Segundo fic del festival de las imágenes inspiradoras. Diagnosis murder.

Aug 14, 2015 17:55


Pues desde la tablet que hago la entrada para guardarme la prórroga para otro momento... sed comprensivos con la ortografía, que a veces el autocorrector es el enemigo.


Título:El bosque

Autor:yvarlcris

Fandom:Diagnosis Murder

Personajes/parejas:Steve Sloan / Jesse Travis; Mark Sloan

Clasificación y/o género:NR-16. Angst. Hurt/Confort.  Romance. Slash.

Advertencias:Repito el Angst,  porque sé que me voy a ganar el odio eterno de seelphy

Resumen:”No recordaba que le hubiesen disparado, pero, a decir verdad, no recordaba nada. Y es que era muy difícil concentrarse cuando la sección de percusión de la Sinfónica de los Ángeles está practicando en tu cabeza algo que, a juzgar por su intensidad, debía ser de Wagner”

Disclaimer:los personajes no me pertenecen, o la serie sería más larga y Steve y Jesse serían canon.

Le dolía todo.

Tanto que decidió no abrir los ojos, no queriendo en absoluto averiguar por qué todo lo que sentía era dolor ni dónde estaba.

No recordaba que le hubiesen disparado, pero, a decir verdad, no recordaba nada. Y es que era muy difícil concentrarse cuando la sección de percusión de la Sinfónica de los Ángeles está practicando en tu cabeza algo que, a juzgar por su intensidad, debía ser de Wagner.

Se concentró en lo que el resto de sus sentidos podía indicarle prescindiendo además de la vista, del gusto, ya que el sabor metálico que tenía en la boca le resultaba tristemente familiar como para mantener la calma y, de verdad, esperaba con toda su alma haberse mordido el labio o la lengua en algún momento y que ese sabor a sangre no fuese algo por lo que preocuparse.

Sintió bajo sus manos y su mejilla cómo la hierba le hacía cosquillas. Si no fuese por el hecho de que no podía encontrar una parte de su ser que no doliese, la sensación sería bastante placentera, unido el tacto de la hierba al olor a tierra mojada que invadía su olfato… junto con algo muy parecido al gasóleo, pero no había nada de romanticismo en eso.

Algo que recordaba era que había llovido mucho aquella semana.

Y eso lo dejaba en una nueva incógnita: ¿Qué hacía tumbado sobre tierra mojada?

A sus oídos llegaban los sonidos de aves, el rumor de las hojas mecidas por el viento, otros sonidos animales y un sonido parecido al de algo pesado quebrándose que decidió ignorar por el momento.

En definitiva, lo más probable era que estuviese en un bosque, y no conseguía recordar por qué.

No estaba de vacaciones, y, si lo estuviese, no era tan estúpido como para acampar al aire libre después de una semana de tormentas. Iría a aquellas cabañas tan acogedoras a las que había ido con Jesse.

El joven doctor había disfrutado mucho con aquel viaje, y él también, recordaba con una sonrisa indulgente, a pesar de haber acabado con un tobillo roto al resbalar cuando fue a buscar a un Jesse que había caído al río intentando recuperar la mochila que había dejado caer tras toparse con una culebra.

¡Jesse!

El policía recordó los hechos de la tarde de golpe. Habían ido a una zona muy alejada de todas partes, donde un hombre tenía retenidas a dos jóvenes. Jesse había insistido en entrar en el recinto con él y Steve le encomendó la tarea de sacar a las chicas de la casa mientras él buscaba al secuestrador. El hombre prefirió morir antes de caer preso y así lo manifestó antes de prender  fuego al lugar, atrapando al policía con él. Antes de que Steve pudiese sacar al secuestrador de ahí, el sitio se vino abajo.

Lo siguiente que vio fue a Jesse diciéndole que el MEDEVAC estaba en camino y que los demás estaban a salvo.

-¿Jess?- preguntó sin abandonar su lugar en el suelo. Al no obtener respuesta alguna, el policía hizo de tripas corazón y abrió los ojos. Resultó una terrible idea, porque la súbita luz provocó una explosión de dolor en su cabeza. A pesar de todo, Steve intentó incorporarse para buscar a su amigo. No había levantado ni dos palmos del suelo cuando el dolor se intensificó tanto que lo devolvió de nuevo a la inconsciencia.

Volvió a despertar al sentir unas manos que no dejaban de tocarle. Soltó un gruñido y fue recompensado con un suspiro de alivio.

-Gracias a Dios, Steve.

-¿Jess?

-Estoy aquí.

Con cautela, Steve abrió un ojo. Reinaba la oscuridad. Jesse se iluminaba con un tubo de luz química.

-¿Qué es lo que ha pasado?

