Countdown (Parte II)
Jongin sigue viendo el mundo en números, pero estos números son completamente diferentes. Estos números lo desgarran y lo cosen de nuevo, trazando la línea roja del destino, hasta el punto en el que Jongin no sabe lo que significa contar, lo que significa respirar si es que no está respirando, con ojos muy abiertos y sonrisas crecientes. Y así, Jongin cae en el desquiciado sin fin de unos y dos y tres.
Documenta todo, cómo, cuándo Kyungsoo tiene hipo, lo hace dos veces en lugar de una. Cómo hay cinco pliegues en la mano izquierda de Kyungsoo pero solo cuatro en su derecha. Cómo su número favorito es nueve, mientras que el suyo es veinte. Cómo es doce de octubre ventoso de 42°F fuera mientras ellos tienen su quinto beso. Su sexto, séptimo y octavo beso caen en medio de ese día y, el siguiente, limitándose entre el duodécimo y tredécimo mientras caminan sin rumbo hacia la media noche, con las manos entrelazadas y sentimientos que dejan sin habla.
Después de eso, los números se mezclan en un torbellino de pasión y tranquilas promesas.
Le toman cincuenta pasos para atravesar la puerta y el dormitorio de Jongin. Siete botones y diez dedos torpes separando la extensión de la piel lechosa de Kyungsoo de las miradas indiscretas de Jongin. Cuando su lengua dibuja una línea de fuego a través de la mandíbula de Kyungsoo, éste deja escapar un bajo sonido quejumbroso que hace que el corazón de Jongin salte tres veces. Le toma cuatro segundos caer en la cama. Le toma mucho menos caer en negación de perderse en una fantasía que nunca podrá ser. Pero sólo necesita un contacto del chico tendido debajo de él para regresarlo bruscamente a la realidad. Seis besos mariposa a lo largo de la parte trasera de su cuello. Dos pares de uñas rasguñando, adornan la espalda de Jongin. Un minuto antes de que la cremallera bajara y los pantalones fueran lanzados para unirse a la pila de ropa tirada en el piso. Dos minutos antes de que los labios de Jongin vagaran hacia el sur y Kyungsoo se arqueara, sus manos toman las mantas de la cama que estaban debajo suyo cuando la boca de Jongin lo devora. Tres minutos después, súplicas de prisa y gemidos llenan el aire.
Cuatro intentos torpes para abrir el cajón de la mesita de noche junto a su cama. Treinta y cinco segundos para que el mundo de Jongin se quiebre mientras se desliza en el interior de Kyungsoo. Un bajo gemido abandona su garganta. Se siente extrañamente completo a pesar del dolor porque incluso en la oscuridad, el reloj numerado de Kyungsoo, se niega a desaparecer. Mientras Jongin cuenta todo lo demás, junto con la respiración entrecortada y los inolvidables himnos, ignora el más obvio y deslumbrante número de todos.
Si Kyungsoo se pregunta por qué los ojos de Jongin están fuertemente cerrados, no dice nada, está demasiado ocupado colapsando en un revoltijo de jadeos sin aliento y caderas balanceándose. Cuando los ojos de Jongin están cerrados no hay números, sólo el peso de Kyungsoo en sus brazos y el estiramiento de su corazón. Pero entonces, su visión se vuelve blanca y borrosa y Jongin deja escapar un último gemido seguido de un maullido sin palabras de Kyungsoo, revoloteando lejos y descender en caída libre.
Kyungsoo se enrosca en Jongin y rápidamente se queda dormido. Jongin por otra parte, no logra conseguir tal lujo. Está despierto, sintiéndose infinitamente pequeño e indefenso. Creyó que ignorar los interrogantes ojos de Kyungsoo, el pensamiento persistente del qué somos exactamente, lo harían salir ileso. Que si no hay un nombre para su relación, no habría arrepentimiento o dolor o sufrimiento que lo siguiera cuando el reloj de arena inevitablemente se vacíe. Cuando la gente nombra las cosas, se adhieren y cuando se dejan, lloran mucho más, pero Jongin no se da cuenta de que las relaciones no funcionan como nombrar mascotas. Los sentimientos no necesitan nombres, no podía entregar felicidad en un "hola" o confesar el amor en una despedida.
Excepto que está equivocado, terriblemente equivocado.
Jongin ya está adherido y sabe que está mintiendo cuando le dice a Chanyeol que solo le gusta Kyungsoo porque la palabra que amenaza con salir de sus labios, es otra palabra de cuatro letras que definitivamente no es lo que parece. Jongin presiona las palmas de sus manos contra sus ojos hasta doler y pasa el resto de la noche aferrándose a Kyungsoo, como si pudiera mantenerlo ahí por siempre.
