora que la verdad había salido a la luz, estaban de acuerdo en que fin volvía a tener todo lo que había perdido al alcance de la mano. Él tomaba aire y asentía, porque notaba un pinchazo dentro cuando pensaba en su ex novio y en todo lo que había pasado, pero luego subía los ojos y las palabras se le morían en los labios, porque buscaba a Baekhyun a su alrededor y no era capaz de encontrarlo.
-¿Qué vas a hacer? -le preguntó Yixing, una tarde más en la que se habían quedado solos, observando la nieve en las calles desde su mesa en una zona desierta de la biblioteca. Poco antes, el resto de sus amigos habían entrado en estampida, diciendo haber conseguido “el nuevo número de móvil del amor de su vida” y no parando hasta registrarlo en la agenda de su teléfono. Chanyeol no había hecho nada por detenerlos, pero tampoco había sabido cómo sentirse-. ¿Vas a llamar a Kyungsoo? ¿Crees que podéis arreglar las cosas?
-No lo sé. ¿Puede? -el chico casi podía ver a Kyungsoo regresando a su antiguo apartamento, torciendo el gesto ante el desastre en el que se había convertido la cocina ahora que Baekhyun se empeñaba en poner en práctica sus (inexistentes) dotes culinarias en ella, alegando que, por mucho que Chanyeol hubiese pasado a hacerse su propia comida, él seguía siendo mejor que su mejor amigo en todo, incluyendo cocinar-. No lo veo desde hace un año, y se fue de repente. Ni siquiera tengo muy claro que aún quede algo que arreglar.
-¿Y entonces?
Chanyeol no había dicho nada, y había regresado a casa hundiendo la nariz en la lana de su bufanda, con el teléfono en la mano, completamente solo en el autobús. Durante el trayecto, había apoyado la espalda en el respaldo, había observado el paisaje al otro lado de la ventana, había desbloqueado el móvil, abriendo el menú de contactos, recorriendo lentamente la lista de nombres.
No sabía si había estado buscando a Kyungsoo, pero, en su lugar, sus dedos habían encontrado a Baekhyun de forma automática, habían abierto un mensaje de texto aún en blanco.
Para: Byun Baek~
No te he visto hoy en clase. ¿Estás bien?
Antes de poder arrepentirse, se había mordido el labio y lo había enviado. El resto de su trayecto de vuelta a casa había transcurrido en silencio, con su iPod apagado en el bolsillo y la pantalla de bloqueo de su teléfono sin rastro de mensajes nuevos. Había cruzado la calle despacio al bajarse, subiendo a su apartamento por las escaleras en vez de utilizar el ascensor, y una vez arriba, sentado en su sofá, en medio del silencio, se había aferrado con fuerza a su teléfono móvil.
Baekhyun seguía sin contestar. Y tras una nueva pausa, tras pensar que no podía quedarse sin hacer nada con todo lo que estaba pasando, entró dentro del menú de llamadas y marcó un número.
El teléfono dio tono dos, tres, cuatro veces. Y cuando pensó que iban a desviarlo a buzón, una voz conocida habló al otro lado del auricular, haciendo que la mente se le quedara en blanco.
-¿Sí?
El chico tragó saliva.
-¿Kyungsoo? -susurró, y hubo una pausa al otro lado de la línea, antes de que su interlocutor suspirara
-Hola, Chanyeol.
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Iban a quedar, los dos, aquel viernes por la noche, y Chanyeol no sabía muy bien cómo sentirse al respecto. Kyungsoo debía de haber informado de todo aquello a alguno de los otros, porque ahora sí que los demás eran todo sonrisas y consejos, atropellándose los unos a los otros para recomendarle restaurantes, sugerirle ropa, maneras de empezar la conversación definitiva, regalos que llevarle. Y él hacía caso, lo apuntaba todo en algún lugar de su mente donde era capaz de procesar las cosas y aplicarlas sin entenderlas y seguía pensando que el asiento de Baekhyun en sus clases conjuntas estaba vacío, y que no sabía si a su mejor amigo le había ocurrido algo, algo grave de verdad, porque estaba desaparecido como un fantasma.
