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May 07, 2013 04:26

Esto es algo que escribí en una de esas situaciones que se dan cuando has acabado un relato, o una parte importante de un relato, y aún tienes un poco de tiempo y hay un papel y un lápiz frente a ti y no tienes... el estado de ánimo para nada porque tu estado de ánimo sigue en lo que acabas de escribir y no sabes cómo quitártelo de encima. Así que escribes algo que ya no cabe en lo que acabas de escribir ni tendrá espacio en ningún otro lugar. ¿Como el goteo de un grifo después de llenar un vaso de agua?
No sé si el siguiente texto tiene algún sentido. Pero lo he leído en numerosas ocasiones desde que lo escribí y siempre me produce una sensación extraña, supongo que simple recuerdo de la sensación que tuve en aquel momento.
En fin, aquí os lo dejo por si os pudiese decir algo:

Se sentó y miró a su alrededor.
Rostros casi satisfechos recorrían la calle.
Personas caminaban, raudas hacia ninguna parte, en un día soleado.
(Lo que podría ser el comienzo de casi cualquier historia.)

Permaneció y miró a su alrededor.
Cerró los ojos, un minuto de silencio.
Sintió una ráfaga de pedazos del mundo:
como si la retorcida anatomía de todas y cada una de las cosas se estuviese resquebrajando.

Abrió los ojos, miró a su alrededor. No tenía nada, o nada mejor, que hacer.
Permaneció, observando la caída, el colapso, el desmoronamiento velado por cada suave sonrisa.
"No puedes cambiar el mundo" y esas cosas que se dicen.

Se dijo: "No puedes cambiar el mundo. No puedes detener el cambio, no puedes provocar el cambio, no puedes...
Ni aún conociendo a la perfección la mecánica del cambio."
Un minuto de silencio.

Se levantó y caminó a través de lo observado.
No ha sido visto desde entonces.
Si alguien le echase de menos, no habría tenido noticias de él desde entonces.

keep writing, a la deriva

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