Pairing: KangMin, HeeTeuk. Bandfic
Raiting: N-17 (Violencia extrema. Muerte de personajes)
La misión ha comenzado. No puedes ganar, no puedes empatar, ni siquiera puedes dejar el juego.
CAPÍTULO 1: LA MISIÓN.
Frente a él, a modo casi burlón, yacía un sencillo sobre de manila amarillo. Si le preguntaban, hubiese disertado sobre lo absurdo de la situación, habiendo teléfonos e internet para terminar usando semejante método de comunicación. Pero eso no resultaba siquiera lo más absurdo. Lo verdaderamente absurdo recaía en el contenido del sobre. Catorce micro usbs. Cada una con un perfil. Todas con la misma instrucción.
Asesinar al dueño del perfil.
HeeChul no entendía aquello. Generalmente sabía el modo en que su compañía, la SM Entertainment trabajaba; ahora no tenía idea de lo que estaba ocurriendo. Por eso, sentado en aquella cómoda silla de respaldo alto y mullido, con ruedas para un deslice perfecto, decidía que la primer acción a realizar era recargarse contra la misma y cerrar los ojos.
“Matarlos a todos… solo uno de nosotros puede quedar vivo ¿Por qué? ¿Qué ocurre? ¿Qué demonios planea Lee SooMan?”
La instrucción resultaba por más ridícula. Él, parte de la boy band “Super Junior”, que servía de cubierta, junto con las otras bandas de dicha empresa para un negocio mucho más turbio, el del espionaje industrial y gubernamental, no podía creer que semejante orden viniese de su querido líder, básicamente porque no encontraba sentido en ello.
“Ok. Supongamos lo siguiente. Yo fui el único que recibí las instrucciones. Los agarro desprevenidos y los mato a todos ¿Qué dirán en las noticias? No creo que un ‘Se van muriendo uno a uno de los integrantes de Super Junior de maneras misteriosas’ deje contentos a los medios. Ni al resto de los miembros. Empezarán a sospechar después del tercero. Y si todos recibimos la misma orden, entonces será una verdadera masacre.”
Sentía como las sienes comenzaban a punzarle de una manera dolorosa, la jaqueca sería inminente. Y ni todas las pastillas del mundo iban a conseguir quitársela. No iba a ser fácil matarlos a todos. Le gustaba su vida y no quería perderla y al enfrentarse a ellos, sus colegas y amigos de más de una década iba a resultar terrible. Siempre se sentía confiado de él, porque tenía intuición, inteligencia y mucha maña pero esas tres cosas las sabían perfectamente el resto de la cuadrilla, eliminando el factor sorpresa completamente.
“Son mis amigos, los chicos con los que he crecido”
Acariciaba el sobre con el dedo índice, sintiendo la superficie lisa del mismo, intentando convencerse a sí mismo de que todo se trata de un mal sueño. Pronto despertará y se encontrará acurrucado cómodamente en la cama, con sus gatos Heebum y Cherry entre sus piernas, buscando la mayor cantidad de calor humano. En el fondo sabe que es una pesadilla de la cual no va a despertar.
“¡¿Cómo se supone que mate a SungMin?! ¡Ese hombre es una máquina asesina! Y JongWoon tampoco lo pondrá fácil. Ninguno lo pondrá malditamente fácil…”
En un principio, cuando había insertado la primer mini usb en su tableta y había revisado el file que existía dentro de la misma, había pensado en la futilidad de la misma. Conocía al del perfil, lo conocía demasiado bien, no había razón para darle la información. Ahora no pensaba del mismo modo ¿Qué tan bien conocía a sus compañeros de grupo, realmente? Y ver los datos, uno a uno, desgranados en el documento le permitía notar cosas; puntos fuertes y puntos débiles. Por dónde atacar a cada uno.
FILE 56
Nombre: Lee HyukJae
Edad: 29 años (4 de abril de 1986)
Mejor conocido como: EunHyuk
Altura: 1.76 cm
Altura real: 1.68 cm
Peso: 58 kg durante la época de frio, 56 kg durante la temporada de calor
Tipo de sangre: O+
Familia: Ambos padres y una hermana mayor
EVALUACIONES:
Reflejos: 8
Velocidad: 8
Fuerza: 6
Elasticidad: 10
Inteligencia: 7
Astucia: 8
Armas: Prefiere las de largo alcance. Es bueno con las recortadas y las semiautomáticas. Le falta precisión con aquellas cuyo peso sobrepase los 8kgs. Excelente camuflajeándose entre la multitud. Se pierde de vista con facilidad. En batalla de cuerpo a cuerpo ha demostrado no contar con demasiada fuerza, así que prefiere las armas punzantes a las cortantes. Es lo suficientemente rápido para dar una sola estocada certera sin ensuciarse siquiera las manos. No confía en los venenos ni en cualquier arma que requiera de fuerza bruta.
