Bleach Fic: "Espejito, espejito" [Ulquiorra vs Byakuya, CRACK!] Parte 1

Mar 11, 2009 11:08

Título: "Espejito, espejito."
Fandom: Bleach
Tema: #3.Espejo roto (tabla: Supersticiones, crack_and_roll)
Claim: Ulquiorra Schiffer
Personajes: Ulquiorra, Byakuya, Ichigo, Orihime, Ishida.
Pairing: Ulquiorra/Byakuya (Ulquiorra/Orihime, Ulquiorra/Ishida, Ichigo/Rukia, Ichigo/Grimmjow)
Rating: T, PG-13
Género: crack!, humor, parodia
Advertencias: insinuaciones yaoi, crack! absoluto, OOC, ridiculez y absurdez en general. Spoilers de la resurrección de Ulquiorra, Ulquiorra POV
Palabras: 9263 (DIOS! x_X)
Link a fanfiction.net: http://www.fanfiction.net/s/4916382/1/

Resumen: ¿Cómo sería la pelea entre Ulquiorra y Byakuya? Desde luego sería la pelea más tranquila de la historia. Quizás Ichigo debería haber advertido antes a Byakuya de que como le diera conversación a Ulquiorra estaba perdido.

Me ha quedado muy largo y he tenido que dividirlo en dos partes >_<

N/A: ¡Nuevo one shot de Bleach! Y OH DIOS, me ha quedado TAN largo... que no me he dado cuenta hasta ahora x_X, pero espero que al menos se os haga ameno porque desde luego esto NO es un fic serio, es un fic totalmente Crack, absurdo y sin ningún sentido XD. Y tengo que aclarar que los personajes están OOC pero este fic es una parodia y si no estuvieran un poco OOC y no exagerara sus personalidades y reacciones, no tendría la misma gracia XD.

Que conste que todos los personajes que aquí aparecen los quiero muchísimo (ya sabéis lo mucho que adoro a Ulquiorra ¿no?) pero me he reído mucho de ellos, pero MUCHO XD, así que cuando lo leáis no penséis que tengo algo contra X personaje porque no es verdad. Todo sea por el crack XD.

Este fic surgió a partir de un reto que me pidió taigrinen la comu de bleach_sp, ella me pedía un fic que narrara cómo sería la pelea entre Ulquiorra y Byakuya, jejejeje, admito que la idea me pareció muy divertida XD. Aparte de eso, también forma parte de la tabla “Supersticiones” de crack_and_roll, una tabla en donde tengo que emparejar a Ulquiorra con 5 personajes distintos y esta vez le ha tocado a Byakuya.

Contiene shonen-ai ligerito, más bien insinuaciones en plan coña, nada de lo que asustarse, vamos. Confieso que el Ulquiorra/Ishida es una de mis fantasías secretas ^^ y espero escribir algo serio sobre esa pareja.

Disclaimer: Bleach pertenece a Tite Kubo y yo no gano nada escribiendo esto T___T Si Bleach me perteneciera Ulquiorra y Orihime tendrían 293834 hollowcitos e Ichigo se habría casado en matrimonio con Grimmjow en Las Vegas después de una borrachera.

Pues nada ¡espero que os guste! ^o^

ESPEJITO, ESPEJITO.

La pelea contra ese molesto Shinigami de pelo naranja había terminado y no soy capaz de recordar una pelea con más contratiempos que esa en toda mi vida. Allí no paraba de aparecer gente, y aunque no se notara, eso me pone muy nervioso. No me gusta que me interrumpan ni que me metan prisa cuando hablo, mucho menos que todo el mundo decida entrometerse cuando estoy luchando.

Cuando creí que por fin tenía paz y tranquilidad fuera de la bóveda de Las Noches, el Quincy y la mujer pensaron que sería buena idea acudir a donde el Shinigami y yo estábamos peleando. No sé muy bien qué pudo llevarles a tomar esa decisión, ya que era evidente que aquello era un asunto entre Kurosaki y yo y no íbamos a permitir más interrupciones. Probablemente se debiera a que querían admirar de cerca mi forma liberada, y no les culpo, si yo hubiese estado en su lugar también habría hecho lo mismo. O quizás se debiera a que desde abajo la visión era demasiado perturbadora. Tal vez eso explique por qué la mujer no era capaz de articular palabra y estaba totalmente ruborizada cuando llegaron adonde yo estaba. Aunque lo que no entiendo es por qué al Quincy parecía sucederle lo mismo. En principio, ver a un hombre con túnica saltando de aquí para allá sin ropa interior debería resultarle repugnante.

