Fanfic: Cartas (1ª Parte)

Jan 04, 2021 21:49

Tras casi seis años (¡SEIS AÑOS! Dios mío, que vieja soy >.<) de inactividad en LJ, he vuelto en un ataque de nostalgia. Hoy he hablado con arkady_ sobre ello que me lo ha recordado de nuevo, pero lo cierto es que llevo días pensando en retomar el maravilloso mundo del fanfic y rebuscando entre archivos, he recordado que tengo fanfic escritos de hace ni se sabe (mínimo seis años, probablemente más), y ¡sin subir a ninguna parte! Y eso no puede ser, porque estas cosas hay que compartirlas, nunca se sabe cuando puede descubrirlo una fangirl. Yo como una de ellas que soy, estaría muy agradecida de encontrar más cosas de mi pairing favorito :_) Aunque no sea un trabajo de calidad, pues oye, al menos hay algo que leer, que eso siempre está bien.

Así que sin más dilación, aquí dejo el fanfic principalmente Adama/Roslin, llamado "Cartas" que escribí para el reto de la tabla de 30vicios

Es un trabajo in progress pero igual estos días me animo a terminarlo :) Después de haber completado el NaNoWrimo este noviembre pasado, me siento on fire! :D



Autor: yokana_yanovick
Fandom: Battlestar Galactica
Pairing: Adama/Roslin, Lee/Roslin, Kara/Roslin
Spoilers: 3ª Temporada
Tema: #23 - Cartas - 1ª Parte ( Tabla)
Contenidos: Apuestas y comedia de la mano de Kara Thrace.
Palabras: 4.753



Cartas

(1ª Parte)

-Por favor, Kara, ya no tenemos edad para estas cosas.

-¿Para qué? ¿Para divertirnos? No veo porqué una partida de cartas un poco menos convencional pueda escandalizarlo de algún modo, señor -sin tiempo para rechistar sacó una baraja de su bolso.

-Contigo siempre hay que tener cuidado -inquirió Lee.

Hasta el momento la cena había sido tranquila, refrescante, incluso pudo vislumbrar la diversión en los ojos de los padres de la flota en algún que otro momento.

El almirante Adama llegó con dos vasos de licor a su mesa, uno para Kara y otro para él. Miró tristemente el mini bar, si Saul hubiese aceptado su proposición hubiesen bebido codo con codo mientras intentaban descifrar qué era lo que su hija adoptiva tenía en mente para animar la noche. Desde el ataque en Nueva Cáprica y la pérdida de su esposa, se había encerrado en sí mismo, ni si quiera quería hablar con él. Miró el vaso casi sin pestañear mientras oía los refunfuños de su hijo, entonces, una caricia suave le despertó de su ensoñación y un susurro cercano le calentó el oído.

-¿Todo bien? -levantó la cabeza y vio esos ojos verdes que, estaba seguro, podían leer sus pensamientos.

Por norma general las palabras de Laura siempre eran un bálsamo para sus heridas, y esa noche no era diferente.

-Pregúntale a ellos -sonrió e hizo un ademán de cabeza hacia los jóvenes.

Lee le arrebató de las manos la baraja a Kara mientras las miraba estupefacto.

-¿De dónde las has sacado?

En un movimiento rápido ella se las volvió a quitar.

-No sabes lo que es capaz de cambiar algún que otro civil por un par de botellas de ambrosía…

-¿Tú? ¿Cambiando bebida por cartas? Estarías borracha… -dijo socarrón.

El comentario se ganó un pellizco con su correspondiente queja.

-¿Qué nos tiene preparado, Teniente? -Laura se sentó a su lado y miró curiosa las cartas que había comenzado a mezclar.

-He decidido -comenzó- hacer un poco mas alegres vuestras aburridas vidas.

-Si consideras que nuestras vidas son “aburridas” debes de estar loca… -Lee se apartó de ella antes de que alcanzara de nuevo su dolorido brazo.

-¿Acaso lo dudabas?

Laura contuvo una mueca y Bill movió la cabeza con una sonrisa.

-Bien, ¿alguien en esta mesa no sabe jugar al BlackJack? -miró a los presentes y sonrió cuando vio a la presidenta negar con la cabeza. -¿En serio?

-No todos hemos tenido que hacer tiempo durante el adiestramiento militar, Teniente.

