Fandom: Prince of Tennis.
Claim: Atobe Keigo/Kamio Akira (Destiny Pair).
Tabla:
Tabla MomentosTema: #3 - Encuentro.
Título: Un inesperado encuentro.
Resumen: Nunca hubiese esperado encontrarse con él en ese lugar.
Advertencias: Parte de "El peor error de Kamio". Shonen-Ai. AU (quizás semi-AU, no sigue la serie del todo, he cambiado unas cosillas a mi conveniencia). Mención de situaciones muy poco agradables (en casi todos, en algunos es solo recuerdos). Un poco de OoC a raíz de la situación que viven los dos jóvenes.
Rating: PG-13.
Disclaimer: Prince of Tennis no me pertenece, pertenece a su respectivo creador, en este caso Konomi Takeshi. Solo uso unos poquitos personajes para dejar volar la imaginación <3
Hacía seis semanas que Kamio Akira había llorado en los brazos del Rey del mundo (los rumores podían decir que se llamaba Atobe Keigo, pero uno nunca sabía) y hacía seis semanas que luego de esta acción había salido corriendo como alma que lleva el diablo hasta donde jamás pudiese alguien encontrarle. No hubo despedidas ni palabras, en cuanto logró salir de la Mansión de Atobe Keigo se marchó con el poco y nada de dinero que tenía en los bolsillos hacia Osaka. Allá le tomó dos semanas encontrar un trabajo decente en el que consiguiese un poco de dinero para poder sobrevivir. Se cruzó con algunos miembros de la escuela Shintehouji sin embargo no le reconocieron, después de una semana su jefe le dijo que podía pagarle la escuela como un gasto aparte. Había conseguido trabajo como mesero en un restaurante que dirigía un viejecito el cual le había aceptado como empleado porque se veía más bien desesperado y con los días le había tomado cariño. El viejito lo llevó al día siguiente del ofrecimiento a la escuela Shintehouji en donde lo inscribió transformándose en su tutor para casos legales de la escuela. Su jefe, hasta días actuales, jamás le ha preguntado absolutamente nada de su vida anterior pues nota como le duele siquiera recordarla. Los primeros días en la escuela fueron como cualquier día que fuese en una nueva escuela, no tenía amigos ni conocidos. Un día se le ocurrió ir a ver el entrenamiento del club de Tenis y se dio cuenta de que uno de los miembros era su compañero de clases: Hikaru Zaizen.
Los días pasaron, y Kamio se acostumbraba a su nueva vida. No tenía ganas de recordar el dolor que le había causado la violación ni tampoco lo mal que se sintió cuando abandonó todo, pero lo que más le dolía era el haber abandonado a la persona que mostró piedad por él. Seguía queriendo a Atobe, ¡y ojalá que no lo hiciera! Pero así era, y el recuerdo de sus brazos reconfortándolo era lo peor que tenía que cargar en su espalda. Pero no había una posibilidad de arrepentirse, todo estaba hecho. Ese día estaba de nuevo viendo el entrenamiento de Tenis, como había acostumbrado a hacer desde aquel día que lo vio por primera vez y se divertía viendo los juegos entre los titulares y los kohai. Tan concentrado estaba que no se dio cuenta de que alguien le miraba desde una distancia apropiada, fruncía el ceño y se iba rápidamente de ese lugar. Kamio observó el entrenamiento y cuando terminó se fue al restaurante a trabajar. Con el dinero del pago por semana había conseguido rentar una habitación en un centro para estudiantes; en donde iba cada vez que terminaba su turno. Aquel día trabajo con entusiasmo, y ganó una propina extra, la suficiente como para poder comprarse una raqueta de tenis y unas pelotas para poder practicar un poco. Ver tantas prácticas y no hacer lo mismo no le gustaba; fue a la tienda en donde compró un set de tres pelotas y una raqueta humilde pero que le aseguraron no se rompería por lo menos en un tiempo.
Cuando salió de la tienda se dirigió al parque, en donde había una enorme pared que podía usar como adversario para su primera vez con una raqueta hace más de un mes. Lanzó la pelota y la golpeó una y otra vez hasta que empezó a encontrar nuevamente su ritmo. Sonrió mientras corría de un lado a otro golpeando la pelota y lanzándola contra la pared que se la devolvía fielmente. Al final se cansó así que decidió volver a su ‘hogar’. Se duchó rápidamente en el pequeño baño que tenía su habitación y lavó la camisa y el pantalón que había usado aquel día para dejarlo secando por la noche y así poder usarlos al día siguiente. No tenía demasiada ropa ya que únicamente se había ido con la muda que había quedado casi destrozada tras ‘aquello’ y aunque se había comprado algunas camisas y uno que otro pantalón tampoco eran suficientes como para no tener que lavar los que usaba para poder usarlos al día siguiente. El uniforme de la escuela se lo había regalado su jefe y le había comprado dos pares por lo que aquel día dejó secando uno y al día siguiente usaría el otro. No era algo soñado ni tampoco era algo que quisiera hacer, pero era todo lo que tenía y después de haber elegido él irse, era lo único que podía hacer, solo aceptar. Comió algo de lo que tenía guardado y finalmente se acostó en su cama, tapándose con las sabanas y durmiéndose. Sin pesadillas, por primera vez desde hacía mucho tiempo.