Ah, claro, ahora recuerdo que conoció a Szayel, eso lo explica todo. Pero esa es otra historia.

La cuestión es que para entonces yo ya había derrotado al Shinigami, que yacía sobre un montón de escombros, hecho polvo y con demasiada poca ropa como para resultar decente, y los curiosos, humanos incomprensibles, pensaron que era mucho más acertado acudir en la ayuda de su amigo que en plantarme cara.

Mucho mejor para mí, pensé, ya que una especie de sudor frío y cierta inquietud empezaba a apoderarse de mi cuerpo, claro indicativo de que era la hora del té. Por culpa de Aizen-sama y sus raras manías, me había vuelto adicto a esa bebida y comenzaba a sufrir de síndrome de abstinencia por falta de excitantes.

Antes de marcharme en busca de mi té, reparé en algo que debía haber previsto: la mujer estaba curando al Shinigami con su poder.

Qué gran novedad, léase con tono irónico.

Había derrotado al Shinigami pero lo había dejado vivo. Aizen-sama me había pedido que cuidara de la mujer y que nada malo le sucediese, y yo puede que no entienda mucho de sentimientos humanos pero por lo menos llego a comprender que si Aizen-sama volviera y se encontrara a la mujer en shock profundo por la muerte de su querido amigo, podría echármelo en cara. Y yo no seré otra cosa, pero obediente soy el que más y no me pensaba arriesgar a que Aizen-sama me castigara o me tachara de incompetente.

Antes de que tuviera tiempo de curarle completamente, detuve el proceso de sanación para llevarme a la mujer de vuelta conmigo y evitar que Kurosaki tuviera las fuerzas suficientes para volver a interponerse entre el té y yo. Si ya le fue difícil hacerme frente estando sano, menos aún podría hacerlo estando herido y enfrentándose a mí con los nervios de punta por falta de teína.

El motivo por el cual el Quincy no hizo nada por enfrentarme sigue siendo un misterio, pero puedo asegurar que la manera en que me miraba era parecida a la manera en que miraba el cuerpo semidesnudo de Kurosaki, y eso no me gustó nada. Aún así, preferí dejárselo a Yammi para que se entretuviera cuando fuera capaz de subir desde quién sabe cuantos pisos más abajo, y así dejara de perseguirme como lo hace siempre. Con un acosador ya tengo suficiente y no quería a un Quincy engrosando esa molesta lista.

Así que cogí a la mujer, (cuyo vestido estaba seductoramente desgarrado mostrando sus sensuales redondeces, por cierto. Ese hecho me inquietaba, no sólo por su proximidad, sino porque el Quincy prefiriera mirar a Kurosaki o a mí antes que mirar lujuriosamente a una joven voluptuosa como Orihime) y sin mediar palabra, me la llevé de vuelta a Las Noches. Ni que decir cabe que para volver a entrar en el palacio tuve que volver a mi forma normal, bastantes destrozos tenía ya el pobre palacio como para que yo, con el arrollador reiatsu y las alas incontrolables de mi forma liberada, causara más devastación en él.
Mis alas son tan grandes que a veces resultan incómodas, una vez tiré con ellas un jarrón sin darme cuenta y desde entonces Aizen-sama prohibió que los cuatro primeros Espada liberáramos dentro del palacio. Lo hice sin querer, pero es que sólo a Ichimaru-sama se le ocurriría algo tan macabro como poner las cenizas de su abuela como decoración en la sala de reuniones.

En fin, me llevé a la mujer conmigo, dispuesto a tenerla entretenida mientras me tomaba mi té. Su poder es muy útil y pensaba aprovecharlo para restaurar Las Noches antes de que Aizen-sama volviera y se lo encontrara en tan pésimo estado. Que luego no pudiera decirme que me puso a cargo de Las Noches y se lo devolví ruinoso, pero claro, esta gente viene aquí a dar por saco y como no es su casa no les importa destrozarlo todo y claro, luego soy yo quien tiene que rendir cuentas con Aizen-sama…

Estaba yo pensando qué sería lo primero que iba a mandar arreglar a la mujer cuando noté una presencia sospechosa. Y no, no eran Kurosaki y el Quincy, que me seguían por alguna extraña razón (aunque sospecho que el Quincy me estaba mirando el culo descaradamente cuando me di la vuelta). No, no eran ellos dos, era otra persona.