Es la una de la tarde de un viernes, lo que significa que es hora de que Kyungsoo pare en la biblioteca a leer a los niños. Jongin no quiere acompañarlo, ya que, si es honesto consigo mismo, los niños le aterran. Son pequeños, ruidosos e impredecibles. Son muy bulliciosos, como si tuvieran la fuerza incontrolable de la naturaleza y Jongin puede sentir el surgimiento de un dolor de cabeza de tan solo pensar en ello. Kyungsoo tiene que hacer rodar sus ojos para recordarle Jongin, tú una vez fuiste niño antes de que empezara a criticar.
Kyungsoo esconde una sonrisa detrás de su mano. “En realidad, aún actúas como uno.”
“No lo hago,” Jongin gruñe mientras le envía una mirada feroz. “Y me gusta pretender que esos tiempos oscuros no existieron en mi vida.”
Deja escapar una risa y tira del brazo de Jongin de todos modos. Jongin, con cada paso, arrastra los pies por la banqueta, pero sabe que nunca ha rechazado una invitación a pesar de su miedo a los niños.
Porque el decir no significa que tiene que dejar a Kyungsoo fuera de su vista por más tiempo, un tiempo en el que una serie de desastres pueden pasar, donde el insoportablemente poco tiempo de Kyungsoo podría llegar a ser aún más corto. Jongin sacude su cabeza y trata de no pensar en ello.
Cuando las puertas de cristal de la biblioteca pública se abren, el olor familiar de libros usados y paginas amarillentas se adentran en sus sentidos. Ha pasado tanto tiempo desde que puso un pie en la biblioteca de la universidad y mucho menos en la librería pública al centro de la ciudad. Las hileras e hileras de novelas son una vista indeseada pero aplasta la náusea que conllevan el tiempo suficiente para caminar después de Kyungsoo y en la sección infantil un círculo de ojos esperanzados esperan.
Jongin se estremece. Hay muchos de ellos.
Está parado torpemente al lado mientras Kyungsoo saca un libro de un estante y se sienta en un puf, la nube de niños está cada vez más cerca tan rápido como voltea la primera página.
Jongin se queda embobado por cómo los ojos de Kyungsoo brillan, la forma en que su voz cambia y se sumerge bajo las cuencas de los valles y se eleva por encima de crestas cubiertas de nieve. Se divierte con ver su buena interpretación que inspira a reír pero esta tan distraído que no se da cuenta de la pequeña niña que está al lado de él jalando su pantalón. Jongin brinca de sorpresa.
“¿Hola?” el tose con torpeza.
Ella devuelve la sonrisa dentuda y encantada. “¿Puedes leerme un cuento?”
“Pero Kyungsoo ya está leyendo uno.”
“Ya he leído ese libro. Quiero escuchar otro.” Le hace pucheros y Jongin manotea internamente por unos segundos.
Sus ojos escanean su alrededor como si la respuesta fuera a salir por él y Kyungsoo está demasiado ocupado entreteniendo a la pequeña multitud de niños para ayudar. La pequeña niña interpreta el silencio como una señal de que Jongin no le va a leer y su labio superior empieza a temblar y sus ojos brillaban con lágrimas contenidas. Jongin se encoge con horror porque la única cosa peor que un niño, es un niño llorón.
“Mira ―yo no tengo un libro, pero te voy a contar una historia, ¿está bien?” susurra en pánico mientras se arrodilla. “Sólo no llores, por favor no llores.”
La pequeña niña asiente y se limpia la nariz. “¿De qué trata?”
Jongin se detiene porque realmente no lo sabe. No hay historia y no tiene un solo hueso creativo en su cuerpo, pero tiene que pensar en algo rápidamente antes de que el pequeño demonio empiece a quejarse. Busca un estante de ideas en su cerebro y después sus ojos se posan sobre Kyungsoo, empiezan a saltar latidos nerviosos y tartamudea en un murmullo. Las palabras salen de su boca sin pensarlo dos veces.
“Es una historia sobre un chico que trata de detener el tiempo.”
“¿Y lo hace?” la niña susurra asombrada. “¿Él detiene el tiempo?”
Jongin la mira con tristeza. Sus ojos se llenan de nostalgia reprimida y dolores apagados. “No sé, aún no hay final.”
Es una noche de otoño tranquila, cuando los cielos están rociando lluvia y la gente se acurruca en abrigos largos. Jongin se apoya en Kyungsoo, inclinando el paraguas hacia el lado del chico bajito aunque le haya dicho que no era necesario. El hombro derecho de Jongin se empapa pero no le importa. Ni siquiera siente el frío, ya que trata de morder su abrigo; en lugar de eso, se siente cálido, increíblemente cálido. Caminan más allá de un cruce cuando Kyungsoo ve algo del otro lado del camino y se apresura para llegar allí con los ojos muy abiertos.
Es un gato herido.
“¡Kyungsoo!” Jongin grita, corriendo detrás de el con un paraguas que ya no cumple su propósito, “¡¿Qué crees que estás haciendo?!”
