Aunque este lleva ya un tiempo escrito como no tengo internet ahora en casa pues no he podido subirlo antes. Por ahora es el ultimo que tengo hecho pero espero que dentro de poco eso no sea asi ^^
Como no tengo nada mas que decir...espero que os guste ^^
Titulo: Imaginar No Es Cosa de Sabios.
Fandom: Merlin BBC
Pairing: Arthur/Merlin
Disclaimer: Todo de la BBC, nada mio para variar.
Dedicado: a
ter_killer que para algo es su reto. Espero que te guste.
Notas: No ha quedado exactamente como queria pero espero que cumpla el reto ^^ Ante todo espero que os guste y eso ^^
Imaginar no es cosa de sabios.
Aquel día Arthur se sentía especialmente irascible. Quería convencerse de que aquello no tenía nada que ver con las últimas desapariciones de Merlín, pero no podía sacárselo de la cabeza. Desde hacía más de un mes su criado personal decidía desaparecer después de la comida y no llegaba hasta el desayuno. Aquello le sacaba de quicio. Además, las veces que le había preguntado a Gaius por el chico, éste le había dicho que estaba recogiendo hierbas para él.
Una vez valía, dos hasta lo comprendía; ¿pero todos los días desde hacía más de dos semanas? No pensaba que el físico necesitase abastecer su despensa tan a menudo. Por eso mismo empezaba a ver las desapariciones de Merlín con suspicacia. El chico mantenía la misma versión que Gaius, pero Arthur no era tonto.
Le observaba por las mañanas cuando volvía a su servicio y había algo en él que no le hacía gracia. El chico volvía lleno de energía y sonriente y cuando Arthur le preguntaba por lo que había hecho ayer se mostraba reticente a contestarle. Aquello comenzaba a exasperarle mucho.
Y lo peor no era que Merlín le estuviese mintiendo a saber por qué motivo. Lo peor es que, ante la poca información, su cabeza comenzaba a idear tramas surrealistas en las que Merlín sufría chantaje a manos de un mercenario para hacerle ungüentos y pasaba por a que podía tener una romance con alguna chica del pueblo. O quizás con algún chico.
Porque esa posibilidad existía. Por más que quisiese olvidarlo aún tenía presente a aquel chico cuyo nombre no quería recordar que había vivido en la aldea de Merlín, con el cual el chico guardaba una gran amistad. Le costaba admitirlo, pero no le gustaba aquella posibilidad. Merlín enamorado de un chico. Si alguien se enteraba le harían torturar y matar por su comportamiento antinatural. Y una parte de su ser, una gran parte de su ser, no quería que aquello sucediese.
Así que allí estaba. Recién levantado y tan cabreado con Merlín y consigo mismo que podía matar sólo con la mirada. Mirada que tuvo que soportar el joven criado en cuanto entró por la puerta con el desayuno de su príncipe.
-“¿Dónde has estado Merlín?”-le preguntó sin dejarle tiempo de poner la bandeja con su desayuno sobre la mesa. El chico arqueó las cejas confuso.
-“Pues… en las cocinas buscando vuestro desayuno, ¿Por qué mi señor?”-Arthur frunció el entrecejo ante aquella respuesta.
-“No me refiero ahora, me refiero a todas las malditas tarde de este último mes en las que has desaparecido sin motivo.”
-“Ya os lo dije. Estaba en el bosque recogiendo hierbas para Gaius.”
-“¿Todos los días? ¿Acaso Gaius utiliza toda su bien provista despensa cada vez que elabora un ungüento? Lo dudo mucho. ¿Por qué insistes en mentirme Merlín?”
-“No os miento, mi señor. He ido al bosque cada día a por hierbas. Algunas sólo se consiguen determinados días y a veces simplemente se necesitan más de unas u otras.”
-“No te creo, Merlín. Y por eso mismo hoy no vas a dejar el castillo en todo el día. Voy a tenerte muy vigilado que lo sepas. Si estás haciendo algo prohibido lo descubriré”-amenazó el príncipe totalmente serio.
Merlín tan sólo pudo asentir con la cabeza. Aquello era estúpido. No podía decirle simplemente a Arthur que, la gran mayoría de los días, iba a lo profundo del bosque a practicar con su magia para poder aumentar sus poderes y poder defenderle contra los posibles problemas que llegarían. Simplemente no podía hacer esa confesión y condenarse para siempre. Por eso mismo simplemente guardó silencio y procedió a hacer sus tareas como siempre.
Sin embargo, a media tarde echaba de menos esos momentos de libertad absoluta dentro del bosque en los que practicaba con su magia, la sentía recorrer su cuerpo y la liberaba sin ningún impedimento. Se sentía tan libre en esos momentos que se sintió frustrado por no poder ir como cada día y ejercitarse libremente.
Suspiró derrotado mientras terminaba de limpiar la armadura de Arthur mirando por la ventana su anhelado paraíso. Y fue, en ese momento, cuando el príncipe decidió regresar a su habitación y encontrarle pensando en su bosque. El rubio frunció el ceño enfadado y decidió atacar sin piedad.
-“¿Suspiros de amor, Merlín?”-le preguntó sacando de su burbuja al joven mago.
-“Eh, no; para nada, señor. Tan sólo estoy algo cansado.”
-“Ya… qué cosas, normalmente cuando realizas tus tareas nunca te sientes tan cansado como hoy, ¿no?”
-“Bueno… no todos los días son iguales.”
-“¿Seguro que es eso, Merlín? Porque no acabo de creérmelo.”
-“Os lo aseguro, señor. Tan sólo estoy algo cansado.”