Otra persona. Maldición. ¿Por qué todo el mundo parece acordarse de mí cuando es la hora de tomar el té? ¿qué he hecho yo para merecer eso? ¿es que toda la gente que había en Hueco Mundo pretendía encontrarse conmigo e interrumpirme una y otra vez?

El inoportuno visitante resultó ser un Shinigami y por su haori blanco, supuse que era un capitán.

-¿Adónde crees que vas, Arrancar? -preguntó con una voz grave, pausada y sensual que me recordó a la mía.

Genial, por si fuera poco, ahora tenía a un capitán de la Sociedad de Almas haciéndose el chulo conmigo. Ya me lo advirtió Zommari cuando me leyó el horóscopo sin que yo se lo pidiera: el peor día de la semana para los Tauro es el miércoles. Pero como yo no creo en esas tonterías, no le hice el menor caso.

-A matarte -respondí yo, cambiando de planes rápidamente. Estaba claro que tenía que hacerlo, yo no tengo la suerte de que me dejen irme en medio de una pelea a tomar el té y luego volver como si tal cosa. Esas cosas sólo le pasan a Szayel.

-Hum -murmuró el nuevo Shinigami en una especie de risa ahogada extraña.

No le vi demasiado sorprendido, incluso diría que mi provocación le gustó, pero desde luego no fue porque lo exteriorizara. Viendo a aquel tipo, entendí por qué la gente decía que yo era inexpresivo.

Me quedé observándole un momento, esperando a que se decidiera a atacar o algo, pero él también parecía estar evaluándome.

Aunque soy hombre y heterosexual (pese a que gente como Grimmjow y Nnoitra se empeñen en decir lo contrario simplemente porque no me he tirado a la mujer. Es porque son unos envidiosos que sólo son capaces de pensar con la entrepierna. Y si la mujer y yo no nos hemos acostado no ha sido por falta de oportunidades sino porque Aizen-sama me pidió que la protegiera y eso incluye su virginidad) debo admitir que aquel Shinigami era atractivo. Era alto y delgado, con un pelo bonito aunque llevara unos adornos horrorosos, tenía estilo y era elegante, una voz bastante sexy y un rostro muy agraciado. Vamos, en ese momento pensé que así sería yo si fuera un Shinigami. Un poco turbado por mi pensamiento, decidí buscar una segunda opinión, por si acaso yo tuviera un gusto un poco raro. Y miré buscando respuesta en mis espectadores.

La mujer, evidentemente me miraba a mí. Aunque si yo le gustase, también debería gustarle el Shinigami ya que somos del mismo estilo. Quizás al Shinigami ya lo tuviese muy visto y no le llamase la atención.

Kurosaki miraba al Shinigami, pero nada parecía indicar que lo estuviera haciendo con dudosas intenciones.

Así que sólo me quedaba el Quincy. Y éste, seguía mirándome el culo. Por lo que me cambié de sitio para negarle el espectáculo.

En definitiva, nadie de los presentes excepto yo, parecía haber advertido la belleza del Shinigami, pero yo tenía a dos personas mirándome así que el resultado provisional era:

Ulquiorra: 1 Shinigami: 0

Ni siquiera sé cuanto tiempo pasó, lo que sé es que fue mucho. Seguíamos mirándonos sin decir nada, y no suele preocuparme lo que los demás opinen de mí, pero nunca me había sentido observado tan atentamente y tenía curiosidad por saber cual sería el juicio del Shinigami acerca de mí. Me di cuenta de que había pasado demasiado tiempo y que ninguno reaccionábamos cuando sentí algo raro en mi pierna.

Miré de soslayo para descubrir que Kurosaki llamaba mi atención disimuladamente con una ramita sacada de quién sabe dónde.

-Tsss, tsss -siseó entre dientes, dirigiéndose a mí en voz baja-. Si quieres que reaccione, dile Byakuya, de lo contrario es capaz de quedarse en trance bastante rato.

Me dieron ganas de darle una patada y meterle la rama por el agujero, y no precisamente por el de Hollow, pero tampoco ganaría nada con eso. Ya había derrotado a Kurosaki y ahora mi oponente era el otro Shinigami. En principio pensé que esa palabra, Byakuya, podría tratarse del último insulto de moda en la Sociedad de Almas, ya que era algo que no había oído nunca, además de que concordaba con la explicación de Kurosaki. Normalmente la gente reacciona cuando se les dice cosas que no les gustan. Aunque claro, a mí ya es difícil que algo me haga reaccionar, estoy tan acostumbrado a escuchar tantas estupideces a lo largo del día que es casi imposible que algo me sorprenda. Vivir con Nnoitra hace que incluso la más pervertida de las guarrerías te acabe pareciendo lo más normal del mundo.