“Está herido,” Kyungsoo señala mientras el agua gotea por su cabello ahora empapado y sus ojos.
“Puedo ver eso, pero no puedes correr así solamente a través de un cruce.” Le dice conforme al temor paralizante que llega lentamente, el recuerdo del accidente del coche de un tiempo atrás, dolorosamente fresco y vivo en su mente.
Sus ojos, el reloj en la parte superior de la cabeza del animal, frunciendo el ceño. No le queda mucho tiempo.
“Tenemos que salvarlo.”
“No sirve de nada.”
“Por supuesto que sirve,” Kyungsoo exhala ruidosamente mientras se encoge de hombros en su chaqueta y poder envolver al gato herido. “Sólo necesito llegar a un lugar seco.”
“Kyungsoo, ponte la chaqueta de nuevo.”
“Podemos ayudar ―”
“¡No, no puedes!, ¡sólo le quedan cinco segundos!“
Jongin está respirando con dificultad, el peso de lo que acaba de decir lo cubre como una red metálica. Kyungsoo lo mira en shock y nada se puede escuchar a excepción del sonido constante de la lluvia contra el cemento y el golpeteo ruidoso de la sangre a través de los oídos de Jongin. Kyungsoo se da la vuelta y en su cabeza cuenta hasta cinco y entonces los relojes, con un sentido casi cómico e incrédulo cuando el pecho del gato deja de latir. Se arrodilla allí, entumecido, no registra la muerte del gato hasta que Jongin lo toma alrededor de la muñeca y lo tira a sus pies.
El viaje de regreso al departamento de Kyungsoo se llena de silencio y una capa sofocante de tensión. Kyungsoo está sentado en su sofá, una toalla colgando alrededor de su cuello y sus manos temblorosas pasan otra toalla sobre el cabello empapado de Jongin cuando finalmente encuentra su voz.
"¿Cómo supiste?" susurra.
Jongin deja escapar un suspiro tambaleante. La voz que contesta es terriblemente dolida y cansada. "Puedo verlos relojes de la vida."
Kyungsoo quita la toalla de la cabeza de Jongin para poder verlo a los ojos, pero Jongin se encoge.
“Debes pensar que estoy loco”, Ríe sin alegría.
“No, no lo pienso. Te creo”
Jongin voltea su cabeza. “¿Me crees?”
“¿Por qué no lo haría? No tienes razón para mentir.”
Kyungsoo le lanza una sonrisa tentativa y Jongin se tarda un par de minutos antes de devolverle la sonrisa. Se ve algo forzada.
"¿Quién más lo sabe?" Pregunta con delicadeza mientras se sienta al lado de Jongin y se apoya sobre su hombro.
"Chanyeol."
"Supongo que eso tiene sentido," Tararea y un segundo más tarde, añade "Lo siento."
"Lo siento, ¿Por qué?"
"Debe haber sido difícil saber algo como eso sin alguien que crea en ti."
Jongin siente que se va a derrumbar con esas mismas palabras. Así, indudablemente como Kyungsoo pide disculpas por algo sobre lo que no tiene control y sin embargo son las que necesitaba oír. El peso sostenido en sus hombros se hace más ligero mientras que el chico se posa a su lado, la inhalación de una mezcla embriagadora de lluvia y esperanza. Pero la esperanza se desvanece tan rápido como llega.
“Oye,” Kyungsoo bromea tratando de alegrar su estado de ánimo. “¿Cuántos años me quedan?”
Jongin se congela y se rompe de nuevo. Oculta su expresión llorosa en la curva del cuello de Kyungsoo y toma la camisa del chico con todas sus fuerzas.
“Mil millones”, Jongin se ahoga.
Kyungsoo logra ver por encima de la mano de Jongin y ríe. “Eso es genial, podemos crecer hasta hacernos viejos, arrugados y juntos ser abuelos de mil millones de años.
Jongin le ofrece una acuosa sonrisa y Kyungsoo se la devuelve, sin darse cuenta de que la sonrisa no puede llegar hasta los ojos de Jongin.
Se despierta con el zumbido incesante de su teléfono. Busca alrededor de él y con una mano a ciegas, llega hasta su mesita de noche, mientras abre sus ojos, borrosamente lee un Jongin en su pantalla brillosa.
"¿Hola?" Kyungsoo dice.
"Estoy afuera de tu apartamento."
“Jongin, son las 4am, ¿Qué pasa contigo y tu mal hábito de molestarme a horas impías?” Kyungsoo gruñe en su almohada, con el teléfono presionando su oído mientras trata de mantenerse despierto.
“Es también sábado y mañana no hay clases así que levanta tu trasero y déjame entrar.”
Kyungsoo tambalea incoherente por un minuto, el sonido se la risa cálida en el otro extremo, le incita efectivamente a salir de la comodidad de su cama.
"Ya voy," bosteza mientras desliza sus pies en las pantuflas que están en el suelo.