Puntos fuertes: Es sumamente escurridizo, volviéndole un blanco difícil con armas de largo alcance. Puede recargar una KEG-12 en menos de 6 segundos. Tiene la suficiente astucia para engañar al enemigo con una apariencia afable y divertida. Conoce los manuales a la perfección y acata las órdenes al 100%.
Puntos débiles: Aunque bastante rápido, no tiene la suficiente fuerza para la escalada por más de 4 o 5 minutos. La inteligencia es aceptable, pero puede bloquearse si la escena se aleja demasiado de lo aprendido durante el entrenamiento. No posee tanta técnica en la pelea a puños.
“Puede recargar una maldita KEG 12 en menos de 6 segundos. Ojalá que lo atropelle un maldito tracto camión al muy bastardo ¿Qué dirán de mí los altos mandos? ¿Tendré siquiera un punto bueno? HyukJae suena como un verdadero dolor en el trasero… ¡Maldita sea! ¡Soy viejo y con media cadera de metal y ese maldito mono se mueve como Flash! ¡No quiero morirme todavía! ¡Soy la jodida estrella espacial Kim HeeChul!”
Y ni siquiera se trataba del perfil más extraordinario de todos. Se sentía perdido en el inmenso Universo por primera vez en toda su vida. Bufaba de manera exasperada para acto seguido golpear la mesa con ambas manos. Luego se incorporaba de golpe e iba a admirarse al espejo más cercano, ubicado al fondo de la oficina en la que se encontraba. Sin nada de maquillaje encima se daba el lujo de enfocarse en las ojeras y el inicio muy incipiente de lo que en algún momento serían sus patas de gallo. Gruñía. 32 años resultaba una edad muy joven para morir, en su opinión; aun si lucía cansado y agobiado por todo.
-Bien HeeChul, tú tranquilo. Enfócate poco a poco en cada una de tus metas ¿A quién matas primero? -Pero en su interior se formaba una pregunta aún más importante ¿Podía matarles? Y ya no se trataba de un hecho físico o mental, si no de uno emocional. Los quería, realmente los quería. Eran sus hermanos, sus amigos. Incluso el matar a HanGeng, a pesar de lo ocurrido, iba a resultar complicado -Después de leer todos los expedientes ¿Quién es el punto más débil? Y no te digas a ti mismo que tú porque entonces lo mejor será que te mates ya mismo…
Tres toquidos en la puerta lo sacaban de su ensimasmiento. Se giraba con brusquedad y tomaba el sobre para colocar nuevamente los dispositivos en el mismo. La puerta se abría justo cuando doblaba el sobre por la mitad para guardarlo en la bolsa interna de su chamarra de cuero rojo.
-¿Hyung? -Se asomaba por la entrada la cabeza de SiWon, buscando tentativamente al de ojos almendrados. Este levantaba la mirada con un tirón rápido del cuello, haciendo que sus articulaciones crujiesen un poco -¿Ya nos vamos? El mánager dice que nos quieren en 20 minutos en el edificio de la M.net; creo que tendremos que volar…
-Oh… por supuesto, Won-ah… -La sonrisa dulce y franca de caballo le hacía dudar durante un momento. Luego notaba el modo en que los ojos de aquél observaban el sobre antes de terminar de desaparecer entre los pliegues de su ropa y toda duda se evaporaba.
“Él sabe de la misión. Puedo esperar entonces que a todos les hayan dado las mismas instrucciones…”
El más alto de los dos abría del todo la puerta para dejar pasar al mayor. Este le sonreía a modo de gratitud, mostrando todos sus pristinos dientes en el proceso.
-Won-ah…
-¿Si, hyung?
-¿No es broma la última misión, verdad? -Solo entonces podía sentir el modo en que SiWon se ponía tenso detrás de él. Sabía que dejar su espalda descubierta era una pésima idea, dada las circunstancias pero la verdad es que no creía que el menor fuese a atacarle cuando tenían un compromiso con sus fans. SiWon simplemente se regía por códigos de honor por encima de las nimiedades como las misiones. Había nacido como un caballero y moriría como tal, llegado el caso.