Día siguiente. 07:51 hrs.
Kamio se encontraba sentado en su pupitre, a un lado de él se hallaba Hikaru Zaizen aunque ninguno de los dos se hablaba. Kamio estaba ocupado moviendo el pie a un ritmo que tenía en su cabeza mientras que Hikaru se hallaba anotando algunas cosas en su libreta. Kamio se estaba esforzando por recuperar su ritmo perdido, y era por esto que estaba desde que despertó siguiendo un ritmo en su cabeza. A pesar de que el día anterior no había sido tan fatal su ‘vuelta al tenis’ se dio cuenta de que había perdido casi totalmente su ritmo y que a pesar de haberlo recuperado por un poco rato todavía le faltaba mucho para volver a su anterior estado. Por lo que desde despertarse había comenzado a moverse al ritmo que le dictaba su cabeza. Antes lo hacía escuchando música en su MP3 pero dado que no lo tenía, se conformaba con que su cabeza le dictase alguna melodía que seguir para el ritmo. Dejó de pensar una melodía para mirar el reloj de la sala, faltaban nueve minutos para el inicio de las clases por lo que se rascó la nariz y sacó un cuaderno del compartimiento que tenía su pupitre para guardar sus cosas junto a un lápiz. Empezó a hacer anotaciones que debía recordar antes de que llegasen todos sus compañeros y el profesor, dando por iniciada la clase.
14:30 hrs.
Al término de su última clase, se dirigió a las canchas de tenis pero no había nadie en el lugar. Se extrañó pero supuso que se habían atrasado así que estaba disponiéndose a dar alguna vuelta cuando una mano en su hombro le sobresaltó y giró rápidamente para ver quién era el que le había tocado, encontrándose ahí la visión que estaba soñando hacia tanto tiempo pero que no pensó jamás tener; Atobe Keigo se veía tan perfecto como sus recuerdos lo mostraban a menudo. ¿Por qué estaba ahí Atobe? Es una excelente pregunta, el día anterior Kabaji (su fiel amigo/sirviente) había ido con su padre a Osaka y habían parado en el Shintehouji en donde Kabaji había reconocido a Kamio dado que Atobe le había dicho que ese chico llevaba desaparecido semanas. Al llegar a Tokio fue a decirle a Atobe lo que había visto, y al día siguiente Atobe había partido en rumbo a Osaka para traer de vuelta a Kamio Akira pues el chico desde su escape no había salido de su cabeza. Kamio tragó saliva dificultosamente al ver algo indescifrable en la mirada de Atobe, la visión de Atobe le llenaba de alegría pero el por qué se encontraba ahí le hacía opacar esa alegría. No podía negar de que tenía miedo… ¿a qué? Ojalá lo supiera. Atobe no apartaba su mirada de Kamio, y Kamio supuso que fue porque la última vez que dejó de verle por solo un segundo él se había escapado rápidamente; la mirada de Atobe ponía nervioso a cualquiera, pero en especial a Kamio. Finalmente, Atobe cambió su mirada por una más suave y su voz consiguió poner a Kamio en trance.
- ¿Sabes? Tu madre está muy preocupada por ti, ha pasado por todas y cada una de las escuelas que han jugado contra el Fudomine para saber si estabas ahí. Cuando fue a Hyotei la encontré y me contó que habías desaparecido luego de mentirle- recalcó la palabra- diciéndole que te quedabas en casa de un tal Ibu Shinji. No pienso decirte que hiciste mal, porque espero que te des cuenta tu solo. Pero hoy vuelves a Tokio, Kamio Akira- sentenció, con su mirada expresando lo serio que estaba hablando y no dejando lugar a ninguna replica. Kamio tembló un poco, no quería volver. Por supuesto que no quería.
- No, no lo haré- sentenció, sacando firmeza y entereza de donde no tenía. Atobe arqueó una ceja, observándole con atención.
- No era una pregunta- añadió, observando un rastro de ‘El Kamio que recordaba’ aparecer en el rostro del pelirrojo. A pesar de que él jamás notaba a sus oponentes o rivales posibles, a Kamio alguna vez lo había visto y recordaba sus expresiones. Como también recordaba su rostro lloroso cuando lo tuvo en sus brazos.
