Parte 2
Melodia
AQUÍ:
~.~El bolígrafo de Jongin hacía suaves sonidos mientras garabateaba sobre la página, sus palabras inclinándose hacia la izquierda con espacios estrechos, moviéndose hasta los márgenes de la página. Era rápido y su mano dolía pero siguió escribiendo, incluso cuando el viento movió el cabello sobre sus ojos, y lo hizo estornudar.
Puso la fecha, su firma y dobló el papel.
Kyungsoo estaba a un lado suyo, observando el atardecer sangrar en el cielo.
“Toma.” Jongin le pasó el escrito, “No lo leas hasta que sea noche.”
“¿Quieres que te escriba de vuelta?” Rió, ojos amplios arrugándose con su sonrisa, y cada vez que Jongin veía eso, su boca se secaba un poco.
Sintió como si fuera a vomitar pero no literal, y devolvió el gesto. Sus labios gruesos enmarcaban sus dientes, riendo y viendo sus jeans.
“No.” Jongin alzó la vista mirándolo, largo cabello casi escondiendo sus ojos. “Sólo promete que la leerás.”
“Lo juro.” Kyungsoo guardó la carta en su bolsillo, y se sentía cálido contra su muslo.
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Con un ágil movimiento, el cigarrillo fue arrebatado de la suave boca de Jongin y después observó con ojos amplios a Kyungsoo, pero lo puso entre sus labios, aspirando largamente.
“¿Qué estás haciendo?” Jongin espetó, batallando para quitárselo. “Esa mierda puede matarte.”
“¿Oh?” Kyungsoo se inclinó exhalando en su cara, coqueto y juguetón, con una sonrisa de lado. “Así que puedes envenenarte lentamente, ¿pero yo no?”
Hacía un frío amargo, y la nieve tocaba el suelo por primera vez ese día.
“Sólo,” Jongin gruñó levemente, empujando al mayor hacia abajo contra el suelo helado, lanzando el cigarrillo a la nieve, donde se apagó y fue olvidado en segundos.
Sus labios estaban agrietados, fríos y cálidos al mismo tiempo, y ambos sabían a cigarrillo, urgencia, y ansiedad, compartiendo el mismo aliento.
Jongin fue el primero en separarse.
La sonrisa de Kyungsoo lo dejó sin aliento.
Así que lo besó otra vez.
Y otra vez.
Hasta que se puso demasiado frío como para estar afuera, y se separaron, Jongin se sentó a escribir. Sus rodillas se balancearon y no pudo conseguir palabras lo suficientemente rápido. Eran un revoltijo desordenado.
Lo dejó en la carpa de Kyungsoo a las tres de la mañana, su aliento formaba una nube frente a su boca, y sus dientes castañeaban tanto que estaba seguro de que sus muelas se partirían.
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“Necesitas dejar de esperar que se aparezca.” Luhan suspiró, estirando sus largas piernas frente a él, haciendo una serie de estiramientos tocándose los dedos de los pies, calentando para su siguiente presentación. Ya estaba vestido con su uniforme ajustado que le facilitaba el moverse.
Se paró de puntillas e inclinó su espalda, y su amable rostro no hacia juego con sus palabras.
“No sé de lo que hablas.” Kyungsoo murmuró, barajeando casi compulsivamente sus cartas, recostándose sobre el tubo que mantenía alzada la tela de la carpa. “No estoy esperando por nadie.”
“Siempre has sido el peor de los mentirosos.” Yixing rió, “Son tus ojos. Son un claro indicativo.”
“No estoy esperando a que aparezca.” Espetó de vuelta, cejas apretadas hacia abajo en lo que parecía ser una horrible mezcla de enojo, decepción y ansiedad. “No lo entienden.”
“¿Entender qué?” Luhan lo miró, inclinándose sobre sus palmas con sus dedos separados en la alfombra. Su piel lucía tan blanca con la oscura iluminación. Su cabello claro se destacaba.
“No estaba aquí anoche.”
“¿Y?” Yixing cuestionó, tomando de una botella de agua, dejándola en su boca por un momento antes de tragar. Se sentía fría contra su garganta.
“Siempre está aquí para ver su acto y-” Kyungsoo comenzó, pánico formándose en su voz.
“Tienes que olvidarte de él.” Luhan declaró, poniéndose de pie como si fuera un deber, como si su cuerpo larguirucho fuera demasiado pesado para que sus piernas lo soportaran. “No has estado aquí tanto tiempo como nosotros, y tampoco has escuchado ni visto la misma mierda que nosotros. Desaparece por semanas, y habla solo. La gente dice que está loco, no sabe qué pasa con la realidad, o algo así. Escucha voces, y ve cosas. Sólo, necesitas dejarlo solo.”
Kyungsoo rodó sus amplios ojos, los músculos de su mandíbula se mostraron al apretar sus dientes para resistirse de contestarles de nuevo. Salió de la carpa, y enfrentó al frío que azotó en su cara, pero eso era mejor que estar con los bailarines.