-Parece que no, hyung…
-Entonces ¿Cuándo empezamos a rebanarnos el cuello? -el caballo se reía un poco a su espalda, sin hacer amago alguno de acercarse a él más de lo necesario. Ambos caminaban con rapidez por los pasillos de la SMent. Pronto llegaban hasta el elevador y, sin otra opción, se detenían en seco. HeeChul presionaba el botón para bajar. El codo de SiWon le rozaba ligeramente en el brazo a modo de un extraño confort.
-No lo sé. No te preocupes, al menos yo no haré nada por ahora. Tenemos una cita y no quiero llegar tarde; de preferencia, también prefiero que lleguemos todos. Sería un verdadero engorro que alguno de nosotros no pudiese cumplir con un compromiso ya pactado desde días atrás. Y nuestras fans quieren vernos en armonía.
-Bien -La lógica del menor jamás había resultado poco precisa pero aun así quedaban muchas interrogantes en todo aquello -¿Crees que lleguen todos?
-Eso espero. No me gustaría que alguno de nosotros manchase nuestra popularidad con algo tan trivial como la muerte -HeeChul asentía. Las puertas del elevador se abrían y ambos entraban, quedando nuevamente hombro contra hombro. Al llegar abajo el mánager les instaba a correr, haciendo que se metan a la camioneta junto con KangIn, YeSung y RyeoWook. El resto llegaría cada uno por su propio medio. Y el de ojos almendrados podía jurar que no había tenido un viaje tan tenso desde aquél día en el que había pasado 4 horas de camino para llegar al edificio de la SMent, ya dieciséis años atrás, aspirando a convertirse en un idol y cumplir todos sus sueños de infancia.
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3 horas atrás.
-Hae, deja eso… -HyukJae gruñía un poco, harto ya de que su copiloto se la pase cambiando de estación a estación en el estéreo del automóvil. Habían pasado toda la noche entre una sinfonía de comida y bebida y cualquiera podría pensar que ahora el de ojos redondeados estaría cansado, igual que el mayor de ellos. Sin embargo, Hae parecía una fuente de energía eterna, como un pequeño sol en el cuál orbitar.
-Hyuk, no te alteres ¡Es solo un poco de música!
-Tenemos programa en poco más de 3 horas. Llegar a casa y darse un baño es primordial. Y si puedo, dormir unos quince minutos. Te juro que la música va a matarme pronto…
-Pues recuerda que ensayaremos y ensayaremos y luego grabaremos… y tenemos también la presentación de “Don’t wake me up” -Lo decía con un tono jovial, disfrutando los pequeños quejidos de horror que emitía el mayor. Molestar a HyukJae siempre resultaba en un pequeño placer culpable.
-Lee DongHae, juro que a veces eres un completo asno… -Quitaba la mano del volante para apagar el estéreo de una buena vez. El menor suspiraba. Luego cerraba los ojos. De inmediato la adrenalina le bajaba, provocándole largos bostezos.
-Después de todo, si estoy cansado… tú y yo no hemos dejado de promocionar por meses.
-Ya sé. Deseo tanto vacaciones verdaderas. Sin cámaras, sin sonrisas, sin salir. La cita sería con mi cama y no me despegaría de ella en 3 o 4 días. Podrían ponerme una intravenosa y sondas por lo que a mí respecta. No quiero levantarme para nada -Se enfilaban hacia una calle más que conocida para luego estacionarse frente a una fachada bastante normal. Se trataba de la casa de los padres de HyukJae.
-Dile a tus padres que te escondan -DongHae le sonreía con dulzura y ya se encontraba saliendo del auto de un brinco, con las energías reestablecidas -Yo diré no saber nada.
