Autor:
cleuchi Fandom:
Freedom (RPG).
Pareja: Axel/Frieda.
Tema: 14. Bufanda.
Palabras: 180.
La presencia de Frieda era turbadora. Lo ocupaba todo, cada centímetro cúbico de habitación, expandiéndose a medida que las diversas colonias iban impregnando el ambiente y los desordenados montones de ropa se alineaban por el suelo. De vez en cuando, Axel se topaba con un sujetador con estampado de leopardo y puntilla rosa que su agradable compañera de habitación había dejado casualmente en su cama -no la de ella, sino la de él-, o su pie chocaba accidentalmente contra el frasco de pastillas contra la bipolaridad que solía dejarse olvidado en cualquier sitio y lo mandaba rodando al otro extremo del dormitorio.
Realmente turbadora.
Sin embargo, Axel no conoció el verdadero significado de la palabra ‘turbación’ hasta el día en que Frieda, con una cantidad de heroína mayor a la acostumbrada quemándole en las venas, salió del baño vestida únicamente con una bufanda que, a juzgar por la multitud de hilos que colgaban descoloridos, parecía haber tejido ella, se la desenrolló con cuidado del cuello y se la entregó, arrastrando con la voz una explicación que parecía ser ‘Toma. Es para ti’.
Autor:
cleuchi Fandom:
Freedom (RPG).
Pareja: Axel/Frieda.
Tema: 18. Eco.
Palabras: 562.
Llevaba un par de días actuando de una forma muy rara. Obviaba su presencia, no lo saludaba ni siquiera con una leve inclinación de cabeza y lo evitaba cuando él quería dirigirle la palabra. Esquivaba la realidad.
Hacía ya casi un mes que habían dejado de compartir lo que ellos llamaban celda, y Axel tenía la sensación de que todo lo que había ganado durante ese tiempo, lo estaba perdiendo poco a poco. Unos días más rápido y otros días más lento, la extraña relación que habían llegado a tener se le escapaba inexorablemente por entre los dedos.
Sabía que tenía que hablar con ella, aclarar las cosas, pedirle una explicación por su comportamiento. Jurarle que podían olvidar lo sucedido y volver a ser amigos, o tal vez retomarlo donde lo dejaron: tumbados sobre la cama, medio desnudos, los rayos de sol hendiéndoles en la cara, muda despedida sin adiós. Una mirada atrás por parte de él y ella, que se quedó en posición fetal sobre el colchón, tapada sólo por el aire y la vergüenza, rompiendo a llorar. Ni una palabra intercambiada desde entonces que no tuviera un propósito, un interés oculto detrás. Ni una conversación medianamente seria, como las que tenían las personas normales.
Claro que ‘normalidad’ y Frieda no podían ir juntas en la misma frase.
La siguió con ansia durante casi una semana, buscando la ocasión propicia para acercársele, apartarla del grupo de gente que solía rodearla a todas horas -Axel estaba seguro de que lo hacían para ‘protegerla’ de él-, arrastrarla a algún lugar alejado y hablar. Con calma, como las personas normales que no eran pero podían jugar a ser. Sí, eso haría.
Llegó la hora límite, la hora en que los internos debían regresar a las instalaciones del Sankt Fremont y dejar de vagar sin rumbo por el vallado patio. Algunos regresaban a los edificios arrastrando los pies, las manos en los bolsillos, refunfuñando. Unos cuantos, envueltos en la distorsionada bruma del colocón, se dejaban conducir como borregos en dirección a las respectivas habitaciones, donde se dejarían caer sobre las camas y alucinarían delirantemente durante horas. Otros, los menos, volvían contentos, algunos saltando y riendo, los demás con una simple sonrisa en los labios. Axel no pertenecía a ninguna de estas categorías.
Él era de los pensativos. Fruncía el entrecejo suave, imperceptiblemente, pero no arrastraba los pies ni escondía las manos en los bolsillos. Iba hilando mentalmente las palabras que le diría a Frieda, sin tomar en cuenta que, en cuanto la tuviese delante, se le secaría la boca en menos de medio segundo, comenzarían a sudarle las palmas de las manos y olvidaría de un plumazo todo su perfectamente redactado discurso.
- ¡Frieda! -gritó de repente, sin pensarlo, y casi pudo oír el eco de su llamada rebotando en cada pared, cada esquina y cada pasillo del reformatorio.-
La chica se volvió con lentitud, sin tambalearse ni tropezar con sus propios pies. Buena señal: al menos iba serena y podría comprender.
Tal vez no tan buena señal. Tal vez sería mejor que estuviese drogada, atontada, asintiendo a todo lo que él dijera como una cría pequeña.
- ¿Qué?
A Axel se le secó la boca en menos de medio segundo, comenzaron a sudarle las palmas de las manos y se le olvidó de un plumazo todo su perfectamente redactado discurso.
- T-te quedan muy bien esos pantalones.