"Por cierto, cuando te dije que estaba afuera de tu apartamento no me refería fuera de tu puerta."
“Espera, ¿qué?”
Tres golpes suenan en la ventana de la sala y Kyungsoo voltea en estado de shock, sus ojos llegan a un Jongin sonriente sentado en las ramas de un árbol que está afuera.
“Linda pijama”, Ríe desde el otro lado del cristal.
“¿Estás loco?, Balbucea apresurado a abrir su ventana, temblando mientras el aire frio de la mañana entra sin ser invitado.
Jongin se desliza dentro de la habitación sigilosamente, negro, elegante y felino. Kyungsoo traga saliva, porque incluso en pantalones deportivos, la figura de Jongin es alta y esbelta. Su ansiedad se transforma en irritación cuando Jongin se tumba en su cama.
Jongin entierra su cabeza en su almohada y abre un ojo para ver al muchacho. “Vamos a jugar un juego”
"Te apareces frente a mi ventana a las 4 am," Enuncia lentamente, cada palabra fuertemente mezclada con sarcasmo. "¿Porque querrías jugar un juego?"
Jongin ignora la mirada de desaprobación y juicio, eligiendo tirar boca abajo a Kyungsoo para que su espalda le haga frente. Explica las reglas sin señales de acuerdo.
“Así que dibujaré en tu espalda con mis dedos e intentarás adivinar de que trata, ¿de acuerdo?”
“¿Es en serio?―”
“¡No voltees! ¡Eso es trampa!
Kyungsoo suspira pero hace todo lo posible por mantenerse así. Escalofríos recorren por su espina dorsal cuando los dedos de Jongin provocativamente dibujan líneas a través de su espalda.
“No estás dibujando nada aún.”
“Trato de pensar, cállate.”
La siguiente media hora, se llena de miradas robadas y risas tímidas. Kyungsoo es sin duda cosquilloso, pero no puede decir que el contacto de Jongin es desagradable, si su rubor furioso y latidos frenéticos son una indicación. Las suposiciones salpican el silencio como estrellas en un cielo negro absoluto.
"Un árbol."
"Un corazón".
"Un perro."
Vacila durante una particularmente difícil. "¿Estás tratando de dibujar a Chanyeol?"
"Sí, ¿Cómo lo adivinaste? ¿Por elpelo rizado?" Jongin ríe.
Kyungsoo da la vuelta y esta vez, Jongin lo permite, poniendo al chico menor en la jaula de sus brazos.
"No," Kyungsoo ríe, con la sonrisa de sus ojos."Fue la espeluznantemente boca grande."
Ambos se enroscan entre sí, Jongin todavía trazando patrones perezosos a través de la cadera de Kyungsoo, sus dedos se sumergen en la franja de piel debajo de su camisa de una manera que hace a Kyungsoo aferrarse a él con más fuerza. Ninguno de ellos está hablando, pero las palabras no son necesarias, sin embargo, las preguntas que han estado girando dentro de la cabeza de Kyungsoo se niegan a desaparecer. Imagina que nunca habrá un momento adecuado para preguntar por lo que es ahora o nunca.
"Cuando dices que puedes ver los relojes de la vida, ¿puedes ver el tuyo?” murmura con calma.
Jongin se tensa y deja escapar un respiro demacrado, pero al final responde. “No.”
“¿Ni si quiera cuando estás frente un espejo?”
Jongin niega con la cabeza y Kyungsoo se inclina para colocar un suave beso contra el pulso bajo la mandíbula de Jongin, con la esperanza de poder calmarlo. Toda la conversación es tan extraña para Jongin. Su habilidad para ver le hace sentirse incomodo incluso por más razones que las del constante recordatorio de que Kyungsoo se está desvaneciendo. Nunca había hablado cerca de las complejidades que implica el ver esos números rojos- Nadie nunca ha querido saber, nunca nadie preguntó
Incluso con Chanyeol, las conversaciones acerca de su habilidad son exageradas e incómodas. Hay una capa de tensión y Jongin no puede dejar de pensar que en algún lugar entre las palabras despechadas, Chanyeol tiene miedo de él. Pero con Kyungsoo, no hay miedo, solo auténtico interés y admiración.
Los dedos delgados de Kyungsoo contra su palma lo sacan de su ensueño. Jongin sólo oye la segunda mitad de la frase, pero es suficiente para que entienda lo que Kyungsoo está pidiendo.
"― ves una persona con un reloj idéntico al de otra? ¿Hasta el último segundo?"
Piensa por un momento y responde: "Yo no creo que lo tenga.”
Kyungsoo lo ve, la alegría salta de sus ojos. “¿Pero no sería dulce? Hablar de destino.”
"Esta no es una novela romántica de mala calidad," responde Jongin con una risa.
"Sigo pensando que sería dulce," Kyungsoo hace pucheros.