-Tentador -Tocaba a la puerta. Su madre le recibía con besos y abrazos para luego recordarle lo poco que le ha visto a últimas fechas. Pero no había verdadero reproche en sus palabras. Ser parte de la SMent significaba todo menos poco trabajo. También DongHae recibía algunos regaños y besos, acomodados estratégicamente para hacerle sentir bienvenido -Mamá, solo venimos por las copias de las llaves de los dormitorios. Hae volvió a perder las suyas. Tenemos que estar pronto en el edificio de la M.net…
-¿Van a grabar lo del comeback, verdad? -Obtenía un sonido afirmativo como respuesta. El menor de ambos corría escaleras arriba, en busca de las llaves. Ya iba a seguirlo el bailarín principal cuando su madre le sujetaba por el antebrazo -Cariño, te llegó correo…
-¿Aquí? -La miraba, extrañado. Ella asentía y le entregaba un sobre manila. De inmediato, el rostro de HyukJae se volvía pensativo. Resultaba un paquete extraño. Agradecía a su madre y continuaba en su recorrido escaleras arriba.
-¡Hyuk! ¡Ya tengo las llaves! ¡Paso a tu baño y nos vamos!
-¡Vale! ¡Recuerda lavarte las manos! -Subía las escaleras pero se quedaba junto a ellas. Si DongHae ya tenía las llaves, el trabajo se encontraba hecho. Ya pediría más copias a la primer oportunidad. De algún modo, el de ojos redondeados siempre las perdía durante las misiones. Ni siquiera entendía porque las llevaba en esos casos. Abría el sobre con cuidado. Entonces notaba unas pequeñas memorias dentro del sobre. Fruncía el ceño. Tomaba una y la metía en su celular. Leía.
Para cuando escucha el retrete en funcionamiento, la llave del agua y luego la puerta del baño abrirse, se encuentra completamente estresado. Se giraba de golpe a ver a DongHae con una completa cara de sorpresa y susto. El menor le miraba de regreso. Luego observaba el sobre en las manos del mono y de inmediato desviaba la mirada. No se necesitaba más.
“Hae sabe de la misión ¡¿Qué está pasando?! ¡¿Piensa matarme aquí?!”
-Yo… ah… -Colocaba la mano en el pasamanos y se impulsaba hacia arriba, brincando con la suficiente altura para poder colocarse sobre el mismo en un movimiento fluido. Ya iba a brincar escaleras abajo, ganando terreno para llegar a la cocina y tomar los pinchos de las brochetas cuando notaba que DongHae levantaba ambas manos, con las palmas abiertas, expuestas -Hae…
-Baja de ahí, si te ve tu madre, pegará el grito por estarle arruinando la madera -HyukJae dudaba un momento pero la expresión del menor era tan franca que no podía más que terminar asintiendo. Volvía a colocarse junto al último escalón y miraba fijamente al hombre frente a él como si nunca lo hubiese visto realmente - Yo no recibí sobre. Me llegó un correo a mi celular durante la fiesta de anoche…
-¿Y por qué tú no…? -Ni siquiera podía acabar la frase. Le parecía algo terrible poder formular semejante pregunta.
-No estaba seguro de que supieras. No hubiese sido justo.
-El factor sorpresa…
-No sabe bien cuando se trata de hermanos -Bajaba las manos y se acercaba al mayor. Este le miraba a los ojos y notaba lo incapaz que resultaba DongHae para atacarle. Al menos de momento -Es nuestro comeback, nuestro décimo aniversario. Tenemos derecho a disfrutarlo y luego a morir ¿No crees?
-Sí, supongo que sí -Quería agregar que él no pensaba morirse tan fácil pero sentía que venía sobrando. Se limitaba a abrazar al menor, asegurándole que de momento está a salvo a su lado -Hasta “Alright” entonces.
-Sí, hasta “Alright”. Estaremos bien, después de todo.
-¿Crees que el resto estén de acuerdo?
-No veo por qué no. Mandemos un mensaje y esperemos la respuesta. Mientras tanto, debemos ir al M.net o se nos hará tarde -HyukJae asentía, recordando por fin sus obligaciones de artista. Bajaban las escaleras a trompicones. Los padres del mono, ajenos a lo ocurrido arriba les obsequiaban un par de frutas para ir comiendo y les deseaban suerte.
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Todos habían estado de acuerdo que “Alright” debía ser cantada antes de poder despedazarse; era, simplemente, la canción perfecta para una despedida limpia. Lee DongHae se acercaba lo suficiente a Kim JongWoon, que portaba su mejor actuación de YeSung, para poder olfatearlo, percibiendo el aroma a clavo de la loción que portaba. Recordaba a un cachorro en busca de hogar. Y a modo de recompensa, YeSung le tomaba de la mano en un gesto cariñoso. Todos se esforzaban por dar una buena presentación. Incluso las gigantografías de Sungmin y ShinDong relucían, impecables.