-¿Y qué hacía entre clase y clase? -dijo fingiendo escandalizarse.

-Si se lo dijera se escandalizaría de verdad -le contestó zalamera.

Kara rió con ganas y decidió de repente que Laura sería una buena compañera de travesuras. Sonrió para sus adentros ante la idea de enredarla en la que estaba a punto de comenzar.

-Bien, para los que no sepan, he aquí una clase magistral, y para los que sepan, que aprendan -barajó las cartas con maestría y las puso sobre la mesa, escogió tres diferentes y les dio la vuelta para que se viera su dibujo. -El juego comienza colocando dos cartas boca a arriba frente a cada jugador y la finalidad es conseguir un “BlackJack”, esto se consigue haciendo que las cartas sumen veintiuno. Éstas -dijo señalando una de ellas tintada con un número - valen lo que marcan. Éstas -dijo señalando un as- su valía puede variar entre once y uno, según lo que más le convenga al jugador, y éstas -dijo señalando una figura con uno de los símbolos de las doce colonias- valen diez. ¿Entendido? -miró un segundo a Laura que había comenzado a asentir con la cabeza.

-Pues allá vamos -comenzó a repartir las cartas hasta que su CAG la detuvo.

-Espera, ¿qué nos apostamos?

Kara tuvo que morderse los labios para no sonreír abiertamente.

-Ya que aquí el dinero no es importante, ¿qué tal una prueba en dos fases? -dijo tratando de mostrarse seria.

-¿En dos fases? -Lee la miraba con desconfianza.

-Quién gane la primera ronda escoge a la víctima. Y quién gane la segunda escoge la prueba. Así no queda todo en manos de una única persona, a no ser que gane las dos consecutivas...

Los movimientos de Kara eran casi felinos, insinuantes y como consecuencia todos sintieron que no podía presagiar nada bueno.

-¿Por qué tengo la impresión de que aquí hay gato encerrado? -Bill apuró el contenido de su vaso mientras la miraba.

-Porque no la has visto jugar, papá.

-¿Su fama llega más allá de sus maniobras con el viper? -Laura fingió sorpresa.

-Su fama no tiene límites, señora presidenta -dijo Bill con sorna.

-Siempre intento superarme -Kara se encogió de hombros mientras repartía. Miró de reojo a la Presidenta que estaba a su izquierda y sonrió casi maliciosamente al verla reírse. Colocó dos cartas frente a cada jugador y comenzó señalando por su izquierda. -Ya que es la Presidenta, háganos el favor de hacer los honores.

-Bien, probemos suerte. -Laura tenía sobre la mesa una figura, y un dos. Cogió una carta del montón y puso una mueca cuando les enseñó la carta y descubrió otra figura.

-Veintidós, mala suerte, señorita Roslin.

Continuó el juego por su izquierda donde estaba sentado Bill y tenía sobre la mesa otra figura y un cinco. Robó otra carta y sonrió cuando posó sobre la mesa el número seis.

-BlackJack -dijo con aire satisfecho.

-Ohhh… así que comenzamos jugando fuerte, Almirante. Pero aún hay dos personas que pueden empatar.

Lee sacó otra carta y consiguió sumar dieciocho, así que probó suerte de nuevo pero la estadística no estaba de su parte y terminó superando el límite con una maldición.

Haciendo gala de todas sus artes Kara cogió su carta para terminar la ronda. Por desgracia para ella su pavoneo duró poco, con un bufido reveló que su nueva carta sumaba veinticinco. Sin embargo se giró hacia su superior de más rango y sonrió.

-¿Y bien? ¿Quién será el afortunado en llevar a cabo la primera prueba, Almirante Adama?

Bill se dedicó a mirar a los presentes con calma.

-Kara, sé que estás ansiosa por participar, pero -y haciendo una pausa calculada- creo que Lee está todavía más eufórico ante la idea…

Kara soltó una carcajada.

-¡Pero papá! ¡Hacerle esto a tu propio hijo! -fingiendo dramatismo movió la cabeza y se señaló a sí mismo mientras hablaba y trataba de evitar, sin éxito, que una sonrisa asomara por sus labios.

Su padre se encogió de hombros -En el amor y en la guerra…

-Sí, ahora me siento mucho más querido, gracias -dijo con ironía.