Decidí que no perdía nada con intentarlo, total, tenía prisa y si de ese modo el Shinigami reaccionaba o incluso se molestaba tanto que sacaba directamente su bankai, mucho mejor para mí, antes acabaría.

-¿Tienes miedo, Byakuya? -pregunté yo.

Instantáneamente escuché sollozos a mis espaldas. Me volví y me encontré a la mujer haciendo pucheros, con lágrimas en los ojos y mirándome con rencor.

-¿Es que se lo dices a todos? ¡¡Yo pensaba que esas cosas sólo me las decías a mí!! -me recriminó.

Me quedé un poco pillado, la verdad. ¿A qué venía ese ataque de celos? No sabía qué decir ni qué hacer pero me di cuenta de que más me valía tener tacto con la mujer si no quería que Aizen-sama se la encontrara en shock profundo y me despidiera. Una vez que uno se acostumbra a los lujos de Las Noches, vivir en el desolado Hueco Mundo, y a la intemperie, se haría muy cuesta arriba.

Me fijé en que el Shinigami miraba la escena con una mezcla de sorpresa e incomprensión. Bien, por lo menos no era yo el único que no entendía nada. En seguida el Quincy se apresuró a aclarar, con la mujer llorando sobre su hombro. Pero no se dirigía a mí, sino al Shinigami.

-Parece que sufre un caso agudo de Síndrome de Estocolmo.

Esa respuesta pareció satisfacer al Shinigami, aunque a mí no demasiado. Nota mental: consultar la enciclopedia de Szayel acerca de qué demonios es ese Síndrome. Aún así me alegró ver que por fin el Shinigami reaccionaba, al final el consejo de Kurosaki había dado resultado, aunque no del todo como yo esperaba.

-¿Se puede saber de qué parte estás, Kurosaki Ichigo?- preguntó el Shinigami, bastante molesto, e incluso podía atisbar cierto tic nervioso en su ojo izquierdo.

Pasando de mí olímpicamente.

-De la tuya, por supuesto, Byakuya -dijo Kurosaki, recalcando el “Byakuya” con notable soniquete.

El enano repelente parecía estar pasándoselo bien y todo, el muy cabrón.

-Te recuerdo que tanto para ti-el hombre moreno interrumpió momentáneamente la frase para ahora (¡Oh sí sí, estoy aquí!) dirigirse a mí también, aunque en su tono de voz se traducía cierto hastío- como para ti, soy el Capitán Kuchiki.

¡Ajá! Ahora lo comprendía todo. Kuchiki… O sea, que el atractivo Shinigami era hermano de una de los nakama de la mujer. Observé con detenimiento el modo en que ambos se miraban y mi ojo que todo lo ve captó al instante la tensión generada en ellos. Era tan evidente que me dio hasta vergüenza no haberme dado cuenta antes. Si es que yendo con prisas no se pueden hacer las cosas como Aizen-sama manda.

-Entiendo -apunté yo-. Así que éste pretende a tu hermana pero, lógicamente, no estás de acuerdo con que ella se relacione sentimentalmente con alguien de su calaña.

Byakuya me miró, igual de molesto que antes, soltando un bufido, pero acabó dándome la razón.

-Al menos veo que Aizen os ha dotado con buen juicio -dijo el tal Byakuya.

-¡¿PERO QUÉ COÑO ESTÁS DICIENDO?! -me espetó el Shinigami sustituto, reponiéndose del momentáneo estado de shock -¿DE DÓNDE TE HAS SACADO ESO? ¿qué sabrás tú? ¿Rukia y yo? No me hagas reír, oh, por favor, ¡¿RUKIA?!

-Es lo que ella me dijo, a mí no me preguntes -respondí encogiéndome de hombros y señalando a la mujer.

-¡INOUE! -reprochó dolido el enervado adolescente-. Yo aquí partiéndome el pecho por rescatarte y ¿tú te dedicas a contarle cotilleos absurdos al enemigo? Si llego a saber que te lo estabas pasando tan bien, me quedo en mi casa.

-¿Y qué querías que hiciera? Él ha sido quien ha estado a mi lado todo el tiempo. Mis conversaciones con Ulquiorra eran lo único que me mantenían con esperanza en este horrible lugar -argumentó la mujer, antes de volver a hundirse en un mar de lágrimas sobre el hombro del Quincy.

-¿Veis? Claro Síndrome de Estocolmo -comentó el Quincy.

