HOVER - KAISOO (Trad. en Español) I (2da Secuela de FALLEN)

Jul 30, 2015 22:10



HOVER
Fanfic Original
Autora: theminion
Pareja: Kai/Kyungsoo
Género: Romance, Fluff, Smut - 2da Secuela de: FALLEN
Traducción: Myrthala, Tessie, Josian
Corrección:
yue_kissys
Descripción: Kai no se detendrá ante nada para estar con Kyungsoo.

~.~
“Puedes tener alas.”

“¿Qué? ¿Para qué demonios querría tus alas?”

“No lo sé. No me importa. Arráncalas si tienes que hacerlo. Córtalas. Prefiero ser despojado que estar sin Kyungsoo.”

“Siempre puedo solo hacerte un ángel negro de nuevo.”

“… trato.”
~.~

MELODÍA
Las elegantes paredes blancas de la antecámara de la planta baja brillaban y Kai se paró de espaldas a una, sabiendo que era vigilado.

El reloj colgando encima marcaba sin fin. Se encogía con cada sonido, cada “tick” y “tock” sin descanso arrastrándose por su piel. Sus huesos sentían frio; su cuerpo entero se congeló.

Cada movimiento que hacía, cada respiración que tomaba, cada pensamiento en su cabeza estaba siendo monitoreado. Kai se encontraba a sí mismo el ángel más desconfiado en su nuevo trabajo. Odiaba ser tan vigilado en términos de confianza.

Era el único ángel de buhardilla confinado dentro de una habitación. El único encerrado lejos de los otros, llamado solo cuando era necesario para algo. Era la primera vez que Kai se sentía tan contenido. Ni siquiera podía extender sus alas sin al menos que uno de los extremos rozara contra una pared.

Temblaba al pasar los segundos, haciéndose reconocer con los sonidos que hacían por el reloj. Levanto su cabeza para mirarlo, temiendo el momento que la manecilla grande llegara al doce.

Sería su décima semana sin Kyungsoo cuando la manecilla pasara. Odiaba como parecía que el reloj se burlaba de él con eso, cada pequeño movimiento representando otro momento que estaba sin su amado.

Deslizó su espalda contra la pared hasta que estaba sentado en el piso. Sus alas lo envolvieron al intentar bloquear el sonido del reloj, las miradas del mundo y sus pensamientos.

Tenía que dejar de pensar en Kyungsoo. Lo había dejado para bien. Había sido un error haberlo conocido en primer lugar; no se habría metido en este problema su la confrontación hubiera sido evitada.

Y aun así, de algún modo, después de una visita factual al mundo de arriba mientras seguía siendo un ángel negro, manejó para tener su corazón capturado por Kyungsoo. El ser humano ser había vuelto su mundo.

Agregando a eso, sus sentimientos por el humano habían cambiado completamente. Kai aún recuerda haber sido enviado a los fosos de fuego del Infierno cuando, de repente, sus alas habían empezado a resplandecer. Se había desmayado primero. Luego recordó claramente, hubo una explosión de luz que atravesó la oscuridad de Abajo. Era tan fuerte que tuvo que cubrir sus ojos.

Sus alas fueron revestidas de negro a blanco. De un ángel negro a uno levantado. De uno adolorido a uno feliz. De malo a bueno.

Había parecido como una bendición. Y eso era. Con el nuevo trabajo, era capaz de ir Arriba de nuevo, encontrarse con Kyungsoo por segunda vez después de abandonarlo primero. La reunión fue agridulce.

Ellos pasaron unas cuantas estupendas semanas juntos. Y luego todo terminó. Kai fue llamado de nuevo al Ático, solo para aprender que siendo el nuevo ángel de Ático, había una nueva regla que seguir. Los ángeles, independientemente del puesto, no está permitido que se enamoren. Los ángeles, especialmente del Ático, no tienen favoritismos.

Su comportamiento afectivo hacia Kyungsoo había conseguido prohibirle la entrada al mundo humano. El único lugar al que Kai se le permitía visitar era Abajo para conducir negociaciones. La mayoría de ellas relacionadas con el amor el cual ya no tenía.