Jongin simplemente canturrea en respuesta, sus dedos vuelven a esbozar pensamientos al azar y dibujar patrones, esta vez en la parte baja de la espalda de Kyungsoo.
"Veintiuno."
Jongin hace una pausa cuando Kyungsoo murmura el número en la parte trasera de su cuello.
"¿Qué?"
"¿No es el número que acabas de dibujar en mi espalda? ¿Adiviné?”
Jongin se empuja como si se hubiera quemando con ojos abiertos en pánico, mientras una sensación paralizante se apodera en su cuello y amenaza con ahogarlo. Kyungsoo lo mira con preocupación.
“¿Jongin?”
“Deberíamos dormir.”
No dice más y cae dentro de las mantas, volteándose hacia la pared. Kyungsoo se desliza a regañadientes en la pila de mantas junto a Jongin, sus brazos caídos torpemente a su lado hasta que decida envolverlos alrededor de su cintura. El chico no responde. Kyungsoo pasa las horas restantes de la mañana preguntándose qué dijo mal.
Chanyeol no puede decir que nunca ha visto borracho a Jongin pero a medida que va caminando a la sala de estar, Jongin está claramente más que embriagado― está completamente roto.
Se aproxima lentamente, como lo haría un animal asustado. Hay sólo un par de pasos tentativos para que note el cristal roto extendido por el suelo y ver que la mano derecha de Jongin está sangrando. El reloj destruido yace olvidado a unos pocos piesde distancia. Chanyeol reza en voz baja y se precipita a su lado, tirándolo lejos del caos y lanzándolo a una silla junto a la mesa de la cocina. Toma el kit de primeros auxilios fuera de un gabinete y se pone a trabajar recogiendo fragmentos y vendando los cortes.
“En verdad tienes que dejar de romper todo así,” murmura Chanyeol- “Y, maldita sea, por qué siempre es vidrio.”
Ahora permanece tranquilo y cuando Chanyeol ve a través de la mesa, puede ver las rayas corriendo por sus mejillas, donde sus lágrimas se han secado. Cuando elige hablar, su voz es ronca como si hubiera estado gritando y maldiciendo.
"Kyungsoo está visitando a sus padres."
Chanyeol no sabe cómo responder, pero no parece que Jongin busque una respuesta, continuando en su conversación desigual.
No sabe cómo responder, pero no parece que Jongin busca una respuesta, continuando en su conversación unilateral.
"¿No es bonito?" ríe, pero el sonido es vacío y hueco. "Debe hacerlo. Visitar a su familia es bueno. Tiene que verlos una última―”
La voz de Jongin duele en la última palabra y es casi como Chanyeol puede escuchar a través de las grietas astillando su corazón. Jongin es un desastre incoherente de miseria emborrachada mientras arremete, amargo e impredecible.
Cae y cae y cae sumergiéndose en diversos grados de desesperación hasta que no está seguro de ser capaz de levantarse de nuevo. Chanyeol guía la cáscara que ha sustituido a su mejor amigo de regreso a su habitación, colocándolo debajo de las sábanas y apagando las luces. No hay nada más que pueda hacer por él.
Chanyeol no cree que haya algo que alguien pueda hacer por Jongin porque el tiempo no se detiene. En la oscuridad de su habitación, Jongin cierra el puño vendado con tanta fuerza que los cortes sangran a través de las bandas blancas de tela. Duele, pero le da la bienvenida a cualquier sentimiento que no sea la aplastante sensación de desesperanza que cae sobre él como una serie interminable de olas gigantes. Que le recuerdan que todavía está vivo.
Afuera, en la sala de estar, Chanyeol barre el cristal y se desplaza a tirar el reloj a la basura. Cuando levanta la tapa del bote de basura, un calendario destrozado y roto ya está en el interior. Incluso en su estado aniquilado, el círculo rojo furioso alrededor del 21 de diciembre es visible.
Cuando Kyungsoo regresa de su visita de la casa de sus padres, se encuentra con Jongin inusualmente deprimido. Hay un aire de resignación por lo que Kyungsoo no puede poner su dedo en ello. Jongin parece un hombre en el pabellón de la muerte, esperando su ejecución. Es perturbador.
Está sentado en la alfombra, con indiferencia picoteando hebras deshilachadas de la almohada en la que está apoyado mientras mira con poco entusiasmo a Jongin correr con Chanyeol en un videojuego, cuando sus ojos se pierden alrededor de la habitación. Instalados en el espacio de la pared vacía encima de la televisión, donde solía estar un reloj.
“¿Qué le pasó a tu reloj?”
"Se rompió," responde monótonamente.
Jongin no menciona que la razón por la que se rompió fue porque su puño corrió a través de él.
"Oh", murmura Kyungsoo. "Deberías conseguir otro, están teniendo una venta navideña en un par de semanas."