- Pero yo te estoy respondiendo, y no me iré de este lugar. He construido mi vida aquí y estoy muy bien- mentía, no es que estuviese ‘muy bien’ pero el otro no tenía por qué saberlo, ¿Verdad?- No quiero regresar. No voy a regresar- sentenció.
- Oh, sí que lo harás, prometí a tu madre llevarte de vuelta y así se hará. ¡Kabaji!- chasqueó sus dedos, al instante el enorme moreno apareció y tomó a Kamio como un saco de patatas para llevárselo a la limosina que esperaba afuera. Atobe, mientras tanto, miró hacia las canchas y luego hacia un punto específico de ese lugar, inclinó su cabeza apenas levemente y se retiró.
- Supongo que al final fue lo mejor que pudimos hacer- susurró alguien, viendo como Kamio pataleaba para liberarse.
- Era la única forma, todos sabemos que Kamio-kun no iba a regresar por su cuenta. Esperamos un mes, e incluso más, solamente escogimos por su cuenta… No puede escapar por siempre- contestó otro chico, perdiendo de vista finalmente a Kamio, Atobe y Kabaji.
- Pero… ¿habrá sido realmente lo correcto, Shiraishi?- susurró el primero que habló.
- No lo podemos saber, pero no era correcto dejar que Kamio-kun huyese así solamente. El día que el Fudomine vino a esta escuela en los primeros días buscando a Kamio sabíamos que algo iba mal, pero en esos momentos no estaba en la escuela. No sabemos toda la historia, pero no podemos hacer nada más. Kamio debe volver a donde pertenece. No podemos hacer nada más, Zaizen-kun- susurró el capitán del equipo de Tenis, obteniendo un suspiro generalizado.
- Nee… ¿Por qué se escapó el señor pelirrojo?- preguntó el chiquillo salvaje de primer año.
- No lo sabemos, Kin-chan, y quizás sea mejor no saberlo- contestó Zaizen, a él le había tocado compartir con Kamio y había notado muchas veces como le recorrían temblores cuando alguien lo tocaba. Como el pánico se reflejaba en sus ojos y también como lagrimas amenazaban con salir de ellos. Algo le había ocurrido a su ex compañero de clases, y por eso mismo había convencido al resto del equipo de que dejasen actuar a Atobe. El chico rey del mundo parecía saber lo que asustaba a Kamio, y si lo podía ayudar… Zaizen no iba a detenerlo.
- Vamos a practicar- susurró Shiraishi, luego de que oyesen la limosina partir.
- Sí- contestaron los demás miembros del club de tenis, todos habían visto a Kamio en el partido que contuvo contra Kenya. Y a pesar de que nadie le conocía realmente todos se habían preocupado un poco cuando Zaizen comenzó a hablarles de su compañero de clases. Kenya Oshitari y Shiraishi habían convencido a todo el mundo de que tenían que ayudar a Kamio, ellos creían fielmente en Zaizen y si el menor decía que había que ayudar. Había que hacerlo.
Limosina de Atobe.
A Kamio le temblaba el labio por la furia que estaba sintiendo en ese momento, atrás habían quedado sus ganas de lanzarse encima de Atobe y besarlo (tenía que admitir que lo había pensado, ¿okay?). Ahora solamente quería golpear a ese maldito rey del mundo y borrarle la mueca de superioridad que tenía en su rostro. Atobe, en otro lado, no estaba con esa mueca exactamente porque sintiera que era superior en ese instante pero sí creía que esa mueca era muchísimo mejor que la de preocupación que seguramente tendría si la situación fuese más normal. Estaba algo nervioso por el hecho de que Kamio estaba tan renegado a volver a Tokio, no quería forzar al pelirrojo a nada pero no podía dejarlo en Osaka viviendo de mala manera porque podía apostar toda su fortuna a que el pelirrojo no estaba viviendo de la mejor de las formas. Atobe estaba preocupado por el chico veloz de la Fudomine, jamás podría negarlo, estaba preocupado desde el día que había escapado en un despiste de sus brazos y no lo había vuelto a ver. Estaba tan preocupado como la madre del pelirrojo, buscándolo hasta por debajo de las piedras y no se le ocurrió buscar en Osaka antes. Todo porque los miembros del Fudomine le dijeron que no se hallaba ahí. Ahora, simplemente quedaba llevarlo de vuelta a su casa. No iba a permitir que se le escapase de nuevo. Iba a ayudar a Kamio, a su manera y a su modo, pero lo iba a ayudar… quisiera el pelirrojo la ayuda o no. Kamio dejó de mirarlo con fiereza, ¿quién iba a decirle que se lo iba a encontrar precisamente en ese lugar? Ya no importaba, Kamio se abandonó en la limosina y miró por la ventana. La carretera que lo llevaba de vuelta a su hogar… todo por ese inesperado encuentro.