Mar 26, 2007 13:07
Estos días me he propuesto una cosa: poco a poco dejarme los tranquilizantes. Llevo meses tomándolos, y creo que ha llegado el momento de tratar de vivir sin ellos.
Con ese fin he reducido la dosis a la mitad, luego trataré de tomar medio cada dos días, y así hasta que los deje. De momento voy bastante bien, aunque me noto más inquieta y nerviosa, tendré que esperar a que mi cuerpo se acostumbre.
Por lo demás, pues tengo poca novedad, excepto por el hecho de que (si no hubiera terminado la quimio) en estos momentos seguramente estaría aún en el hospital, ya que mañana me tocaría tratamiento.
Que gustazo poder contarlo así, diciendo "que estaría" en lugar de estarlo. Por increíble que parezca, creo que mi cuerpo no sabe del todo que esa fase se ha terminado, y ayer tuve el sabor de boca metálico como si la fuera a tener. Resulta bastante irónico el pensarlo.
Anoche estuve un rato viendo el programa ese nuevo en el que eligen a una persona bastante acomplejada con su físico, y le operan hasta tener un aspecto totalmente diferente. Eso me hizo reflexionar sobre lo que ha cambiado mi forma de pensar en este tiempo.
Todos tenemos partes de nuestro cuerpo que nos gustan más o menos, o aquellas cosas que cambiaríamos o no. Sin embargo, después de haber perdido gran parte de mi pelo, o de haber escuchado las palabras del doctor que me llevará con la radioterapia, mi percepción al respecto ha cambiado bastante. Por ejemplo, cómo preocuparse de tener más o menos pecho, cuando te acaban de decir que tienes muchas más probabilidades que el resto de en X años tener cáncer de mama. Los prejuicios o posibles complejos pasan a un segundo plano.
En estos momentos me acepto mucho más a mí misma que antes, lo importante es que mañana no voy a volver a someter a mi cuerpo a la degeneración, sino que me espera todo lo contrario, cada día verme un poquito a mejor. Creo que va a ser algo de lo más gratificante.
hodgkin,
cáncer,
linfoma