Fanfic [ Iro No Koi Wa Shinku ] [ Cap 2 ]

Mar 27, 2011 17:59


Hola chic@s de nuevo !!! Bueno vengo a subir el cap 2 del Fic de Yukiko ^^ asdasasd *O* espero que les guste, personalmente lo amo, soy adicta a él y fui tan feliz cuando me envio el cap 2 xDD en fin, aquí sabrán más acerca de los emperadores, sin más...Douzo~



Capitulo 2

Al caer la noche el joven emperador salió del palacio caminando con paso decidido entre la maleza que se hallaba detrás de éste, dirigiéndose al lago que había cerca, caminó sobre una fila de rocas alineadas en que flotaban y  formaban un camino sobre el mismo, hasta llegar al centro donde se hallaba una especie de superficie rocosa y lisa que no podía verse a simple vista y menos de noche, parecía que caminaras sobre el agua si te parabas sobre ella, la luz de la luna llena alumbraba tenuemente el lugar, el emperador se paró en el centro de la superficie y cerró los ojos, esa noche portaba un traje especial: un par de pantalones de seda blancos y algo holgados, unas zapatillas doradas, una corona especial sobre la cabeza que tenía pequeñas monedas de oro colgantes, una blusa especial de color blanco con toques anaranjados que cruzaban en su pecho en forma de “v” de mangas largas, tan largas que se arrastraban y se humedecían cada vez más, pues sobre la superficie había un charco de agua que se formaba a su alrededor, dio un suspiro y se concentró, no podía escucharse sonido alguno que no fuera el que hacía el lago al fluir entre las rocas, el sonido de las cigarras a lo lejos y la respiración del emperador, cuando de repente de un movimiento dio un salto al aire abriendo las piernas en Split, provocando que las mangas que colgaban se elevaran y con las gotas de agua que poseían, trazaran un camino de roció, luego cayó al piso en ambos pies  y dio una serie de giros, primero en un pie y luego en otro, así turnándolos, extendiendo los brazos; en el suelo salpicaban nuevamente las gotas en torno a sus pies formando círculos pequeños por donde brincaba y giraba y a cada movimiento de sus brazos que daba hacia arriba y hacia los lados mientras giraba, arrastraba las mangas que formaban en el aire bellas figuras cual listones al moverse, y que al caer, apenas acariciaban el charco en el suelo provocando que más y más gotas salpicaran y resplandecieran con la luz de la luna, el joven bailaba, pero bailaba al compás de un ritmo insonoro, insonoro  por cualquiera que hubiese estado presente, pero no para él ,pues la melodía estaba presente en su mente, continuó danzando formando toda clase de figuras con las gotas resplandecientes, sus movimientos eran ágiles, precisos pero hermosos y delicados, la pasión que reflejaban sus ojos de mirada salvaje, su respiración agitada, sus cabellos escurriendo por el sudor  mezclado con el rocío y sus labios y mejillas enrojecidas, delataban todo el deleite que le provocaba bailar, como si hubiese nacido para ello. Lo cierto es que había empezado a aprender  a hacer  una serie de bailes rituales cuando niño, bailes que su madre le había enseñado, pero luego por su cuenta había desarrollado un estilo propio y ahora a sus 17 años, siempre bailaba en lugares donde nadie pudiese verle cuando se sentía triste y solo pues el bailar le llenaba de bellos recuerdos de cuando su madre le enseñaba y su padre lo elogiaba, sin embargo esta ocasión, no se aseguró de que nadie le siguiera, pues una mirada embelesada perteneciente a un joven de silueta alta, que  le observaba escondido en la oscuridad; sin darse cuenta se fue acercando  más y más a tal escenario tan atrayente para alguien como él, quien sólo había visto  espectáculos de baile en las calles durante los desfiles que pasaban frente a su casa cuando era niño, que ni siquiera se comparaban al que ahora presenciaba, sin querer pisó una rama de madera que crujió y delató su presencia, entonces en ese momento el emperador se detuvo y habló:

-¿Quién anda allí?- preguntó enojado con la mirada fija en la oscuridad

-El joven no sabía cómo responder, pues claramente le había hecho enojar y esperaba que no le matara por haberle espiado, estaba asustado, pero cautelosamente decidió acercarse a la luz de la luna y hablar:

-Soy Nakajima Yuto, señor, lamento mucho haberle interrumpido, no tengo perdón.-dijo arrodillándose ya a la luz de la luna.

-¿Y quién demonios te dijo que me siguieras? Eh!? ¿Quién demonios eres? ¿Un espía?-exclamó eufórico-

-Tranquilícese Yamada-san, si se enoja tanto por algo tan pequeño se enfermará-respondió el joven dehace un rato en el palacio que se acercó detrás del cuerpo del joven arrodillado.

