Ayer me vi la segunda parte de The Boondock Saints. Me he enamorado de ambas pelis y quiero que hagan la tercera. Pero de lo que mas me he enamorado ha sido de estos dos irlandeses que matan porque les da la gana y hacen "violencia gratuita" de la manera mas guai del mundo.
Por todo eso...les debia un fic. Por eso y porque las tres mosqueperras y mi beta querida estan tan enganchadas como yo y si no subo este fic igual me matan o algo xD Sabe dios.
Titulo: Gimme More (cualquier parecido con una cancion de BS es pura casualidad :P)
Fandom: The Boondock Saints.
Pairing: Muprh/Connor.
Disclaimer: nada mio. Mas quisiera que Norman Redus fuese mio xD lo compartiria con algunas xD
Dedicado: a las tres mosqueperras (
luandachan ,
malale ,
hiensoul ) y a mi querida beta.
Notas: Sentaos que esto va para largo. Esto tiene incesto, p0rn a saco, algo de incoherencia y es un gran PWP. Pero eso no es lo que queria decir, bueno era una parte. Aviso que para mi Connor es el hermano mayor y Murph el pequeño. Ya me han dicho que no se sabe quien es el mayor pero para mi es asi. Asi que vais a ver referencias a "hermano mayor" y "hermano pequeño" si no coincidis conmigo siempre podeis pensar que es por la estatura xD
Gimme More.
Estaba acostumbrado a sudar. A veces tan sólo era por correr para huir, otras para entrenarse de alguna forma para las peleas; pero era la primera vez que sudaba follando de aquella forma.
Recordaba haber sudado de alguna forma cuando se tiraba a su conquista del momento, aunque no fueron muchas puesto que ante todo estaba su misión, pero aún así no recordaba que ninguna le lamiese aquellas gotas de sudor que recorrían su espalda y se acumulaban cerca de se cintura de aquella forma.
No sabía dónde había aprendido Murph a lamer de aquella forma pero estaba claro que iba a condenarse en el infierno como siguiese haciendo eso. Aquella manera de succionar en los huesos de su columna, de lamer con descaro sus costados, de marcarle los dientes entre las costillas… iba a volverle loco si seguía así.
Y pensar que todo había empezado por una chorrada de pelea por una bolsa de hielo para una de sus tantas contusiones. Y de pronto estaban rodeados de hielo por todas partes y uno sobre el otro. El más rápido se había colocado encima y le había inmovilizado. Connor había tratado de quitarse a su hermano de encima pero Murph cuando quería podía agarrarse como una lapa a una roca. Fue imposible quitárselo de encima.
Y luego llegó el maldito momento en que su hermano decidió que quería morderle el cuello para que se parase quieto. Lo hizo inconscientemente. No sabía que iba a pasar, pero cuando de pronto Connor se quedó completamente quieto y tembló un poco no supo por qué pero no pudo parar.
A cada mordisco, lametazos y succión sentía como el cuerpo de su hermano mayor se tensaba y aquel sorprendente poder sobre él le gustaba. Igual era tentar mucho la suerte pero no podía parar. Sus manos empezaron a acariciar los brazos del mayor dejándolo libre momentáneamente. Si Connor hubiese querido ambos sabían que podría haberse liberado.
No lo hizo. Siguió allí de cara al suelo esperando a ver qué hacía su hermano. No tuvo que darle más incentivos al pequeño de los MacManus para que siguiese a lo suyo. Con decisión, una que no sabía ni de dónde había salido, se sentó sobre su hermano y se extendió sobre su espalda totalmente.
Quedaron pecho y espalda juntos haciendo que la sensación de piel contra piel fuese casi una locura para ambos irlandeses.
- “Connor quizás me odies pero lo siento, hermano. Voy a follarte hasta que quedes sin sentido y lo único que puedas recordar es mi nombre en repetición.”
La única respuesta que obtuvo fue un largo gemido del aludido que sólo con pensar en todo aquello había sentido como algo en su anatomía despertaba completamente. Connor tenía que reconocer que su hermano era una puta. Una auténtica puta que sabía demasiado bien cómo calentarlo. Ahora estaba deseando que cumpliese todas sus amenazas.
Por un momento Murph dudó. No sabía por dónde empezar. Tenía a su hermano a toda su disposición y por un momento era como demasiado para él. Luego vio el hielo a su alrededor y lo tuvo claro. Muy claro. Cogió la piedra más cercana y la puso justo en el centro de la espalda de su hermano.
Connor jadeó por el frío que desprendía aquella masa de agua congelada. Murph se rió con picardía y cogió el hielo con la boca con determinación. Sabiendo de antemano por dónde tenía que pasar la piedra, comenzó a subir y bajar por la espalda de su hermano a medida que el hielo se derretía y pasaba a ser agua sobre su sudorosa piel.