Kara le dio unas palmadas en la espalda a modo de consuelo.

-No te preocupes, ¡siempre nos quedará la venganza!

-No lo dudes -miró a su padre entrecerrando los ojos con una sonrisa.

Las cartas volvieron a repartirse, sin embargo esta vez Bill no tuvo tanta suerte, fue el primero en salir y el primero en perder.

Las cartas de mano de Lee sumaban veinte, así que antes de robar se plantó en el número y no cogió una nueva carta.

A su lado, Kara robó y no pudo sonreír más ampliamente al ver el As que necesitaba para hacer “Black Jack”.

-Señora Presidenta, usted es nuestra última esperanza para que no ocurra una catástrofe -Bill la miró alzando las cejas y ella no pudo hacer otra cosa que sonreír.

-Creo que no se me dan bien estas cosas -dijo levantando una carta del montón y enseñarla para corroborar que efectivamente sus palabras eran ciertas.

-Bien, bien, bien -Kara se frotaba las manos excitada- Se me ha ocurrido una idea nueva, ¿os parece bien que haya pruebas abiertas y otras censuradas?

-Si nos dices a qué te refieres con eso antes de que comience a temblar te lo agradecería -Lee había apoyado los codos sobre la mesa y la miraba impaciente.

-Quiero decir, que haya pruebas que puedan oír todos y otras que solo las sepa el afectado -y con la más amplia de sus sonrisas esperó confirmación que llegó de un modo desconfiado con un asentimiento general.

Sin darles tiempo a echarse atrás Kara se inclinó a su derecha donde estaba su compañero y le susurró algo al oído.

-¿Qué? -éste la miraba estupefacto mientras una sonrisa cada vez mayor se plantaba en la cara de su amiga.

-No, no, no, no… ¡No!

-Ohhh, ¡vamos, Lee! ¿Dónde está tu afán aventurero?

-Lo perdí cuando los cylon casi nos fríen el culo en Nueva Cáprica.

-Vamos, capitán, no puede ser algo tan malo -Laura le miró con una sonrisa.

-No, si malo… no es -dijo dubitativo-, creo.

-Bien pues, ¡ya está! -y antes de que le diera tiempo a echarse atrás, prosiguió- ¡Una prueba completada! -cogió las cartas de nuevo y las barajó.

La suerte sonrió a Laura esta vez que de mano consiguió un BlackJack con una figura y un as. Sonriente le pasó el turno a Bill, que suspiró cuando sus cartas sumaron veintiséis.

Lee levantó su carta y puso los ojos en blanco soltando un bufido.

-No se preocupe, llegará la venganza -Laura miró al joven de los Adama para después lanzarle una mirada a Kara cargada de intención.

-Señorita Roslin, una de las primeras cosas que nos enseñan en la academia -dijo Kara mientras robaba la carta de rigor- es no celebrar una victoria antes de haberla ganado -y con una sonrisa lasciva enseñó que con su carta ella también conseguía llegar a la puntuación justa.

-Bien, señora, esto es un duelo entre usted y yo -se giró hacia ella mientras volvía a poner dos cartas sobre la mesa a cada una.

Las cartas que le tocaban a Laura sumaban diecinueve, y observando las de su contrincante vio que tenía un punto más que ella, así que decidió no arriesgarse y se plantó.

Como no le quedaba más remedio si quería tener una oportunidad, Kara levantó una carta del mazo y su mirada no reveló ninguna emoción cuando miró su número hasta que la posó con dulzura sobre la mesa acompañada de una sonrisa casi lasciva en el rostro.

-Creo que mi dos me hace ganar la partida -contuvo una carcajada cuando vio a Laura refunfuñar casi como una niña pequeña-. Así que… usted pierde y como consecuencia, y para que sepa con quién no debe meterse, usted será mi siguiente víctima.

Kara vio por el rabillo del ojo que fue justo en ese momento donde su casi-padre comenzó a prestar, con un interés renovado, más atención al juego.

-Que no se diga que no cumplo con mis obligaciones -dijo Laura con un suspiro acompañado de fingida resignación.

-Así me gusta, una presidenta tiene que dar ejemplo -sentenció Kara comenzando a poner cartas boca arriba.

