Pues como tengo el fin de semana muy liado, publico ahora
3.
-¿En serio que puedes estar aquí solo? Es más fácil que cerremos
-No, de verdad, hoy no hay mucha gente programada
Danny miró a Steve con detenimiento, no es que no se fiase de él, ni mucho menos. Era cierto que los primeros días se había quejado- y mucho- de que el marine estaba en todas partes y siempre le miraba con aquella expresión indescifrable. Y aquello era lo raro, porque después de una semana con el SEAL allí, Danny ya era capaz de identificar prácticamente todas y cada una de las caras del moreno. Ahora se había acostumbrado a tenerlo allí, y cierto era que el hombre era muy eficaz, aunque de ideas algo bizarras. Les había arreglado varias puertas, ayudaba con algunas clases… ahora se encontraba enfrascado en el arreglo de un viejo tractor que Danny insistía en que no valía para nada. Lo único que le desquiciaba era la facilidad del marine para desprenderse de su camiseta.
O esa manía de nadar a primera hora de la mañana. ¡Que estaban en Massachusetts! ¡El agua aún estaba fría, joder!
Al principio le parecía irritante también la manía que tenía de llamarle “Danno” tras haber escuchado a Grace llamarlo así. Pero la niña era pequeña y le costaba decir su nombre, el marine era mayorcito para andar con esas historias… Danny no lo admitiría jamás, pero ahora mismo aquello ya no le molestaba, solo se quejaba porque le gustaba hacerlo.
De todas formas, esa mañana tenía que llevar a Bob al médico y solo había dos opciones, cerrar, o dejar a Steve al cargo.
Ninguna de esas dos opciones le entusiasmaba, pero tenía que admitir que la cara que estaba poniendo Steve en ese momento- la nº5: cachorrito abandonado o Grace quiere helado para cenar- no le ayudaba en absoluto a mantenerse firme. Al final había accedido a dejarlo solo- que Dios le ayude- para ser recompensado con una sonrisa tontorrona que le encantaba.
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La mañana estaba siendo tranquila hasta el punto que, de no ser una persona que se podría calificar de hiperactiva, al marine le hubiese dado tiempo hasta de aburrirse. Dio las clases que tenía que dar, cepilló a los caballos, trabajó en el dichoso tractor- estaba dispuesto a hacerlo funcionar aunque solo fuese para que Danny se tragase sus palabras- y, cuando un par de personas cancelaron sus clases en el último momento, le dio tiempo a arreglar el desagüe de la cocina, que no funcionaba demasiado bien.
El sonido de un coche al detenerse hizo que sacase la cabeza de debajo del fregadero y se dirigiese al exterior. Un coche de policía estaba ante la entrada y su propietario se acercaba a él.
-¿Algún problema, agente?- dijo el marine secándose las manos.
El hombre bajó las gafas de sol y lo miró de arriba abajo.
-¿Quién eres tú?
-Steve McGarrett. Trabajo aquí.
-¿Y quién va a corroborar eso, eh? ¿Dónde está Danny?
-Se ha ido al pueblo con su abuelo
-¿Y te han dejado al cargo?
-Sí.
-A ver, ponte contra la pared.
-¿Cómo dice?
-Contra la pared…- Steve contuvo sus ganas de darle una paliza e hizo lo que se le decía, intentando reprimirse mientras el policía le cacheaba.- Así que Capitán de Fragata y Navy SEAL, ¿eh? Debes de huir de algo para haber aterrizado aquí- había encontrado su cartera.
-No huyo de nada- contestó el marine dándose la vuelta
-Cuando venga Danny dile que ha venido Graham
Dicho esto, el hombre se fue tirando la cartera del moreno sobre la mesa con desdén.
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-¿Cómo ha ido el médico?- quiso saber Steve cuando Bob entró.
-Ese estúpido me ha dicho que no puedo conducir más.
-Gracias a Dios por las pequeñas bendiciones- murmuró Danny entrando detrás.
-¡Y me ha quitado el alcohol! ¡Pero si ya bebo poco!
-Abuelo, el kahlúa es alcohol, y sueles tomarte dos vasos después de comer.
-Lo mezclo con café, eso no es nada- se defendió Bob
-Ya, claro…- El rubio miró a Steve y sonrió.
-No tiene ni idea, ese doctorcillo del tres al cuarto- refunfuñó el anciano dirigiéndose a las escaleras que conducían a su habitación.
-¿Cómo ha ido el día?- preguntó Danny cuando se quedaron solos.
