Autor:
biak_songkey Titulo: Buscando el cielo perdido
Fandom: Kuroshitsuji (Kuroshitsuji II)
Claim: Finnian/Elizabeth, principalmente. toques de otras parejas crack más y rumptura de parejas cánon ;)
Desafío: Dotación anual de Crack!
Reto: Reto Arcanos (2/2)
Advertencias: Ruptura de parejas cánon, spoilers del final de animé II. Lo que está en "cursiva y entre paréntesis" son los saltos al pasado. El presente es normal
Palabras: 1624
Disclaimer: Kuroshitsuji no me pertenece, es de Yana Toboso. Hago esto por mera diversión.
Resumen: Ciel se buscaba a sí mismo, Sebastian buscaba y deseaba el alma de Ciel que ahora vislumbraba lejana. Elizabeth quería recuperar a su prometido. Y los sirvientes querían ver a su joven amo nuevamente
Notas Adicionales: Es Ciel (La muerte) Sebastian (El colgado) Lizzie (Los enamorados) Finnian (La fuerza) Maylene (El loco) y Bard (El carro). En dos entradas porque el LJ no lo acepta junto. Notas largas en breve, Espero no haberme equivocado T.T.
Aquí más detalles sobre el fic XOX
Elizabeth contempló el jardín nocturno, lleno de flores blancas y negras: todas ellas muy hermosas. Sebastian había hecho un buen trabajo.
Pero Ciel… su Ciel ya no era el mismo. Ella había venido allí firmemente decidida a verlo, y ahora no podía: algo había en Ciel que le asustaba, algo mucho más oscuro que la última vez que se vieron y él bailó con ella. Había superado todas esas pruebas con la ingenua idea de que podría traerlo de vuelta… pero con sólo verle le había bastado para saber que eso no sucedería ni remotamente.
-Soy un fracaso…-se dijo a sí misma con los ojos llorosos. Un pequeño pajarito de colores oscuro se acercó a ella.
Finnian la observó guardando distancia, dudando si debía intervenir o no. Verla llorar le partía el corazón, pues ella era como un ángel, su precioso ángel.
Ella era alguien que jamás estaría al alcance de un simple jardinero como él. Avanzó hasta ella.
-Parece como si fuera a llover…-dijo, sin saber qué más decir.
Lizzie sonrió y él se sintió satisfecho, mas luego su rostro se deformó por el llanto a raudales. Se regañó internamente por eso.
- ¡Lo siento, lo siento! -pidió disculpas antes de sujetarla en el suelo al que se había echado. La estrechó entre sus brazos.
- ¡Ese chico de ahí no es Ciel, no es Ciel!-chillaba desconsolada.
- ¡Pero qué dice, lady Elizabeth! ¡Claro que es el joven amo!
- ¡No! -gritó más fuerte. Finnian temió que el grito lo hubieran escuchado los demás en la sala
Los pajaritos oscuros y azules se acercaron hacia ellos. Normalmente Finny se habría sentido dichoso por eso, pero lady Elizabeth era lo que más le preocupaba en esos momentos.
- ¡Tú no entiendes nada!
Claro que entendía. Por eso, la sujetó de los hombros con temor a ser rudo, la atrajo hacia sí y la besó.
Elizabeth Middleford se sintió una esposa infiel, porque lo estaba disfrutando de una forma que su moral no aceptaba ¡pero ella era débil y humana! Ahora se había vuelto una libertina ¿cómo podría vivir con eso? ¡Si Ciel se enteraba…!
A Finny le abrumó el furor de las sensaciones que estaba experimentando. Temía estar haciendo abuso de su poder, de su fortaleza sobrehumana que no le daba oportunidad a la dama de escapar. Era débil en realidad, ahora lo sabía. Tuvo que regular y disminuir todos sus bajos instintos y pasiones para poder hacer que sus sentimientos y su naturaleza bondadosa dominaran por sobre los impulsos de su cuerpo. La soltó, arrepintiéndose en parte por su temeraria acción.
- ¡Los siento, lo siento!-pidió disculpas tras dejar de besarla, completamente sonrojado.
Para su sorpresa, no recibió ni un solo golpe del débil puño de lady Elizabeth.
-Gracias-le dijo, con una sincera sonrisa.
Él no se imaginaba cuánto ella le estaba agradecida por liberarla de su autoengaño.