En la siguiente ronda Adama no le acompañó la suerte cuando salió del límite al levantar su segunda carta. Su hijo no lo hizo mucho mejor al plantarse en su suma inicial que daba diecisiete, hizo una mueca cuando vio que las cartas de Laura sumaban veinte puntos. Sin embargo aún faltaba Kara, que llevaba su labor con mucha tranquilidad, antes de acercar su mano al montón de cartas se dio tiempo para encender un puro dar una calada profunda y espiraba el humo de una forma casi lasciva.

Levantó la carta con una lentitud dolorosa y antes de depositarla sobre la mesa sus labios se curvaron en una mueca.

-“BlackJack” -paladeó.

La piloto se giró hacia su izquierda para poder mirar a Laura a los ojos apoyando el codo en el respaldo de la silla y el otro sobre la mesa.

-Quién iba a decir que iba a tener a la Presidenta de las doce colonias a mi merced.

-Kara… -el tono del Almirante sonó a advertencia.

-No se preocupe señor, tengo una prueba muy sencilla para ella -alzó las manos a modo de defensa.

-Y bien, teniente, ¿qué es lo que tiene preparado para mí? -y su voz suave casi la hizo replantearse la prueba.

Casi.

-Es muy fácil. Tan sólo un beso.

-¿Un beso? -Laura se sorprendió.

Y antes de darles tiempo a bombardearla con un sin fin de preguntas más, rebuscó algo en su bolsillo izquierdo.

-…cada día, tantos días como marquen los dados -dijo poniéndolos sobre la mesa-, para ser más exactos la suma de los dos. El número máximo es doce así que no es un precio demasiado alto, ¿verdad?

Laura se inclinó sobre la mesa para coger los pequeños dados.

-¿Dónde y a quién tengo que besar?

Los ojos de Kara no podrían haber brillado más ni aún siendo de cristal.

-El lugar indiscutible serán los labios.

-¡Oh vamos, Kara! -su compañero casi saltó de su asiento, y por detrás de él, pudo oír otro refunfuño de su padre.

-Pero bueno, ¿tanto hay que escandalizarse por un beso? Estoy convencida de que el receptor del susodicho beso me lo agradecerá. No todos los días tienes la suerte de que te bese una Presidenta. Es casi como ser bendecido, o algo así.

La carcajada de Laura llenó la habitación.

-Bueno, veamos, ¿así que tengo que besar a alguien tantas veces como me digan los dados? -pudo vislumbrar la diversión en los ojos de la mujer de mediana edad que tenía a su lado. Sino la conociera diría que se estaba divirtiendo tanto como ella.

-No, un beso cada día, y el número de días lo decidirá la suerte, así que si nos hace el favor de tirar los dados -dijo poniéndoselos en la mano.

Laura balanceó los dos pequeños trozos de plástico entre sus dedos hasta que los dejó caer sobre la mesa.

-Un cinco y un seis, no está mal, casi la puntuación máxima -Kara se frotó las manos-, así que la prueba durará hasta que pasen los once días.

-¿No es una prueba excesivamente larga? -Bill no pudo evitar que el nerviosismo se colara en sus palabras.

-No lo he decidido yo -Kara se encogió de hombros.

-Estoy convencido de que de algún modo ya lo tenías todo planeado… -Lee la miraba con suspicacia.

Haciendo caso omiso de su compañero, Kara se dio la vuelta para hablar con la mujer que esperaba levemente ansiosa una respuesta.

-La persona tendrá que ser de esta mesa, pero… no tiene porqué ser la misma cada día.

-¿Y eso quién lo decide? ¿Los dados? -Lee hizo burla de ella.

-No -una sonrisa insinuante apareció en su cara-, yo.

Su compañero bufó y puso los ojos en blanco, su padre, a diferencia de él, estaba ensimismado echándose otra copa y mirando fijamente el vaso sin decir nada, y Laura parecía que en cualquier momento comenzaría a dar saltos en su silla.

Kara miró su reloj.

-Son las diez y cuarto de la noche, y la prueba comienza hoy. Así que…, voy a escoger a su primera víctima, señorita Roslin.

Los hombres de la habitación se quedaron totalmente en silencio mientras Kara alternaba la mirada entre uno y otro.

-Esto no es un pelotón de fusilamiento, ¿eh? Podríais mostraros más receptivos -les reprochó.