-El MEDEVAC ha tenido un accidente. El piloto ha muerto y… no sé por dónde estamos - esto último lo admitió con culpabilidad, viéndose incapaz de ayudar. Steve abrió el otro ojo y se concentró en que la multitud de “Jesses” que giraban ante él se enfocasen en uno… no lo consiguió, pero al menos la cosa se quedó en dos, y a esas alturas era un avance. Levantó el brazo hacia donde calculaba que estaría la sien de su amigo.

-Tienes sangre. Déjame que vea eso.

-No es nada. No debes moverte.

-Jess…

-Tengo que atenderte, Steve. Se te derrumbó un edificio en llamas encima y el helicóptero que te evacuaba se ha estrellado. No creo que moverte sea seguro.

-No me servirás de nada si tienes una conmoción.

Jesse hizo una mueca, odiando cuando el policía le decía cosas lógicas como esa que no ayudaban a sus argumentos para que estuviese quieto.

-Escucha, Steve- dijo con suavidad-. No sé hasta qué punto estás herido, y no me voy a arriesgar a que intentes moverte y provoques una hemorragia o una lesión grave.

-Pues acércate a mí para que no tenga que moverme.

Jesse se acercó y Steve le tocó con suavidad. El doctor trató de luchar contra el escalofrío que le recorrió. No era momento para dejarse llevar por su enamoramiento imposible.

-¿Estás bien?- preguntó el teniente Sloan, preocupado.

-Sí.

-¿Qué pasa con tu brazo?

-Nada.

Steve resopló

-¿Está roto?

-No

-Jesse.

-Puede que sí, pero no es grave.

-Hay que hacer algo, seguro que en los restos del helicóptero hay algo para entablillarlo. Ayúdame a incorporarme y te ayud...

-¡¡¿NO HAS ESCUCHADO NADA DE LO QUE TE HE DICHO, STEVE?!!

El teniente hizo un gesto de dolor al penetrar los gritos del médico en su ya dolorida cabeza. Al momento, el joven estaba a su lado pidiendo perdón.

-No pasa nada, pero no grites, por favor. Tenemos que movernos si queremos que nos encuentren

-Cuando Mark vea que no estamos en el Community General, nos buscará.

-¿Cuánto llevamos aquí?

-Creo que alrededor de cuatro horas, pero los relojes se han roto. Y los teléfonos también.

-¿Y la radio baliza? Tiene que haber una en los restos del…

-Rota- Jesse se ruborizó al recibir la mirada de orgullo de Steve. Era como si el policía se sorprendiese de que el doctor le escuchase cuando le explicaba cosas como dónde localizar las cosas en caso de emergencias como aquella… como si no supiese que el médico prestaba atención a Absolutamente todolo que el policía le decía.

-¿Entonces?

-Solo queda esperar

-Podemos estar aquí días… al menos asegúrate de que me puedes sentar bajo aquellos árboles. No vamos a quedarnos en este claro esperando que vuelva a llover.

-¿Y si hay tormenta?

-Ya pensaremos algo.

Jesse comprobó las lesiones del policía, que, aunque graves, no impedían que se le moviese a un lugar más resguardado. Estaba claro que Steve estaba sufriendo, pero intentaba no demostrarlo mientras le daba las directrices a Jesse para que montase un campamento.

Como era de esperar, llegó la lluvia, cosa que no les vino muy mal, ya que las poca reservas de agua que habían sobrevivido al accidente se les estaban acabando. Solo quedaba rezar para que no la acompañase la tormenta.

Mientras Jesse revisaba los restos del helicóptero en busca de material médico que les sirviese de ayuda, Steve luchaba por mantenerse consciente, siendo incapaz de conseguirlo en la mayor parte del tiempo. Durante esos breves momentos en los que estaba alerta, consiguió que Jesse fuese capaz de encender una hoguera y le dio su arma. Hacía tiempo que había incluido las prácticas de tiro en las salidas habituales de los dos, ya que, si se iba a meter en situaciones de peligro, debía estar preparado. El policía no quería que Jesse tuviese que dispararle a nadie, a fin de cuentas el rubio era médico y su vocación era la de mantener a la gente con vida, pero tenía claro que debía aprender a defenderse… y ahora les vendría bien si aparecía algún coyote.
Jesse, a pesar de no sentirse muy cómodo con un arma en la mano, entendía que era necesario y estaba contento sabiendo que, llegado el momento, podría serle de ayuda a su amigo. Además. Cualquier momento con Steve era motivo de alegría.

No sabía en qué momento había dejado de ver a Steve como su hermano mayor a querer algo más de él. Lo que sí sabía era que lo que quería era imposible y por ello se contentaba con aprovechar y disfrutar cada momento que pasaba con él.

De todas formas, hubiese preferido estar pasando una agradable velada yendo de acampada en lugar de estar ahí, muriéndose de frío y escuchando los gemidos de dolor del más alto.

Era noche cerrada ya cuando Jesse se sentó junto al policía. Hambriento, exhausto y completamente helado. Steve abrió los ojos.