-Tú no te metas Chinen, esto no te importa, ¿no te dije que te quedaras fuera de esto?

-Pero como verás, no te hice caso, no soy alguien que haga las cosas sólo porque me las ordenen,  y en este caso si me importa pues es a uno de mis más fieles soldados a quien le estás gritando.

-¿Qué?- aun con cara de fastidio, le dirigió una mirada al joven arrodillado  y le habló:

-Oye tú, ven y acércate acá.

-El no te obedecerá a menos que se lo ordene yo- le respondió chinen.

-Esto sólo enfureció mas al emperador-¡Entonces lárguense los dos! ¡Aun están en mis tierras!

-¿Si tanto quieres que nos vayamos porqué no llamas a tus guardias?- preguntó burlón el pequeño chinen.

-Ellos…no deben venir por acá…no ellos… no deben conocer este lugar- dijo mirando hacia abajo y cerrando los puños con una mirada difícil de describir, una especie de tristeza y resentimiento percibidas por el joven soldado quien permanecía mirando fijamente al emperador, Chinen se dio cuenta de la intensa mirada que le dirigía así que con una sonrisa en su rostro habló:

-Entonces te propongo algo; déjame unirme al baile que hace un momento realizabas, me pareció profundamente hermoso y conmovedor a mí y como veo,  a mi soldado también, si me permites decir, tanto que me dieron ganas de realizarlo yo también contigo y  estuve a punto de hacerlo si no fuese porque te diste cuenta de nuestra presencia.

-¡Ja! ¿Estás loco?- exclamó incrédulo y sonrojado por la vergüenza que le provocaba saber que podía provocar halagos por primera vez provenientes de alguien que no fuesen sus propios padres, pues nunca lo había hecho en frente de nadie que no fuesen ellos.

-No tienes porque apenarte mi querido amigo- dijo sonriendo y acercándose más a la orilla del lago.

-¿Qué? ¡No me apena nada!- protestó haciendo pucheros sin darse cuenta, cual niño pequeño.

-Jajaja, como digas, entonces si tú me dejas unirme a ti esta noche en tu baile, te prometo mostrarte a mi soldado, ¿quieres verlo más de cerca no? O incluso podría prestártelo si quieres un día.

-¿Crees de veras que te dejaré hacer lo que quieras sólo para ver a tu sirviente?

-¡Tengo mis propios sirvientes, no necesito al tuyo!

-Bien, como quieras, entonces pon tú el precio.

-Perfecto, entonces, si te dejo estar a mi lado ahora, te irás mañana a primera hora y no me molestarás más.

-De acuerdo-pero en ese momento chinen fue interrumpido:

-Pero…amo chinen ¿y el acuerdo de sus padres?- interrumpió el joven arrodillado.

-Tranquilo Yuto,-le dedico una mirada tranquilizante y continuó- eso… sí aun quieres que me vaya-prosiguió mirando al emperador.

-¿Cómo dices?, ¿por qué no querría que te fueras?

-Ohh ya lo verás… ¿y bien? ¿Comenzamos?-preguntó parado sobre una de las rocas que conformaban el camino.

-Ja, a ver si puedes seguirme el paso-bufó y dio un salto al aire de nuevo comenzando a bailar igual que antes, pero esta vez se sentía diferente, una especie de nerviosismo le invadía haciendo latir su corazón más rápido, pues hacía mucho que alguien le miraba bailar y  también era la primera vez que no lo hacía solo. Chinen dio un salto al aire y sobrepasó el camino de rocas  hasta llegar a la misma superficie rocosa donde bailaba el emperador, entonces comenzó a imitar sus movimientos, pero algo era diferente; él portaba una espada, que blandía de un lado a otro mientras giraba sobre el agua, eran giros que al igual que el emperador, levantaban brillantes gotas de rocío, parecían bailarines gemelos, sin embargo la diferencia en el baile radicaba en los saltos extras que daba chinen alrededor del lago, parándose en las rocas que lo rodeaban, cada que brincaba hacia una de las orillas del lago, unas cuantas  luciérnagas salían de su escondite rodeando así el lago iluminando más el firmamento que los rodeaba, un escenario sublime en toda su expresión y el único  espectador que podía gozar de tal acontecimiento aún se halaba arrodillado, con los ojos abiertos de par en par, sus carnosos y rosados labios entreabiertos deseando pronunciar una palabra para describir lo que veía, su pálida piel iluminada a la luz de la luna, su porte caballeroso, sus  largos cabellos sujetos por una cola de caballo meciéndose al compás del viento, su intensa mirada en la que se reflejaban las brillantes siluetas frente a sus ojos, pues éstas  parecían dos espíritus del lago; con sus ropas doradas resplandeciendo por el brillo del agua y las luciérnagas, ambos flotando sobre el lago en una danza silenciosa y misteriosa, como si sólo ellos pudiesen entenderse sin necesidad de palabras, sólo con cruzar sus miradas igual de intensas que los latidos de sus corazones inaudibles en ese momento, donde el tiempo parecía detenerse y transcurrir en un parpadeo al mismo tiempo, sólo siguiendo el sonido que producían sus pasos sobre el agua y las rocas  y el romper del viendo sobre sus cuerpos, se seguían el paso como si supieran que movimiento hacer justo después del otro, ya no era simple imitación, entonces, sucedió lo imposible; del rostro del emperador surgió una sonrisa y de ella nació una risa adornando el viento que se fundió con él, en ese momento se unió una segunda voz, la del joven Chinen, ahora eran ambas risas y sonrisas quienes completaban el cuadro.