-Oh, es comprensible, ha pasado mucho tiempo desde que a los hombres les apeteciera besarme -Laura hablaba con ella pero era tan sólo una trampa para picarles, podía verlo en sus gestos. La indirecta surtió el efecto deseado y ambos hombres se pusieron a farfullar excusas, halagos y palabras de disculpa en un tono casi inaudible que quedó totalmente amortiguado por la risa que la mujer que tenía a su lado.

Laura rió con ganas cuando les vio tan azorados que no sabían ni qué decir.

Definitivamente tendría que llevársela de juerga alguna vez.

Kara les miró un momento más antes de apoyarse en su respaldo y poner las manos detrás de su cabeza.

-Lo cierto…, es que me encantaría probar un beso presidencial -y sin ningún tipo de reparo miró a la protagonista de la prueba con una sonrisa en los labios, la cual soltó una risita tonta y se inclinó sobre ella para hacerle una leve caricia, apenas un roce, con su propia boca.

Cuando se alejó sonreía. Kara no.

-¿Qué era antes de secretaria de educación? ¿Monja? Así no infunde ningún respeto, estoy convencida de que puede hacerlo mucho mejor, señora Presidenta.

Vio como su ataque se clavaba en su orgullo y hacia una mella profunda cuando la vio alzar una de sus cejas para dejarle entrever que había aceptado el desafío. Sin más dilación Laura volvió a inclinarse sobre ella ante la mirada atónita de padre e hijo, y la beso despacio, acariciando la carne blanda contra sus labios. Abrió su boca, mordió sensualmente su punto más sensible e introdujo la punta de la lengua dentro de ella para acariciarla tranquilamente. Su mano derecha se había enterrado en su pelo rubio y su mano izquierda le calentaba la rodilla mientras notaba como Laura se movía sobre ella para profundizar aún más un beso que, jamás admitiría, le podría hacer perder los papeles.

Cuando hubo terminado bien podían haber encontrado a los dos hombres debajo de la mesa con un tono carmín en la cara como color menos llamativo. Sin embargo allí estaban, blancos, uno con la mandíbula abierta y otro con los ojos a punto de salirse de sus órbitas.

Por un momento Kara no dijo nada, procesaba la información, el beso y todas las posibilidades que eso conllevaba. Por fin se giró hacia ellos y habló sarcásticamente.

-¿Qué? ¿Habéis aprendido algo? -se volvió a girar hacia Laura que, tenía que admitir, era una caja de sorpresas y sonrió -ve como yo tenía razón.

-He de reconocer que lo tenía algo olvidado -confesó.

-Yo he de reconocer que podría obligarla a besarme diez veces más, pero no es justo que estos pobres infelices no disfruten de la parte más dulce de nuestra implacable presidenta.

Laura tuvo que contener otra carcajada.

-¿Kara no crees que esa prueba es pasarse un poco? -Lee la miraba rojo como un tomate y evitando mirar más a la derecha por si se encontraba por casualidad con los ojos de Laura.

Starbuck giró la cabeza para mirar a su protagonista.

-¿Está dispuesta a cumplirla?

Antes de contestar Laura abortó una sonrisa de medio lado y asintió.

-No es algo que haría habitualmente, pero bueno, ¿por qué no? Ya me he comprometido.

-Estupendo entonces, cada día recibirá alguna señal de cuál será el beneficiario del beso del día. ¿Podré fiarme de que lo cumpla si no estoy presente?

-Puede confiar en mi palabra, Teniente. O sino -dijo señalando al padre y al hijo- puede preguntarles a los caballeros.

-De los caballeros es de quien no me fío… -Kara entrecerró los ojos mientras miraba a Lee que ya no sabía detrás de qué esconderse.

Bill intentó mantener la compostura con elegancia aunque sin éxito, se sirvió otra copa y no dijo una sola palabra mientras su hijo discutía con Kara la exageración de pruebas a las que se habían visto expuestos. Desvió su mirada hacia una Laura felizmente divertida con la pequeña aventura en la que se había enredado, mientras trataba de contener la risa ante la discordia juvenil que tenían sus subordinados.

En algún momento entre queja y queja alguien mencionó la hora y antes de que pudiese darse cuenta Kara y Lee salían por la puerta chinchándose mutuamente dando por terminada la función. Laura recogía su maletín y su chaqueta cuando se acercó a ella con el vaso en la mano.