En un principio habían considerado que quizá no les dejasen esperar tanto tiempo pero, tras las primeras horas en las que todos seguían vivos, parecía que los directivos de la empresa lo entendían perfectamente los deseos de sus espías. En lugar de enojarse, les daban una notificación. Tenían 6 días para terminarlo todo. Y ya se habían gastado cuatro.
Estarían bien.
Más que bien.
Y pronto, estarían muertos.
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43 horas para el fin de la misión.
Un avión privado aterrizaba de madrugada en un aeropuerto cercano al de Incheon. De él emergía un hombre en sus treintas. Esbelto, con un cabello que comenzaba a escasear más de lo que le hubiese gustado admitir al dueño del mismo. Nariz ligeramente ladeada y unos ojos cálidos remataban el conjunto. Observaba el panorama desolado que le recibía.
“Jamás pensé que llegaría este día…”
Lentamente, con una pausa lánguida, descendía los escalones, uno a uno. Pensaba en todo y nada. Casi por instinto, agitaba un poco el maletín que cargaba en su mano izquierda. Metálico, negro, resistente. El sentir que el peso del mismo le daba cierta tranquilidad a toda la situación. Resultaba grato tener algo a qué aferrarse en una situación nunca prevista; algo conocido a lo cual recurrir. Al llegar al nivel del suelo se sentía perdido por un periodo corto de tiempo. Luego, como en tiempos pasados, la tierra coreana le contaba internamente cosas, permitiéndose orientarse a su propio ritmo.
Los primero rayos del sol empezaban a salir para cuando tenía en su poder un auto rentado. Se colocaba las gafas oscuras más por hábito que por necesidad. La súper estrella de la madre China conducía con una aparente tranquilidad que podría haber engañado a cualquiera. Excepto a la persona que deseaba engañar: a sí mismo. Ponía algo de música durante un periodo corto de tiempo pero se daba cuenta que simplemente no estaba de humor para ello. Apagaba el estéreo y se concentraba en escuchar el ruido de su propia cabeza.
“Estúpida misión ¿Qué hicieron esos idiotas? ¿Cómo demonios voy a matar a SungMin? ¿A Siwon? ¿A… HeeChul?”
Bufaba, frustrado con la situación. Llevaba ya años de agente encubierto en su natal patria como para irse a morir en Corea del Sur. Pero, si lo meditaba, tampoco tenía ganas de descansar 6 metros bajo tierra así que lo mejor era ir eliminando uno a uno a sus antiguos compañeros de grupo. Estaba casi seguro que todos irían primero por las presas fáciles, simplemente para darse tiempo de armar un plan contra los más difíciles. Pero ¿Realmente había alguien fácil de matar? Incluso Park JungSu, a su parecer el más débil, tenía suficientes trucos para hacer sufrir a su cazador. Eso no importaba. Él no buscaría a los más débiles. Él iría primero por SungMin. Muerto él, tendría muchas posibilidades de ganar. Y tenía las cartas ganadoras, lo sabía; podía ser que el de ojos zorrunos tuviese la mayor fuerza en las piernas, rapidez, elasticidad y una excelente capacidad de ataque pero él tenía algo para contrarrestarlo. Después de todo, ser el mejor francotirador de la SMent le librara de tener que acercarse a un cara a cara.
“Muerto SungMin debería encargarme de DongHee; ese tipo es demasiado peligroso…”
Se buscaba el celular en el bolsillo de la camisa al tiempo que continuaba con las cavilaciones. Y una vez localizado, no dudaba en marcar un número conocido de sobra. El dueño del mismo no dejaba que sonara ni dos veces y ya se encontraba respondiendo.
-Así que ya llegaste ¿Fue bueno el vuelo?
-Cielo despejado, nada de turbulencia. Veámonos…
-¿Perdón? -La pregunta salía a modo de indignación -¿Quieres que quedemos para matarnos? No, gracias. Tengo mis propios métodos…
-Chul-ah. Igual vas a morir. Podríamos cenar algo, platicar de los buenos recuerdos y luego ver quién acribilla a quién.
-Pienso mantenerme vivo, así que olvídalo ¿Ya vas rumbo al hotel?
-Si ¿Has logrado descubrir dónde me hospedo?