El joven guerrero, Yuto, se perdió unos minutos más en ese mundo, donde parecía que el tiempo no fluía, los minutos se volvieron horas y  lo  siguiente que pudieron ver sus ojos fue al emperador y  a su amo recostados y rendidos a la orilla del lago, aun rodeados de luciérnagas,  riendo y  mirando el cielo revestido de estrellas. Esperó unos momentos más, luego fue por un par de mantas para cubrirlos a ambos y llevarles dentro del castillo.

……………………………….

Habían transcurrido los días hasta convertirse en semanas desde ese día, haciendo que la convivencia de ambos líderes se mejorara con el tiempo y se estimasen cual hermanos, Chinen estaba poco a poco curando la solitaria alma de Yamada.

Una mañana de primavera el emperador descansaba a la sombra de un árbol sobre una manta mientras  bebía una taza de té y  observaba a un par de guerreros realizar un combate amistoso de práctica, esa clase de cosas le parecían muy interesantes, fue entonces cuando sin avisar, un pequeño travieso  llego por detrás y le cubrió los ojos.

-Ne ¿da~re?^^- pronunció de modo infantil con una dulce voz.

-¡Oye espera! …¿Quién? ¡Detente!- se quejaba intentando librarse de las manos que le rodeaban.

-jajaja no me digas que ¿le tienes miedo a la oscuridad?- preguntó burlón mientras soltaba al mayor y se sentaba a su lado.

-¡Chinen!, no hagas eso, ¿no se supone que tienes cosas que hacer?, digo además de seguirme y molestarme todo el día- decía en tono fingido de molestia mientras daba un sorbo a su té.

-Mmmm pues… no, la verdad no tengo nada que hacer …como tú, además admite al menos un poco que estás feliz porque luego de estar conmigo te diste cuenta de que me necesitas ^^ -recalcaba con una sonrisa.

-Pero yo SI tengo cosas que hacer y ¡te equivocas! ¡Yo no dije tal cosa!- alegaba sonrojándose.

-Aja lo que tú digas… ya lo veo... y es que ahora mirar  a un par de apuestos soldados practicar se ha vuelto un trabajo tan importante y exhaustivo…¬¬ -replicaba con sarcasmo.

-¿¡D-de-de que hablas!? ¿¡Y como que apuestos!? ¿¡De dónde!? ¡¿Y por qué te fijas en esas cosas!?-decía aún más sonrojado que antes frente a la mirada divertida del menor

-Bueno si no me crees… ¡oiganYuuto y Keito vengan acá!- gritó el menor al par de soldados de antes quienes dejaron de enfrentarse y  se acercaron a ellos.

-¡Oye! ¿Qué crees que haces?

-Descuida, sólo espera- insistió el menor.

Los soldados hicieron una reverencia al estar frente a ambos nobles, los dos soldados  parecían cansados; su condición era delatada por sus jadeos y el sudor a perlado resbalando por sus frentes y cuellos.

-¿Ves? Yo digo que sí, ¿qué dices tú, Keito?- habló  el menor dirigiéndose  a uno de los soldados

-¿Disculpe?-preguntó un poco confundido uno de los soldados.

-Le decía al emperador que ustedes son bastante atractivos, ¿tú qué crees Keito?

¿Crees que Yuto es apuesto?- preguntó con un tono juguetón en su voz mientras les miraba traviesamente.

-Ehh…pues...-El soldado dubitativo, no supo que contestar al instante, miró de reojo a su compañero Yuto y enseguida al suelo pues sus mejillas se tiñeron de un ligero color rosado.

-¿Ehh?.. ¿No respondes? Jum… ¡pero si Yuto si cree que tú eres muy apuesto! NeeYu~to?- continuaba con un tono meloso mientras acariciaba la mejilla del mencionado quien no se molestaba pues estaba acostumbrado a esta clase de juegos por parte de su señor.

