Hola personas que pasen por aquí, bueno está vez les traígo el primer cap de este fic que es de mi amiga Yukiko, como es suyo lo subiré tal y como ella lo escribio sin mencionar que espero y comenten para seguir subiendo esta historia xDD Por cierto colocaré en otro post las canciones que inspiraron este fic para qeu las escuchen y se sientan más aclimatadas si lo desean y por último sé que el banner parece como si fuera YamaChii pero siento decirles que no lo es xD espero que les guste como a mí ^^ sin más...Douzo~
~Iro No Koi Wa Shinku~
=El color del romance es carmesí=
Título: Iro no koi wa shinku
Autora: Yukiko-chan
Personajes: Chinen, Yamada, Takaki, Yuto, Yabu, Inoo, Keito y Yuma.
Parejas..nahh se los dejo de sorpresa XD
Género: Japón antiguo, romance, yaoi lemon.
Capítulos: aun...no tengo idea...XD
Prólogo:…no les hago pa no awadar la historia XD
Preludio: *Si no quieres leer mis enormes notas, no lo hagas y pasa de lleno al capítulo 1 ^^*
Bien, pónganse cómodas mientras les relato la serie de escenas que inundaron mi mente secuencialmente creando una especie de historia algo extraña y todo se lo debo a la lista de canciones que les proporcionaré luego para que escuchen mientras leen la historia ya que sin ellas no habría aluciando nada, claro que tuve que convertir un montón de flashes de mi mente en escenas con diálogos y toda la cosa, así que por eso lo hice lo más breve posible (claro en mi mente fue corto, pero ya cuando lo escribí y vi lo largo que se hacía me di cuenta de me emocioné O__o, perdón por eso u,u). Está algo rara pero es de mis primeros trabajos que me propongo terminar y espero que así sea, que les guste y me den sus opiniones, quejas, observaciones, dudas, sugerencias y demás XD sin más preámbulo…DOUZO!!
CAPITULO 1
Dentro del inmenso y ostentoso castillo de una de las dinastías más importantes de Japón que se encontraba rodeado de cientos de sirvientes de ropajes de colores igual de brillantes y enigmáticos que el interior del mismo, el pequeño y caprichoso emperador de cabellos oscuros y sonrisa picara, moraba en su habitación experimentando con una de sus cortesanas lo que significaba “ser hombre”, o al menos eso se disponía a hacer, esto hecho más por aburrimiento que por propia iniciativa, cuando de repente las puertas de su habitación se abrieron de par en par dejando entrar a un joven alto de porte agresivo, cabellos cobrizos y facciones delicadas que miró desafiante y burlón la escena:
El pequeño, marfileño y delicado cuerpo de la joven cortesana se encontraba boca arriba en la cama, portaba unas cuantas sabanas alrededor de su cuerpo desnudo cubriendo sus pechos y entrepierna, llevaba unas pulseras y anillos sumamente brillantes y costosos, con su cabello finamente recogido y mirada asustada debajo del cuerpo acechante del joven e impertinente emperador, quien injustamente portaba todas su esplendorosas ropas, éste se sentó sobre ella y le sujetó por el cuello apretándolo con todas sus fuerzas intentando asfixiarla, sin importarle si le miraban, el rostro del emperador no mostraba emoción alguna, total indiferencia, mientras pronunciaba entre los jadeos de la joven:
-Me aburres…
-¿No crees que ya es suficiente?- dijo el joven que segundos antes se encontraba en el umbral de la puerta y ahora corría hacia el emperador, empuñando su afilada espada abalanzándose sobre ambos, apuntando al emperador justo bajo el cuello le amenazó:
-Su alteza, si sigue maltratando a las cortesanas, se las terminará todas, entienda esto por favor.
- ¿Y tu impedirás que lo haga?- dijo sin soltar en cuello de la joven quien se retorcía con el rostro casi azul aferrándose de las ropas del emperador con desesperación y una mirada nublada.