Volvió a verlo de nuevo, sin embargo, aquel martes, cuando Luhan le estaba hablando en voz baja una vez más de los planes para su cita en el pasillo delante de su aula habitual y él oía sin escuchar, con la cabeza en otra parte.
-No debería parecer que vas excesivamente arreglado, como si estuvieras poniendo todas tus esperanzas en esto, pero tampoco tienes que ir como irías vestido todos los días -le estaba diciendo su amigo, dirigiéndole una sonrisa encantadora-. No te ve en un año, tienes que causarle buena impresión.
Chanyeol iba a decir que Kyungsoo lo conocía desde hacía demasiado tiempo como para que cualquier impresión que pudiera causarle, fuera buena o no, resultase nueva, cuando subió los ojos y lo vio.
A Baekhyun, con una camiseta que le quedaba ligeramente grande y vaqueros a modo de vestimenta y su mochila de siempre en los hombros. Estaba cerca de ellos, aproximándose cada vez más con la clara intención de entrar a clase, y el simplemente tenerlo allí delante, real por primera vez en días, hizo que a Chanyeol se le estancase el aire en los pulmones.
-¿Baek? -llamó en un susurro, parpadeando cuando el otro chico alzó la vista para mirarlo. De lejos había sido perfecto. De cerca, parecía cansado, como si le faltasen horas de sueño-. ¿Estás bien? -casi graznó-. Te he escrito, pero no contestabas.
Baekhyun hizo una mueca, se encogió de hombros.
-He estado algo enfermo, supongo -replicó. Aquello podía explicar su mala cara, pero no la ausencia de respuestas ni de contacto, y Chanyeol intentó protestar, separando los labios para contestar. Su mejor amigo sonrió, sin embargo, y él sintió que las palabras se le iban-. Por cierto, me han dicho que tienes una cita este viernes.
El gesto de Baekhyun era suave, casi dulce, con una afabilidad que no le llegaba a los ojos, y Chanyeol se sintió como un traidor al asentir.
-Sí, pero…
-Me alegro mucho por ti, Yeol. Buena suerte.
Las palabras habían sonado sinceras, habían sido sinceras, pero había algo en todo aquello que había estado horriblemente fuera de lugar, y Chanyeol se encontró siguiéndolo con los ojos cuando entró en el aula, frunciendo el ceño ante el modo en el que sacaba los libros de su mochila, los colocaba sobre la mesa con algo que parecía una mezcla entre pura furia y una inusitada suavidad.
-¿Por qué…? -empezó a preguntar en un susurro, pero Luhan le puso una mano en el hombro y negó con la cabeza.
-Déjalo tranquilo un tiempo, ¿quieres? Se le pasará.
Y decirlo era fácil, intentar cumplirlo no parecía complejo pero, a la hora de la verdad era ridículamente difícil. Baekhyun seguía distante, ausente, más y más molesto con él conforme pasaban los días, y Chanyeol lo tenía sentado al lado en la mayoría de sus clases de la semana, comía con la misma gente; podía hablarle y saludarlo todas las mañanas, porque su mejor amigo siempre le respondía, pero nunca, en sus veintitrés años de vida, lo había echado tanto, tanto, de menos.
Sabía que algo le pasaba a Baekhyun con todo el asunto de Kyungsoo, y su mente estaba comenzando a atar cabos de un modo que lo hacía sentirse extraño. Sabía que quería ver a Kyungsoo, que necesitaba hablar con él después de todo un año sin verlo, pero una parte de él lo empujaba a querer parar todo, a cancelar cualquier cosa que no fuera Baekhyun, a correr a su casa y decirle… ¿qué?
