Hola holita queridos amigos. Ultimamente no escribo mucho y aun debo dos fics de los de reyes (matadme o algo, ¿no?) pero aun asi he creado algo asi como una nueva seccion de fics xD Los pedidos por twitter xD Basicamente...cuando la menda lerenda se aburre como una ostra pide claims por twitter y lo peor es que la gente le pide xD Asi me va....en fin. De los ultimos que pedi este es el que me quedaba sin publicar. Que poco me piden....por suerte xD
Titulo: Pecados Caidos
Fandom: Supernatural (oh yeah!)
Pairing: Dean/Castiel (aunque en este caso va más al reves xD)
Disclaimer: Todo de la CW y de nuestro adorado Eric ^^ Nada mio, yo solo los lio...aunque a estas alturas ya lo hacen bien los guionistas xD
Dedicado: a mi querida beta, amorosa y querida
darkkaya (puedes creerte que nunca me acuerdo de tu nick y siempre tengo que mirarlo, vergüenza me da) y tambien a mi amorosa maestra en esto del slash y mil cosas mas
joychurch . ¿Que haria yo sin vosotras? Seguramente vivir una vida cani xD
Notas: Esto esta situado en la cuarta o quinta (ahora no recuerdo exactamente) en la famosa escena del callejon (las fans no necesitamos mas para saber de cual hablo xD) no hay spoilers de la sexta y ni de la quinta (creo) me he basado solo en dicha escena asi de cortito ha quedao xD
Pecados Caídos
Aún sentía la dureza de la pared contra la que le había aprisionado y aún había algo dentro de él que le perturbaba. Nunca había visto a Castiel con aquella cara y aquella aura asesina que le rodeaba en aquel momento. Era casi como una explosión de algo que llevaba mucho tiempo escondido, aguardando el momento de salir a la superficie.
Los ojos de Cass todavía le miraban con rencor, enfado y un atisbo de odio, y durante esos segundos en los que estuvieron a menos de un metro el uno del otro, Dean entendió, por fin, que aquel ángel ya no era el que había conocido.
Sentía los sentimientos humanos con fuerza y eso no era algo que antes hiciera. Cuando Cass le rugió que había caído por él, Dean no supo qué pensar. Era algo que no concebía. ¿Por qué aquel ángel había perdido sus alas por él, si él apenas era un humano sin ninguna virtud admirable? No lo entendía por mucho que pensase en ello.
Sin embargo, acabó entendiéndolo. Justo en el momento en que Castiel, dominado por sus pasiones humanas que nunca había entendido ni sentido, le había besado; más bien devorado, contra aquella pared llena de miles de males humanos.
Se había sorprendido. No todos los días te besaba un ángel en medio de un callejón de mala muerte. Joder, vaya si se había sorprendido. Pero más se sorprendió cuando su cuerpo actúo por propia voluntad y se dejó llevar por aquel beso desesperado que despertó toda su latente pasión dejada de lado por la guerra que libraban. Ni siquiera la mujer más experta que había besado había conseguido que se entregase de aquella manera a un beso. Tan sólo lo había logrado aquel ángel de gabardina pasada de moda y estoica mirada.
Y ahora estaba allí, besándole como si no hubiese mañana (que posiblemente no lo habría), incapaz de pensar con claridad y deseando internamente que siguiese. Que no parase. Que le daba igual lo que le hiciese en aquel mugroso callejón pero necesitaba que le tocase más y más, que le marcase otra vez con lo que él quisiese.
No tuvo esa suerte. Castiel se separó de él apenas unos minutos después tan desconcertado como confundido, tal y como mostraban sus ojos turbados y llenos de deseo contenido que no sabía por qué sentía ni cómo expresar. Al verlos, algo dentro de Dean deseó ser él quien le enseñase a aquel ángel cómo debía satisfacer aquellos deseos impuros que ahora le dominaban y nunca había sentido.
El ángel se separó de él inquieto y confundido y tras una mirada más que evaluativa desapareció de allí dejando a Dean solo en aquella pared que parecía sostenerle de caer en un profundo abismo. Resbaló lentamente por la pared hasta quedar sentado en el suelo casi incapaz de recobrar el aliento tras aquellos acontecimientos. Jadeaba. ¡Joder! Estaba jadeando. ¿Cuándo había jadeado de esa manera? Nunca. Aquello era increíble. Un puñetero ángel le acababa de dejar más caliente de lo que nunca había logrado una mujer. Se sentía confuso, alucinado y, sobre todo, tan cachondo que no sabía qué hacer.
Así que no hizo nada. Se quedó allí sentado mirando al otro lado del callejón incapaz de saber qué debía hacer. No tardó mucho cuando volvió a ver los pies de Castiel frente a él. Incapaz de reaccionar, le miró medio ido mientras el ángel parecía ser incapaz de controlar la ira y el deseo que inundaban sus ojos azules. Tras lo que a Dean le parecieron siglos, Castiel suspiró y le cogió del brazo para luego transportarlos hasta casa de Bobby donde les recibieron Sam y el viejo cazador.
Ninguno dijo nada. La cara de Dean se explicaba ella sola, llena de sangre y moratones. Castiel se había despachado a gusto pero lo que nunca se imaginaban era que también se había despachado con los labios de Dean y con su alma, porque en aquellos momentos sentía que se la había regalado a Cass por completo.