-Suficiente…la verdad… ¡estoy harto de tus caprichos estúpidos!- de un golpe a puño cerrado, aventó al emperador al suelo librando a la pobre chica que tosía frotándose la garganta, enseguida entraron unas damas de compañía quien asustadas se llevaron a la joven que lloraba inconteniblemente, dejando al emperador y al joven de cabellos cobrizos en la habitación.
-¿Qué sucede Takakki-san?, ¿está celoso de que no le haya pedido a usted acompañarme en mi primera noche?- dijo el emperador burlándose e incorporándose.
-¿Por qué no pone sus palabras en hechos, su alteza?....no, dejemos las formalidades si así van a ser las cosas; ¿Yamada-kun?-dijo sonriendo de manera lasciva, el joven era mayor que el emperador pero no por eso era menos inmaduro.
-Ja, no te atreverías, sabes lo que te sucedería si me...-pero no pudo terminar su altanera palabrería pues en ese instante ya tenía al apuesto soldado encima suyo que le tacleó y ahora se encontraba arrancándole cada prenda con desenfreno y malicia en su mirada dejándole desnudo e indefenso forcejeando en el suelo; el soldado comenzó a acariciar sus muslos con fuerza mientras lamía y mordisqueaba sus pezones, este acto arrancó un gemido de la boca del emperador, sin embargo no por eso dejaban de desagradarle esas caricias y de asquearle el sentir su lengua en su cuerpo, jalaba los cabellos del guerrero para separarle pero fue inútil pues éste, sin previo aviso, comenzó a masajear el miembro del menor mientras le besaba y mordía el cuello, las caricias del soldado recorriendo el pequeño cuerpo del emperador se volvían violentas y dolorosas a medida que los minutos transcurrían, causándole más sufrimiento mientras seguían forcejeando, pero no armaba ningún escándalo demasiado grande como para ser salvado.
-¡Yamete! ¡Te lo ordeno!- Gritaba el menor con las mejillas sonrosadas por el esfuerzo.
-¡Así es! ¡Grita más! ¡Que poco me importa lo que te pase! ¿Esto es lo que quieres no? Pues ¡tómalo!-Dijo frotando con más rapidez y fuerza el miembro del menor, que de repente y sin previo aviso el soldado introdujo en su propia boca, lo succionó y lamió de arriba abajo durante un rato, pero al fin y al cabo el emperador era un hombre joven y por supuesto humano, por eso a pesar de las acciones perversas del mayor que le desagradaban, el sexo oral que le proporcionaba logró excitarlo, provocando más gemidos por parte del emperador hasta que éste se corrió en su boca.
-Eres muy rápido-le susurró al oído luego de incorporarse para propinarle una lamida en el lóbulo de su oreja, estremeciéndolo.
-¡Urusai!- le respondió jadeando el menor con la cara enrojecida y sudada.
-Si me lo pides arrodillándote a voluntad, te dejaré ir…pero eres demasiado orgulloso para eso ¿o me equivoco?-pronunciaba entre jadeos sonriendo, el emperador se separó como pudo aprovechando el momento de distracción del mayor y se arrastró gateando intentándose alejar de su atacante, cuando sintió que el mayor le jalaba del tobillo arrastrándolo a hacia sí, sin embargo justo cuando el menor pensó “onegai que alguien me ayude”, el tiempo se detuvo, o así lo sintió él, pues el tirón en su tobillo cesó y la voz del soldado no se escuchó, el emperador volteó hacia atrás para encontrar a Yabu, uno de sus más fieles sirvientes apuntando con mirada fría justo al cuello de su perpetrador con su espada empuñada.
-¿Está bien?, ¿Amo?-preguntó
-El menor sólo asintió asustado con los cabellos revueltos y los ojos abiertos de par en par.
-Yuya, te sugiero lo siguiente: aléjate del emperador si no quieres problemas.
-¿Sabes? No puedo irme así como así, aun no he terminado.
-No me importa, no me mediré si no te vas ya, te lo advierto- le miró desafiante.