¿Algo como “puede que sienta algo por ti pero mi ex está en la ciudad y tampoco sé lo que siento por él ahora mismo”? Aquello era absurdo, ¿no? Absurdo.
Pero el tiempo seguía pasando, y él cerraba los ojos y recordaba; recordaba a Baekhyun pegado a él a todas horas cuando no había tenido ni fuerzas para levantarse de la cama. Recordaba a Baekhyun observándolo con una expresión de reproche que no era del todo sincera y ordenándole que le llevara los libros hasta la universidad. Recordaba el sueño que había tenido cuando había estado enfermo y delirando, en el que había tratado, con todas sus fuerzas, de retener a Kyungsoo, pero quien había acabado, suave y roto, en sus brazos había sido Baekhyun.
Había llegado un momento en el que no había sabido cómo actuar, en el que estaba demasiado confundido. Tal vez esa fuera la razón para que la tarde del viernes regresara a casa tan pronto y que estuviera preparado para su cita horas antes de la hora a la que había quedado con Kyungsoo. Para que, incapaz de quedarse en casa pensando, se hubiera cubierto con su abrigo más grueso y su bufanda para protegerse del frío y se hubiera dedicado a recorrer sin rumbo concreto las calles de la ciudad.
No podía decir que se hubiera sentido verdaderamente sorprendido cuando su ruta lo llevó a un edificio conocido, al clavarse sus ojos casi sin querer en una ventana desde la que se había asomado mil veces siendo niño.
Ni siquiera intentó detenerse a sí mismo cuando sus dedos se hundieron en el timbre del piso de siempre, aunque volvió a sentirse pequeño e idiota cuando una voz conocida respondió.
“¿Sí?”
-Baekhyun.
Al otro lado de la línea, la respiración de su mejor amigo se entrecortó y, por un momento, Chanyeol creyó que la conexión se cortaría, que Baekhyun colgaría el telefonillo y lo dejaría solo allí, pero no tardó en escucharse el zumbido eléctrico de la puerta al desbloquearse, garantizándole el paso al portal. La subida hasta el apartamento se le hizo corta y, tan pronto como llegó al descansillo y cruzó la puerta que alguien había dejado convenientemente entreabierta, se encontró parado en mitad del salón de Baekhyun.
Su mejor amigo estaba sentado en la mesa que normalmente utilizaban en su casa para comer, con un vaso de agua entre los dedos finos de ambas manos La habitación no era especialmente grande ni imponente, toda ella colores claros y muebles modernos, un sofá beige y estanterías repletas de libros, pero, por algún motivo, Baekhyun parecía diminuto sentado allí, mirándolo con extrañeza y recelo desde su rincón, sin mover ni un músculo para acercarte a él.
-¿No está tu familia? -preguntó Chanyeol, casi por decir algo, al notar el silencio sepulcral que parecía reinar en la habitación. Baekhyun negó con la cabeza y recorrió con las yemas de los dedos la superficie de cristal del vaso apoyado sobre la mesa, dibujando patrones que no parecían tener ningún sentido.
-No. Están visitando a mi abuela. Aquí sólo quedo yo.
-Ah -Chanyeol no sabía muy bien por qué había acabado yendo allí, qué era lo que había pretendido decir al acabar en aquel lugar, cuando estaba claro que Baekhyun no parecía especialmente dispuesto a darle la bienvenida. Los ojos de su mejor amigo lo recorrieron de arriba a abajo con un aire que fue prácticamente indiferente y Chanyeol, que se había quitado el abrigo y estaba parado allí con su camisa negra y sus pantalones oscuros se sintió como un intruso demasiado arreglado para aquel lugar.
-¿Ya has tenido tu cita? -preguntó su interlocutor en tono neutro-. Pensé que habíais quedado para cenar.
-Hemos quedado para cenar, pero todavía no. Es sólo que he venido a verte. Antes.
Baekhyun arqueó una ceja.