-¿De verdad vas a prestarte a esto? -le dijo sin el menor atisbo de diversión.

Aquella pregunta, puede que algo más brusca de lo que había previsto, hizo que le mirara sorprendida.

-¿Por qué no?

-Porque eres la Presidenta.

-No pretendía besarme con Kara frente a ninguna cámara, Bill. Tan sólo es divertido, deberías probarlo alguna vez.

-No me parece una buena idea -insistió.

Laura bufó y dejó el maletín en el suelo de nuevo.

-¿Qué es lo que te preocupa en realidad?

-Tu imagen.

-¿Mi imagen? -la respuesta la dejó tan atónita que no supo qué contestar.

-¿De verdad tienes intención de besarte por ahí con la gente?

-¿Qué gente, Bill? ¿Kara, Lee y tú? Podría haber tenido sexo con los tres varias veces y nadie se hubiera enterado jamás. No nos vemos precisamente poco.

Laura había comenzado a ponerse la chaqueta sin prestar la más mínima atención a sus palabras, sin embargo la mención de su nombre en la misma frase con la palabra “sexo”, casi hace que su cerebro se cortocircuite. Automáticamente su imaginación dibujó lo que pudo haber sido en Nueva Cáprica y tuvo que zarandear su cabeza antes de presentarse ante Laura con una respuesta física un tanto incómoda.

-Es que…, me parece absurdo, Laura -meneó el contenido de su vaso tan sólo para no mirarla a la cara.

-¿Tanto te molesta la posibilidad de que tenga que acercarme a ti y besarte?

-No…, ¡claro que no! -dijo atontado y con un deje de tartamudeo en su voz.

-¿Entonces es que lo haga con los demás lo que te incomoda? -le miró mientras se divertía claramente con su azoramiento.

-No… -aunque no lo tenía demasiado claro tampoco.

Laura suspiró.

-Entonces no hay ningún problema, buenas noches, Almirante -se dio media vuelta con su maletín en la mano y salió por la puerta sin esperar respuesta.

Bill se sintió mareado de repente, incluso en juegos, las dos mujeres más importantes para él conseguían desconcertarlo, y por si a ojos de los demás no había quedado claro tras infinidad de años al mando de una nave, no le gustaban las sorpresas.

♥♥♥

Kara Thrace entró en la habitación de los pilotos como una exhalación.

-¿Qué? ¿Ya lo has hecho? -miró a su compañero terminar de vestirse.

-No, Kara, aún no.

Lee estaba cansado, todo por culpa del alcohol que no estaba acostumbrado a ingerir, aunque sólo fuese durante la cena. Eran las seis y media de la mañana, sufría ardor de estómago y lo que menos necesitaba era a una Kara persiguiéndole para ver si había llevado a cabo su cometido del día.

-Que sepas que al menos hoy, voy a tener que estar presente para saber que no me estafas y te marchas de rositas sin hacer la prueba. A todo esto -buscó en su pantalón y sacó, a opinión particular de Lee, los dados del demonio, para ponérselos en las manos-, toma.

-¿Qué quieres que haga con ellos?

-Que te los comas, ¿qué voy a querer que hagas? ¡que los tires! Ayer con la emoción de planear maldades se me olvidó sacarlos para ver cuanto duraba tu prueba.

-¿Qué? No pienso hacer eso más de un día, Kara. ¿Estás loca?

-¿Por qué no te cansas de preguntarme algo tan absurdo? -puso una mueca mientras le pegaba un golpe en el hombro-, venga, tira.

No tenía tiempo ni ganas de discutir algo tan ridículo y sin sentido como aquello. Sabiendo de antemano que tenía la discusión perdida, tiró.

-Vaya, dos seises, ¡es tu día de suerte!

Lee puso los ojos en blanco.

-No, en serio, ¿qué piensas que pensará al respecto?

-Nada bueno, espero -dijo haciendo una pausa-. ¡Pero ahí está lo divertido!

-¿Para quién? -dijo Lee frotándose la sien.

Kara se encogió de hombros con una sonrisa inocente en la cara.

-Vamos, ni que te hubiese puesto una penitencia, si al final lo disfrutarás tú tanto como yo -le guiñó un ojo justo antes de desaparecer por la puerta.

