Titulo: ¡Hey, Kiku! ¿Cuándo vamos a tener nuestra primera vez?
Fandom: Hetalia
Claim: Japón/Fem!USA
Desafío: Ninguno
Reto: Ninguno
Clasificación: MA
Estado: 2/2
Advertencias: Lemon, romance, humor.
Palabras: 3381
Disclaimer: Hetalia no me pertenece, es de Hidekazu Himaruya. Hago esto por mera diversión.
Resumen: Todo era culpa de la nieve. Todo, absolutamente todo era su culpa. De no ser por ella, ellos dos no estarían...
Notas Adicionales: Esta es la segunda parte del One-Shot. No lo pude postear en dos entradas porque era demasiado largo para un post de LJ.
-Darling, te tardaste un poco en hacer esa invitación. -Ella lo interrumpió antes de que pudiera terminar. Y rió como si ellos no estuvieran completamente desnudos en la sala de té, como si no estuvieran a punto de hacer lo que un hombre y una mujer hacen al amarse. Japón la observó y supo que todo el tiempo en que la había conocido la había querido tanto que le asustaba.
Japón la condujo hasta la que siempre había sido su habitación. Era una suerte que esa tarde planeara dormirse temprano y que dejara el futón hecho antes de ir a tomar el té. Movió la puerta corrediza y la hizo pasar. América se quedó de pie observando su cama. En aquel instante, Japón se sintió idiota al recordar que las camas de América eran diferentes a las suyas y que, básicamente, no estaban en el suelo como las de su casa que seguían conservando el estilo de su país. América había dormido en una de sus camas un par de veces cuando venía, pero nunca le había preguntado qué tal le parecían.
- ¿No tienes una donde quepan dos? -preguntó ella con inocencia. Se colocó sobre su cama y lo invitó a entrar. Era una lástima que las personas de su casa durmieran muchas veces en futones separados incluso cuando estaban casados. América se hizo hacia atrás, levantando la pelvis para que él pudiera apreciarla mejor, mientras que en sus ojos se reflejaba todo menos inocencia. Su propio corazón latía desbocado dentro de su pecho. El cuerpo se le tensó ante lo que venía.
Los ojos seductores de América lo invitaban. Ella se acomodó hasta semi acostarse levantando un poco la cabeza y separando sus rodillas para él. Expuesta así su femineidad, Japón no pudo sino hacer algo parecido a una sonrisa ante las expectativas de lo estaba por venir. Su mano derecha fue hasta el abdomen de América y fue deslizándose a su entrepierna hasta que su dedo índice y medio fueron a dar con la parte más sensible de su cuerpo. Ella se arqueó ante el contacto de sus fríos dedos. Japón hizo lo que pudo ser una perversa sonrisa en su rostro.
Se llevó ambos dedos a la boca y los lamió lascivamente. Su lengua se deslizó por ellos empapándolos con su saliva. Sin saber por qué, a América le pareció mucho más sexy cuando hizo eso. Japón levantó la mirada y si había en ella algún rastro de vacilación lo ocultó muy bien. Sus dedos húmedos se apartaron de su boca y fueron en busca de su entrada. América se tensó un poco cuando los dedos bordearon su vagina queriendo entrar sin hacerlo. Ya no estaba tan segura como antes respecto a eso.
- ¿Japón? -Tenía que preguntar. Asegurarse de que él aún estaba ahí-. ¿Todo bien? -Japón asintió, pero ella estaba segura de que había algo más en esa afirmación. Sus dedos tantearon su entrada antes de entrar en ella. América sintió que se el cuerpo se le contraía cuando el primer dedo entró y confirmó esa sensación cuando el segundo lo acompañó. Japón estaba quieto frente a ella, quizás demasiado para su propio gusto. Era como un niño que exploraba-aunque sabía que él tenía muchísimos años más que ella-, pero de una forma completamente distinta a como lo había hecho Inglaterra tiempo atrás.
El amargo recuerdo de eso le sentó fatal. Se llamó a sí misma estúpida por pensar en él mientras estaba con Japón. No lo estaba engañando mentalmente, pero era un recuerdo indeseable en esa situación. Japón la miró y bajó la vista de nuevo hasta su punto, acariciando su clítoris con el pulgar y adentrando más los dedos en su interior. Pronto sintió que se movían dentro de ella, cada vez más aprisa y en forma de tijeras. América cerró los ojos ante las sensaciones. Se preguntaba qué había sido del tímido Japón que no hace más de una hora se mostraba tan reacio y que ahora estaba tan concentrado en su labor.
