Título: Las alas de un esclavo.
Autor:
yukojudithzzSpoilers: Hasta la 6 temporada, principalmente por los personajes pero no creo que se desvele ningún detalle importante.
Rating:NC-17
Warnings: AU/AR, contenido sexual, non-con.
Fandom: SPN (Supernatural)
Pairing: Dean/Castiel (Destiel)
Summary: La única forma de llegar hasta el Colt es que Dean ofrezca algo a cambio.
Disclaimer: No son míos y no gano nada con ellos.
Notas: Supongo que no había subido estos capítulos porque no tuve tiempo, porque hace ya unos meses que los subí en fanfiction pero quizás es porque mi lj lo tengo un poco olvidado.
Capítulo 13. Capítulo 14.
Esperar frente a las verjas de una enorme mansión en una noche fría como aquella, llevando sus ligeras ropas de esclavo no era algo que a Dean le emocionase pero no le hubiese importado tanto si lo que le esperase al otro lado no fuese un demonio con intenciones execrables. El ángel a su lado le miraba con aquellos perpetuos ojos tristes, rozando sus nudillos contra el dorso de la mano de Dean disimuladamente. El humano se giró hacia él, la cabeza gacha para evitar sospechas de posibles ojos curiosos que hubiese a su alrededor, y le sonrió, tranquilizador.
-Todo va a ir bien Cas.- susurró mientras las verjas se abrían pesadamente y ambos caminaban hasta la puerta de entrada de la casa. Dean estaba nervioso pero lo ocultaba tan bien como podía y el esclavo sabía que era un experto en eso. Cuando estuvieron frente a la puerta, ésta se abrió con presteza y la cara aborrecible del demonio apareció tras ella.
-Eres puntual Castiel.- Alastair se movió a un lado pero ninguno de los dos hombres entraron en el vestíbulo, Dean permanecía con la cabeza agachada mientras el ángel le tomaba por el brazo y tiraba de él.
-Ten mucho cuidado Dean.- susurró en su oído mientras le dejaba ir, instándole a entrar en la casa.
-Perdona que no te invite a pasar pero los ángeles no son bien recibidos en mi humilde morada.- el demonio miraba al ángel con una sonrisa perversa en el rostro.- Espero que el pago haya llegado hasta ti sin ningún problema.- Castiel asintió y Dean dio un paso al frente, su pie pisando el umbral hasta que la mano de su amo volvió a agarrarle con fuerza y unos labios necesitados colisionaron contra los suyos. Dean sabía que aquello no estaba bien, que era peligroso, que el demonio les estaba mirando con expresión curiosa, pero no pudo evitar responder con presteza, dejando que la lengua del ángel se pasease por su boca con libertad. Pero igual de repentinamente que empezó, terminó. Castiel le dio un pequeño empujón y le dejó entrar en la casa.
-Ve.- dijo con voz autoritaria y mirando al demonio añadió una advertencia.- Si vuelve herido…-
-No te preocupes, sé de lo que eres capaz.- Alastair miró de arriba abajo al humano que pasaba junto a él, el sabor de los labios de Castiel todavía en su boca.- Es un placer hacer negocios contigo.- dijo cerrando la puerta frente a la mirada turbada del arcángel. Cas permaneció en el mismo punto durante unos minutos, intentando escuchar lo que pasaba en el interior, torturándose mentalmente por haber accedido a aquel estúpido plan. Cuando se dio cuenta de que estaba perdiendo el tiempo dejó escapar una bocanada de aire y caminó con ligereza hasta el coche aparcado cerca de allí. Las dos mujeres que le esperaban en el interior le miraron algo preocupadas.
-¿Todo bien?- preguntó Ruby desde el asiento del conductor. Castiel asintió con la mirada perdida.- Pues parece como si alguien hubiese atropellado a tu cachorrito.- El demonio se giró en su asiento para mirarle de frente, sacando la cabeza entre los dos asientos delanteros.- Cas, no te preocupes, el chico estará bien, además, aquí están los refuerzos.- señaló a la mujer sentada junto a ella y sonrió con naturalidad.- Venga anímate en cinco minutos entramos por la parte trasera y…. un momento.- Ruby miró a Meg levantando una elegante ceja y manteniendo la sonrisa.
