Esto es lo que ocurre cuando
wileret se pone a ver Capitan America con sus padres y te lo radia por whassap...pasa lo que pasa....que una no es de piedra y acaba haciendole lo que le piden...si es que...aisss...
Titulo: Worry About You
Fandom: Captain America: First Avengers
Pairing: Steve Rogers/Bucky Barnes
Disclaimer: Todo del genial Stan Lee, de Marvel en general y esas cosas. Mio...el titulo y casi ni eso xD
Dedicado: a
wileret que es una mala influencia pero eso ya lo tenemos asimilado xD
Notas: Algo asi parecido al angst xD no mucho....solo un poco xD
Worry About You
Ni siquiera se ducharon. Era más necesario aquello que cualquiera otra cosa. Era como un sonido sordo que les hipnotizaba y guiaba sus pasos; aunque Bucky no estaba del todo seguro si aquel zumbido no era el efecto de todas las drogas administradas por los nazis mientras estuvo capturado.
Dejaron sus armas en la armería y se dirigieron a la tienda que les habían asignado. La ducha podría esperar. Lo importante ahora era hablar lejos de miradas indiscretas. Y tenían mucho que decir. A los dos les picaban las preguntas en la lengua, como una quemadura de picantes demasiado intensa e incapaz de calmar por mucha agua que bebieses.
La excusa había sido el cansancio y las heridas de Bucky. Steve se ofreció a llevarle a su tienda como buen amigo que era y nadie objetó. La mayoría del batallón entendía que estaban aún medio en shock así que les dejaban espacio. Claro que siempre había alguna minoría que intentaba por todos los medios obtener la versión heroica del rescate (por suerte una mirada de Peggy era suficiente para acabar con cualquier intento). En aquella tienda para siete sólo estaban ellos dos y era suficiente.
El murmullo continuo de los soldados alegres por la vuelta de los suyos y de los que entrenaban para volver a por los nazis era suficiente cacofonía para que nadie supiese lo que sucedía tras la lona de aquella tienda. Dentro había una temperatura agradable que hizo que Bucky pudiese decir por un instante que estaba en casa, o al menos fuera del peligro constante que era la guerra.
-“Estaba mortalmente preocupado por ti, Bucky.”-fue la única frase que pudo decir Steve antes de que su amigo cayese sobre él en un abrazo desesperado.
Rogers correspondió al enganche pasando las manos por la espalda del moreno. Antes no habría llegado casi ni a la cintura, pero con su nuevo cuerpo, los brazos rodeaban el cuello del sargento sin problema.
Bucky le estrechó más contra él y suspiró. Era un intento de aferrarse a algo sólido; algo real que jamás se había ido. Ni siquiera encerrado en aquel laboratorio nazi había dejado de pensar en Steve y en que algún día regresaría a casa con él. Y ahora... ahora Steve estaba allí. Mucho más real que en cualquiera de sus febriles sueños. Mucho más grande y devolviéndole aquel abrazo que empezaba a ser casi asfixiante.
Se separaron unos centímetros manteniendo el abrazo de alguna forma precaria para poder mirarse a los ojos. Bucky encontró en los ojos azules de Steve una preocupación tan desgarradora que casi se queda sin aliento. El miedo a haberle perdido, la incertidumbre del paradero desconocido, la alegría del reencuentro y el pánico a que volviese a suceder. No quería que Steve tuviese esa mirada. Había sufrido demasiado ya como para seguir haciéndolo.
Sus manos se aferraron al cuello del rubio y le miró con toda la determinación que pudo en su estado (medio herido, medio inconsciente a causa de las heridas y las drogas).
-“Que te quede bien claro, Rogers, que necesitarás mucho más que un par de nazis para escaparte de mí.”-murmuró con determinación. No fue consciente de cuando había bajado el tono hasta convertirlo en un susurro, pero no necesitaba decirlo más alto; ya era lo suficientemente claro.
Steve sonrió con tristeza. Era lo que quería oír, pero solamente era una promesa que en guerra no podría mantener. Quién sabe si uno moriría por culpa de un batallón, de un disparo o por las heridas. Infectadas resultado de la batalla. Era posible y algo que les rondaba a cada instante.
Al ver su expresión, Bucky sintió las irrefrenables ganas de demostrarle que era verdad todo lo que decía; así que le besó. Acercando sus labios a la boca del rubio y dejando que su cuerpo expresase todo aquello que su lengua no era capaz de transformar en palabras. Le besó con vehemencia. Suave y profundo. Dejando que su boca se amoldase a la del capitán y disfrutando de la suavidad de sus labios sobre los suyos. Quizás no habría sido la mejor forma de expresarlo, pero era la única que se abría paso en su mente en ese instante.
No era la primera vez que le besaba. Estaba aquella extraña noche de San Patricio en que llevó a Steve a beber y acabaron en el piso de Bucky demasiado borrachos para recordar cómo habían llegado. No recuerda mucho de todo ese día en realidad. Lo que sí recuerda de aquella noche es el aire de marzo entrando por la ventana abierta del salón, los ojos acuosos de Steve y sus labios posados sobre los suyos demasiado perezosos como para moverse.
Así que no; no era la primera vez. Pero no había sido como ahora que los labios contrarios se movían a su ritmo. Se amoldaban al suyo y hasta a veces imponían el propio. Aquella vez ninguno estaba borracho. Steve no podría volver a estarlo por aquel suero que le había transformado en el Capitán América y él tan sólo estaba borracho de dolor y preocupación por lo que podría suceder en la guerra que libraban.
El beso le supo a poco. Necesitaba saber que Steve le creía, que sabía que jamás se iría de su lado. Profundizó el beso haciendo que su lengua se colase en la boca del rubio para enredarse en ella y hacer que la de Steve siguiese su ritmo. Rogers dejó que Bucky poseyese su boca haciendo que así el vínculo que les unía creciese de una forma profunda. Necesitaba saber que estaba allí para él, porque era lo único del antiguo Steve Rogers que quedaba allí.
Fue el golpe de un soldado contra la lona, seguramente empujado por un compañero por alguna broma, lo que les separó. Se miraron sorprendidos y luego algo cohibidos por lo que acababa de suceder. No sabían bien qué decir ni qué hacer así que fue Steve quien, en su genuina inocencia, decidió el destino de aquel silencio.
Cogió una de las manos de Bucky y la enlazó con la suya. Un simple gesto, y a la vez tan íntimo y hermoso, que el sargento se sintió mareado y confuso por un momento (no sabía si víctima de la situación o de las horas de camino sin descanso). Pero no acabó allí. Steve elevó sus manos entrelazadas y las acercó a su corazón.
Las dos manos reposaron en el pecho de Steve. Bucky consiguió oír por encima de la ropa el eco de los latidos del corazón del rubio. Acelerado. Vivo. Latiendo por él.
No tuvo que decir nada. Lo veía en su mirada. El alivio de verle vivo, de verle allí con él. No necesitaba decirle nada; lo sabía sólo con mirar sus ojos azules. Aquellos que destilaban cariño, afecto, amor. Aquéllos que tantas veces había iluminado con una de sus bromas y que había visto apagarse con su partida. Los que ahora mismo tenía frente a él mirándole sólo a él. Como si el mundo se hubiese detenido allí y no volviese a moverse hasta que ellos quisiesen.
La guerra podía arrebatarles la vida al día siguiente, pero esas horas antes de su muerte eran sólo suyas.
Solamente suyas.
Sólo ellos podrían decidir cómo gastarlas.