Cerró los ojos al tiempo en que sentía ambos dedos moverse más aprisa en su interior. Dolorosamente iban penetrando y aumentando la velocidad de sus embestidas. Japón usó su otra mano para sujetar su cadera de manera que pudiera mantenerse en esa posición. Intentó reprimir los primeros gemidos, pero cuando él fue aún más rápido, ya no pudo contenerse.
- ¡Ah! -Se tapó la boca con la mano. No quería sonar como una nena. Japón levantó la vista hacia ella seducido por ese placentero sonido. Sus ojos se cruzaron. Años atrás, América hubiera hecho cualquier cosa con tal de verlo sonreír, pero si hubiera sabido que esa clase de cosas lo hacían sonreír de esa forma tan perversa…. Bien, no sabía si quería repetirlo-. ¡Mmm…! ¡Japón! ¡Ah! ¡Dueeele! -Casi lloriqueó al decirlo. Levantó las caderas a fin de facilitar la penetración con los dedos.
-Más alto, América-san. Quiero oírla gemir y decir mi nombre entre jadeos-dijo Japón. Su propio miembro volvía a levantarse al escucharla. Cuando América gritaba, se hacía música en sus oídos. Por ello, cuando vio que se cubría la boca se lo reprochó con la mirada. Quitando la mano de su cadera, se ocupó de apartar la mano de América de su boca en un rápido movimiento hasta que volvió a aferrarse a ella.
- ¡Mmm! ¡Kiku!-articuló. Sus dedos la tocaron más rápido. A Japón le gustaba como sonaba su nombre humano cuando ella lo decía. Y en una situación así le enloquecía aún más.
- ¡Emily-san! -dijo apenas sintió como el cuerpo de su novia empezaba a arquearse ante la venida de una nueva oleada de placer. Ella se retorció hacia un lado cuando terminó y él retiró sus dedos de su interior completamente empapados.
-Kiku, Kiku, ¡Kiku!-balbuceó agitada en el futón. Casi babeando y con el corazón agitándose fuertemente en su pecho. Japón sonrió complacido y feliz consigo mismo por haber conseguido ese efecto en ella. Sin aguantarlo más, él fue hasta ella para besarla con todo el deseo del mundo.
América vio su miembro erecto por el rabillo del ojo mientras trataba de serenarse. Se pasó el brazo por la frente intentando aclarar sus ideas, pero todo en lo que podía pensar era en que lo quería tener dentro. Ya. En ese preciso instante. Su ojos se cruzaron con los de Japón, pardos y pequeños comparados con los suyos. En su mirada comprobó que él también deseaba lo mismo. Las yemas de los dedos de Japón iban descendiendo con deseo desde su cuello hasta sus piernas. Él la deseaba a ella tanto como ella lo deseaba a él.
Irónicamente, sesenta años atrás ambos habían querido todo lo contrario del otro. Una vez escuchó que del amor al odio y del odio al amor había solo un paso. Estúpidamente creyó que eran delirios sin sentidos. Pero ver a Japón ahora arrodillado a su lado y recordar lo que ambos fueron en el pasado la hizo estremecerse. ¡Cuánto podían cambiar las cosas!
Japón acarició su pelo y su mirada se detuvo sobre los labios de América. Quería besarla mil veces más que esa. Ella se abalanzó nuevamente sobre él tomándolo por sorpresa, tumbándolo en la cama con ella encima. Japón abrió los ojos, sorprendido, pero pronto cayó en cuenta de que lo que debería haberlo tomado por sorpresa fuera el hecho de que ella no tomara la iniciativa como siempre. A horcajadas, ella se sentó sobre su abdomen. Su trasero estaba rozándole la entrepierna mientras se mecía para provocarlo.
- ¡Kikuuuu!-dijo con voz cantarina y perversa-. ¡Es tiempo de que te pongas el condón! -rió, apresando su boca con la suya. Japón abrió los ojos impresionado. Analizó una a una las palabras que ella había dicho: lo que eran y lo que significaban. Abrió la boca y no pudo evitar soltar un gemido cuando ella lo abandonó. Moría por penetrarla.