-Oh… no puede ser.- Meg miró al ángel a través del espejo retrovisor y se giró lentamente.-Oh…- repitió, Castiel devolviéndoles la mirada, confundido.- Estás demasiado preocupado para que el chaval sea sólo un esclavo. A ti te gusta Dean.- espetó sin miramientos a lo que Cas respondió sonrojándose y pasando su mano por la nuca de forma extraña para un ángel.- Y yo que pensaba que era sólo sexo, parece que ha evolucionado a algo más.- Meg dejó escapar una carcajada y Ruby le dio un codazo para que se callara.
-No es sólo eso, estás enamorado del humano. ¿Cas?- Ruby sabía perfectamente que los ángeles no tenían sentimientos, por eso eran unos hijos de puta despiadados, y aunque Cas siempre había sido distinto con ese humano había cruzado la linea.
-Puede que haya creado un vínculo con él, eso es todo. Cuando mantienes relaciones sexuales suelen ocurrir esas cosas.-
-Así que te lo has tirado.- Meg chasqueó la lengua y cogió la mochila que tenía a los pies.- Cuando volvamos hablaremos de esto.- abrió la puerta del coche y salió sin volver a mirar dentro. Ruby le dio un par de golpecitos en la rodilla a Castiel y después siguió al otro demonio, dejando al ángel sólo con sus pensamientos.
Dean no estaba muy seguro de dónde se encontraba, no había apenas muebles a su alrededor, un par de butacas y una mesa con algunas sillas, las ventanas estaban cubiertas por tupidas cortinas rojas y los pasos del demonio entrando de nuevo en la habitación retumbaban con sonoridad. Rápidamente Dean bajó la mirada y apretó los puños cuando los pies del demonio aparecieron en su campo de visión.
-Me alegro de que tu amo cambiase de opinión.- los desagradables dedos del hombre rozaron el mentón del humano y le hicieron levantar el rostro hasta que le estuvo mirando directamente a las ojos, un color antinatural apareció en ellos y Dean tragó saliva trabajosamente. -Esta noche tú y yo vamos a divertirnos Dean. Tenemos toda la casa para nosotros solos, he mandado a los esclavos fuera, no es que me importen demasiado pero no quiero que tengan pesadillas cuando escuchen tus gritos, luego no rinden igual.- un escalofrío recorrió cada centímetro de la piel del esclavo mientras la mano del demonio acariciaban su pecho y bajaban toscamente hasta asir su miembro por encima de la ropa. Dean cerró los ojos y se mordió el labio inferior intentando no arrancarle la cabeza al despreciable ser que tenía frente a él. Una risa fugaz salió de la boca del demonio mientras apartaba su mano de Dean. -Estoy seguro de que al final disfrutaras Dean.- Alastair dio un par de pasos hacia atrás y contempló al humano mientras pasaba distraídamente su mano por su mentón.- Desnúdate.- ordenó, pero Dean no se movió inmediatamente, tomó una bocanada de aire y con calculada lentitud comenzó a deshacerse de su camisa blanca. Podía sentir los ojos endemoniados de aquel ser examinando con meticulosidad cada porción de su piel, sus dedos ardiendo por tocarle. El esclavo dejó caer la tela en el suelo y rezó por que los refuerzos estuviesen haciendo su trabajo, debía darles algo de tiempo así que no tenía más remedio que seguir entreteniendo al demonio. Desabrochó sus pantalones y se quitó las zapatillas sin demasiada consideración, quedándose frente Alastair en ropa interior, situando sus manos frente a su entrepierna, sintiéndose algo menos desnudo de esa forma.