Cada momento que pasaba con la necesidad de los labios de Kyungsoo, o su mirada, simplemente lo volvían loco. No podía soportar otro minuto de ésta locura; quería ser libre para disfrutar del romance que ambos habían creado. ¿Cuál era el punto del amor si no estaban destinados a sentirlo? ¿Lay solo existía para burlarse de él, torturarlo con el hecho de que les dio a todos los demás el sentimiento pero no a él?

No había nada más que quisiera más que romper esos lazos y volar hacia Kyungsoo. Daría cualquier cosa, haría lo que sea. Rompería lo limites; toda regla.

Pero estaba obligado a obedecerlas. Eso se esperaba de él, especialmente ahora desde que era uno de los buenos. Sus compañeros de trabajo no eran rompe reglas; no se esperaba que el fuera uno y era forzado a seguir el ejemplo.

Y así vivió en agonía. Desconfiado, encerrado y solo. Debieron entonces declararlo un animal y confinarlo en una jaula. Para él, su vida no tenía sentido al igual que un insignificante gusano. Empezó a subir al techo a través de las entradas de sus alas. Sus plumas se agitaron con una ráfaga de viento que traspasaba su encierro, su cuerpo temblaba de pronto por la frialdad.

Se permitió relajarse por un momento. No podía pasar su vida entera estando tenso, ¿o sí? Su espalda desplomándose contra la pared, se imaginó recostándose en un cojín con manta, la frágil forma de Kyungsoo acurrucada en sí misma.

Estas pensando de nuevo en él, ¿verdad?

La repentina voz en su cabeza lo trajo de vuelta a sus sentidos. Abrió sus alas hacia fuera por el camino de la abrupta voz, causando que sus propias plumas volaran en su cara. Las escupió.

“¡Te dije que nunca me hablaras a través del pensamiento, Chen!” Gritó Kai, enfurecido. “¡Me matas de un susto!”

Chen, mejor conocido por todos los demás como la encarnación de la Castidad, hizo una sonrisa de disculpa. “Perdóname. No era mi intención asustarte. De nuevo. Como sea, es una habilidad que tienes que aprender a usar por ti mismo. No puedes huir de ella.”

Kai puso los ojos en blanco y se las arregló para mantenerse en sus dos pies sin tirarse al piso y romper en llanto. Le había pasado antes cuando Chen una vez lo visitó; solo pensando sobre cómo había roto todos los códigos de castidad con Kyungsoo, teniéndolo doblado a la mitad y sobre sus rodillas.

Lo sé. Sigues diciéndome eso todo el tiempo que me quejo, Kai contesto al ángel.

Pasó una mano por su cabello.

“Y para responder a tu primera pregunta, sí, estaba pensando en él. Adelante. Regáñame por eso.”

“No voy a regañarte, niño.” Respondió Chen. “Sé que no es fácil dejar ir a alguien que amas.”

“¿Por qué no puedo al menos visitarlo?” Kai sonó desesperado.

Chen pareció molesto por un momento. “Ya hemos discutido esto muchas veces. Los arcángeles piensan que no solo es peligroso para él, sino para ti también. Un ángel jamás se había enamorado de un humano antes-amamos a todos los humanos-y ellos no saben lo que el sentimiento te hará a ti. Deberías estar agradecido que Lay no te ha arrebatado la sensación del todo.”

Kai frotó sus manos juntas. “Solo estoy muy preocupado por él. ¿Sabes? Digo, si piensa en mí, ¿no pensará en hacer algo estúpido para estar conmigo? No quiero que se lastime a sí mismo.”

Chen se acercó y le dio un apretón en el hombro. “Él estará bien. No te preocupes. De lo que te debería de preocupar es de terminar tus deberes a tiempo. Te quieren Abajo lo más pronto posible. Aparentemente, Lucifer quiere hacer un trato contigo.”

“Quiere que trabaje para él, ¿verdad?”

Los arcángeles son saben lo que quiere. Ten cuidado, Kai. Tú, de todos los ángeles, deberías saber lo astuto que es. Puede jugar trucos en tu mente como un músico toca el violín.”