-Esto… ¡Ah! -iba diciendo. Desvió el rostro hacia un lado del futón mientras decía en voz baja casi para sí en lugar de para ella-. ¿Cómo es que luce exactamente un condón?
Se hizo un silencio entre ambos.
-Un condón… -dijo ella, con los ojos bien abiertos, parpadeando sin querer creer lo que había oído. Miró a Japón bajo ella y su rostro avergonzado y nervioso le indicaban que lo que había escuchado no era una pésima jugarreta de su mente-. Kiku… no me digas que no tienes un condón….
Japón la observó desde abajo, con la voz en un hilo intentando decir algo.
-B-Bueno, por eso le estoy preguntando cómo luce…-América se quedó en estado de schook. Él suspiró resignado a confesar-. Jamás he usado uno en mi vida…
-Really? -Su tono molesto le dio a entender que ella simplemente no estaba tomándose bien su respuesta-. ¡Tienes una enorme cantidad de artefactos raros en tu casa y no tienes un mísero condón a mano! -Japón cerró fuertemente los ojos cuando ella comenzó a gritar y agitarse sobre él, lo cual era malo para su erección por cuyo futuro estaba temiendo. Se hizo un manojo de nervios antes de contestar:
-No, no tengo.
- ¡¿Nunca pensaste que podías necesitarlos?! -Ella hizo un puchero. Estaba muy molesta- ¿Para usarlo con tu novia, por ejemplo?
Japón volvió el rostro hacia un lado con las mejillas ruborizadas y otra vez susurrando algo más para sí mismo que para ella:
-En aquel entonces, las posibilidades de eso eran casi nulas…-Además, no era como si necesitara de uno en sus prácticas de sexo solitario. Algún día quizás lograría hacer posible que una chica 2D pudiera embarazarse de él, pero mientras eso cayera en lo imposible simplemente no había necesitado de un condón. Claro, América-san había sido para él una increíble improbabilidad a cómo se veía así mismo hoy en el pasado-. Sumimasen…
-Ok, esto simplemente no puede ser. -América se levantó de él. Japón se quedó en su cama confundido por acciones. Temeroso, sobre todo, porque ella fuera a abandonarlo en ese estado-. Lo siento, Japón. No puedo salir con un idiota que espera tener sexo y que no lleve consigo uno de esos en su cartera. -Ella terminó de decir. Japón comenzó a hacer una decepcionante mueca similar a cuando le quitaban el sodio de la dieta.
- ¡América-san… no puede estar hablando en serio! Yo soy un hombre con espíritu japonés honorable ¡nunca intentaría algo que pudiera perjudicarla! Onegai, acepte mis más sinceras disculpas-comenzó a decir, girándose hacia ella e inclinando la cabeza en el tradicional gesto de disculpa de su casa varias veces.
Los nervios afloraron en él apenas comenzó a hablar, dando excusas sobre lo cuidadoso que era en realidad y que de no ser por el clima extremo estaría saliendo en ese instante a comprar uno. A América le divertía secretamente cuando se ponía así de nervioso y hablaba de esa forma ¡era tan lindo! Intentó disimular su risa y mantener el enojo aparente, pero se le estaba escapando la carcajada de los labios.
¡Oh! Había soltado una enorme carcajada limpia en frente de sus disculpas. Confundido, Japón la observó sin entender. Ella lo abrazó antes de que él pudiera enojarse con su inocente broma antes de que le explicara.
-No te preocupes, tengo unos cuantos en los bolsillos de mis ropas. -Le dio un rápido beso antes de irse a buscarlos-. No me tardo-guiñó un ojo y Japón contempló su desnudez hasta que ella abandonó la habitación, dejándolo completamente solo en el futón.
-Ah…-suspiró. Debió imaginarlo ¿por qué a América-san le gustaba hacerle ese tipo de bromas? Bajó la vista y se encontró con su miembro semi erecto a causa de esa indeseada pausa donde vio perder peligrosamente su oportunidad se tener sexo con América-san. Rodando lo ojos, se posicionó con las rodillas separadas y llevó su mano hasta su miembro para masturbarse, como lo había hecho durante largo tiempo antes de que ella le diera el sí. Cerró los ojos y solamente tuvo que recordar lo que habían estado haciendo hace unos minutos para que volviera a estar duro para ella. Se alarmó cuando vio el líquido pre seminal saliendo de la punta. Quizás exageró un poco y cesó el movimiento cuando América regresó con él.
