Mar 04, 2008 19:08
Tralalala. He pasado el primer momento. Espero no haberme ido mucho de mambo. Es difícil escribir sobre Gabrielle, porque se sabe prácticamente nada sobre ella. Espero que lo disfruten.
Fue la juventud
la que con su gorro azul
te llevaba en bicicleta
por el Monte Gurgul
“La chica del gorro azul” - La Oreja de Van Gogh
Momento 17: Viaje
- Neville- La joven le pasó los brazos por el cuello al susodicho.- no hace falta que te preocupes tanto. Es solo un día de campo. ¡No es como si nos estuviéramos yendo un mes al Himalaya!- Gabrielle rió de su propia ocurrencia.
Neville meneó la cabeza y no pudo menos que sonreír al verla tan llena de energía y vitalidad. Le encantaba los sentidos (en todos los sentidos) y era consciente de que, si ella se lo pidiera, se iría a pasar una temporada a Liberia con solo una cantimplora de agua. Pero eso no le impidió seguir metiendo parsimoniosamente diversos objetos en la canasta. Gabrielle se dejó caer en el sillón, con un revuelo de la falda de su vestido blanco.
- ¡Oh, Nev! - Suspiró.- ¡Eres tan condenadamente pragmático! Le quitas todo el encanto a la vida.
Él no levantó la vista para contestar.
- Que tu seas etérea y pases por la vida flotando no significa que no sea bueno que al menos yo le vea el aspecto práctico a las cosas.
La rubia sonrió. Se puso de pie, lo abrazó por la espalda y se apretó fuertemente contra él. Frotó su nariz contra su cuello, entrecortándole la respiración, antes de decir sensualmente en su oído:
- ¿Te parece que soy etérea?
Neville intentó normalizar su timo cardíaco, pero le fue imposible. Le encantaba mirarla, era un regalo para los ojos de cualquiera, pero a veces se sentía temeroso de tocarla. Se imaginaba diez veces más alto, más fuerte, más pesado y más viejo que ella. Se abstenía de tocarla, porque a veces pensaba que la estaba contaminando. Pero cuando ella lo tomaba por asalto con todo el peso de su devastadora feminidad, nada de eso importaba. Alborotaba cada célula de su cuerpo, tiraba por tierra todas sus defensas, y no podía pensar en la hipotética posibilidad de estar siendo nocivo para ella. Porque no podía pensar.
- ¿Eh Neville? - Las manos de él se crisparon al sentir la lengua de ella en el lóbulo de su oreja, y dejaron caer un frasco de mermelada, que se estrelló contra el suelo rompiéndose en mil pedazos. A ninguno de los dos pareció importarles.- ¿No soy abrumadoramente real?
Neville la apartó y se dio vuelta. Había ciertas cosas que un hombre no podía tolerar sin reaccionar. La mano de la mujer que lo enloquecía deslizándose por su abdomen más y más abajo era una de ellas. Y Neville era un hombre. La obligó a retroceder hasta que cayó en el sillón. El vestido blanco y la melena rubia en franco desorden, los ojos azules brillando de picardía.
- ¿Y nuestro día de campo, Nev?
Él gruñó mientras le llenaba de besos el esternón.
- Puede esperar.
- Pero lo haremos, ¿no es cierto?- Preguntó ella respirando entrecortadamente.
El joven levantó la cabeza con los ojos brillantes.
- Solo si te pones para mi el sombrero del colegio.
Ella rió con su risa cristalina y tintineante. Estiró los brazos, lo tomó por los hombros y lo tumbó completamente sobre ella.
- El uniforme entero, si quieres.
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Y eso, pensó Neville, era la verdadera vida. El Universo podía estallar en ese preciso instante en luces y humo, y él no sería más feliz que en ese momento, con las manos de Gabrielle aferrándose firmemente a su cadera, el cabello rubio tiernamente apoyado contra su espalda, cantando una canción popular en francés, mientras él pedaleaba rumbo al campo. Se dijo a si mismo que jamás había imaginado esa vida para él, ese viaje dionisiaco hacia la felicidad con esa hada rubia con un sombrero azul.
¿He mencionado ya que adoro a esos dos?^^ Bueno, los adoro. Me voy a entrenar, vidas mias. Comenten lindo.
Lean, escriban, sueñen, amen, sonrían
Estrella
gabrielle/neville