Jun 23, 2007 16:40
Hacia tiempo que no escribía ningún vicio, hoy que tengo un buen rato libre pues me dediqué a ello. Ni siquiera tenía una trama preparada, pero aquí está. Es Slash. Más bien, una especie de trío Zabini/Draco/Theodore.
Vicio: #13 Hablar
Palabras: 734
Blaise Zabini no le molesta a menudo, pasa de él y se dedica a su vida en dónde él es el centro. Hace bromas junto a Malfoy, trae esas revistas para mayores que a Crabbe y Goyle le encantan ver junto a él, se mete un poco con Draco de una manera que puede considerarse íntima, y disfruta de la compañía de Pansy en las noches que ambos se quedan en vela en la Sala Común.
Blaise Zabini no es reservado, y cuando habla se deja oír por toda la habitación, y su voz puede callar a las demás, incluso a Draco que jamás está contento sin que lo escuchen. Theodore ve que esa cualidad de querer se oído y lograrlo sin que los demás se distraigan de tus palabras es bastante útil, y desea que Zabini se de cuenta para que así pueda utilizarla en cosas mayores. Podrá emprender causas, formar ideales y fijar metas en la gente, si tan sólo se percatara de ello… Pero Zabini decide utilizarlo para cosas que para él forman su mundo. Habla, narra, describe y muestra anécdotas, reuniones, citas, encuentros que para Crabbe y Goyle forman un deseo escondido en ellos, para Draco un lugar desconocido que no le atrae por mucho que se empeñe en negarlo, y para él, Theodore, algo que sin duda es tonto.
Porque podrá hablar de Artes Oscuras, de las acciones del Ministerio, y del Señor Oscuro, y es seguro que convencerá a todos que su punto de vista es el correcto. Pero no, Zabini habla de chicas. Con las que ha estado, con las que estará, con las que quiere estar, con las que quiere botar. Zabini habla de ellas sin la mayor vergüenza, cuenta sus planes para con ellas, de cómo después de que ya ha tenido suficiente busca otra, y la saborea, la conoce, la explora y se adentra en ella para luego salir sudoroso, embriagado, satisfecho.
-Tienen que probarlo -dice, sonriendo encantadoramente. Se recuesta en la cama solamente vestido con sus pantalones, la camisa la ha dejado tirada en el suelo. Tiene el pecho ancho, velludo, oscuro, y con una cicatriz que le atraviesa por completo-. Las mujeres son la mejor creación de Dios, si es que existe uno.
Al decir esto, Theodore no se fija en los murmullos de asentimiento de Crabbe y Goyle, sino en Draco. Siempre en él. En cómo no aparta la mirada del pecho de Blaise, y lo recorre con ella hasta detenerse en la cicatriz, que parece tocar con la vista, y desear desesperadamente hacerlo con las manos. De cómo su rostro se ensombrece cuando oye la palabra “mujeres” y el posterior sonrojo, de un rosado claro, leve y casi invisible, que se produce en sus mejillas. Se muerde el labio, y aparta su mirada de Blaise Zabini. Tampoco le mira a él.
Pero sobre todo, se fija con una leve molestia en Blaise. De aquella serpiente que sonríe con complacencia porque percibe la mirada acosadora de Draco, que se queda embelesado admirándolo a él, y aquello le gusta. Causarle tantas dudas al heredero Malfoy, tantos sonrojos, tanta vergüenza, y tanto deseo.
Blaise Zabini espera -aunque solo Theodore se percate de ello- el día en que Draco explote debajo de él. Porque piensa que es el único que puede producir esas sensaciones en Draco Malfoy. Y que por ello él guarda un secreto que Draco se empeña en ocultar incluso a sí mismo.
Es un bastardo, pero le agrada. En si le hace gracia que aún en su posición posea tanta ignorancia. Porque Draco también mira a Theodore, él lo siente, sabe que está allí, y más de una vez lo ha cachado. En la habitación, en las duchas, en los pasillos. Es una acción inconciente del joven Malfoy que sus ojos también se posen en él como se posan en Zabini y, sí, en el chico Potter…
… Theodore se detiene en este punto, saliendo de sus pensamientos. Zabini otra vez está hablando sobre chicas, sus chicas, y Draco ha corrido las cortinas de su habitación. Theodore hace lo mismo, y antes de cerrarlas por completo Zabini voltea a verlo con una sonrisa petulante, retadora. Theodore se la devuelve de inmediato y por reflejo, procura que sea altanera, y en las bocas de ambos se lee un nombre, un apellido, y un mismo querer que ninguno de los dos aclaran todavía.