-No te quejes tanto -murmuró Kurosaki con el ceño fruncido-. No lo habrás pasado tan mal cuando has cogido unos cuantos kilos. No hay más que verte el culo para saberlo.

Eh, aquello ya estaba pasando de castaño oscuro e iba a tener que tomar cartas en el asunto. ¿Tan estúpido era ese Shinigami como para no saber que el tema del peso es algo tabú en las mujeres y que jamás se debe hacer alusión a ello de forma negativa? Vamos, si eso lo sé hasta yo, que soy un Hollow sin alma ni sentimientos.

-Como vuelvas a abrir la boca y a hacer llorar a Orihime, seré yo quien te parta el pecho, pero con mi lanza para servirte como brocheta de Shinigami en el Bosque de los Menos -advertí.

Al fin conseguí que se callase. Tragó saliva asimilando lo gráfico de mi amenaza. Entretanto, al Capitán Shinigami sólo le faltaba aplaudirme, sin lugar a dudas compartía mi misma opinión acerca de Kurosaki.

-Me alivia saber que no es maleducado e insolente sólo conmigo -dijo Byakuya.

-Además de arrogante e impertinente -añadí yo.

-Cierto, eso también -me apoyó Byakuya.

-¿Vosotros dos no ibais a pelear? ¿o es que ahora os vais a aliar para criticarme delante de mis narices? -se quejó el menos indicado.

-¿Tú no estabas moribundo? Pues cállate -comentó Byakuya, y ahora era yo quien tenía ganas de aplaudirle por haberme quitado las palabras de la boca. Kurosaki obedeció con un mohín de disgusto. Una vez todo se hubo calmado, el hombre volvió a dirigirse a mí-. ¿Por donde íbamos?

-No íbamos por ningún sitio -aclaré, encogiéndome de hombros, ya que ni siquiera habíamos empezado a pelear. Estábamos evaluándonos mutuamente cuando Kurosaki nos interrumpió.

-Bien, empecemos pues.

Casi suspiro aliviado al oírle. ¡Necesitaba mi té! Y para colmo mi estómago empezaba a hacer ruidos extraños por culpa del hambre. Y eso no beneficia en absoluto a la hora de crear una atmósfera propicia para la lucha.

Sentí cómo mi adversario concentraba su reiatsu para intimidarme pero sin actuar ni decir nada. Decidí hacer lo mismo, aún sabiendo que no podría aumentarlo al máximo sin causar destrozos a mi alrededor, tal vez eso fuera suficiente para disuadirle de pelear y terminar cuanto antes toda aquella espera interminable.

Para colmo, seguía observándome escrupulosamente. Al principio pensé que trataba de averiguar algo sobre mi poder a partir de mi reiatsu, pero al cabo de un rato me di cuenta de que eso era absurdo. Nadie necesita tanto tiempo para hacerse una idea de la fuerza del adversario. Entonces me percaté de que me estaba mirando de forma rara. El tío no reía, en ese aspecto somos iguales, pero su expresión estaba poniéndome realmente nervioso. Me miraba con desdén y cierta diversión. Estaba seguro de que si ese tío fuera de los que se reían, estaría riéndose en toda mi cara. Y esas cosas me tocan los cojones seriamente.

Empecé a preguntarme qué sería eso que encontraba tan gracioso en mí. Partiendo de la base de que yo no soy gracioso, debía haber otra razón. Y en cuanto a mi físico soy bastante normalito, es decir, no soy ni bajo ni alto, ni gordo, ni llevo gafas, ni tengo acné, tampoco tengo los dientes mellados, ni orejas de soplillo y soy lo bastante adulto como para haber superado la fase en que te sale una ridícula pelusilla en el bigote. Entonces caí en la cuenta de que si no era algo acerca de mi físico en sí, debía ser algo relacionado con él pero de forma externa.

Inconscientemente me miré la ropa para comprobar que no tenía ningún lamparón en ella, eso sería ridículo. Me relamí los labios por si acaso tuviera manchas de tomate en la comisura de la boca o tuviera un bigotillo de leche reseca del cola cao del desayuno. Me toqué la cabeza con temor a que se me hubiera cagado un pájaro hollow. Me froté los ojos por si acaso tuviera legañas y por último, con disimulo me froté la nariz, vayamos a que tuviera un moco. Por suerte, no encontré rastro de comprometidas evidencias de esa índole en mi persona. Vamos, llego a estar yendo de aquí para allá con un moco en la nariz y la mujer no me dice nada y el castigo que le propinaría sería épico.

Sigue el camino de baldosas amarillas para la PARTE 2

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