Sábados en familia.
Para Puck un sábado normal era quedarse en casa viendo películas que había alquilado en el videoclub con unas cervezas y algo para picar. Su madre solía tener turno de noche esos días por lo que era él quien cuidaba de la casa y sinceramente, salir de marcha ya no era lo que solía ser. Por lo que, a sus 24 años, su ideal de sábado por la noche era ver una película tranquilamente mientras descansaba de su larga jornada de trabajo. Que dijeran lo que quisiesen, pero trabajar para Burt Hummel era agotador.
Claro que el pequeño demonio de la casa no pensaba lo mismo. Para Abigail Puckerman un sábado perfecto era aquel en que sus amigas la llamaban para salir a ver una peli y luego tomar algo en la bolera, centro comercial, billar o donde cayese.
Así que se tomaba muy en serio eso de preparase para salir. A sus 16 años, Abby tenía muy claro que si quería algo en esta vida tenía que ganárselo. Novio incluido. Así que se cepillaba y peinaba su melena castaña a conciencia, elegía la ropa con esmero y se maquillaba con astucia para conseguir llamar la atención.
Kurt había sido de mucha ayuda cuando decidió que era hora de empezar a vestirse y maquillarse de acuerdo a su edad. Su madre también, pero pasaba poco tiempo en casa y eso. El chico le había enseñado cómo sacarse todo el partido posible sin parecer una fulana y tal. Y había aprendido muy bien a hacerlo, al menos eso le decía Kurt.
Así que toda feliz con el resultado de su esmero a la hora de vestirse, Abby bajó las escaleras de su casa feliz y revolviendo en su bolso buscando el móvil para avisar a sus amigas de que ya estaba lista. No llegó a la puerta ni a encontrar el móvil.
- “¿A dónde te crees que vas, señorita?”-la llamó su hermano desde el salón ya dispuesto a ver su película semanal.
- “¿Al cine tal y como te dije esta tarde que haría?”-contestó la chica con un mohín de fastidio. Siempre la misma historia todos los sábados que salía.
- “¿Al cine? ¿Con esas pintas?”-Abby resopló.
- “¿Qué pintas, Noah?”
- “Esas que llevas de fulana.”
- “¿Perdón? Aquí la única fulana eres tu hermanito. Yo no llevo ninguna pinta de fulana. ¿En qué te basas para insultarme de esta forma?”-preguntó ofendida.
- “Pues en esos pantalones tan estrechos, esa camiseta con ese escote y ese maquillaje. ¡Por favor Abby! Tienes 16 años.”
- “¿Perdona? Me estás diciendo que mis pantalones pitillos son indecentes cuando Kurt tiene unos prácticamente iguales y no te quejas. Me echas en cara el escote de mi camiseta cuando llevo una debajo precisamente para que no se me vea nada. ¿Y el maquillaje? ¡Por favor! Si llevo menos y no llevo nada. Apenas un poco de brillo y colorete. ¿Tú te estás oyendo?”
- “Me oigo perfectamente, sólo sé que no vas a ir a ningún sitio hasta que te cambies y te pongas algo decente.”
- “¿Cómo qué? ¿El vestido de fantasma de Halloween? ¿Te parece que ese tapa suficiente?”
- “Sí, ese creo que ira bien.”-Abby tan sólo bufó como respuesta y Noah sonrió pensando en que había ganado la batalla.
Muy lejos de la realidad. Abby cogió su teléfono móvil (por fin lo había encontrado tras rebuscar media hora) y apretó el numero 1 de marcación rápida. Era el teléfono que más usaba y se notaba.
Puck había comenzado a arrellanarse en el sofá para ver su película cuando oyó a su hermana hablar por teléfono.
- “Hola, soy yo. Sí, lo de siempre. El ceporro de mi hermano no me deja salir de casa con la ropa que tú me ayudaste a elegir el otro día porque dice que voy como una fulana. ¿Te lo puedes creer? Aquí la única fulana es él y mira lo que me dice. No me deja salir de casa sino me pongo el disfraz de Halloween. Sí, el de fantasma. ¿Y yo qué sé? Ya no hay quién lo entienda. Necesita un buen polvo que le quite el mal humor. Mira a ver si vuelves de una vez para dejarle a gusto. Sí, espera ahora te lo paso.”-Noah había oído toda la conversación sin atreverse a dar al botón del play del mando. Sabía de sobra con quién estaba hablando Abby y se negaba a caer en su chantaje.-“¡Eh tú, furcia! La princesa quiere hablar contigo.”-le dijo tendiéndole su móvil.
Noah cogió el móvil casi resignado a lo que pasaría en lo siguientes minutos. Aun así guardó las apariencias para que Abby no supiese que le tenía miedo.
- “¿Diga?”-preguntó en cuanto tuvo el teléfono en la oreja.
- “A ver Puckerman… ¿me explicas que hay de malo en la ropa que elegí para tu hermana?”-la voz de Kurt Hummel le llegó amortiguada desde el otro lado del teléfono. Estaban tan lejos… y ahora le estaba oyendo tras una semana sin verse. Dulce tortura.
- “Pues que no me parece correcto que una chica de 16 años lleve esa ropa.”-contestó aún en sus trece.
- “Puckerman… mira a Miley Cyrus. Tu hermana va mucho más tapada. Fin de mi argumento.”
- “Eso no es justo.”-gruñó.-“Esa no sabe lo que es vestirse decentemente.”
- “Puede ser; pero tu hermana podría querer parecerse a ella y sin embargo no lo hace, así que déjala salir tal y como está que no creo que sea para tanto.”
- “No, no y no.”
- “Si la dejas salir te llamaré luego cuando termines tu película semanal y haremos guarradas por teléfono, ¿Qué me dices Noah? ¿Hay trato?”-la perspectiva de aquello fue el chantaje que Noah esperaba y al que no podía negarse.
- “Está bien.”-aceptó refunfuñando.-“Pero más te vale traerme algo bonito de New York.”
- “¿Te vale un juego de esposas?”-se rió el chico.
- “Me vale, me vale.”-contestó rápidamente Puck pensando en las posibilidades.
- “Bien, ahora pásame a Abby. Adiós. Te quiero.”
- “Yo también.”-le pasó el móvil a Abby.-“Toma enana.”
La conversación de Abby y Kurt fue más bien corta, pero por los gritos histéricos de su hermana al parecer Hummel le había comprado algo de Lady Gaga en NY. Dios los pillase confesados.
- “¿Y bien?”-preguntó con malicia la chica nada más colgar.
- “Vale. Puedes salir pero nada de llegar más tarde de las 12 y no es justo que cada vez que te prohíbo salir llames a Kurt y te salgas con la tuya, enana.”
- “Ah, se siente. No es mi culpa que seas un calzonazos al que la princesa puede manejar a su antojo. Mala suerte, furcia.”
Y con su mejor cara de perdonavidas la pequeña de los Puckerman salió contenta de casa dispuesta a pasar una noche de sábado genial. Por otra parte el mayor de los Puckerman se quedó allí sentado en el salón refunfuñando por la poca autoridad que tenía en su casa y en su relación. Con su hermana no podía hacer nada, pero que se preparase Kurt cuando volviese de NY. Que se preparase.
Debo decir que debe ser el fic con más dialogo que he hecho en muuuuucho tiempo xD