-¿Ha pasado algo con Kyungsoo? ¿Os habéis peleado?
La pregunta fue extraña, inesperada, y Chanyeol no supo muy bien qué responder.
-¿Qué? No. No hablo con él desde que me confirmo que vendría.
-¿Entonces?
-No… No sé. Llevas raro conmigo desde hace tiempo, así que supongo que quería ver si estabas bien.
-Estoy bien -respondió Baekhyun de manera casi automática, como si estuviera retándolo a negarlo. Chanyeol estuvo tentado de asentir, pedir disculpas y marcharse por donde había venido, pero hubo una parte de él que protestó. Era la misma parte que lo había arrastrado hasta allí. La misma que había seguido a Baekhyun constantemente con los ojos, que se había maravillado del blanco de su piel. La misma que sentía aquella especie de constricción horrible en las entrañas cada vez que Byun Baekhyun lo miraba a la cara y le decía que no ocurría nada cuando en realidad le estaba mintiendo.
-No estás… Te pasa algo, Baek. Llevas evitándome días.
-¿Ah, sí?
-¿Vas a decirme que no? -Chanyeol no había pretendido sonar ofendido, pero no pudo evitar la nota de incredulidad que tiñó su voz. Baekhyun siguió donde estaba, muy quieto, alzando las cejas como lo hacía cada vez que tenía que lidiar con alguien a quien consideraba particularmente estúpido.
-Vas a llegar tarde a tu cita si no te marchas ya -le respondió con un tono amable que era cualquier cosa menos verídico.
-¿Podríamos, por favor, dejar de hablar de mi cita por un momento?
Baekhyun continuó acariciando con los dedos el cristal del vaso que estaba sobre la mesa, y era frustrante. Frustrante la manera que tenía de contestarle con retazos de ironía que no lo llevaban a ninguna parte. Frustrante la manera en la que, de un modo u otro, siempre le acababa ocultando la verdad. Frustrante la manera en la que todo aquello seguía haciéndolo sentirse cada vez peor, como si hubiera sido su responsabilidad conocer a Baekhyun y a la hora de la verdad sólo hubiera podido ver lo que el otro chico había querido enseñarle.
-¿Y de qué quieres que hablemos, si no es de tu cita?
-De ti y de mí.
Por primera vez desde que había entrado allí, Baekhyun tuvo a bien mirarlo a los ojos con una expresión ligeramente sorprendida.
-¿De ti y de mí? -repitió. Chanyeol seguía detenido en medio de la alfombra roja del salón, con su ropa elegante y su ceño fruncido, y, tras suspirar, cruzó la habitación y se acercó a él, sin detenerse hasta tener que mirar hacia abajo para clavar los ojos en Baekhyun, sentado en su silla con aquel aire todavía desafiante-. ¿Qué es lo que hay que hablar de ti y de mí?
-Baekhyun -el nombre salió de entre sus labios como un latigazo-. Te pasa algo, ¿no? Te ha pasado algo conmigo mucho tiempo, y es algo que no me quieres decir. ¿Es que no me merezco saberlo, aunque te lo pregunte?
-Chanyeol -prácticamente le advirtió su mejor amigo.
-He venido hasta aquí sólo para hablar contigo. ¿De verdad ni siquiera ahora vas a decirme la verdad?
Baekhyun alzó los ojos.
-No quieres saber la verdad. Nunca has querido darte cuenta de nada. No sé por qué ahora es diferente.
“¿Porque te estoy mirando directamente por primera vez en años? ¿Porque no quiero que sigas estando así, si es que es culpa mía?”