-No será necesario derramar sangre inocente en el recinto sagrado de su alteza-Interrumpió una dulce cuarta voz en ese momento perteneciente a un chico alto, de cabello oscuro, corto y ondulado, de facciones finas cual príncipe, de piel suave y brillante que se asomaba por la puerta, vestía un kimono rojo de estampados de flores azules descubierto de los hombros y abierto de la parte de abajo dejando ver sus largas piernas, el chico se paró provocativamente en el umbral de la puerta con mirada seductora y prosiguió -Pues para eso estoy aquí, ne...Yuyan ¿Por qué no me buscaste?, sabes bien que yo podría darte toda la satisfacción que necesitas- dijo acercándose al soldado y abrazándole por la cintura.
-Pero Inoo, no tienes porqué... -insistió Yabu alterado pero de nuevo fue interrumpido por Inoo quien ni siquiera le miraba.
-Shhh descuida, por el emperador lo que sea, de haber sabido que sucedería esto…ah.. no saben cuan culpable me siento, que mi función principal en este lugar no se cumpla, lamento mucho que esto haya pasado mi alteza, le ruego me castigue más tarde,pues ahora tengo una misión por cumplir, vamos Yuyan, yo te calmaré- dijo melosamente mientras tomó ambas manos del soldado y le jaló hacia la puerta, salieron juntos del lugar sin decir ni una palabra más, Yabu bajó su espada e impotente miró al suelo apretando los puños que le temblaban, Yamada quien había permanecido desnudo en el suelo le miraba con desprecio sin comprenderlo, si tanto deseaba a Inoo, ¿Por qué no lo tomaba como todos los demás?, ¿Por qué no le decía nada?, ¿Por qué permitía que todos los demás lo tuvieran menos el si era quien sufría mas al verlo con otros?, y lo más importante, ¿que no entendía la posición de Inoo? jamás seria suyo, ni de nadie, él era solo un juguete al que ni siquiera le pagaban por dar su cuerpo a todo aquel que se lo pidiera, alguien que había sido vendido al palacio y comprado por sus mentores, todo eso le parecía de lo más patético, tanto que esta vez se le salió decir:
-Busamada (Patético)
Yabu se percató del estado del menor y sin decir nada envainó su espada, extendió su mano y se acercó a él para ayudarle a levantarse, pero este se negó rotundamente.
-¡Déjame solo! ¡Me das asco! ¡Eres como todos los demás! ¡Solo miras a Inoo! ¡Lo deseas! ¡Lo sé! ¡No me toques! ¡No quiero que vuelvas a aparecerte frente a mí a menos que te lo ordene! ¿Entendiste? - gritó dando un manotazo a Yabu, quien dolido y sorprendido, ocultó su semblante tras una máscara de indiferencia, tomó unas sábanas y lo envolvió en ellas cargándole y llevándole a través del pasillo a pesar de los cuchicheos del personal del castillo y las protestas del menor que se sacudía en brazos del mayor, fueron directo a los grandes baños termales, donde Yabu le arrojó sin cuidado alguno al interior de una enorme tina de agua caliente, pues sabía que no le pasaría nada.
-Necesita asearse amo, con su permiso- hizo una reverencia y se alejó, le indicó a unas doncellas que le trajeran ropa, asearan al señorito y salió del baño a pesar de los gritos de Yamada que le reclamaban. Yabu sabía que Yamada no era un mal chico pues le conocía desde que era pequeño, cuando aun poseía esa sonrisa inocente, esa mirada pura, esa personalidad aventurera, apasionada y perseverante, claro, eso fue antes del ataque al castillo por parte de un grupo enemigo, lo que provocó la muerte de sus padres, dejando a Yamada sólo y como único heredero a cargo de todas las responsabilidades, dejando a un niño al que le arrebataron su felicidad y su infancia a cargo de toda una dinastía de la cual ni siquiera quería ser parte por creer que era la culpable de la muerte de sus padres.