Chanyeol alcanza como reflejo de rayo rápido el dispositivo de video juego de las manos de Jongin antes de que pueda romper ese también. Kyungsoo toma todo el intercambio con el ceño fruncido, pero Chanyeol sólo ofrece una risita nerviosa en respuesta. Jongin no dice una sola palabra.
"En realidad, eso es una gran idea," Chanyeol tose. "En lugar de esperar a la venta de Navidad, por qué no salen a comprar uno nuevo ahora porque los relojes son importantes y los necesitamos para llegar a tiempo, porque estar a tiempo es genial y―”
"Nunca llegas a tiempo, incluso teniendo un reloj."
"Sólo trataba de ayudar", Bufó mientras murmuraba en voz baja, frases furiosas que suenan como las variaciones de colores de Kim Jongin eres un maldito imbécil. “De todos modos, estoy llamando a Baekhyun, no vuelvan por lo menos en una hora.”
Jongin y Kyungsoo son empujados bruscamente mientras a puerta se cierra de golpe en sus caras.
“¡Park Chanyeol!” Jongin grita, golpeando la puerta con frustración.
"¡Sólo tienes que ir comprar un maldito nuevo reloj!"
El sonido de respuesta exasperada de Chanyeol es sordo pero fácilmente comprensible. Kyungsoo se dobla de risa y desliza su mano en Jongin mientras que el chico más alto sigue visiblemente de mal humor.
"Oye, está bien.
Jongin gruñe evasivamente pero permite a sí mismo de ser llevado hacia la tienda más cercana. En el camino, Kyungsoo ocasionalmente se da vuelta para mirarlo contemplativo y después de la tercera vez, Jongin finalmente decide decir algo.
"¿Qué?"
"¿Estás enojado conmigo?"
La respiración de Jongin es una exhalación ruidosa. Está enojado con un montón de cosas. Está enojado con el mundo, está enojado con el tiempo, está enojado consigo mismo por ser tan inútil para cambiar algo, pero nunca podría estar enojado con Kyungsoo.
"No, por supuesto que no", dice, luego de darse cuenta que no es muy bueno en ocultar su desesperación. Permite una sonrisa estirarse en su rostro porque así es como Jongin quiere que Kyungsoo lo recuerde. Quiere ser recordado como el Jongin que ha re-descubierto la felicidad, el Jongin que ha sido sacado de las aguas oscuras de la apatía por sonrisas de media luna y labios rojos cereza.
El resto del viaje es considerablemente más brillante.
“¿Qué clase de reloj quieres?"
"No me importa, tú puedes escoger."
"¿Estás seguro de eso?"
Jongin asiente con la cabeza, probablemente sería mejor si Kyungsoo escoge el reloj. Como resultado, la respuesta es todo. Jongin está de pie en un pasillo con el reloj elegido sostenido en ambas manos cuando hace una mueca, literalmente. Está seguro de que la anciana que pasaba al lado de él le lanzó una mirada dudosa y honestamente, no puede culparla.
"Kyungsoo, este es un reloj de Pororo".
"Lo sé," sonríe.
"La parte de atrás de este, dice que es para siete años de edad.”
"No, dice siete o más. Tú puedes ser la parte del más."
Jongin suspira y camina a la caja sin protestar porque no puede decir que no a Kyungsoo y sus ojos suplicantes, incluso si eso significa tener que tragarse su dignidad y aceptar que su especie-de-novio tiene una extraña obsesión por los dibujos animados. Más tarde esa noche, Jongin cuelga el nuevo reloj en su habitación, en lugar de ponerlo en la sala de estar. A propósito, saca las pilas fuera y deja el reloj como es, los segundos congelados, los minutos suspendidos, las horas atrapadas en un limbo de inmovilidad.
La boca de Jongin se arquea hacia arriba en una sonrisa dolorosa.
Él detuvo el tiempo.
16 de diciembre.
Jongin se salta la clase a pesar de que su proyecto final es necesario.
17 de diciembre.
Es el último día de clase y Jongin entrega su proyecto con un solo día de retraso. Su profesor lo lleva aparte, muy enfadado y le da una lección sobre cómo ordenar sus prioridades. Jongin sabe que tiene sus prioridades en orden. Kyungsoo es su prioridad. Pero no lo dice, en lugar de eso le dice a su maestro que no tuvo tiempo suficiente. El hombre nervioso lo mira y le dice siempre tienes suficiente tiempo si lo planeas.
Jongin ríe cínicamente porque eso no es cierto.
18 de diciembre.
Chanyeol y Baekhyun insisten en hacer una fiesta, ya por fines descanso. Jongin sabe que 'hacer una fiesta' realmente significa que su departamento va a ser destrozado, pero Kyungsoo está emocionado, nunca ha estado en una antes. Al final, Jongin dice que sí, pero en lo que resta de la noche, no puede quitarse la idea de que esta no es tanto una celebración si no una despedida.
19 de diciembre.