Las alas de Kai se extendieron, apenas, en el espacio reducido. Asintió hacia Chen en silencio antes de sentir el piso debajo suyo ahuecarse. Con una sonrisa, empezó a desplomarse miles de pies hacia abajo. Era estimulante. Si siguiera siendo humano, tomaría el trabajo de paracaidista. Estaba perfectamente en calma mientras su cuerpo golpeaba a través del viento, catapultándolo hacia la entrada del Infierno.

El suelo le lo tragó entero. La luz se hizo oscuridad. Las únicas cosas que brillaban en el negro azabache de la atmosfera eran Kai y los fuegos del Infierno pululando abajo.

Cerca del piso, Kai de detuvo considerablemente. Fue capaz de aterrizar en sus pies en medio del humo que emanaba y los gritos de las alamas eternamente atormentadas que residían en el área de Abajo.

Algunos ángeles oscuros que descansaban alrededor giraron sus cabezas para mirarlo. Sus alas negras se abrieron amenazadoramente desde sus espaldas, como si lo retaran a que su bien peleara contra su maldad.

Solía ser uno de ellos. Solía ser del tipo que siempre buscaba problemas. Pero ahora, sabía más. Aun si siguiera siendo un ángel oscuro, sería lo suficientemente inteligente para no meterse en una pelea física con nadie.

Sin prestarles a tención, Kai se aventuró más en las profundidades del Infierno. Pasó por muchos lugares familiares, unos en los que solía salir con los otros buscapleitos del universo.

Se estremeció cuando paso por el cuarto del Despellejadero. El nombre era una indicación inmediata de lo que se hacía ahí. Escuchar el eco de los gritos dentro, hizo que Kai acelerara su paso. No podía mantener el pensamiento de alguna pobre alma siéndole quemada y arrancada la piel. Nunca podría soportarlo y jamás sería capaz.

Corrió hacia el trono de su antiguo empleador en el mismo centro del infierno. La meticulosa localización se supone significaba que todo el Infierno giraba a su alrededor. “Él” siendo el espíritu que casi todos temían.

Kai jamás solía estar asustado del Diablo. Jamás tuvo una razón. Pero ahora, la tenía. Visto como un traidor a los ojos del Profanador, siempre esperó no estar negociando por más de lo que necesitaba cuando habló con este hombre de increíble poder.

El Diablo vio a Kai cuestión de segundos, sus blancas alas haciendo a un lado el fondo oscuro. Hizo a un lado su lista de almas condenadas y sonrió con ironía, reclinándose en su silla.

La silla a lado del Diablo, notó Kai, ya no estaba vacante. Solía ser su lugar; él era el favorito de Lucifer. Cada vez que lo visitó antes, se había quedado completamente descubierta. Nadie tenía permitido sentarse ahí.

Kai estaba sorprendido y un poco celoso, de ver a Park “Orgullo” Chanyeol en su antigua silla. El más mortífero de los Pecados le dio una sonrisa coqueta, por el hecho de haber robado la posición de Kai en su cara.

Alejó el fastidio hirviendo en él, sabiendo que era obra de Cólera. Kris siempre tuvo el desagradable hábito de morderlo con furia en el trasero, al igual que Luhan y sus malditos poderes de lujuria. Era aterrador pensar cuan poderosos eran los Pecados. Su garganta de pronto seca por el pensamiento de que tan débil era aquí, tosió en su puño. Miró al Diablo en el ojo.

“Me dijeron que querías verme.”

Lucifer se desplazó en su asiento, toqueteando el brazo de su silla con los dedos. “Se te dijo bien.”

Chanyeol lanzó miradas entre Kai y el Diablo, oliendo la tensión. Se lamió los labios, disfrutando la manera en la que Kai lucia haberse puesto rígido y con miedo. En lo que se refiere al ángel levantado, apuntar al Profanador era un golpe seguro a la muerte.

Kai tragó saliva, alas blancas lentamente guardándose en su espalda. “¿Puedo preguntar para que fui convocado?”

“Tengo una propuesta que hacerte.” Tomó las alas de Kai antes de que desaparecieran por completo en la espalda del ángel y lo levantó. “Y déjame terminar de hablar, porque no es el tipo de oferta que piensas que será.”

“¡Escúpelo entonces y déjame ir!” Kai bramó, odiando la posición en la que estaba.