-Ilda y Fry han cancelado sus clases de hoy. El resto ha venido. Ah, y también ha venido un tal Graham.
Danny se puso tenso.
-¿Qué quería?
-No lo ha dicho. Solo me dijo que te dijese que había venido.
-¿Y se ha ido, sin más?
-Bueno, primero me ha cacheado, y luego se ha marchado.
-¿TE HA QUÉ? ¿PERO QUIÉN COJONES SE CREE QUE ES? Dile a mi abuelo que vendré en un rato.
El huracán Williams salió de la casa, se metió en su coche y se fue en dirección al pueblo. Bob regresó y miró al marine con extrañeza.
-¿Qué ha pasado?
Steve se encogió de hombros.
-Yo solo le dije que un tal Graham había venido.
-Ah, ya.
-Sé que no debo entrometerme y que no es asunto mío pero… ¿quién es ese Graham?
-El ex marido de Danny.
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-¿DÓNDE ESTÁ?
Margaret levantó la mirada del archivo que estaba editando y se puso rígida.
-Hola, Danny
El rostro del ex policía se relajó en una dulce sonrisa, siempre había querido a Margaret, la mujer de sesenta años que se encontraba en la oficina de información y siempre les tejía bufandas en invierno.
-Hola, preciosa. ¿Has visto al imbécil de mi ex?
-En su mesa lo tienes. ¿Qué ha hecho ahora?
-¿Y qué va a hacer? Lo de siempre
Margaret sonrió, la verdad es que echaba de menos al rubio en la comisaría, pero cuando se enfadaba resultaba temible. Por suerte, el receptor de aquella ira solía ser Graham.
-¿A qué has ido?
-Hola, Danny. Me alegro de verte
-Yo no. ¿Qué se te ha perdido en el club?
-Me dijeron que habían visto a un hombre merodeando por ahí y decidí comprobar que no teníais un ladrón.
El rubio le dirigió una sonrisa falsa
-Qué atento por tu parte
-Me preocupo por ti y por Bob y Grace.
-Ahora, ¿verdad?
-Siempre lo he hecho.
-Sigue diciéndote eso, y mientras, deja en paz mi vida.
El rubio se fue y depositó un sonoro beso en la mejilla de Margaret.
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Steve reconocería en algún momento de su futuro que no había reaccionado demasiado bien a aquella nueva información.
Y de que Bob, que ahora le miraba entre curioso y divertido, se había dado cuenta.
Y es que de todas las cosas que había esperado de aquel viaje, desde luego una no era que Danny hubiese estado casado con un hombre.
Para ser sincero, tampoco había esperado enamorarse de la persona de la foto. Cierto era que le había encandilado su mirada y su sonrisa desde la vez en que encontró la imagen, pero cuando uno se deja llevar por la apariencia física, siempre hay decepciones. En Danny había encontrado un amigo fiel, una persona que luchaba por los suyos, y un cascarrabias, sí, pero a Steve le encantaba oírle quejarse y echarle broncas por todo.
La nueva información de que disponía le daba la oportunidad de intentar seducir a la persona a quien había considerado su amuleto de la buena suerte.
Durante los días que siguieron a aquella revelación, Steve pasaba las noches elaborando un plan de ataque. Decidió que debía quitarse la camiseta más a menudo, ya que no le había pasado desapercibida la forma en que Danny le miraba de arriba abajo cuando lo hacía, mordiéndose el labio inferior. Antes había creído que el rubio trataba de contenerse para no gritarle por haberse quedado medio desnudo en su lugar de trabajo- no es que lo lograse, a decir verdad, pero a Steve cada vez le importaban menos los gritos de Danny-, pero ahora estaba convencido de que a Williams le gustaba lo que veía.
Además, se las arregló para convencer al rubio de ir a correr con él por las mañanas, aunque no tuvo tanto éxito con nadar en el lago. El ex policía tenía una especie de incomprensible aversión al agua, aclarando que solo nadaba cuando no quedaba más remedio.
Una pena, porque cuando la camiseta que el rubio insistía en llevar a correr se empapaba en sudor, revelaba un cuerpo que no le importaría explorar más a fondo.
De nada le importaba que Graham estuviese dedicando sus días y su condición para hacerle la vida imposible. No le dijo nada a Danny porque sabía que éste entraría en cólera. Ahora mismo Steve tenía multas de velocidad hasta por ir en bicicleta, pero eso poco le importaba al marine, significaba que el ex marido de Danny lo consideraba una amenaza, y eso era bueno para él.
El SEAL adoraba los retos.