-Quiero saber la verdad, ahí es donde te equivocas. Necesito saber la verdad. Es lo que…
-No -las manos de Baekhyun se cerraron con fuerza sobre el vaso que sostenía, con tanto ímpetu que Chanyeol casi pudo sentir la presión con la que sus dedos apretaban el cristal-. No -repitió. De repente, parecía más angustiado que triste, una mezcla entre furia, angustia y algo más que parecía una estrella a punto de estallar-. Ya estás con ello otra vez, ¿no? Pareces muy preocupado, pareces estar rogando, pero… Es lo que haces Chanyeol, es lo que hiciste cuando éramos niños, es lo que llevas haciendo un año entero. Das esperanzas a la gente y luego se las quitas. Y no sabes lo cruel que es, porque ni siquiera te enteras de lo que estás haciendo.
-¿Qué…?
-Te lo pregunté antes y te lo preguntaré otra vez. ¿Por qué llevas todo el año juntándote conmigo? ¿Por qué los mensajes y las llamadas? ¿Por qué volví a ser tu único mejor amigo, como cuando teníamos siete años y no había pasado nada aún? -replicó Baekhyun, cuya voz se había vuelto dura, cortante como el filo de un cuchillo-. ¿Era que te sentías solo? ¿Era que no tenías a nadie más que te sacase de la cama cuando no querías levantarte por las mañanas? Es un buen papel, supongo, para alguien como yo.
-¿Cómo? No entiendo…
-¿Qué se supone que soy yo para ti, Chanyeol? ¿Qué es lo que sientes por mí?
El chico se quedó parado en seco, sin saber muy bien qué hacer. Volvía a sentirse mal; volvía a sentir aquel nudo en el estómago, el hueco en su pecho. Volvía a querer gritar, y a abrazar a Baekhyun, y a empujarlo lejos.
-Eres mi mejor amigo -respondió, frustrado, sabiendo de antemano que aquello no era del todo cierto y que muy posiblemente no fuera, ni con mucho, la respuesta que el otro chico había estado buscando.
-Lo sé, ¿sabes? Soy tu mejor amigo. El mejor amigo que lleva toda su infancia corriendo detrás de ti sin que te gires a mirarlo, ¿no? El mejor amigo con al que llevas pegado un año mientras te hacía sopa que probablemente ni te bebieras y te acompañaba a comprar, pero al que has vuelto a mandar a la mierda ahora que está aquí Kyungsoo.
Chanyeol resopló, sin saber muy bien si estaba sorprendido o enfadado, o si estaba empezando a tener nauseas.
-¿Todo esto es por Kyungsoo? -preguntó, incrédulo, a pesar de que una parte de él lo había sabido siempre-. Por favor, Baekhyun, esto no tiene nada que ver contigo. Kyungsoo y yo llevábamos juntos desde el instituto, y se marchó de repente. Es normal que quiera verlo si ha vuelto. Es normal que quiera hablar y que esté intentando…
-Es normal -Baekhyun lo interrumpió con una carcajada amarga, levantándose con tanta brusquedad que el vaso que había estado sosteniendo se le resbaló de entre los dedos, rodó sobre la superficie de la mesa hasta estrellarse contra el suelo a sus pies, partiéndose en pedazos con un chasquido-. Sé que es normal, pero te equivocas diciendo que todo esto no tiene nada que ver conmigo. Todo esto siempre ha sido un juego de tres, ¿entiendes? Donde tú eres cruel, cruel hasta partir a la gente en pedazos; Kyungsoo es el amor de tu vida y yo soy el pobre imbécil que lleva enamorado de ti desde los siete años.
Chanyeol abrió la boca para decir que no entendía, que él no era cruel, que él nunca había querido tratar mal a nadie, pero entonces el significado de aquellas últimas palabras llegó a procesarse por completo en su cerebro, se le clavó en algún punto del pecho, como una lanza, dejándolo sin aliento.
-Que tú… ¿Qué? -acertó a susurrar.