Lee terminó de abrocharse la chaqueta pensando en la manera de evitar a su padre para llevar a cabo su prueba. Su relación con él no necesitaba más rencillas. Aunque fueran inofensivas.

♥♥♥

Laura caminó a paso ligero por los pasillos de Galáctica con sus guardaespaldas pisándole los talones. Miró su reloj, aún faltaba una hora para que Bill terminara su turno y Lee había adelantado su reunión por un motivo que aún no le había quedado demasiado claro, algunas prácticas que incluían maniobras con el viper creyó entender.

Llamó a la puerta. Tras unos segundos una sonriente Kara Thrace le abrió la puerta y la invitó a pasar.

-Señora Presidenta -le dirigió una inclinación de cabeza.

-Teniente Thrace -la saludó mientras entraba en la habitación y miraba a su alrededor con curiosidad.

-Siento mucho haber cambiado la hora repentinamente, señora Presidenta, espero no haber desbarajustado demasiado su agenda -Lee apareció por el umbral del despacho de su padre, con papeles en las manos, y más nervioso de lo habitual, o es era la impresión que daba cuando sus ojos sólo se encontraron con los de ella en el único vistazo rápido que le dedicó.

-¿El Almirante tardará en llegar? -no pasó por alto la mirada que, aunque fugaz, los jóvenes pilotos se dedicaron mutuamente, y antes de que su ayudante militar abriera los labios para contestar a su pregunta, fue Starbuck quién habló primero.

-Lo siento señora, el Almirante nos ha dado su permiso para comenzar sin él.

La miró con desconfianza pero no quiso poner en duda sus palabras en voz alta, se apuntó una nota mental para acordarse de mencionarle a Bill aquellas reuniones extrañas que sus subordinados planeaban en su ausencia.

-Bien, entonces comencemos -dejó su maletín sobre la mesa y empezó a quitarse la chaqueta.

Antes de que pudiera darse cuenta unas manos manejaban su prenda de ropa y la hacía caer suavemente por sus brazos tan despacio que creyó sentir los dedos de Lee acariciándola. Se dio la vuelta con sorpresa ante tal repentina muestra de cortesía. -Gracias Capitán- por toda respuesta recibió su habitual sonrisa tímida y una caída de ojos más propia de un adolescente que de alguien con edad suficiente para que le nombraran CAG de Galactica. Abortó una sonrisa en proceso de hacer trabajar todos los músculos de su cara mientras le veía llevar su chaqueta hasta una silla y posarla con más mimo del que ella podría profesarle jamás a una prenda de vestir. Lee Adama, siempre tan inevitablemente atento.

Kara tosió para llamar su atención y le entregó su informe para dar comienzo a la reunión.

♥♥♥

-¿Te das cuenta de que quedar exclusivamente por esto es ridículo? -Lee se sentó en su cama y comenzó a masajearse el puente de la nariz.

-Tan preocupado que estabas por si tu padre notara algo que me pareció lo mejor -Kara se sentaba en una de las literas superiores balanceando sus piernas juguetonamente mientras observaba como su compañero se iba a estresando cada vez más.

-Pues no, así tan sólo parece más sospechoso. Inventarse una reunión para nada. A todo esto, ¿has avisado a mi padre? -la miró con el ceño fruncido y cuando la vio encogerse de hombros y poner cara de poker se llevó las manos a la cabeza deseando que se abriera un hueco en el suelo para meterse dentro.

-Ohhh... ¡genial! ¿Pero te crees que no se va a enterar?

-¡Por los dioses, Lee! ¿Quieres relajarte? Le decimos que queríamos compartir unos datos con la Presidenta y asunto arreglado.

-¿Y no crees que antes de hablar nada con la Presidenta habría que informar a nuestro superior, Kara?

Starbuck puso los ojos en blanco.

-Es tu padre, Lee. Como mucho te regañará un poco y se olvidará del asunto para siempre...

-Espero por tu bien que tengas razón. O sino le contaré la absurdidad de tu plan -la amenazó aunque de manera poco convincente ya que la comisura de sus labios le estaban empezando a traicionar con una ligera curvatura.

/ 1ª Parte / 2ª Parte / 3ª Parte /



24/30 fanfics adama/roslin. 80% escrito!

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