Ellos compran un árbol de Navidad y pasan un día entero decorando con un surtido de adornos y oropeles que arrojan brillo por todas partes. Jongin está fuertemente castigado por Kyungsoo debido a su falta de creatividad artística y repetidamente llamado murciélago daltónico. Jongin nunca ha sido más feliz.
20 de diciembre.
Un día más. Jongin se siente adormecido. No está listo para esto. No está listo para que termine. No está listo para decir adiós. Kyungsoo puede sentir que algo está mal, pero Jongin sólo le dice que tuvo una pesadilla. Pero esta pesadilla es demasiado real y casi lo suficientemente tangible. Se revela en los pliegues suaves de los ojos de Kyungsoo, en el rosa pálido de la manzana de sus mejillas bonitas. Es un cielo que Jongin ha llegado a creer que puede ser suyo para siempre sólo para ver que le sea cruelmente arrancado
.
Jongin considera romper y decirle a Kyungsoo, porque tal vez merece saber. Pero entonces toma una mirada así mismo en el espejo, un retrato de sombras oscuras y mejillas hundidas y sabe que las personas no tienen la intención de saber cuándo mueren. El conocimiento se filtra en su alma y planta una semilla desastrosa de pena omnipotente. Es el poseedor de un secreto que nunca debió ser revelado. Si hay una cosa que pueda hacer por Kyungsoo, es salvarlo de la misma desolación.
"Vamos a quedarnos aquí mañana", Jongin susurra en la oscuridad de la habitación, con los brazos envueltos alrededor de la única persona con la que no podría vivir
"¿Por qué?"
"No puedo soportar lo lleno que consiguen estarlas calles debido a las compras de última hora por Navidad," miente.
Kyungsoo canturrea su acuerdo en la piel de Jongin, cálido aliento abanicando a través de su oreja y desplazándose en el sueño. Jongin trata de mantenerse despierto durante el tiempo que le sea posible, porque no quería perderse ni un segundo del tiempo que ya está disminuyendo. Pero luego, sus párpados se hacen demasiado pesados y mantenerlos abiertos, se pierden en la oscuridad.
Jongin se sacude despierto en una cama vacía y una almohada fría, desorientado y aturdido porque no puede recordar cómo se quedó dormido. El terror se apodera de su corazón como si su respiración estuviera fuera de control. Las personas no mueren así. No sólo desaparecen en medio de la noche mientras sus cuerpos se desvanecen como si nunca hubieran existido. Jongin lanza las mantas en una ráfaga tumultuosa, como si con sus extremidades estuvieran luchando y luego un trozo de papel se arruga debajo de su palma.
¡He ido a comprar algo de comer! Necesitaremos comida si vamos a estar aquí todo el día. No quería despertarte. Llámame si te apetece comer algo en particular…
Jongin se precipita a buscar su teléfono y presiona los números con sus dedos temblorosos, su mente es un lío de números y preguntas calculadas de ¿cuánto tiempo le queda?
"¡Kyungsoo!" grita cuando la llamada finalmente atraviesa todo su cuerpo y casi convulsiona ante el sonido de la voz al otro extremo.
"¡Buenos días! ¿Quieres que cocin― "
"¡¿¡Qué parte de permanezcamos aquí mañana no entendiste!?!"
"Acabo de ir por algo de comer..."
Jongin puede oír el gesto aun cuando no está allí para verlo, pero está demasiado ocupado entrando en pánico.
"Mira, sólo quédate donde estés -no te muevas. Voy por ti."
Ni siquiera se molestó en cambiar sus pantalones antes de avanzar por la puerta y por la calle, corriendo como si su vida dependiera de ello, hacia el supermercado un par de cuadras de distancia. En cierto modo, su vida no depende de él. Para cuando el supermercado está a la vista, puede ver a Kyungsoo desplazándose de ida y vuelta bajo la marquesina roja de la entrada. Jongin llega barriéndose, un caótico y sudoroso desastre.
"Me asustaste," Jadea, con los ojos cerrados con fuerza.
"Solo estaba fuera por una hora," responde Kyungsoo confundido.
Jongin se echa hacia atrás y hace una comprobación rápida pero sutil por partes, cualquier señal de que algo esté fuera de lugar antes de que sus ojos se muevan frenéticamente alrededor, contemplando en el entorno y la gran cantidad de situaciones que podrían ser la causa de la muerte de Kyungsoo. Durante toda la prueba, Jongin nota que los números rojos no han dejado de contar hacia atrás, es solo cuestión de minutos para el final.
"Jongin, ¿qué pasa?"
Toma a Kyungsoo y empieza a tirar de él hacia atrás en dirección a su apartamento, decidiendo permanecer lejos de la calle principal, donde un coche puede ser fácilmente la respuesta temida del tiempo de Kyungsoo. Las calles laterales estarían mucho más seguras, sin trampas mortales de metal a toda velocidad esperando chocar contra el chico indefenso a su lado.