-He dicho desnudo.- gruñó el demonio, amenazante, dando un paso frente a Dean y poniendo su mano sobre el pecho del hombre, cerca de su tatuaje.- Veo que vienes preparado.- susurró mientras bajaba la mano, apartando bruscamente los brazos de Dean, apresando la tela de los calzoncillos del esclavo y arrancándola de su cuerpo, dejando caer los jirones al suelo. El humano dejó escapar un leve quejido a lo que Alastair sonrió complacido.- Ya veo porqué tu amo es tan receloso. ¿Quien querría dejar ir a un ejemplar como tú?- Alastair posó sus manos en las nalgas del humano, apretando sin cuidado, dejando la huella de su paso en aquel cuerpo mortal y quebradizo.- Vamos a empezar despacito, quiero que empieces disfrutando y que acabes llorando.- Alastair sonreía con maldad mientras pronunciaba cada palabra, su boca acercándose peligrosamente a la del esclavo quien apartó la cara bruscamente.- Oh… parece que habrá que enseñarte modales.- el demonio dejó escapar una risotada mientras su puño comisionaba contra el estómago de Dean con gran fuerza y este caía al suelo agarrando su cuerpo con dolor, unas gotas de saliva resbalaban por su mentón. Alastair se acuclilló frente a él, le tomó por el cuello y le levantó sin esfuerzo. A Dean le temblaban un poco las piernas por el repentino impacto, pero intentó disimularlo mientras miraba con desagrado al demonio, sabía que aquello podía reportarle un nuevo golpe pero le sorprendió desagradablemente la lengua que recorrió su mandíbula en su lugar. La mueca de asco que se dibujaba en su cara se hizo más evidente cuando los dedos de aquel despreciable ser aferraron con convicción su pene y un gemido de placer salió de los labios del demonio junto con una leve risa.- Si te portas bien te haré sentir como si estuvieses en el mismísimo paraíso, irónico ¿verdad?- Alastair rió de nuevo mientras movía su mano un par de veces y liberaba el miembro del humano. Comenzó a desabrochar su propia camisa con pulcritud, mirando en todo momento a los ojos desafiantes del esclavo, parecía que la indomabilidad del humano le resultaba excitante o tal vez era la forma en la que tenía pensado subyugarle la que resultaba estimulante. Dean no quería encontrar la respuesta y siguió mirando impasible como Alastair desabrochaba sus pantalones.
-Ven aquí Dean.- su voz sonaba melosa y el humano sintió nauseas. Se acercó un poco más a él y éste aferró su cuello, llevando la cara del esclavo hasta su pecho.- Lame.- conminó mientras Dean batallaba por mantener el contenido de su estómago en su interior. Sacó la lengua con poca convicción y comenzó a pasearla por la piel de aquel ser repulsivo. Unos pasos raudos entraron en la sala y el demonio obligó a Dean a bajar hasta la linea de sus calzoncillos, la silueta de su pene erecto ante la perspectiva de causar dolor era claramente visible. El esclavo sintió un escalofrío, cerró los ojos y se aferró a la cintura del hombre para no perder el equilibrio mientras se arrodillaba ante él.
-Señor.- una voz apocada pero nerviosa apareció detrás del demonio quien ni siquiera se giró para reconocer su presencia. La mano de Alastair se introdujo dentro de su propio calzoncillo y liberó su miembro sin ningún miramiento. Dean podía sentir el calor de aquel pedazo de carne latiente cerca de su rostro y abrió los ojos con sorpresa y desagrado.- Señor…- repitió la voz con algo más de tesón.- No quiero molestarle pero creo que es necesario que…- Alastair seguía sin girarse pero apartó la cara de Dean de su pecho y dejó escapar un suspiro exasperado.
-Sabes que esto te va a costar caro, dejé bien claro que nadie debía entrar en la sala.- el otro demonio dio un par de pasos hacia atrás, preocupado por lo que su jefe podía hacerle. Alastair tomó a Dean de la clavícula y lo levantó, mirándole con maldad, paseando un dedo por el rostro del humano, introduciéndolo en su boca sin permiso, mientras con su otra mano volvía a guardar su pene dentro de su ropa.- Habla y lárgate.-
-¡Intrusos!- esa fue la única palabra que el demonio fue capaz de pronunciar ya que un cuchillo se clavó en su garganta y su piel comenzó a chisporrotear mientras el cuerpo inerte se desplomaba en el suelo. Más pasos se escucharon correr hacia allí pero ya era tarde para aquel demonio, Alastair giró su cabeza bruscamente para encontrarse con la cara sonriente de Ruby quien blandía su cuchillo, un chillido se creó en el pecho del demonio quien lo dejó escapar al sentir los dientes del humano arrancando su dígito de un mordisco. La habitación se llenó de caos, cuatro demonios más entraron en la sala y se abalanzaron sobre Ruby mientras Meg aparecía tras ellos y golpeaba a uno, apartándolo de su amiga. Alastair se giró hacia Dean con la sangre brotando de su dedo mientras el humano sonreía y lo escupía con asco, golpeando con su rodilla la entrepierna del demonio. Este calló al suelo dolorido.
