Título: La Trilogía de Nueva York
Autor: Paul Auster
Editorial: Anagrama
Páginas: 344
Reseña: «Todo empezó por un número equivocado, el teléfono sonó tres veces en la mitad de la noche y la voz al otro lado preguntó por alguien que no era él.» Así comienza Ciudad de Cristal, primera de las tres novelas que conforman La trilogía de Nueva York. A Daniel Quinn, escritor de literatura policíaca, su interlocutor telefónico lo toma por un detective y le encarga un caso. Quinn, lejos de deshacer el malentendido, se mete en el papel que le han adjudicado y se ve envuelto en una historia repleta de enigmas, complicadas relaciones paternofiliales, locura y delirio.
El autor entreteje tres historias independientes que forjan mitos contemporáneos.
Paul Auster es un adorable embustero. En todos los libros que he leído de él siento que se burla del lector de manera inteligente y sutil, tanto que es como esos chistes que sólo entiende el autor. Esta trilogía no es la excepción.
Comenzó con Ciudad de Cristal, una historia algo lenta y densa en donde te sumerges en el laberíntico mundo que forja Auster, tanto en el libro mismo como literariamente, ya que la historia y la estructura de ella están diseñadas para que el lector se pierda en un sin fin de conjeturas. La historia es compleja, con personajes excéntricos, cargados de una soledad que no comparten y que por algún momento se topa con la de otro. Las imágenes y personajes que se describen me recuerdan a los cuadros de Hopper…
La segunda historia, Fantasmas, comienza a agarrar más vuelo. Como es más dinámica, se lee más rápido y no puedes dejar de pensar en el desenlace, que como toda obra de Auster resulta una vuelta de tuerca al lector y al propio personaje, que el autor se encarga de engañar. En ese sentido, pienso que Auster es un poco cruel burlándose así de sus personajes.
Y la tercera historia, La Habitación Cerrada, es la mejor. Esta trilogía fue como leer un libro in crescendo, comienza lento y parejo hasta esta historia, llena de misterios y personajes con los que te identificas. En esta historia se nota que Auster le tiene más cariño a sus personajes, los describe concienzudamente hasta que el lector se encariña con ellos. El personaje en off de Fanshawe es fascinante y caemos en sus lazos tal como cae el protagonista. Al final uno se ríe de cómo Auster teje esas redes especialmente para el lector (o sea, uno mismo), que termina tan sorprendido como el protagonista (¿El protagonista es el lector?)
En todas las historias hay elementos constantes: la búsqueda, el espejo, el juego del detective como autor y viceversa, el del protagonista con el lector, el final cortante y literal (los personajes anuncian su final a medida que la historia se acaba), las relaciones fraternales y casi homosexuales entre los protagonistas masculinos (sobre todo al final y en un sentido en que el hombre se ama a sí mismo), la presencia invisible de un personaje omnipotente que vigila/experimenta/rige las vidas de los personajes (¿El autor?), el sentimiento de opresión y fatalidad que se presiente desde el inicio y, sobre todo, el final abierto que nos deja pensando en la realidad de las cosas y las palabras, en el rol del autor en todo esto y cómo los personajes intentan revelarse inútilmente ante él, obteniendo el final dramático que cada uno obtuvo.
Un libro genial, sinceramente disfruté mucho la lectura y sin duda es el mejor de Auster que ha caído en mis manos.
Mi estantería