-Nunca te he pedido nada -replicó Baekhyun sin más, aún cortante, alejándose un paso de él sobre los cristales rotos-. No he intentado obligarte a que me quieras, no me he quejado, ni siquiera te he pedido que te des cuenta. Te he escuchado hablar de Kyungsoo, llorar por Kyungsoo; he ido contigo a comprar los regalos de cumpleaños de Kyungsoo, te he ayudado a elegir tus sorpresas para cada aniversario con Kyungsoo. Y nunca te he pedido ninguna cosa a cambio, porque siempre te ayudaba como el mejor amigo que se supone que soy, pero es que… -la voz del chico se convirtió en un susurro quebrado, tan débil como Chanyeol no la había escuchado nunca-. ¿Y yo, qué? ¿Qué pasa con lo que yo sienta?
-Baekhyun, tú no… Yo no sabía que…
-Ahí está el problema, ¿entiendes? En que nunca sabes nada. En que no te enteras ni te quieres enterar. ¿Y qué quieres que haga yo? ¿Decírtelo, cuando se supone que la relación que tenemos es todo lo que puedo llegar a aspirar y tú ya tienes a alguien a quien adoras? ¿Cuando tú ni siquiera te has planteado que yo pueda llegar a sentir algo por ti? Por favor, no seas absurdo.
Baekhyun lo miró con los ojos brillantes, los labios temblándole, y, por primera vez desde que lo conocía, Chanyeol tuvo miedo. Miedo del lado de Baekhyun que reaccionaba como un animal rabioso y herido; de la parte de él que le echaba todo aquello en cara como si doliera demasiado, del Baekhyun al que no conocía, al que había estado allí y al que él no había visto, y que era una cosa preciosa; bonita, salvaje y rota.
Y él volvía a sentir aquel espacio en el pecho, el impulso de correr hacia Baekhyun y abrazarlo, hundirle el rostro en el pelo y rogarle sin soltarlo que lo perdonara, que le diese una oportunidad para intentar arreglar todo, pero fue incapaz de dar ni un solo paso. Era como si hubiera un muro invisible entre los dos, hecho de secretos, ignorancia y remordimientos, que Chanyeol se veía incapaz de derrumbar.
-Tendrías que habérmelo dicho -acertó a decir. Recordaba a Baekhyun acompañándolo a comprar regalos cada navidad, mirándolo con expresión de falsa exasperación bajo la bufanda y el gorro. “Espero que conmigo te esfuerces lo mismo” le repetía todos los años, y ya se había convertido en tradición para los dos que Chanyeol le buscase la tontería más absurda que pudiera encontrar y se la regalase envuelta en papel de periódico Sólo entonces se le ocurrió pensar que tal vez su mejor amigo hubiera querido también un regalo en serio; algo que hubiera tenido que buscar durante una mañana entera, que implicara arrastrar a alguien más para pedirle su opinión.
En aquel instante le habría bajado la luna del cielo si se la hubiese pedido, se la habría entregado envuelta en un lazo de plata si con ello hubiese podido lograr que Baekhyun se calmase, pero el otro chico estaba fuera de sí y él llegaba años tarde.
-Me da igual lo que hagas, pero, por favor, no me utilices, ¿entiendes? -le estaba diciendo, hablando tan deprisa que a Chanyeol le costaba seguirle el ritmo-. No vengas cuando él se va y me hagas pensar cosas y luego te marches, porque no hay ser humano que pueda soportar eso.
-¡Yo nunca te haría algo así! -fue un impulso, algo totalmente involuntario, el modo en el que todo su cuerpo se movió hacia delante y sus dedos se cerraron en torno a la muñeca de Baekhyun, exactamente como lo habían hecho el otro día, atrayéndolo hacia sí sobre los cristales rotos. Su amigo estaba lívido de ira, con los ojos muy brillantes y los labios tan apretados que casi habían perdido el color-. Yo no te utilizaría nunca; yo te…
-¿No? Pero si lo haces siempre -la voz de Baekhyun sonó irónicamente alegre, tan llena de veneno como la picadura desesperada de un animal que se lanza a matar porque sabe que va a morir de todas formas-. ¿Qué es lo que ocurre? ¿Que los dos tenemos casi el mismo tamaño y la misma altura, o es tengo que ser yo porque soy el único idiota que no tiene dignidad cuando se trata de ti?