-Si te portas bien te haré sentir como si estuvieras en el mismísimo infierno.- dijo antes de propinarle una patada que aterrizó en la boca del demonio. Alastair calló hacia atrás y Dean aprovechó la confusión para sentarse sobre su pecho y comenzar a recitar el exorcismo que había aprendido la noche anterior. Mientras tanto las dos chicas seguían deshaciéndose de los guardas de Alastair, cortando gargantas con no demasiada dificultad.- Exorcizamus te, omnis inmundus espiritus, omnis satanica potesta…- Dean presionaba los hombros del demonio para evitar que este se moviera, la sangre inundando el suelo y empapando las ropas de Alastair con un rojo ardiente. El demonio parecía estar peleando con algo en su interior pero cuando el humano terminó de pronunciar aquellas palabras una carcajada llenó la sala.
-Debiste prestar más atención en clase de Latín Dean.- el demonio le miró con una gran sonrisa y de pronto Dean estaba estrellándose contra una pared sin que nadie le hubiese tocado. Los sentidos embotados del humano podían sentir a Meg y Ruby golpeando y asestando puñaladas a un reducido grupo de demonios que se había congregado a su alrededor, esperaba que ellas fueran capaces de llevar el Colt fuera porque ahora estaba empezando a dudar de sus propias posibilidades de supervivencia. Resbaló con lentitud hasta el suelo y Alastair apareció frente a él.- Es una pena que tenga que matarte Dean, me lo hubiese pasado tan bien con este cuerpo.- le tomó del pelo y comenzó a arrastrarle por la sala.- Puede que después lo haga.- las palabras del demonio le helaron la sangre y peleó por zafarse pero le fue imposible. Alastair se paró y rió, levantando al humano por el cuello mientras Dean empezaba a sentir la falta de oxígeno y la sangre del demonio seguía brotando sin pausa.- Cuando haya acabado contigo encontraré a tu amo y créeme Dean, ángel o no, disfrutaré violándole y cortándole la garganta.- El corazón de Dean se paró por un instante, sus sentidos se agudizaron por un momento mientras luchaba por arrancar aquella garra demoníaca de su garganta. La voz de Ruby le llegó casi como un susurro proveniente de otro mundo mientras veía como el cuchillo volaba hasta su mano. Sin pensar tomó el arma en el aire y ante la atónita mirada de Alastair se lo clavó en la sien mientras la luz salía por las cuencas oculares del demonio, cayendo al suelo y llevándose a Dean consigo, quien se frotó el cuello y tomó aire laboriosamente.
-No tenemos tiempo que perder Dean.- Ruby se acercó al cuerpo sin vida del demonio mientras le arrancaba el cuchillo sin ningún tipo de miramiento, limpiando la sangre en la camisa aún abierta de Alastair. El humano se puso en pie aún algo aturdido y se pasó el dorso de la mano por su frente sudorosa.- Quizás quieras…- la mujer señaló sus ropas descartadas en el suelo mientras Meg se acercaba a ellos y reía sin apartar la vista del esclavo.
-¿Os importa?- preguntó sin moverse, estaba orgulloso de su cuerpo pero tampoco le apasionaba la idea de que dos demonios se le quedasen mirando cuando era más que probable que en unos instantes apareciesen más guardias para acabar con ellos. Ruby puso los ojos en blanco y se giró inmediatamente, acercándose hasta la puerta y bloqueándola con las butacas, pero Meg se quedó mirándole durante unos segundos más mientras el humano recogía su ropa y se la ponía con rapidez.- ¿Tenéis el Colt?- preguntó una vez estuvo vestido de nuevo. Meg asintió y señaló a la mochila que llevaba con ella. Unos gritos provenientes de la sala contigua sobresaltaron al humano.- Larguémonos.- Los tres corrieron hacia la otra puerta sin mirar atrás, por suerte parecía que las dos mujeres se habían ocupado de la gran mayoría de los demonios de Alastair,
tan sólo se encontraron con un par de ellos de camino a la entrada y Ruby y Meg se deshicieron de ellos con gran facilidad. Una vez traspasado el umbral de la puerta principal los tres corrieron hasta las verjas, escalando por ellas sin mirar atrás. Dean vio la figura del ángel acercarse a la verja mientras él saltaba al exterior.
-Dean.- apenas le dio tiempo de recobrar la compostura cuando los brazos de Castiel le rodearon el cuerpo de manera protectora.