Yabu sabía que Takaki no era una mala persona, solo era muy temperamental, por eso no era poco común que de vez en cuando tuviera ese tipo de arranques contra el emperador, los tenía con cualquiera que le colmara el plato, lo cual no costaba mucho debido a la poca paciencia de éste, sin embargo a otros los golpeaba hasta casi matarles, por eso era un soldado tan temido, pero no respetado pues cualquiera que no tenga respeto por su amo no merece el respeto de los demás, los otros soldados sabían del comportamiento impropio de Takaki y no lo aceptaban pero eso a él no le importaba, él tenía sus propios problemas, por eso Yabu no podía culparle, en cierta parte podía comprenderlo un poco, muchas veces Yabu envidiaba la forma en que Takaki mostraba total indiferencia por las consecuencias de sus actos, pero no podía actuar igual que él, por mucho que lo deseara a veces, y encima estaba Inoo, aquel que más amaba…el primero…pero que creía que no le correspondía y encima se sentía culpable por la situación en la que se encontraba; siendo un esclavo de palacio que era utilizado con fines sucios y perversos y todo por culpa de aquel día fatídico…que no quería recordar….todos estos sentimientos arraigaba el interior del corazón del amable Yabu quien siempre disfrazaba todo con una sonrisa o una máscara de emociones.
…………………………
Horas después las puertas del palacio se abren y dejan entrar por el enorme portón de madera a un grupo de 50 hombres escoltando lo que era una carroza real, era pequeña pero no por eso menos ostentosa, al contrario, estaba más deslumbrante que los arreglos del palacio, los hombres cruzaron la explanada del palacio hasta llegar a las puertas principales del salón real y de la pequeña carroza bajaron un par de pies que se adentraron a través de las puertas abarrotadas de guardias que le reverenciaban, abriéndose paso por el suelo de jade dentro de esas enormes y frías paredes del salón, el par de pies llegó hasta el trono del emperador quien le miraba de manera desinteresada, el dueño de las pisadas se arrodilló y luego levantó su mirada que era pura y masculina, sin embargo sus facciones eran aun delicadas, como las de un jovencito en desarrollo, su piel tersa y pálida, sus cabellos completamente oscuros, un bello perfil tallado en marfil, unos sonrosados labios que bien podían competir con la belleza sublime y única del emperador, que era tan bello cual doncella de leyenda, muchas veces el emperador había sido confundido con la belleza de una joven mujer, todo gracias sus rasgos heredados de su difunta madre, la mujer más hermosa del reino, pero este otro joven de porte noble, poseía una delicadeza diferente, podía pensarse que era frágil e indefenso, pero al ver su mirada, reflejaba los ojos de un gobernante firme y justo. Entonces el joven hablo:
-Su alteza, mi nombre es Chinen Yuri, único heredero del reino vecino, es un honor para mí y mi familia este encuentro, desde ahora permítame quedarme a su lado para gobernar juntos nuestras tierras, según lo acordado por nuestras familias.-dijo agachando la cabeza.
-Yo no requiero de tu compañía, ni tú de la mía, y no estoy dispuesto a permitir que un montón de gente muerta decida qué hacer con mi futuro, y tú deberías hacer lo mismo, así que bien puedes olvidarte del acuerdo que ya no estamos en tiempos de guerra-interrumpió mirando hacia un punto del salón y hablando con desgano-así que si me disculpas, tengo otras cosas que hacer, solo te recibí para decirte esto, espero que lo entiendas pues no lo volveré a repetir.
-¿Está incumpliendo la promesa de nuestros difuntos padres?-Preguntó incrédulo.
-Así es, nadie me dice que es lo que debo hacer-pronunció por último y se alejó del lugar dejando al joven arrodillado que le miraba de soslayo con una sonrisa
-Es un testarudo…pero si no se resistía esto sería muy aburrido ¿no lo crees así…Yuto?-se dirigió a un joven que estaba a 2 metros detrás de él arrodillado.
-Como usted diga…mi señor- respondió con la cabeza agachada.