Siempre había despreciado cuando el Diablo lo tomaba por las alas. Eso mostraba cuan pequeño su antiguo empleador pensaba que era. Para el Diablo, Kai no era más que un pequeño títere o muñeco.

“Se paciente. Creo que te gustara esta.” Lo sacudió un poco. “Concierne a cierto chico humano.”

El rostro de Kai se puso pálido como sus maltratadas alas. “¿Kyungsoo?”

“Sí.” Hubo un momento de silencio para permitirle asumir la información. “Me habían dicho que estás extraordinariamente enamorado de él. Hasta escuchar eso, había pensado que un ángel poseyendo sentimientos por un humano era simplemente imposible. Esto es extraordinario, Kai. Has hecho historia.”

El ángel se retorció, haciendo puchero como un niño al que le negaron galletas. Se sentía atrapado como una mariposa, o como un pájaro con sus alas sujetadas. Todo lo que quería era volar lejos antes de que fuera muy tarde. Una oferta con Kyungsoo sería difícil de resistir.

“He escuchado que esos malditos ángeles de arriba en el Ático no te dejarán verlo. Eso es un poco penoso.” El Diablo miró hacia abajo a Chanyeol, luego de vuelta a Kai. “He estado enseñando a Orgullo un nuevo truco. Ayudará con tu situación. ¿Te gustaría saber qué es?”

Kai asintió y se encontró a sí mismo croando la respuesta a la pregunta de Lucifer. “S-Sí.”
Chanyeol sonrió hacia él. “He aprendido como Convertir, Kai. ¿No es eso emocionante? Puedo volverte un ángel oscuro de nuevo; de vuelta a uno de nosotros. Entonces tú y Kyungsoo podrían estar juntos por siempre.”

Kai podía oler la trampa a una milla de distancia. Cerró sus manos en puños y trató de tragarse su miedo, así como la voluntad de rechazar la oferta. Sonaba como una oferta perfecta. Ser un ángel caído de nuevo le daría mucha libertad a Kai. No más cuartos encerrados. No más reglas. No más “no puedes hacer esto” y “tienes que hacer lo otro.”

Podría ser el viejo Kai. El del que Kyungsoo se enamoró originalmente. ¿Kyungsoo lo disfrutaría más como un ángel oscuro o como un ángel blanco? ¿Eso si quiera haría una diferencia? ¿Importaría eso por más que estén juntos?

Pero sabía que una vez que volviera a ser un ángel oscuro, jamás sería capaz de regresar al Ático. No lo aceptarían después de la conversión, porque ellos estarían conscientes de que fue voluntario. Sacudió su cabeza con furia, rechazando los términos que le colocaron ante él en la mesa. Con un jadeo de frustración, el Diablo lo tiró. Kai dejó salir un “uff” cuando su espalda golpeó contra el piso de concreto con fuerza.

“Siempre tan terco.” El Profanador gruñó. “¿Qué sería tan malo de regresar al lado oscuro de nuevo? Tendrías a Kyungsoo de nuevo, libertad, lo que sea que quieras. Todo por el precio de que tus alas de vuelvan de blancas a negras.”

Si pudiera, escupiría en la cara del Diablo. “Puedes tener mis alas.”

“¿Qué? ¿Para qué demonios querría yo tus alas?”

“No lo sé. No me importa. Arráncalas si tienes que hacerlo. Córtalas. Preferiría ser despojado que estar sin Kyungsoo.”

“Siempre puedo solo volverte un ángel oscuro de nuevo.”

“… trato.”

Kai sujetó su mano sobre su boca después de decir eso. Sus ojos de abrieron muy grandes por la sorpresa de la respuesta que había dado. Estaba siendo tan atrapado por ver esto como una oportunidad para estar con Kyungsoo de nuevo que lo había dejado escapar.

Y fue un trato.

Cuando haces tratos con el Diablo, tu primera respuesta es tu respuesta final. El Profanador curvó sus labios en una sonrisa. Kai no podía creer que se acabara de dar por vencido ante el servicio que había renunciado por la eternidad. Y todo por Kyungsoo.

“Me agradecerás por esto, Kai.”

“¡Lo dudo!”

Se sentía como si estuviera en estupor. Sujetó sus blancas alas, sosteniendo las plumas como si fueran la cosa más preciada en el mundo para él. Como sea, alguien ya había ocupado ese lugar en su corazón.