-Quizá…
Estaba tan absorto en sus pensamientos que tardaba bastante en ver al hombre parado a media carretera, haciéndole señas de que se detenga. Se frenaba en seco, sujetándose con fuerza del volante y golpeándose en la frente con el mismo.
-¡¡CARAJO!!
-¡¿Qué pasó?! -Al otro lado de la línea, HeeChul parecía realmente intrigado.
-Creo que atropellé un indigente -Pero entonces percibía que alguien caminaba en el toldo del automóvil. Dicho alguien bajaba del mismo con un brinco. Agachaba la cabeza para poder ver a través de la ventana del pasajero -¡KiBum!
-¿Está KiBum ahí? ¡Pon el altavoz! -HanGeng obedecía. Kibum, por su parte, ya había abierto la puerta del automóvil y se metía en el mismo, sonriendo de oreja a oreja.
-¿Nadie te ha dicho que no hables por teléfono mientras conduces? ¡Casi me arrollas!
-¡Me hubieses ahorrado la molestia! -El enunciado se pronunciaba al mismo tiempo por ambos hombres. El aludido giraba los ojos, fastidiado.
-Basta ¿Por qué debemos de morir? No hemos hecho nada. Denme una sola buena razón. Una que no sea “Son órdenes” -El silencio se hacía presente en ambos lados de la línea. KiBum aprovechaba el momento para tomar el cinturón de seguridad y girarse para abrocharlo. HanGeng regresaba su atención al camino, buscando que contestar. Percibía el movimiento del de sonrisa adorable tan solo con una fracción de segundo para responder. KiBum había tomado la maleta del asiento trasero e intentaba golpear de lleno con ella al chino. Este se agachaba al tiempo que daba un volantazo, haciendo que el automóvil gire sobre su eje un par de veces. KiBum se mantenía fijo al asiento gracias al cinturón. Finalmente el mayor pisaba los frenos y, con una violeta sacudida, se detenían.
-¡Vete a la mierda, Kim KiBum! -El menor volvía a atacar con el maletín y en aquella ocasión lograba conectar eficientemente contra la mejilla del chino. Este, sabiendo que KiBum se atrapó él solo, palmoteaba hasta encontrarse con el cuello del menor. Cerraba su mano con tanta fuerza como le era posible.
-¡La única respuesta…! -Empezaba a ahogarse. Intentaba toser con furia mientras que descargaba el maletín contra la frente del mayor. Este sentía la cálida sangre escurriéndole con libertad por la mejilla y cuello.
-¡La conozco, conozco la maldita única respuesta! -Cubría su cabeza con la mano con la que no ahorcaba a KiBum para acercarse más a él, invadiendo todo el espacio que momentos atrás estaba libre. Como podía, se sentaba encima del menor. Este, en un intento desesperado, empujaba el maletín en dirección a los ojos del mayor. Le daba de lleno en el rostro. Y el hueso crujía ante el impacto, pero no cedía. HanGeng aullaba del dolor y sin pensarlo mucho, le soltaba un cabezazo contra la mandíbula. KiBum apenas si era capaz de emitir un quejido bajo. Se sentía confundido, completamente desubicado. El golpe prácticamente lo había noqueado -¡UNO NO DESOBEDECE LAS ÓRDENES PORQUE UNO TERMINA MUERTO! ¡NO ME VOY A MORIR, MALDITO BASTARDO!
-El in… fierno… -Quería decirle que le esperaba con las puertas abiertas de par en par pero la otra mano del chino había logrado ubicarse también alrededor de su garganta, dejándole sin posibles oportunidades para hacerlo. Estaban demasiado cerca para poder atacarle con el maletín así que lo soltaba. El aire le faltaba y la visión empezaba a nublársele. Se sentía débil y entumecido de las extremidades y todo a su alrededor se disolvía en fragmentos de color y obscuridad.
-¡MUERE, MUERE, MUERE! -HanGeng llevaba años sin perder la cordura de aquél modo. Algo en su interior parecía quebrarse con la realización de lo que estaba ocurriendo. Iba a matar a alguien con quien había compartido techo, cama y comida en algún punto de su vida. Podía recordar la manera en que las comisuras de los labios de KiBum se curveaban dulcemente hacia arriba justo antes de hacer un comentario que ganaría golpes por parte de HeeChul o como tendía a darle un par de palmadas en la espalda tras un día pesado -¡MUERE DE UNA MALDITA VEZ!
