Hello there people! como va eso? Espero que bien y que no os esteis congelando y todo eso. *puñetera ola de frio siberiano que no hace que nieve aqui* El caso es que aun no habia estreando el LJ este año (que yo recuerde) y eso no puede ser. Tambien es porque estas navidades estuve en casa de mi dear beta
darkkaya y entre ella y
wileret me secuestraron la agenda del 2012 y me la llenaron de prompts para todo el año. Algunos son algo cabrones pero yo las quiero igual xD
El caso es que me he propuesto que los llevare más o menos al dia. Todo lo que me lo permita mi vagancia extrema y mi RL. Asi que...me he puesto a hacer los prompts de Enero. Y el primero es de Sherlock Holmes (es mas, me lo pidieron pal dia del estreno de la pelicula...si es que son malvadas xD) Asi que...si seguis leyendo vereis como destrozo la peli de Guy Ritchie xDD
Titulo: Once Again
Fandom: Sherlock Holmes: A Game of Shadow
Pairing: John Watson/Sherlock Holmes.
Disclaimer: Todo de Sir Arthur Conan Doyle, la Warner, etc, etc.
Notas: Esto tiene spoilers gordos de la segunda pelicula asi que si no la habeis visto...ni le deis al link.
Prompt pedido por la señorita
darkkaya : "Sherlock Holmes: Sherlock x Watson.- Watson vuelve a la habitacion despues de terminar de preguntarle a Mary por el cartero y se encuentra a Sherlock sentado en su sillon observandole con su tipica sonrisa y su pipa en una de las comisuras. Por una reaccion que no puede evitar se lanza sobre él. (Lo siguiente es cosa tuya...aunque ya sabes por donde tendria que ir.)"
Once Again.
Cuando vuelve a su despacho aún está dándole vueltas al asunto. Mary le ha dicho que el cartero era uno de esos típicos de las compañías de paquetes urgentes y de gran renombre. Nada que fuese extraño si tal y como decía el papel de embalaje, el paquete venía de tan lejos. Lo realmente preocupante era ese pequeño rayo de esperanza que se había apoderado de su pecho desde que había abierto el paquete. Justo tenía que llegar el día que acababa su último relato, ése que había tardado tantos meses en decidirse a escribir, y en el cual por fin había conseguido encontrar las palabras adecuadas para ponerle fin.
Cuando abrió la tapa reconoció en seguida aquel artilugio que Mycroft presentase como único y exclusivo para su uso. Un dispensador de oxigeno había dicho. Y de pronto todo encajaba. Y todo eran especulaciones. ¿Y si Sherlock había usado aquel aparato para respirar bajo las corrientes de la cascada? ¿Y si había conseguido caer en una zona libre de rocas y nadar hasta la orilla antes de que pudiesen formar siquiera una partida de búsqueda? ¿Y si, no sólo él estaba vivo sino Moriarty también? Tantas preguntas, ni una sola respuesta y la adrenalina volviendo a poseerle por segundos.
Cerró la puerta del despacho justo tras la precipitada huida del Glabstone del mismo. No le dio mucha importancia, a veces simplemente corría por la casa como loco. Tendría que estar pensando en lo bien que se lo iba a pasar con su esposa en el campo descansando, pero lo único que llenaba su mente era toda aquella retahila de conspiraciones que podían haberse llevado a cabo y de las que su amigo era tan aficionado.
Soltó el aparato sobre la mesa y entonces a su espalda oyó la única voz que jamás pensó que volvería a oír nunca.
-“Un aparato interesante y muy útil la verdad. Tengo que darle las gracias a Mycroft por prestármelo.”
Se volvió más rápido de lo que realmente quería. Tan rápido que por un momento se mareó con el movimiento. En su sofá, en su maldito sofá de orejas, estaba sentado, con aquella ridícula ropa de camuflaje que le había enseñado hacia tantos meses en Baker Street, su mejor amigo. Sherlock Holmes. Encendiendo su pipa como si no hubiese estado muerto durante unos interminables meses, como si nunca se hubiese ido más allá de los límites de la ciudad, como si él no le hubiese llorado cada maldita noche cuando Mary dormía y la congoja era demasiado para conciliar el sueño.
Su primer impulso fue partirle la cara. Realmente lo intentó. Se abalanzó hacia él en parte con la ira ciega de alguien que ha creído que lo más importante de su vida se ha desvanecido para siempre y también queriendo saber que de verdad estaba allí con él. En esa misma habitación. Probarse a sí mismo que era él en carne y hueso.
Sin embargo, sus manos se quedaron en los hombros. No llegó a pegarle, ni a reprocharle nada. Tan sólo le agarró de los hombros férreamente y le miró a los ojos. Los ojos marrones de Holmes eran el reflejo de la culpa y pedían mudamente una disculpa sincera. No sabía cómo estaban los suyos, pero estaba casi seguro de que le miraban con sorpresa, rabia y en el fondo con felicidad. Porque a pesar de todo estaba feliz de que estuviese vivo, de que estuviese ahí con él, por fin. Estaba realmente contento de que al final la pesadilla en la que había estado sumido aquellos meses hubiese acabado al fin.
-“Sherlock.”-sonaba estrangulado por las emociones, pero tampoco podía decir mucho más. Todo aquel cúmulo de sentimientos en su interior mezclándose sin parar le estaban pasando factura.
-“¿Sí?”-fue la única respuesta del detective. Suave y segura. No necesitó más. Se derrumbó.