-Yo quería hacerte eso-se quejó ella viendo lo que había hecho en su ausencia, sentada ahora con las rodillas dobladas a su lado. Observaba fijamente su masculinidad-. ¡Le has quitado todo lo divertido! -Se cruzó de brazos hasta que recordó por lo que había vuelto. Japón se quedó en silencio mientras ella abría el envase de preservativo-. Supongo que tampoco sabes cómo usarlo ¿no?
Japón negó con la cabeza. Ella lo obligó a tumbarse de espalda mientras se lo iba colocando. Era humillante. Se sonrojó completamente al tiempo en que ella acariciaba su muslo y lo observaba perfectamente. Al fin, estaban listos para el coito. Sonriendo, ella le dio un beso caliente en los labios. Él se estremeció bajo su tacto. Japón llevó su mano al rostro de América, acariciándole los labios con el pulgar. La quería toda para sí, que cada suspiro y cada mirada suya fueran para él.
-Tiéndase sobre el futón, kudasai-pidió. Cambiaron de posiciones: ahora era ella quien estaba abajo, acostada. Haciendo gestos seductores con todo su cuerpo, hizo una invitación con el dedo en su boca que se llevó hasta su la zona del bikini, señalando su entrada. América lo invitaba a entrar en ella. Colocándose en frente, Japón separó sus rodillas para dejar su miembro expuesto entre ellos. Ella lo observó perversamente mientras él la tomó con sus dos manos de ambas piernas y colocó una sobre su hombro y la otra a un costado de su abdomen. Suspiró, nervioso.
-Te ves hermoso desde aquí abajo-le dijo ella llamando su atención. América sonrió, señal de que estaba todo bien. Intentó devolverle la sonrisa pero recordó que eso no le sentaba bien a su semblante nunca sonriente-. ¡Anda, hazlo ya!
Reaccionando sobresaltado a esa orden, colocó su miembro sobre su entrada y sujetándola de ambas rodillas por separado, la penetró de una estocada hasta hundirse en ella. América gritó y alzó sus caderas para recibirlo mejor. Incluso Japón, que no tenía mucha experiencia en ese campo, supo que había sido demasiado brusco. Iba a disculparse hasta que ella le gritó:
- ¡Lo sacas para disculparte y te mato!-gimió, arqueándose bajo él. Japón siguió sujetándola de las rodillas incluso cuando ella se llevó ambos brazos sobre su rostro sonrojado para gesticular unas cuantas maldiciones bajas en inglés. Eso le dio una panorámica vista de sus pechos. Si no la tuviera sujeta, en ese instante se estaría arrastrando para tocarlos y llevárselos a la boca como había hecho antes-. ¡Ah! ¡Kiku! ¡Se siente… genial!-Ella se relamió los labios antes de comenzar a impulsar su vaivén de caderas para estimularlo a que hiciera lo mismo.
Japón la sujetó con más fuerza de las rodillas cuando comenzó a dar estocadas para adentrase en ella. Estaba tan húmeda por él que no resultó tan difícil como pensaba. Y él estaba demasiado excitado como para contestarle cualquier cosa. Pronto se dio cuenta de que América-san no era la única que estaba gimiendo y ardía, sino que él mismo había comenzado a gemir con cada penetración en tanto sus mejillas le quemaban. Le parecía imposible que afuera estuvieran bajo grados cero cuando ambos estaban tan calientes.
-Kiku… ¡Oh! ¡Kiku! -gimió ella, quitándose los brazos del rostro para contemplarlo. A Japón le calentó de sobremanera la forma tan sensual en que ella decía su nombre-. ¡Oh my God! ¿Quieres matarme, cierto? Dios….