El calor le llegaba de pronto a HanGeng por entre sus ropas. KiBum dejaba de pelear. Era una cámara lenta en la cual la imagen parecía desplazarse muy poco, milímetro a milímetro por vez hasta que los brazos del menor quedaban colgando a cada lado del asiento del pasajero, sin vida. Sus ojos se encontraban abiertos de par en par y HanGeng suspiraba, aliviado. Solo por un segundo. Luego el calor se convertía en dolor y tenía que agachar la vista para notar un lapicero enterrado justo a la altura de su hígado. De algún lado lo había sacado el menor y no dudaba en utilizarlo. La sangre manaba poco todavía pero la herida podía equipararse a una bala de poco calibre. Y el dolor resultaba sofocante.
-Hijo… de perra… -La voz se volvía un hilillo mientras el dolor lo inundaba todo. La cabeza punzaba, los brazos dolían y el vientre quemaba. Se dejaba caer nuevamente en el asiento del conductor y con determinación, retiraba la pluma de un solo tirón. Gemía largamente.
-¿Hannie? ¿Mataste a KiBum? -Solo entonces recordaba a HeeChul al otro lado de la línea.
-Si… -Siseaba, más que contestar.
-¿Te estás muriendo?
-Creo que no, pero duele bastante…
-Hazle un favor a todos y muere de una buena vez. No quiero tener que rebanarte el cuello. Y piensa si te encuentras con Hae, el pobre niño sufrirá mucho si te ve morir -La voz no sonaba burlona, como de costumbre, sino más bien triste por lo que estaba ocurriendo.
-Se pondrá triste cuando te mate de un balazo, Chul-ah. A menos claro, que lo mate a él primero. Entonces ¿Quedamos 14, verdad?
-En realidad 13. HyukJae fue el primer muerto. Lleva más de hora y media así.
-¿De verdad? Pensé que era uno de los fuertes.
-Yo pensaba lo mismo. SiWon no. Nos mandó mensaje a todos avisando su muerte. Seguro a ti no te llegó por estar en el vuelo todavía -El silencio que seguía se interrumpía tan solo por un sonido apagado, agudo.
-¿Estás llorando por HyukJae?
-Yo… no lloro. No lloro nunca, recuérdalo.
-Eso espero, no me gustaría que volvieses a estar deprimido -La conversación se cortaba ahí. Escuchaba el modo en que HeeChul terminaba la llamada, dejándole completamente solo con su dolor y pensamientos. El sol ya brillaba claro en el horizonte. Todo apuntaba a que sería un hermoso día.
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FILE 53
Nombre: Kim YoungWoon
Edad: 30 años (17 de Noviembre del 1985)
Mejor conocido como: KangIn
Altura: 1.80 cm
Altura real: 1.76 cm
Peso: 72 kg con fluctuaciones de + - 5kg.
Tipo de sangre: O+
Familia: Ambos padres.
EVALUACIONES:
Reflejos: 7
Velocidad: 6
Fuerza: 10
Elasticidad: 7
Inteligencia: 8
Astucia: 8
Armas: Se especializa en las armas de contacto. Pueden ser de corto o largo alcance. Su preferida es el cuchillo de 5’. En caso de tratarse de armas de fuego, preferirá aquellas cuyo resultado sea aparatoso. Los lanzallamas y los lanza misiles están dentro de sus favoritos. Puede cargar perfectamente bien el solo una M20A1/A1B1. Sus puños son también grandes armas. Puede matar de un solo golpe romper el cuello de sus enemigos más rápido que ningún otro.
Puntos fuertes: Es completamente letal en confrontaciones de persona a persona. Puede matar de un golpe certero y romper cuellos de la manera más natural posible. Es bastante inteligente y cuidadoso, compensando su falta de velocidad. Armar y desarmar cualquier tipo de semiautomática es su hobbie y su apariencia franca hace que el resto de las personas confíen en él de manera casi automática, dándole ventaja sobre sus adversarios.
Puntos débiles: No es particularmente rápido ni tiene los mejore reflejos. Prefiere recibir el golpe de lleno que esquivarlo. Si se siente acorralado atacará inminentemente, sin preocuparse de las posibles consecuencias. En años anteriores estuvo involucrado en problemas con el alcohol por lo que tuvo que colocársele un dispositivo de restricción. Puede llegar a resultar demasiado hosco si no se le conoce. No tiene idea absoluta de los modales más básicos hacia sus superiores.