-Baekhyun, por favor, escúchame. Kyungsoo y tú sois dos personas distintas. Para mí nunca habéis tenido nada que ver.
Los ojos del otro chico tenían un brillo prácticamente febril más allá de sus pestañas cuando lo miró. Ya ni siquiera estaba pretendiendo sonreír. Simplemente temblaba, con el pulso disparado en las venas, la piel caliente en el punto de la muñeca donde él todavía lo estaba sujetando.
-¿Nada que ver? -repitió, sin embargo, en voz muy baja-. Entonces, ¿por qué te acostaste conmigo la noche en la que él te dejó?
Fue su segundo gesto involuntario aquella noche. Quedarse mirando a Baekhyun con los ojos como platos, soltar su muñeca de pronto. El brazo de su mejor amigo cayó, flácido, contra su cuerpo, mientras los dedos de su otra mano se asían a la madera suave de la mesa como si eso fuera lo único que lo estaba manteniendo en pie.
No tendría que haberlo soltado, pero estaba demasiado sorprendido como para haberlo podido evitar.
-Que yo… ¿Qué?
Baekhyun volvía a sonreír cuando le respondió, en un susurro quedo, como si hubiera perdido toda la fuerza que le había hecho ser capaz de gritarle antes.
-No te acuerdas, ¿verdad? Es cierto que no te acuerdas. Te pasaste la mitad de esa noche andando en medio de la nieve, y los dos días siguientes delirando. Más adelante pensé que, bueno, habría sido cosa de la fiebre, que sería mejor para ti no recordar nada con todo lo que tenías encima, y que de todas formas tampoco era algo que a mí me hiciera sentirme precisamente orgulloso de mí mismo, así que…
Chanyeol recordaba la nieve, recordaba el mareo, el delirio. Recordaba haber soñado con Kyungsoo, con Baekhyun; la manera en la que uno se había transformado en el otro en sus brazos. Piel suave bajo su piel y su mejor amigo mirándolo desde abajo con ojos vacíos, como si alguien le hubiera partido el corazón en pedazos.
Chanyeol odiaba las pesadillas, pero había veces en las que la realidad era mil veces peor.
-Baekhyun -acertó a susurrar, casi como si estuviera rogando, rezándole a alguien-. Baek.
La habitación quedó sumida en un total y absoluto silencio. Su mejor amigo seguía delante de él, con medio cuerpo apoyado en la mesa y el brillo del desafío en la mirada. Parecía muy pequeño, frágil de una manera en la que Baekhyun nunca había parecido frágil, y de repente le vino a la mente el modo en el que el que el otro chico llevaba un año dejando espacio entre los dos, en cómo no quería quedarse a dormir con él.
De los dos, él era más grande, más fuerte. Si había estado delirando, si no había sido capaz de pensar, le habría resultado sencillo tirarse encima de Baekhyun y…
-Baek -volvió a llamarlo, sintiendo el estómago revuelto, el sabor de la bilis en los labios-. Por favor. Dime que no hice nada que tú no querías que hiciera. Dime que…
El otro chico lo cortó con una carcajada seca.
-Por dios, Chanyeol, ¿qué crees que soy, una princesa? Todo lo que pasó ocurrió porque yo quería, ¿entiendes? No sé si por esperanza, o por desesperanza, o porque llevaba queriéndolo toda mi vida, o por qué, pero quería. Tendría que haberte parado, porque tú estabas delirando y no habrías hecho todo eso si no hubieses tenido fiebre. No habrías querido tocarme de esa manera si no hubieras tenido fiebre. Y no sé qué clase de persona soy por ello, pero preferí tenerte una vez, aunque fuera así, a no tener nada.