-Quería-corrigió él, de repente dejándose llevar por el lado oscuro de su ser-. Pero he descubierto que hacerla gritar de placer es mucho más satisfactorio para mí. -Aumentó el ritmo de la penetración y América se vio obligada a reprimir un gemido bajo él, a cerrar los ojos y concentrarse por una vez en la vida para no perder el control-. América-san… -suspiró en el éxtasis de sus movimientos, poco importándole que ella le estuviera golpeando involuntariamente con el talón en la espalda: algo dentro de él se conmovió al darse cuenta de que ella no quería lastimarlo al no usar toda su fuerza al hacerlo-. No se contenga. Soy más fuerte de lo que parezco, América-san. Puedo resistir eso y más. -Trató de acercar su rostro hacia ella lo más que pudo sin contorsionarla demasiado. Ella lo sorprendió estirando los brazos hacia él, tomando su rostro enrojecido entre sus manos. Entonces, ella le dijo las palabras más hermosas de todas:
-I love you, Kiku Honda. -Le impresionó que ella casi estuviera llorando de placer. Por él. Pero fueron definitivamente esas palabras lo que lo encendieron hasta casi hacerlo explotar en su interior. Casi. Porque ella le había dicho al fin que lo amaba y él ya por poco había perdido la cuenta de los años en que había soñado que se lo dijera alguna vez, hasta casi perder la esperanza de ser correspondido. Giró el rostro y besó la palma de su mano suavemente antes de mirarla directamente a los ojos:
-Ai shiteru, Emily Jones. -Listo, lo había dicho. Emocionado, extasiado, aceleró las últimas estocadas cuando percibió que estaba a punto de culminar tras esa declaración. Ella gimió más alto, música para sus oídos. Y él hizo la cabeza para atrás con los ojos cerrados cuando sintió que estaba derramando al fin su esencia. La penetró lentamente un par de veces hasta que sintió que su entrada se contraía a su alrededor, señal de que ella también había alcanzado su cima. Se retiró de ella tan rápido como fue capaz de moverse otra vez.
Dejó el condón usado a un lado luego de comprobar que nada estaba fuera de lugar. Temblando, se dio cuenta de que América contemplaba desde atrás su desnudez dentro del futón. Tocó su espalda acosadoramente con su mano.
- ¿Te he dicho lo lindo que eres cuando te sonrojas? -Ella se rió. Japón pensó que lo lógico hubiera sido que esa fuera su línea, pero con América había aprendido que ella siempre sería la dominante de la relación -o al menos la mayoría del tiempo- y él quedaba relegado a ser eternamente su obediente mascota. Suspiró ante esa perspectiva-. Ven, quiero que te metas aquí conmigo.
Lo hizo, sí; pero apenas se metió a su lado ella lo abrazó fuertemente de todas las formas posibles: brazos alrededor de su cuello, piernas rodeando sus caderas. Y frotó su cara contra la suya insistentemente.
-Kiku, Kiku, Kiku…-Iba repitiendo mientras se refregaba contra él.
-Tregua, Emily-san. -Era vergonzoso confesarlo-. Soy demasiado viejo para estas cosas…-De hecho, iba presintiendo que su cadera le iba a doler durante mucho tiempo.
- ¡Aguafiestas! -Se apartó de él todo lo que pudo sin salirse del futón. Se tapó con el edredón hasta el cuello porque había comenzado a sentir el frío del tiempo otra vez ya que no estaban haciendo nada. Del otro lado, Japón hizo lo mismo, solo que él se cubrió hasta las mejillas sonrosadas y la quedó viendo fijamente con sus ojos pequeños y cafés hacia sus ojos más grandes y de color azul-. ¿Qué estás mirando? -Japón se sobresaltó cuando la oyó tan molesta y comenzó a ponerse nervioso otra vez.
-Etto… solo estaba pensando que Emily-san se ve hermosa en cualquier situación…-América parpadeó al oírlo decir un cumplido pese a que ella acababa de insultarlo-… como cuando ríe, se sonroja o incluso cuando se molesta conmigo…-Tragó saliva, intentando que su mano tocara su mejilla antes de desmayarse por lo que le estaba confesando. Sí, había vuelto a ser el de siempre y eso no era nada bueno-. Soy feliz ahora que sé que usted me corresponde. - América lo observó sin decir o hacer nada. Él se sintió fatal.
-So cute! -lo abrazó de nuevo, estrujándolo como trapo. Pero sabía que no se iba a romper con eso, así que la dejó ser cerrando los ojos y grabando en su mente su aroma.
Felizmente se quedaría otros doscientos años encerrado en su habitación si ella estaba con él justo como estaban ahora.
FIN
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