"Te lo explicaré más tarde."
No lo hará, pero no va a decir nada en este momento para Kyungsoo lo escuche y se dé cuenta. Cuanto más rápido puedan volver a casa, más seguro será. Kyungsoo está tropezando detrás de Jongin, bolsas de plástico crujiendo mientras chocan contra sus piernas, cuando pasan por un callejón y grita registrándolo por primera vez, gritando seguidos de un grito de súplica. Jongin de repente jalaba pero no estaba moviéndose hacia adelante, porque Kyungsoo se ha detenido, las bolsas cayeron al suelo mientras se asoma en el callejón sombreado y ve a una mujer de edad avanzada siendo asaltada.
Todo sucede en cámara lenta.
Es una cacofonía de ruidos. Kyungsoo grita para que el ladrón se detuviera, la sangre de Jongin está corriendo por sus venas mientras maldice la necesidad inquebrantable de Kyungsoo siendo el buen samaritano, y luego hay un destello de metal reflejando la luz del sol que Jongin ve un segundo más tarde. De pronto, está corriendo y empujando y su voz sale de su garganta en un grito ronco porque lo sabe. Así es cómo terminará.
Dos tiros son disparados.
Floraciones rojas a través de un lienzo de color blanco pálido.
Los pernos del hombre armado en miedo.
La anciana no deja de gritar mientras marca a una ambulancia.
Jongin cae al suelo primero, mirando en estado de shock mientras presiona su mano contra la herida de bala en su pecho. Esto no tiene sentido, esto no es lo que él pensaba que sucedería y está jadeando en busca de aire mientras sus pulmones se llenan de sangre. Voltea a su lado y ve a Kyungsoo acurrucado como una bola tan sólo unos metros de distancia, un florecimiento clavel rojo a juego, cerca de su corazón. Por último, se registra. Dos disparos. A través de la bruma, Jongin arrastra su camino hacia el niño caído, los dedos clavándose e nla grava empapados en carmesí.
"Kyungsoo", se queja, con la mano extendida.
Kyungsoo sólo puede controlar un gemido de dolor mientras sus ojos llenos de lágrimas miran a Jongin cuando se derrumba junto a él.
"¿J-Jongin?" Balbucea mientras un flujo constante de sangre se escurre por la comisura de su boca. "¿Por qué?"
La mano temblorosa de Jongin se prende de la muñeca de Kyungsoo, frotando círculos suaves a lo largo de su pulso cayendo lentamente mientras tose y más sangre mancha el suelo.
"Lo siento, te mentí. No tenías mil millones de años", se ahoga. "Pero creo que, yo tampoco."
“No tienes que tener miedo, probablemente vas hacia el cielo."
Kyungsoo intenta reír, pero el sonido que sale de su garganta es más de un gorgoteo ahogado. "¿Vienes conmigo?"
"Me gustaría ser un ángel de mierda."
Se está haciendo más y más difícil respirar, es aún más difícil forzar las palabras que salen fuera de su lengua pesada. Jongin cierra los ojos para tratar de ordenar sus pensamientos. Se pregunta si esta es la forma que pretendía ser desde el principio, si su tiempo se había terminado en el momento que puso sus ojos en el chico de cabello corto y ojos grandes en la clase de historia musical de Chanyeol.
00: 00: 00: 00: 00: 10
Jongin abre los ojos de nuevo.
00: 00: 00: 00: 00: 09
Kyungsoo se adhiere débil mente a Jongin.
00: 00: 00: 00: 00: 08
Jongin sonríe.
00: 00: 00: 00: 00: 07
Los labios de Kyungsoo tiemblan mientras trata de devolverle la sonrisa.
00: 00: 00: 00: 00: 06
El sonido de las sirenas, perforan el aire, pero ambos saben que es demasiado tarde.
00: 00: 00: 00: 00: 05
Jongin trata de decir hasta pronto, pero lo único que sale de su boca es más sangre.
00: 00: 00: 00: 00: 04
Kyungsoo aprieta la mano de Jongin y le dice con los ojos está bien, lo sé.
Ambos cierran los ojos y esta vez, ninguno de los dos tiene el poder de abrirlos de nuevo, luchando a través de un río de letargo, sus cabezas sumergidas e incapaces de nadar a la superficie. Empieza la cuenta regresiva, dos relojes que son perfectamente idénticos, perfectamente sincronizados.
00: 00: 00: 00: 00: 03
00: 00: 00: 00: 00: 02
00: 00: 00: 00: 00: 01
En algún lugar de un universo paralelo, se está contando una historia. Una historia sobre un chico que podía ver los números de color rojo. Una historia sobre un chico atrapado en la complacencia hasta que otro chico aparece para salvarlo. Una historia de sonrisas, risas, lágrimas y dolor. Una historia que llega a su final.
00: 00: 00: 00: 00: 00
FIN.