A cada minuto que pasaba, el hielo se derretía bajo el caliente cuerpo de Connor y Murph quería ya que se acabase el hielo para poder volver a lamer los restos de agua hasta que volviese a quedar seco de agua y empapado de saliva.
Tras un poco más de volver a repasar toda la musculatura de su hermano, Murph decidió que era hora de pasar a grandes cosas. Con su costumbre de no llevar ropa cuando estaban en “casa” realmente lo tenía fácil. Apenas tuvo que seguir bajando con su lengua por su hermano.
Cuando Connor notó como se iba acercando a donde la espalda perdía su casto nombre, empezó a revolverse incómodo. Una cosa era que se dejase manosear y poner a cien por su hermano pero dejarse follar por él… reconocía que cuando le había dejado bien claro sus intenciones una parte de él había querido que eso sucediese, pero en aquello momentos… no sabía si era realmente buena idea.
- “Tse, tse, tse. Ni pienses en moverte, Connor. Voy a follarte como si no hubiese mañana y te va a gustar. Vas a correrte gritando mi nombre y te va a gustar. Tanto que querrás repetir.”
En aquel momento Connor podría haberlo hecho sin que le tocase ni un centímetro más. La voz de su hermano era demasiado expresiva para no reconocer que iba a disfrutarlo. Podía hacerse el duro, pero en realidad estaba deseando que aquello sucediese. Quería que su hermano le follase tan fuerte que le dejase una marca imborrable en su cuerpo. Era tal el calor que sentía que podía haber muerto en aquellos momentos.
Murph fue rápido pero concienzudo. No iba a permitir que a su hermano se le pasase por la cabeza el negarse a hacer aquello. Los dos estaban tan calientes que podrían haberles acusado de agilizar el calentamiento global. El pequeño no tenía nada a mano con que ser delicado así que decidió que iba a usar lo que la naturaleza le proveía.
La saliva resbalaba poco a poco pero servía para su propósito. Lo hacía todo un poco más sencillo cosa que era de agradecer porque ambos sabían que luego se iba a poner más peliagudo. Así sucedió. Cuando intuyó que ya era la hora, Murph cogió aire y se dispuso a hacer la parte más difícil. Era complicado. Aquello era estrecho y no había manera de adentrarse. Connor comenzó a quejarse.
- “Me cago la puta. ¡Murph! ¡Dios! ¿Qué coño haces joder?”
- “No es como si lo hiciese adrede. Pronto te acostumbrarás.”
- “Y una mierda. ¡Joder! Eres un bestia. ¡Para joder!”
Connor se revolvía y Murph trataba de que se quedase quieto. Estaban peleándose mientras follaban y si aquello era surrealista, más se volvió cuando en un momento de roce Murph tocó una parte de Connor que le hizo aullar de cualquier cosa menos dolor, y Murph se sintió atrapado por el cuerpo de su hermano.
Ambos jadeaban cuando decidieron que querían repetir ambas sensaciones otra vez. Ahora se movían más coordinados buscando aquel momento de éxtasis momentáneo que les haría llegar más arriba de las nubes. Sin embargo, no podían follar de otra forma que no fuese a ostias. Todo en su vida se reducía a violencia gratuita y eso no podía ser de otra forma.
Rodeados de hielo, en un suelo de cerámica frío que estaba tan duro como ellos mismos en aquel momento; y a pesar de todo aquello, el calor que desprendían era tal que el hielo había empezado a derretirse y el suelo no estaba ya tan duro como al principio.
A medida que el tiempo pasaba se sentían más y más violentos hasta que en un momento dado no pudieron aguantar más.
- “Connor, OH Connor. No puedo más.”
El mayor sentía cada embestida como un golpe que le llegaba más y más profundo hasta el punto de hacerle perder la cordura. En cuanto su hermano dijo que ya no podía más él mismo sintió la explosión del clímax en su cuerpo y se corrió gritando bien alto el nombre del pequeño.
Después de que el éxtasis que les había dominado pasase, ambos acabaron en el suelo intentando volver a tranquilizarse. Murph boca arriba y Connor boca abajo. Mirándose uno al otro mientras conseguían normalizar sus respiraciones. El pequeño sonrió socarrón.
- “¿Ves? Te dije que te correrías gritando mi nombre. Yo siempre cumplo mis promesas.”
Connor tan sólo atinó a darle un puñetazo en todo el hombro del que Murph se quejó sin perder la sonrisa.
Odiaba darle la razón a su hermano, pero tenía que reconocer que le había gustado. Y que quería repetir en cuanto tuviese ocasión.