Durante unos minutos ninguno dijo nada. Tan sólo se miraron intentando adivinar cuál era el próximo movimiento que harían. Sin embargo, nada ocurría y Arthur comenzó a perder la poca paciencia que le quedaba. Se acercó a la mesa en cuatro zancadas y cogió a Merlín del hombro apretándolo con fuerza al girarlo. El chico puso una mueca de dolor ante dicha acción.
-“Deja de mentirme, Merlín y dime la verdad.”-éste tan sólo se quejó por el dolor sin contestar a su pedido.-“Soy el único que puede ayudarte si estás en problemas, Merlín. Y sé que estás en problemas. Cuéntamelo y encontraremos una solución.”
-“No sé de qué habláis. Yo no estoy en problemas y no necesito contaros algo que no existe. Dejadme seguir trabajando en paz.”
La rabia y la impotencia empezaban a nublar el cerebro del joven príncipe que estaba acostumbrado a dejarse llevar por sus instintos tanto en el campo de batalla como fuera de él. Sabía de sobra que Merlín estaba mintiéndole, pero no sabía cómo podía hacer para que confesase qué era lo que sucedía. Estaba frustrado a cada minuto que pasaba y empezaba a perder la paciencia.
-“Merlín, con esa actitud sólo consigues que desconfié más de ti.”
-“¿Qué actitud? No he hecho nada malo. Tan sólo voy a recoger hierbas al bosque.”
-“Mientes y lo sabes. Hay algo más detrás de toda esta historia. Tú lo sabes, yo lo sé; por qué demonios te empeñas en seguir negándolo.”
-“De verdad que estáis perdiendo la cabeza. No hay nada más detrás de mis visitas al bosque. Tan sólo son eso: visitas al bosque.”
-“Ya… ¿pero para qué? ¿Con quién te ves en el bosque con tanta asiduidad?”
-“¿Perdón?”-la cara del moreno era un poema. ¿Verse él con alguien en el bosque? Como no fuese con una ardilla. ¿Entonces todo aquel jaleo era porque Arthur pensaba que tenía un romance con alguien? Era tan estúpido que casi le dieron ganas de reírse. Bueno, realmente comenzó a reírse a carcajada limpia tras el estupor inicial.
Arthur sintió como la vergüenza pasaba a ser rabia al ver a Merlín reírse tan ligeramente. ¿Es que no entendía su preocupación? Era un desagradecido con todas las letras. No debería siquiera importarle lo que le pasase.
-“Ya vale de risitas, Merlín. Yo que lo hago como un favor hacia ti para que no te ahorquen o algo peor.”
-“Sí, claro. Lo que pasa es que estáis muerto de curiosidad.”-repuso con una sonrisa pícara.-“De verdad que no os entiendo. No he hecho nada que haga pensar eso de mí y además si voy al bosque es simplemente por encargo, no por otra razón. ¿Por lo tanto no entiendo a qué viene tanto alboroto por mis excursiones?”
-“¡Estoy preocupado por ti, idiota! ¿Qué pasaría si te encontrases con ese chico en medio del bosque haciendo sabe dios qué?”-gritó histérico el rubio. Merlín se le quedó mirando confuso durante unos instantes.
-“¿Perdón? ¿De qué chico habláis?”
-“Del chico con el que te ves en el bosque.”
En aquel momento fue cuando Merlín no supo exactamente qué pensar de toda aquella situación. ¿De verdad pensaba Arthur que él se veía con un chico en el bosque todos los días y mantenían una relación amorosa? Todo aquello era tan ilógico que ni siquiera atinó a reírse en la cara del príncipe. Sobre todo porque éste parecía completamente convencido de que esa era la razón de sus desapariciones.
-“Arthur… ¿de verdad piensas que yo tengo una relación amorosa con otro hombre?”
-“Claro, ¿Qué más si no puede ser?”
-“Esto es estúpido. Tenéis una imaginación desbordante, señor. Yo tan sólo voy al bosque a por raíces y a pasear. No tengo ninguna relación amorosa con nadie, ni chica ni chico y me gustaría que dejaseis de pensar esas cosas de mí. Pensaba que me conocíais algo mejor.”
El joven mago parecía realmente sincero cuando contestó a aquella acusación y, además, ligeramente cabreado y decepcionado. Arthur tan sólo pudo asentir sin saber qué decir. No iba a disculparse, no estaba entre sus costumbres, pero sentía que tenía que decir algo.
-“Bueno… supongo que me extralimité con mis suposiciones.”
-“Sí. Decididamente así es.”
Y sin más Merlín volvió a sus tareas dejando a un afectado príncipe sumido en sus pensamientos. De alguna manera, Arthur sentía que había algo que se le escapaba, pero no sabía qué podía ser. Además tampoco quería volver a hacer suposiciones porque estaba claro que se equivocaba bastante a menudo.
Sin saber qué pensar se sentó a revisar unos papeles de su escritorio más relajado ahora que ya tenía la verdad dicha de los labios de Merlín. Casi hasta se sentía más ligero como si un gran peso se hubiese desprendido de sus hombros.
Que ahora que lo pensaba, ni siquiera sabía por qué había estado tan intranquilo con las desapariciones de su criado. Y menos aún entendía por qué aquel peso se había ido justamente cuando Merlín negó categóricamente tener ninguna relación amorosa. ¿Acaso ahora no quería que el chico tuviese una vida?
No se entendía ni a él mismo, pero tampoco era momento de ponerse a pensar en ello. Había conseguido sacarle la verdad a Merlín y poco le importaba pensar en otras cosas.
Lo que Arthur no sabía es que ni había conseguido sacarle la verdad a Merlín, ni había conseguido aclarar realmente nada.
Después de todo, tan sólo había seguido a su imaginación que le había jugado una mala pasada.