Lucifer fingió decepción. “Si ser un ángel del Ático significa más para ti que estar con Kyungsoo…”

“¡Nunca!” Gritó Kai. “Significa más para mí estar con Kyungsoo!”

Sintió la bilis subir por su garganta. Contempló la última frase que había dicho, y la oferta del Diablo. Como las dos parecían encajar perfectamente. Quizás no era tan mala idea después de todo.

Bajando su cabeza, el ángel cayó sobre sus rodillas y se arrastró girándose para mostrarle al Diablo su espalda. El gesto era claro: adelante con ello. Kai se preparó a sí mismo para lo peor.

Asintiendo hacia Chanyeol, el diablo miró a Orgullo pararse de la vieja silla de Kai y caminar hacia el ángel. Aunque sabía que sería forzado de su nuevo puesto a lado del Diablo, Chanyeol estaba más que feliz de hacer lo que estaba a punto de hacer.

Con gentileza sostuvo las puntas de las plumas de Kai. El toque mando dolorosas ondas de choque a los huesos de sus alas y gritó de dolor. Si solo el mero toque causa tanto dolor, ¿Cuánto más causaría la Conversión?

“Jura regresar a los trabajos del Infierno.” Ordenó Chanyeol. “Jura que siempre serás uno de nosotros.”

Kai arqueó su espalda cuando Chanyeol presionó sus uñas en algunas de las plumas, la sensación como cuchillos cortando a través de la piel. Golpeó sus palmas en el suelo ardiente y humeante del mundo de Abajo.

“Juro…” Kai tuvo que pasar para ahogar un sollozo. “… Juro mi lealtad al Infierno, su señor y todo lo que representa. Juro ser un ángel oscuro de nuevo y acatar las reglas que una vez seguí. Se cuáles serían las consecuencias si desobedezco.”

“En ese caso...” El Diablo interrumpió. “Las consecuencias serán perder la vida de Kyungsoo. Recuerda eso.”

Kai abrió su boca en protesta. Ninguna palabra salió. Nada se liberó más que un grito que helaba la sangre. Algo como un calor abrazador engulló sus alas. Kai se sentía como si estuviera en llamas, quemándose vivo en el cuarto del Despellejadero.

Levantó la mirada para ver a Orgullo sonriendo triunfante ante él, manos malvadas resplandeciendo con una luz azul que se arremolinaba alrededor de las dos alas de Kai. En espiral alrededor de las puntas y hacia abajo. Mientras la luz se aventuraba expandiéndose hacia debajo de las blancas plumas, tinta negra se arrastraba a lo largo de ellas. Kai miró en horror como las plumas como de paloma se volvían negras como las de un cuervo.

Se abalanzó y cogió una de sus plumas, ojos abriéndose al ver como sucumbía ante la oscuridad en su mano. La tiró en el piso, jadeando por el miedo y por la sensación que parecía noquearlo.

Tan pronto como Chanyeol soltó sus alas, colapsó por la falta de apoyo. Las plumas negras se cerraron alrededor de él, no tenía fuerzas para sostenerlas. Podía escuchar al Diablo y a Chanyeol reír.

¿Qué había hecho? ¿Qué lo había convertido de nuevo? Era un mounstro de nuevo, un verdadero trabajo del mal. Las disgustosas y pútridas a las negras de las que una vez tan desesperadamente había querido deshacerse lo demostraban. El diablo rozó sus dedos bajo la espalda de Kai, arrastrándolos entre sus alas negras como la noche traídas de vuelta. “Bienvenido de vuelta, Kai.”

♦♦♦

Kyungsoo supo que algo estaba mal, aun antes de despertar formalmente.

Quizá era el hecho de que estaba solo, o que estaba tan malditamente frio, pero algo se sentía fuera de lugar. Se sentó en la cama y frotó sus ojos, echando un rápido vistazo alrededor del cuarto. Además de descubrir que eran las tres de la mañana, no encontró nada interesante en el arreglo de su habitación. Suspiró y volvió a recostarse,  acurrucándose en las mantas.

Amaba su manta. Olía como todo lo sexy y dulce.