-Sí sí, muy bonito chicos pero no tenemos tiempo para sentimentalismos.- Ruby aterrizaba a su lado mientras vigilaba el interior de la mansión. Cuando Meg se les unió el ángel susurró a Dean que no le soltara, alzó ambos brazos y sin dar tiempo para que las dos mujeres protestasen les tocó la frente y los cuatro desaparecieron sin dejar rastro.
Una sala familiar apareció a su alrededor mientras Dean abría los ojos lentamente, separándose del ángel en cuanto se dio cuenta de la situación en la que se encontraban.
-Cas, es la segunda vez que abandonamos un coche por tu culpa.- dijo Ruby malhumorada, sentándose en el sofá que seguramente había vivido más de veinte veranos, Meg se quitó la mochila, dejándola sobre la mesita que había enfrente y se sentó junto a su amiga.
-¿Porqué te quejas tanto? Sólo era un coche y era robado.- Ruby le dio un codazo a la otra mujer, sabía que Castiel no aprobaba sus métodos y ya era suficientemente benévolo haciendo la vista gorda con respecto a su negocio. Dean pasó su mano distraídamente por su pelo, necesitaba una ducha, mientras tanto otro hombre entró raudo en la sala.
-¿Cuándo se ha convertido mi sala de estar en el centro de mando?- dijo Bobby algo malhumorado, mirando a los demonios sentados en su sofá y después al ángel. Dean pasó por su lado, dándole una palmada en el hombro.
-Pregúntale al jefe, yo me voy a dar una ducha.- dejó la sala de estar y se encaminó al cuarto de baño del piso de arriba, necesitaba limpiar la suciedad de su cuerpo e intentar hacer lo mismo con la de su alma.
-Creí que sería un lugar seguro Bobby, además tenemos el Colt, pensé que querrías examinarlo.- Bobby gruñó afirmativamente y se sentó en una butaca mientras Meg abría la bolsa y sacaba una caja de madera, entregándosela al humano. El hombre miró al demonio con algo de desagrado, nunca le había terminado de caer bien aquella mujer pero Castiel confiaba en ellas así que quizás él estaba equivocado. Tomó la caja con sumo cuidado y la posó sobre su regazo, abriéndola lentamente.
-¿Dónde están las balas?- preguntó en cuanto el Colt estuvo a la vista dentro del estuche con el espacio dedicado a la munición totalmente vacío. Tomó el revolver en sus manos y comprobó la recámara, vacío.- Deberían estar junto con el Colt.-
-Yo sólo cogí la caja, si las balas no están dentro no es culpa mía, quizás estén en otro lado o ya no queden.- Meg se defendió mirando a su compañera en busca de apoyo. Ruby asintió y miró al ángel algo preocupada.
-Quizás sabían que íbamos a por el arma y se deshicieron de ellas.- dijo ella mientras Bobby le entregaba el arma al ángel quien la examinaba detenidamente.
-Es posible, aunque improbable. Nadie aparte de nosotros sabía lo que teníamos planeado.- Castiel le devolvió el arma a Bobby y dejó escapar un suspiro.- ¿Puedes hacer algo Bobby? ¿Forjar nuevas balas quizás?- el humano se encogió de hombros y volvió a examinar el Colt.
-Quizás pero necesitaré tiempo y algo de ayuda no estaría mal.- Castiel asintió, Ruby se levantó y caminó hasta la cocina mientras el ángel tomaba su lugar en el sofá.
-Le diré a Chuck que te venga a echar una mano.- Bobby murmuró algo que fue interrumpido por un grito femenino que provenía de la cocina.
-¡Bobby!¡No puedo creer que hayas puesto una trampa frente a la nevera!- el humano sonrió mirando al ángel de forma inocente.
-¿Qué? Siempre que viene arrasa con las cervezas.-
Crowley colgó el teléfono de su despachó con ira contenida. No eran malas noticias lo que esperaba de aquella llamada, se paseó frente a su escritorio, presionando su tabique con dos aristocráticos dedos, intentando disipar el dolor de cabeza que acababa de manifestársele. Alguien llamó a la puerta y con desgana el demonio le dejó pasar.