Cayó al suelo de rodillas y llorando a los pies de su propio sofá, con su mejor amigo sentado en él mirándole asombrado y con el cuerpo lleno de una sensación de alivio demasiado intensa para poder soportarla durante mucho tiempo. Cada una de las amargas lágrimas que había derramado en las oscuras noches ahora volvía a derramarlas con la dicha de saber que estaba vivo. Sherlock Holmes estaba vivo. Y quería gritarlo a los cuatro vientos.
-“Oh Watson, no se ponga así. ¿De verdad pensaba que iba a librarse tan fácilmente de mí?”-intentaba sonar gracioso pero no servía de mucho cuando cada palabra que salía de su boca hacía que el doctor no pudiese reprimir sus lágrimas. Al final acabó levantándose del sofá, incorporando en el camino a su amigo y haciendo que le mirase fijamente.-“Watson, míreme.”-le ordenó. Los ojos azules de su amigo se clavaron en los suyos.-“Lamento haberle hecho pasar por todo esto, pero no volverá a suceder. Era por su seguridad, incluso ahora es peligroso que esté aquí, así que ruego que se serene antes de que su esposa venga a preguntarse por qué su marido está en su despacho encerrado sollozando.”
La mención a Mary pareció volverle más cuerdo y se dio cuenta de todo lo que le rodeaba. De que estaban en su casa y de que tenía frente a él a un muerto y, obviamente, si había entrado disfrazado era porque debía de seguir estando muerto.
-“¿Qué debemos hacer ahora?”-preguntó recuperando la entereza y tragándose las lágrimas que aún querían rebelarse contra él.
-“¡Así se habla, Watson!”-aplaudió el detective al verle tan dispuesto a ayudarle.-“Por ahora usted no hará nada. Se irá a Brixton con la señora Watson y descansará. Es necesario que vaya porque así quienes le vigilan verán que no sabe nada sobre mí.”-le explicó, todavía sujetándole por los hombros.
-“¿Quién nos vigila, Holmes?”-preguntó. El moreno pareció dudar en decírselo, pero acabó convenciéndole.-“No puedo irme de vacaciones con mi esposa sin saber a qué la expongo realmente.”
-“Está bien. Tiene razón. Es nuestro querido amigo el Coronel Moran. Quiere vengar a su antiguo jefe.”
-“Entonces… ¿Moriarty está muerto?”-preguntó casi con miedo. Había sufrido varios intentos de asesinato por aquel hombre y hasta había perdido durante meses a su gran amigo, quería estar perfectamente seguro de que podría sentirse a salvo de su sombra.
-“Sí. Murió en las negras y frías aguas de Suiza. No debe preocuparse más por él, Watson. Tiene mi palabra.”-El doctor suspiró aliviado. Había pasado más de una noche en vela asaltado por la duda de si el profesor estaría vivo y acechando su hogar para matare.-“Ahora debe de serenarse y acabar de hacer su equipaje, Watson. Cuando vuelva de sus vacaciones quizás podré darle la noticia de que todo se ha acabado. Hasta entonces espere noticias mías y no trate de contactar conmigo de ninguna forma, ¿de acuerdo? Yo le avisaré.”-eran órdenes. Sherlock siempre ordenaba cuando se trataba de algún caso y sobre todo si alguien podía ponerse en peligro. John asintió a todo sin oponer ni la mínima queja. No tenía sentido.
-“En ese caso, mi querido amigo, ya que está usted vivo y no voy a verle en un tiempo. Voy a hacer algo que llevo queriendo hacer desde hace meses.”
Sherlock realmente pensaba que le iba a pegar. Se lo merecía en caso de ser así. Había desaparecido de la faz de la tierra, con un plan pero sin contárselo a nadie. No podía reprocharle nada. Pero debía haber notado esa nota más grave en su voz que le habría servido de pista para averiguar que su amigo no iba pegarle. Iba a besarle.
Le tomó por sorpresa durante un segundo, pero casi al instante le embargó la sensación de nostalgia de haber echado de menos aquellos labios durante demasiado tiempo. Aquella boca que se amoldaba tan bien a la suya y que ahora le poseía en un violento beso fruto de la frustración y el tiempo separados. No le importaba. Sabía bien que Watson besaba con pasión, con una pasión que él no entendía pero por la que se dejaba arrollar. Daba igual a dónde le guiase, él la seguiría hasta el fin del mundo. Sólo fue un pequeño roce de labios, no había tiempo para más; pero fue suficiente para recordarles todos aquellos otros miles de besos que habían compartido y que ahora parecían tan lejanos en sus recuerdos. Desde que había conocido a Mary, John se había prometido no volver a caer en aquel peligroso juego, pero la distancia y los meses creyendo que estaba realmente muerto habían hecho que al volver a verle le fallasen las fuerzas.
Cuando se separaron se quedaron mirándose sin decir palabra. Era suficiente mirarse a los ojos para decirse mil y una cosas que no podían expresar en palabras. Pero, sobre todo, era más que suficiente para decirse mutuamente “te he echado de menos”.
(Sherlock se fue rápidamente. Escondido entre las sombras para que Moran no le localizase. Se escondió hasta poder estar seguro de su próximo movimiento. John se fue a Brixton con Mary de vacaciones y ella notó el sutil cambio en el humor de su marido, pero no indagó en el porqué del mismo. A pesar de los kilómetros de distancia ambos pensaban en lo mismo, que era bueno volver a estar vivos y que pronto podrían volver a estar juntos para vivir nuevas aventuras.)