domingo

Mar 11, 2007 11:06

Domingo por la mañana... la ciudad duerme, y yo probablemente también lo haría si no estuviera con los ojos bien abiertos tratando de tranquilizarme.

Mi hematóloga tenía razón, tenía toda la razón del mundo, "Conforme se acerquen las últimas sesiones, sentirás sus efectos incluso antes de tenerlas, tu cuerpo reacciona contra lo que se avecina".

Ayer sentí un pinchazo muy fuerte desde mi interior, como si me presionasen desde dentro, y volví a notar el sabor metálico de después de las quimios. Fue algo muy desagradable, y por mucha actividad que tuviera, no podía quitármelo de la cabeza.

Estoy terminando, lo sé, es la última (y no sabéis lo que me alegro), pero aún la tengo que vivir, y eso no me lo quita nadie. Estos días me siento un poco desquiciada, es como si al decirme tantas veces que esto ya está, que voy mejor y no me queda nada, yo quisiera que efectivamente estuviese del todo, y pudiera retomar mi vida donde la dejé.

Pero eso no es así, aún queda, he pasado el ecuador, pero aún queda, y tengo que volver a concienciarme de lo lento que pasa el tiempo. Ahora me toca atar a la paciencia a una pata de la silla, para que no me abandone como suele.

En fin, vuelvo a estar asustada, ya no es una novedad, pero cuando monte en el coche el martes camino de casa, temblorosa y hecha polvo como siempre, sé que pensaré "ya no hay más, ya no hay más", y esa sensación superará con creces cualquier otra cosa positiva que me pueda ocurrir a lo largo de mi vida.

hodgkin, cáncer, linfoma, quimio

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