-Está aquí, señor.- dijo tímidamente un demonio menor vestido con un traje barato. Crowley lo despidió con un gesto de la mano y le indicó que dejase entrar al visitante. El chico desapareció por la misma puerta por la que había entrado y un par de minutos más tarde Lucifer entró en el despacho. Crowley le miraba con una sonrisa calculada, apoyado sobre su escritorio, esperando a que su jefe tomase asiento frente a él.
-La próxima vez que quieras verme espero que seas tú el que mueva el culo fuera de su guarida.- dijo con tranquilidad, rodeando el escritorio y sentándose en el sillón del demonio. Crowley apretó los dientes y los puños para evitar que una respuesta insolente saliese de su boca. Respiró con profundidad y después de contar mentalmente hasta cinco se giró y miró a Lucifer con algo parecido a humildad mal ensayada.
-Malas noticias, señor. Hemos perdido a Alastair.- Lucifer dejó escapar un bufido y agitó la cabeza mientras jugueteaba con las teclas del ordenador frente a él.
-Perdona si no lloro pero no me parece una gran pérdida, esa criatura estaba encadenada a sus deseos carnales y de destrucción. La violencia es sólo un medio, Crowley, y Alastair era sólo nuestro medio, ha hecho su función y ahora no es necesario por lo tanto no me importa que halla desaparecido de la faz de la tierra. ¿Hay algo más que desees contarme?- el ángel se levanto con elegancia del sillón y caminó lentamente hasta la entrada mientras Crowley hablaba.
-No señor, el resto va según lo planeado.- Lucifer abrió la puerta y miró al demonio con una pequeña sonrisa que ocultaba sus verdaderos pensamientos.
-No vuelvas a hacerme perder el tiempo de esta forma Crowley. Sabes que sólo te necesito porqué le has caído bien al muchacho pero podría decir que te has ido de viaje y no sospecharía nada, aun tengo a mi hija y ella es la única realmente importante.- Crowley tragó con dificultad y asintió con seriedad mientras la puerta del despacho se cerraba sin apenas hacer ruido.
-¿Qué tal estás Dean?- Castiel abrió la puerta del cuarto de invitados dónde el humano estaba sentado sobre la cama abrochándose las botas, al menos estando en casa de Bobby podía volver a vestirse como una persona normal y aunque pareciese una tontería lo echaba de menos. El humano alzó la vista y sonrió al mismo tiempo que agitaba la cabeza.
-Estoy bien Cas, no he muerto y mi virtud sigue intacta.- bromeó poniéndose en pie y acercándose a su amo, quien le tomó de la camiseta y dio un pequeño tirón de ella. Dean respondió alzando las cejas algo sorprendido y posando sus manos sobre el pecho del ángel.-¿Qué te pasa?- Castiel miró al hombro del humano y puso su mano en el mismo punto en que la marca de su huella permanecía grabada en la carne de Dean. Se encogió de hombros y contestó en un susurro.
-Nada.- clavó sus ojos en los verdes del esclavo, la seriedad de su cara inquietó a Dean por un instante hasta que recordó que se trataba de Castiel.- ¿Quieres quedarte aquí esta noche o prefieres volver a casa? A Bobby no le importa, me ha hecho prometer que no te lo diría pero le gusta tenerte aquí.- Dean sonrió, a partir de ahora debía recordar no revelarle secretos al ángel si quería que continuasen siendo secretos. El humano asintió y acercó su rostro hasta acariciar los labios de Castiel con los suyos.-¿Puedo dormir contigo?- Dean sabía que Castiel quería hablar de lo que había ocurrido con Alastair, no sólo de la pelea ya que el ángel había visto las magulladuras de su cuello y muy probablemente se encargaría de hacerlas desaparecer en un rato, si no de lo que había ocurrido antes, cuando Dean estaba completamente desnudo frente al demonio, con sus manos tocándole sin ningún pudor. Pero ambos sabían que aquella conversación no iba a ocurrir así que la mejor forma de acallar la curiosidad del ángel era besarle hasta hacer que lo olvidase, aunque no parecía que aquello fuese a ocurrir tan fácilmente.
-Dean…- Castiel comenzó cuando los labios de su esclavo le liberaron de su prendimiento, pero Dean negó algo cansado y le dio un par de palmadas en el brazo alejándose hasta la puerta de la habitación.
-¿Cenamos?- preguntó sin darse la vuelta a mirar si el ángel le seguía o no.
CONTINUARÁ...
Capítulo 15.