-Jess- susurró.

-Shhh… no hables- el doctor tocó la frente de su amigo. Fiebre. Justo lo que necesitaba en ese momento.

-Estás helado.

-No pasa nada.

-Ven aquí- Steve le hizo un gesto y Jesse no se negó. Pronto estuvo situado entre las piernas de su compañero, con la cabeza en el pecho de éste, en un gesto muy íntimo que a ninguno pareció importarle.

Steve tomó aire, inhalando el aroma del más joven.

-Se está bien aquí.

Jesse soltó una risa amarga.

-¿Bien? ¿En un bosque desconocido? ¿Calados hasta los huesos? ¿Gravemente herido? No veo cómo se puede estar mejor, no.

-Estamos juntos- dijo el policía en una voz tan suave que, de no tener la cabeza tan cerca de su amigo, Jesse no lo habría escuchado. El doctor intentó girarse pero Steve se lo impidió dando un poco más de fuerza a su agarre.

-Escucha, Jess… por si no llegan a tiempo…

-Steve…

-Escúchame. Hace tiempo que quiero decirte algo y no me he atrevido. No quería asustarte, ni perderte como amigo, pero… no siempre he estado con mujeres. Pocas veces he sentido por un hombre lo que he sentido por ti, sin embargo- el doctor guardó un silencio que el más alto malinterpretó. Con voz angustiada, añadió antes de perder la consciencia de nuevo-. Lo siento, colega.

El corazón de Jesse iba a toda prisa, no respondió porque tenía miedo de abalanzarse sobre su maltrecho amigo y ahora se había desmayado creyendo que había sido rechazado.

Se quedó en silencio, pensando y preocupándose por todo lo que había ocurrido aquel día terrible mientras jugueteaba con la hierba. Esa hierba que había aprendido a amar gracias a los Sloan. Nunca había hecho excursiones familiares, ni con amigos, hasta que conoció a Mark Sloan, su mentor en el hospital.

En él había encontrado la figura paterna que nunca había tenido y gracias a él había conocido al hombre que había puesto su vida patas arriba.

Jamás se había sentido atraído por nada que no tuviese suaves curvas, sedoso cabello y tímida sonrisa… y de pronto se descubrió a sí mismo teniendo sueños en donde unas manos callosas le acariciaban, y una sonrisa pícara y llena de cariño le besaba mientras el doctor sentía unos pectorales musculados bajo sus manos.

Durante un tiempo, Jesse evitó a Steve, creyendo que la cantidad de tiempo que pasaba con él contribuía a su confusión.

Pero cuanto más se alejaba, más frecuentes eran los sueños y un día, sentado en el césped del hospital, un teniente Sloan lleno de angustia le había preguntado si había hecho algo que le había molestado y le rogaba que lo perdonase.

Ese día, Jesse se dio cuenta de que nunca había estado más seguro de nada en su vida.

Desde entonces, el verde de los campos, la hierba de los bosques… todo lo que fuese naturaleza le recordaba a Steve, a su sonrisa, a su vitalidad, a las ganas que tenía de compartir todo lo que le gustaba con Jesse…

No podía irse sin saber la verdad.

A sus oídos llegó el sonido de un helicóptero y durante un momento el joven médico no supo si su mente le estaba jugando malas pasadas, si se había quedado dormido, o si era real. Poco a poco el ruido se hizo mayor y entonces su corazón dio un vuelco.

Sin moverse del confortable abrazo, alcanzó la pistola de señales y disparó un par de veces. A partir de ahí todo ocurrió sin que fuese consciente de ello.

Los del helicóptero eran de un vuelo privado y avisaron a emergencias. Al poco llegó otro MEDEVAC y, esta vez sin complicaciones, poco tardaron en llegar al Community General, en donde Mark y Amanda tuvieron que forzar a Jesse a meterse en una sala de examen para que le mirasen el brazo y evitar que se pusiese la bata para atender a su amigo.

Pero nadie pudo evitar que no se separase de su cama durante la semana en que el policía estuvo en coma inducido.

Ni el propio Mark podía estar a solas con su hijo, Jesse no parecía dispuesto a separarse de él. El doctor Sloan sonreía preguntándose si habría ocurrido algo por fin entre los dos hombres y deseando que ambos pudiesen ser felices.

Un día, Mark fue llamado por una emergencia médica y se fue dejando a Jesse dormitando en la silla junto a la cama de Steve.

Y el policía abrió los ojos.

-¿Jess?- susurró.

-¡Eh! Bienvenido de vuelta, Steve- dijo un Jesse adormilado y pletórico.

-No sabía si volvería a verte.

-Te dije que no morirías.

-Me refiero a que… después de lo que dije… ya sabes…

-Oh, Steve- dijo el médico sujetando la mano del hombre y besándole la palma-. Siempre has sido tú. Solo tú

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