-Te hice daño -susurró Chanyeol. Se recordaba queriendo marcar, dejar huella. Veía la expresión del otro chico una y otra vez, ojos muy abiertos, el rostro pálido.
Baekhyun volvió a reírse otra vez.
-¿Daño? ¿Físico? -repitió, como si le divirtiera-. No es que fueras precisamente delicado, pero los he tenido peores. El problema no es ese. El problema, Chanyeol, es que estés conmigo y lo llames a él. Que sea la única vez que puedo… que puedo… y lo único que digas tú sea su nombre. En mi oído. Su nombre.
El cuerpo de Baekhyun, frente a él, había vuelto a tensarse, recuperando la fuerza que había perdido minutos atrás, avivada por algo que le recordó a Chanyeol el modo en el que el agua del mar parecía retirarse de la costa, con calma, justo antes de la llegada de un tsunami que lo destruyera todo.
Le hubiera gustado decir algo, cualquier cosa, lo que fuera para justificarse, para hacer que Baekhyun dejara de mirarlo así, de hablarle así, de comportarse así. Resultaba casi irónico, el daño que aparentemente le había hecho al no decir su nombre en el momento apropiado cuando ahora era su nombre lo único que era capaz de decir.
-Baekhyun -susurró, avanzando hacia él con un brazo extendido, sintiendo el peso de su propio cuerpo sobre las piernas como algo extraño, después de haber estado completamente quieto tanto tiempo-. Baekhyun, por favor.
La reacción del otro chico fue automática, tan repentina y tan potente como un relámpago.
-¡No me toques! -le espetó, retrocediendo tan deprisa que pareció tropezarse con sus propios miembros en su afán por alejarse de él-. No. Me. Toques.
Chanyeol, casi a cámara lenta, vio a Baekhyun retroceder ante su contacto como si la mera idea lo asqueara. Lo vio apartarse de la mesa, débil y furioso, y soltar un quejido ahogado al perder el equilibrio. No pudo hacer nada salvo verlo caer, observarlo cerrar los ojos y apretar los dientes al clavarse en las manos desnudas parte de los pedazos de cristal que todavía estaban esparcidos por el suelo.
Recordaba a Baekhyun de pequeño, con pedacitos de corteza clavados en la piel, un mohín en los labios porque su balón se había quedado atrapado en la copa de un árbol. Había sido bonito entonces, igual que era bonito ahora. En ambas ocasiones había estado herido: la única diferencia radicaba en que Chanyeol no creía que ahora pudiera curarlo con una sonrisa y unas cuantas tiritas.
“¿Qué es lo que estás haciendo? ¿No te duele?”
Todo llevaba torciéndose años, pero se había derrumbado en un instante, y ahora el mundo estaba temblando para Park Chanyeol.
-¡Mierda, mierda, Baek! Estás sangrando -exclamó, arrodillándose a su lado, tratando de hacerlo reaccionar-. ¿Estás bien?
Baekhyun se estaba mirando las manos, con los ojos muy abiertos y la respiración agitada, superficial. Estaba temblando cuando lo miró, con el rostro blanco como la cal, las pupilas dilatadas.
-¡Te he dicho que no me toques! -le gritó otra vez, fuera de sí, tratando de arrodillarse para empujarlo y cayéndose otra vez, como si estuviera a punto de sufrir un ataque de nervios-. No me toques, no me toques, no me toques.
Chanyeol se quedó paralizado en el sitio. No sabía qué hacer. No sabía qué podía hacer. Todo lo que sabía era que quería llorar y no le salían las lágrimas; que estaba tan cerca de Baekhyun que habría podido rozarlo con apenas extender los dedos, pero que nunca, jamás desde que lo había conocido, se había sentido tan lejos de él, como si el muro de cristal infranqueable que había entre los dos se hubiera hecho infinito, y él estuviera cada vez más lejos de poder romperlo, por mucho que gritara, o rogara, o lo golpeara con todas sus fuerzas.
[Parte 1] [Parte 3].