El clima estaba helado, y quemó sus pulmones como el humo del cigarrillo de Jongin, y casi pudo saborear la ceniza en sus labios, y sentía cuán cálida y fría estaba su boca al mismo tiempo.
Jongin era un recuerdo que permanecía en su mente, y hacía acelerar su corazón.
Esa noche, Kyungsoo escribió cuidadosamente sus pensamientos, sólo las cosas que tenían sentido entonces, y las envió a la cartelera, la única cosa que era constante en su vida.
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Otra semana pasó antes de que Kyungsoo lo viera otra vez.
Las ojeras alrededor de sus ojos estaban más oscuras que nunca, y metió sus manos en sus bolsillos para esconder los raspones en sus nudillos.
Se besaron furiosa y suavemente.
Se besaron con palabras susurradas, y dedos entre cabellos, revolviéndose en la oscuridad.
Entre jadeos y las nubes que sus respiraciones formaban, Jongin besó la boca del lector, y lo miró en la oscuridad.
“Lo siento.” Comenzó, su disculpa se sintió repentinamente tan vacía.
Kyungsoo tragó el nudo formándose en su garganta, seco y áspero. “¿Por?”
“Irme como lo hago.”
“Entonces deja de hacerlo.”
“No puedo. Tengo que irme, porque no-” Jongin gruñó suavemente cuando las palabras no salieron exactamente como él lo quería. “No tengo control de mí mismo. A veces no soy yo, y tengo que irme hasta que vuelva a serlo.”
El viento aulló y grito alrededor, hojas agitándose y ramas perdidas entre el aire, y la luna bañaba todo con una luz pálida que de alguna manera hacia que todo se viera más helado.
Confundido, Kyungsoo sacudió su cabeza, intentando descartar todo lo que Jongin acababa de decir, como si sus palabras ya no existieran. Dichas y alejadas por el viento.
“Hay algo en mí. Y no soy yo.” Jongin continuó, y pasó ambas manos por su cabello.
Sintió como si mirara dentro de un túnel.
Todo estaba oscuro y cálido por un momento, y dejó escapar una aguda e involuntaria sonrisa que era demasiado grande para su cara.
“Tiene razón, ¿sabes? No es él. No del todo. Porque soy yo. Y sé que iba a dejar tomarle las riendas esta vez y decirte, porque simplemente me encanta verlo retorcerse con las emociones que no sabe cómo manejar pero francamente, esto será mucho más fácil.”
Kyungsoo se sintió enfermo. Se arrastró por el pasto con el cuerpo frío y entumecido. “¿Qué?”
La voz que no era Jongin continuó hablando, usando la boca, cara y cuerpo de Jongin.
Sus movimientos eran muy rápidos para ser Jongin. Se sacudía y vacilaba.
“Tu Jongin, el que te ve mirando los atardeceres y te besa en la nieve, el que te escribe dulces, estúpidas notitas de amor, se fue por ahora.” La voz rió.
La bilis subió a la garganta de Kyungsoo.
“¿Sigues confundido?” Rió de nuevo, risa aguda y enojada, como la retroalimentación de un viejo televisor. Puro ruido discordante y blanco.
Kyungsoo no habló. Sacudió y clavó sus dedos en sus brazos, e intentó decirse a sí mismo que irse sería lo mejor. Pero sus piernas estaban enraizadas a la tierra.
“El diablo. Jongin teme perder su independencia. Jongin es esclavo de algo, la cosa que lo mantiene aquí. Una adicción carcome su alma, por todos sus bordes hasta que la termina por completo.” La voz falsa citó la carta de tarot con una lengua azucarada y dientes afilados.” Jongin se fue, y está gritando para ser liberado, y tú estás aquí conmigo.”
El cigarrillo que estaba entre sus gruesos labios fue puesto en su piel, y Kyungsoo estaba seguro de que pudo oler la carne quemándose.
Se sentiría enfermo.
Entonces corrió, y la tierra y suciedad y el concreto duro golpeaban contra sus pies y enviaban ondas electrizantes a través de sus rótulas, y estaba temblando demasiado como para pensar. Era como si su cerebro estuviera sacudiéndose alrededor dentro de su cráneo y eso lo empujó y empujó hasta que estuvo seguro de que iba a desmayarse justo en la orilla de la carretera, abrazando la acera como un borracho.
Cayó en una pesadilla que no terminaba, porque ocurría frente a sus ojos cuando estaba despierto y dormido.
Constantemente entre extrañando a Jongin, y sus besos sabor a cigarrillo y labios de ceniza, y caminar a la cartelera, se quedó escondido en su tienda con sus cartas, las cuales extendió y odió el resultado.
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Jongin lloró por primera vez en años.
La nota estaba arrugada y no era deseada, porque odiaba sus pensamientos y la dejó fuera de la tienda.
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Su escritura estaba volviéndose cada vez más y más ilegible, rápida y enojada, escurriendo tinta por toda la hoja.
Jongin estaba desesperado, frío y herido.