Kai la había tocado hace poco. Su esencia aun flotaba en la tela. Kyungsoo la respiraba, jamás teniendo suficiente del intoxicante aroma. Todo sobre Kai había sido intoxicante.

Había. Tiempo pasado. Kai se había ido. Y a juzgar por la nota que le dejó antes de su partida, no iba a regresar. Nunca jamás.

¿Cuánto había pasado desde la segunda y permanente partida del ángel? Mucho tiempo. Cada día sin Kai a su lado se sentía como otro día viviendo en el Infierno. Que realmente, especuló Kyungsoo, probablemente no era tan malo como esto.

Enroscó la manta más pegada a su alrededor, esperando sentirse seguro y a salvo. Había tejido las plumas de ángel en ella, una de las pocas marcas que demostraba que su presencia había existido.

Esta no era la primera noche que Kyungsoo se había despertado para encontrarse solo. Siempre esperaba abrir sus ojos y ver al par de Kai mirando los suyos. Quería esos oscuros orbes mirando hambrientamente su cuerpo. Extrañaba esas manos en él. Extrañaba ese cuerpo presionado contra el suyo. Los besos, el placer, …todo. Ningún momento pasaba sin que extrañara al menos; todo de Kai.

Era tan injusto. ¿Por qué tenía que estar sin él? ¿Por qué no podían estar juntos?

Sintió algo escurriendo de su nariz cuando empezó a llorar. Qué vergüenza. Se sonó de nuevo y tomó un pañuelo de la caja en la mesita de noche. Se encontró a sí mismo comprando más cajas de pañuelos mientras iba al supermercado al que iba con Kai.

Echó otro vistazo alrededor de la habitación. No hubo Kai. Arrojó sus pañuelos usados a través de la habitación, llorando con frustración cuando solo se pararon en medio del aire un momento antes de caer sobre su manta. Se estiró para alcanzarla, la tomó y se fijó atento al tirarla de nuevo. Sus dedos rozando contra las plumas incrustadas en la ropa. Algo caliente quemaba al contacto con la punta de sus dedos.

Kyungsoo.

El humano saltó. Ojos abriéndose, rápidamente observó alrededor de su cuarto. La voz había venido de ningún lado. Fue tan real. Y aun, estaba solo en su habitación. Sus padres yacían dormidos en el cuarto de al lado, pero ninguna de sus voces sonaban así. Pasó su mirada por todos los objetos en su cuarto. Todos eran inanimados. Frunció su ceño. Esa voz había sonado tan extraña y sensual. Suficientemente extraño, parecía también estar… en su cabeza.

Kyungsoo. Estuvo más cerca esta vez y sonó como si estuviera a punto de romperse. Mira lo que me han hecho. Mira mis plumas. Mira, mira…

Era la voz de Kai. Estaba seguro de ello. Graznó y tiró las mantas de encima de él, buscando en la oscuridad por el ángel del Ático. Se mantuvo esperando que hermosas y blancas alas de repente aparecieran de la oscuridad.

Kyungsoo, mis plumas. Mira lo que hicieron. El horror…

No entendía lo que se le estaba pidiendo. Ojos abiertos como platos, rebuscó por su habitación, buscando al joven detrás de esa voz. Empezó a llorar de nuevo.

“¿Kai? ¿Estás aquí?” Tropezó con sus libros de texto en el suelo. “¡Kai!”

Me hicieron uno de ellos. Estuve de acuerdo. Para estar contigo. Mira las alas y abre la ventana, amor.

“¡¿Kai?!” Kyungsoo giró su cabeza hacia la ventana y corrió a ella.

Cuando miró afuera, vio oscuridad. Nada más que oscuridad. La noche parecía ahogarse en tinta de pluma. No podía comprender que era lo que Kai estaba tratando de decirle y hacer que viera. Plumas. Las únicas plumas que Kyungsoo tenía eran las de su manta…

Caminó cautelosamente hacia el interruptor de luz cerca de la puerta de su cuarto, teniendo cuidado de no caer sobre nada de nuevo. Sus palmas se deslizaron por la pared antes de encontrar el interruptor.

Prendiendo las luces, Kyungsoo jadeó por la sorpresa.