-¡Basta! No tienes por qué jugar así con ellos- protestó yamada antes de que alguien pudiese contestar.

-Ara...Yamada-san pero si esto lo hago sólo para divertirme…además de que he oído que tú hacías cosas peores con tus sirvientes… o me equivoco?- le atacó con esas palabras

Yamada, por su parte sabía que tenía razón, antes les humillaba y les insultaba pero ya no tenía deseos de seguir con eso, no desde que podía disfrutar de una vida más normal gracias a Chinen, Yamada sabía que Chinen decía esas cosas a propósito justo para lograr que las dejara de hacer, algunas veces Chinen tuvo que tratar a los soldados como basura y mostrar total desinterés frente a las situaciones del reino frente a Yamada para mostrarle como era el “Yamada de antes”, todos estos actos siempre lograban espabilarle para volverle más humilde, maduro, responsable y centrado, pero todo eso, era algo que yamada agradecía profundamente a Chinen.

Entonces Yamada pronunció desesperado:

-¡De acuerdo! ¡Pues ya no más! ¡No volveré a jugar con los sentimientos de nadie lo juro! ¡Pero detente!...no me gusta verte actuar así… no eres tú mismo…-susurró con la mirada  abatida al piso.

Yuto miraba atento a Yamada, como día a día cambiaba y se convertía en un líder respetable y admirable, mostrando esa sonrisa que para él lo era todo y así había sido desde el primer día que le vio. En cambio Keito miraba silenciosamente a su amigo, miraba como su querido Yuto se embelesaba con la sonrisa del emperador y le dolía, le dolía cada día, pero encerraba ese dolor en lo más profundo de su pecho y a cambio siempre mostraba una sonrisa comprensiva a su amigo.

-¡Yosh! ¿Quién quiere ir por un par de aperitivos?- preguntó chinen para cambiar  de  tema estando ya todo arreglado.

- ¿Eh? Pero no hace falta, nos los pueden traer si quieren- comentó el emperador subiendo la cabeza.

-¡Noo yo quiero que vayamos por ellos! ¡Quiero elegirlos! ¡Los sirvientes siempre me limitan!-decía haciendo un puchero.

-Es usted un glotón señor- le sonreía Yuto mientras avanzaban.

-Mmmmsii pero así me quieres ^^- insistía chii

-¡Chinen! ¡Que no sigas con eso!- reclamó Yamada

-¡Pero si es la verdad!  ¡No te pongas celoso! ¡Si Yuto sólo tiene ojos para ti! - le peleaba chinen

-¡Ahh!¡Chotto!etto… pues usted es mi amo, así que lo quiero y le respeto mucho n.nU- intervino Yuto dando unas palmaditas en la cabeza a chinen para callarle.-Ne keito ya vamos a que coman algo n.nU

-Entiendo vamos n.nU-le devolvió una mirada de complicidad a Yuto.

Los cuatro caminaron por el jardín  camino al castillo aun discutiendo, cuando el sonido de un cascabel hizo voltear a Yamada detrás de ellos, justo en el portal del jardín donde moraban los cerezos, volteó pero no vio nada ni a nadie…sin embargo ese sonido...le había resultado tan familiar que decidió regresar a descubrir de dónde provenía; corrió  de regreso por el portal de los árboles de cerezo donde abundaba un aura rosada en todo el camino provocada por los innumerables árboles que soltaban cientos de pétalos que bailaban con la brisa, corrió encontrándose rodeado de esos árboles, sin descubrir el origen del sonido que se hacía más fuerte y cercano, desanimado, dio media vuelta y fue entonces cuando lo vio; la silueta esbelta y alta de un joven samurái que portaba una espada en su cintura y en la empuñadura un cascabel, los largos cabellos del joven eran azabache, sujetos en una coleta meciéndose con el viento, el samurái se acercaba cada vez más al emperador, pero por alguna razón éste parecía inmóvil, algo en la mirada del samurái le impedía moverse, eso y una serie de sentimientos que parecían estar atascados dentro de él;  nostalgia, tristeza, alegría, esperanza y otros más irreconocibles para él…El joven samurái  se acercó al emperador hasta estar a un brazo de distancia, con una mirada llena de calidez, una sonrisa tímida y esos enormes ojos expresivos  le dijo:

-Estoy en casa…Ryosuke-kun.

Esa frase provocó un escalofrío en todo el cuerpo del emperador, al mismo tiempo que una ráfaga de viento surcó el lugar envolviéndolos en más pétalos de sakuras, la mirada atónita del emperador se llenó de lágrimas y en un susurro pronunció:

-Yu…ma…  -

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