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Se sentía poético y patético, y se maldijo a sí mismo mientras lo escribía, gritando obscenidades a todo pulmón, palabras arrastrándose en una garganta dañada.
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Kyungsoo notó que la atmósfera en la cima de la cartelera era diferente sin Jongin en ella, como si esa fuera su casa, y él fuera un intruso. Alisó sus jeans con sus dedos y observó las copas de los árboles y como los rayos del sol pasaban a través de las ramas, deseosos de ser vistos y sentidos.
La sangre corrió hacia sus piernas por la forma en que colgaban, y sus zapatos se sintieron muy apretados. Movió los dedos de los pies y pensó en Jongin de nuevo, frunciendo el ceño.
Le tomó un montón de preparación mental para sentarse donde estaba, esperando y esperando por un chico que quizá nunca volviera, aunque tenía la esperanza de que lo hiciera, a pesar de todo.
Algo lo atrajo a Jongin. La manera en que se movía cuando caminaba, y bailaba esas noches envuelto en la luz de la luna con el césped húmedo pegándose a sus pies descalzos. El humo que se esparcía desde sus cigarrillos mientras escribía y escribía, garabateando tan rápido que Kyungsoo no podía estar seguro si estaba escribiendo palabras reales y honestas. La manera en que torcía una sonrisa y reía nasalmente cuando se carcajeaba, y como lo besaba con una boca que sabía a desesperación y necesidad y tanto amor que no tenía a donde ir.
Cuando vio la familiar melena de cabello negro y la postura desplomada, le gritó. “Me alegra que regreses.”
Jongin sonrió ampliamente, mirando al chico en la cartelera. “Pero yo debería ser el que te dice eso.”
“¿Qué diablos pasó?” Kyungsoo preguntó.
Intentando no hacer una mueca, Jongin subió la escalera, dedos rodeando los gélidos peldaños. Se sentó junto a Kyungsoo, pero sus piernas no se tocaron y no podía sentir su calidez e incluso así, no se sentía tan solo.
“Tengo un mucho que explicar.” Sonrió un poco, una sonrisa que lucía triste y perdida. Muy lejano en sus pensamientos, que estaban aquí y allá y en ningún lado al mismo tiempo. Su sonrisa era la sonrisa de palabras distantes y planetas y sueños y metas. Palabras que no podía conjurar. Rostros que no podía recordar.
Kyungsoo rascó la pintura del metal de la plataforma, y esperó. La pintura encajó debajo de su uña, y frunció el ceño. La piel comenzó a sangrar, negro y con moretones.
“Así que… Yo, um,” Frotó el costado de su cuello con una mano que estaba lleno de cicatrices redondas de cigarrillos que no recordaba haber puesto en él, “Escribí.”
“¿Quieres que lo lea yo?” La voz de Kyungsoo era más tranquila, hablando con sus manos.
“No, yo puedo.” La voz de Jongin se entrecortó, y frunció el ceño luciendo muy enojado por un momento, y no estaba seguro de si estaba enojado con él mismo, o la situación, pero estaba bastante enojado. Sus ojos ardían y se aguaron, pero lo aguantó.
“Querido Kyungsoo,” Comenzó, voz vacilando solo un poco, y su voz sería lo único que lo delatara. La escritura de Jongin salió fuerte y segura, y su voz se cortaba y clamaba por ayuda.
“Todo lo que recuerdo es sentir que despertaba, y eso es porque despierto pero nunca recuerdo dormir. Recuerdo atardeceres y tu sonrisa y sentir como si yo valiera algo.” Los dedos de Jongin tocaron nerviosamente sus jeans.
Aclaró su garganta y mojó sus labios.
Se estancó, y rió nerviosamente mirando a Kyungsoo por un segundo.
“Escucho cosas, y algunas veces es demasiado, y todo lo que quiero hacer es gritar para callarlas. Y escucho una voz que toma el control y entonces yo… No soy yo. No soy el Jongin de los cigarrillos, y las palabras tristes, porque soy el Jongin que te hiere, y que te deja por semanas.”
Su voz se quebró, y el corazón de Kyungsoo se quebró con el sonido.
“Me odio.”
Crujido.
“Me odio.”
Crujido.
“Me odio.”
Destrozo.
“Estoy tan loco como todos dicen, y sé que has escuchado rumores, y sé que lo has pensado, y preguntado qué está mal conmigo, porque no soy como tú.”
Jongin estaba llorando abiertamente ahora, lágrimas goteando, escurriendo tinta en la hoja y sus hombros sacudiéndose como si estuviera desesperado.
Kyungsoo tenía un momento difícil intentando comprender su tartamudo y rápido discurso. Sonaba maníaco.
“Necesitas alejarte de mí, p-porque no hay nada peor que enamorarse de un monstruo.”
Jongin estaba susurrando, y temblando, y llorando más que nunca en toda su vida.
“E-escribiendo con manos temblorosas y mariposas en el estómago, tu Jongin quien te ama.”
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