Las plumas blancas que había tejido en la manta eran negro azabache. Cubrió su cara con sus manos con incredulidad, de repente revelando el momento de horror. Cuando Kai lo había técnicamente violado en la ducha, sus alas habían sido negras. Alas negras había traído un Kai malvado con ellas.

La ventana de pronto se abrió. Kyungsoo gritó a su pesar, esperando tener dedos alrededor de su cuello y el aire siendo robado de su cuerpo. No sabía porque, pero tenía la sensación de que moriría. Su instinto estaba mal. Entre sollozos, escuchó una calmante voz diciéndole que pare. Suaves labios presionando su frente. Alas negras envolviéndolo a él y a su portador, bloqueándolos del resto del mundo.

“Kyungsoo.”

La voz estaba tan cerca esta vez, justo frente suyo. Kyungsoo levantó la mirada, estallando en otro frenesí de sollozos cuando vio también los de Kai en todo su hermoso y familiar rostro.

Como sea, se veía tan cansado. Parecía que hubiesen succionado toda su energía, para verse casi… muerto. Su cabello oscuro sombreaba su rostro exhausto y emitía misterio sobre sus facciones.

“¡Oh por Dios!” Una mano voló a la boca de Kyungsoo. “¡Kai!”

El ángel oscuro le sonrió melancólicamente. Sus negros orbes moteados con una mezcla de alivio y dolor, la primera emoción sobrepasando a la segunda. El humano jadeó con incredulidad.

“¡¿Qué te paso, Kai?! Tu alas… tu cabello… ¡Tú! ¡¿Qué sucedió?!”

“Oh, Kyungsoo.” Los brazos lo envolvieron posesivamente de la cintura. “Estoy de regreso y tú haces preguntas. Solo saborea el momento. Te he extrañado tanto que me declaró a mí mismo; loco.”

Kyungsoo perdió sus palabras por la sorpresa y el terror. Se derritió en el cuerpo que lo sostenía, no seguro de sí debería estar feliz o preocupado de estar tan cerca de él. Las alas… las alas negras estaban absolutamente aterrorizándolo.

La mano de Kai terminó en la parte baja de su espalda. El toque familiar mandó oleadas de electricidad a través de él y no estaría sorprendido si soplaría de una boquilla después de ser negado al contacto durante tanto tiempo.

Kai pareció notar la manera en la que su cuerpo reaccionaba y rió, levantando el rostro de Kyungsoo hacia el suyo con gentileza por la barbilla. El humano miró su expresión escépticamente, como debatiéndose entre sí o no podría confiar en él.

Ahí iba de nuevo. La desconfianza. Kai no podía soportarla, especialmente de Kyungsoo. Frunció el ceño y lo forzó aún más cerca, sus cuerpos calientes por la abrupta proximidad.

Los enormes ojos de Kyungsoo lo examinaron pensativamente. Kai suspiró.

“Otra vez me temes, ¿no?”

“Tengo miedo de las cosas que puedas hacer.” Dijo Kyungsoo, pasando sus dedos a lo largo de las alas de Kai.

Kai, con un completo giro de frustración, guardó sus alas en su espalda. Guardarlas era doloroso, sentía como sus huesos eran aplastados por una bestia de carga. Pero por Kyungsoo, valía la pena.

Hizo una mueca de dolor por el momento, luego miró a Kyungsoo hecho momia hasta cierto punto. “Sabes que jamás te he lastimado. Regresé para estar contigo, Kyungsoo. No para usarte como lo hice una vez.”

“No debiste haber vuelto-” Empezó Kyungsoo, con veneno en la voz. “-Si estás planeando irte de nuevo. No sabes cómo dolió. Cada. Maldita. Vez.”

Las manos de Kai se movieron a sus hombros y les dio a los dos un abrupto estrujón. Kyungsoo sintió el área donde las manos de Kai estaban zumbando y sus hombros ahora se sentían como si estuvieran en llamas.

“No me iré. Ya no más.”

Retrocedió con Kyungsoo hasta que la parte trasera de las piernas del humano chocaron con el de su cama. Cayeron sobre las sabanas, las alas negras de la manta;  cayeron en cascada alrededor de ellos.

“Pueden hacer lo que quieran, pero no me iré.” Acribilló la cara llena de lágrimas con besos. “Jamás.”

Kyungsoo sintió otra ola de sollozos a punto de estallar en él. “¿De verdad?”

“De verdad, en serio.”

♦♦♦

Por un momento, Kyungsoo no creyó que fueran a ser una pareja tipo “felices por siempre.”

En la primera semana del aniversario del tercer regreso de Kai, Kyungsoo no estaba seguro cómo supuestamente debía sentirse. Una semana.  Una semana de memorias que lo acecharían de nuevo si lo dejaba. Siempre lo pagaba, colocado en la parte trasera de su mente. Cuando se sentaba en la escuela, no podía concentrarse. Todo en lo que podía pensar era sobre Kai y en lo que estaba haciendo en ese momento.

Pero lo que lo mantenía volviendo en sí, era más sobre los Pecados. Kai le había dicho que fue forzado a regresar a la labor del Infierno. ¿Eso significaba que los Pecados podían regresar Arriba y forzar a Kai a regresar Abajo? ¿Correcto?

No estaba seguro de cómo sería capaz de manejarlo si Kai lo dejaba por tercera vez. Lo más probable era apuntar hacia el suicidio. Una vida sin Kai era inimaginable.

Pensamientos de estar solo de nuevo le molestaban como moscas a la luz. Estuvo desenfocado a lo largo del día entero en la escuela, continuamente esperando la voz de Kai detrás de su cabeza diciéndole volver a dejarlo.

Para el momento del final del día, Kyungsoo se estaba ahogando en busca de aire. La escuela se sintió tan atestada, tan caliente;  tenía que salir. Tomando todas sus cosas,  corrió fuera de la escuela lo más rápido que sus piernas podían sostenerlo.

Corrió al parque público. La atmosfera ahí era tan serena y tranquila. Le dio la sensación de orden en el mundo caótico alrededor de él. Solo quería desenvolverse y relajarse. Caminó por las puertas del parque lentamente, tomándose su tiempo para admirar las flores plantadas a los lados. La mitad de esas flores habían estado vivas cuando trajo a Kai unos días antes. Al toque del ángel, se marchitaron y murieron.

Kai ya no podía sanar. Tan pronto como el primer capullo se marchito, visiblemente se sorprendió. Tratando como pudo, no había ninguna manera posible para él de salvar a la flor como antes. Ya no era esa clase de ángel.

Y eso asustó a Kyungsoo. Hasta el tuétano. El viejo Kai estaba de vuelta. El buscapleitos. El rudo. El que había roto su corazón más que cualquier diferente lado de Kai que Kyungsoo había tenido oportunidad de ver.

Temblando, se sentó cerca del parche de flores que Kai había sanado cuando aún era miembro de la sociedad del Ático. Los brotes aun resplandecían vibrantes. Kai se había rehusado a acercárseles por miedo a destruirlas, y mejor, para que sigan vivas.

Kyungsoo extendió la mano para trazar una de las flores, sintiendo uno de sus sedosos pétalos entre sus dedos. Su perfección de pronto le dieron la urgencia de vomitar, porque estaba celoso de cuan perfecta era su existencia, mientras su vida era toda salpicada con manchas.

Dejó ir a la planta y abrazó sus rodillas hacia su pecho. Su cabello sacudiéndose por la brisa del otoño, llevándose a la distancia algunas cuantas hojas muertas. El aire frío picoteando su piel mientras se sentaba ahí, sin prestar atención.

Se debatía si ir o no a casa. Cada vez que regresaba, era siempre con una pesadez en el corazón. Sabía que un día, llegaría a su habitación para encontrar que Kai lo había dejado. Las buenas cosas nunca duran para siempre.

Y si el día que lo dejaba era hoy, la semana que marcaría su tercera reunión, Kyungsoo se rompería en pedazos.

Otra brisa de aire giró a su alrededor y decidió que iría a casa. No podía negar los hechos; debería simplemente enfrentarlos. Después de todo, ¿Cuál era el punto del sacrificio de Kai si Kyungsoo huía de él? Se forzó a si mismo girar sobre sus tobillos y volver a las puertas fuera del parque. La historia de Kai sobre la Conversión de regreso al Infierno, lo siguió durante todo el viaje.

II →

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