XOX
-Permítanme servir la cena-anunció el mayordomo camino al comedor-. La mesa ya ha sido preparada-anunció, señalando de forma elegante con sus manos y una reverencia la mesa bien dispuesta.
- ¡Hey, Sebastian!-Bard alzó su voz-. ¿No crees que es temprano para cenar?
Sebastian miró con los ojos iluminados de un rojo vivo al único ojo descubierto de su joven amo, que brillaba de la misma forma que los de él.
-Para mí no es temprano. -Ciel se levantó del sillón. Los examinó de pies a cabeza-. Estoy hambriento.
Los sirvientes se sentaron. El mayordomo no tardó en aparecer como el carrito de las comidas. Las sirvió y finalmente las destapó cuando ya estuvieron puestos en la mesa.
- ¡Pero qué broma es esta, Sebastian!-rió Bardroy-. ¡No hay nada servido en los platos!
El mayordomo sonrió. El amo sonrió.
-Pues yo sí veo la cena. -Ciel se relamió los labios-. Está justo frente a mis ojos. -Su ojo descubierto brilló. Los sirvientes estaban reflejados en él.
No había oportunidades, ya no. Su enfermedad era incurable.
XOX
- ¿Eh? ¿A dónde han ido Bard y Maylene? -preguntó Finny con inocencia entrando al comedor junto a lady Elizabeth y viendo sólo al joven amo en la mesa y a su fiel mayordomo al lado.
-Se asustaron y se fueron corriendo-contestó Ciel sin más-. Yo en su lugar saldría ahora mismo para alcanzarlos. Esos dos corren muy rápido.
Finny hizo un puchero, pero no le quedó más remedio que aceptar.
-Yo los escoltaré hasta las balsas-dijo el mayordomo para seguridad de lady Elizabeth. Elizabeth miró a Ciel, pero las palabras no le salieron. Ciel se levantó y quedó frente a ella. Levantó la mano para tocarla, pero se detuvo. Miró hacia el suelo, hacia el costado y luego a los ojos de su prometida.
-Qué seas muy feliz, Lizzie.
Elizabeth lloró, pero pretendió fingir fortaleza.
-Tu también, Conde Phantomhive. Ciel…-De alguna forma sabía que esa era la despedida definitiva. Esta vez no se contuvo y lo abrazó con todas sus fuerza-. ¡Qué seas infinitamente feliz, Ciel!
-Lady Elizabeth-la voz del mayordomo llegó a sus oídos trayéndola de vuelta a la realidad. Se separó de su ya no prometido y salió por la puerta junto con el mayordomo, con Finny y la apertura de un nuevo amor que había surgido hace tan sólo unos minutos. Ella no dejó de mirarlo hasta que la puerta se cerró.
Otra vez había paz. Otra vez estaba solo.
Podía acostumbrarse a esa sensación.
“Bard y Maylene se cayeron de la mesa en cuanto sus ojos estuvieron rojos. Hizo ademán de acercárseles, pero ellos retrocedieron. Finalmente, fue la apariencia demoníaca de su mayordomo lo que los impulsó a salir como balas disparados hacia la salida. Una vez que se fueron Ciel volvió a su asiento suspirando.
-Joven amo. -Aquí venía el mayordomo, con sus comentarios-. Usted iba a devorar las almas de esos dos, ¿por qué se detuvo a última hora?
¿Cómo podría responder a eso? Él ni siquiera sabía por qué lo había hecho. Por supuesto, no iba a perder frente a su sirviente.
-Simplemente no se me antojaron. Sus almas son muy corrientes. -El mayordomo sonrió con astucia, su típica sonrisa que tanto detestaba.
- ¿Qué hay con lady Elizabeth y Finnian?
- ¿Estás bromeando?
- No entiendo qué quiere decir.
-Sus almas son excesivamente azucaradas y dulces. ¿Deseas que me dé un ataque con eso?
El mayordomo se tomó su tiempo antes de contestar:
-No…-pronunció levemente”
-Joven amo-Su mayordomo había vuelto ya. Se había tomado demasiado tiempo en hacerlo.
- ¿Qué quieres? -su mayordomo no contestó de inmediato.
-Dejé a lady Elizabeth y Finnian justo a tiempo, pero tuve que apartarme para que los otros dos no me vieran y salieran corriendo.
Ciel comprendió. Les había dado un buen susto.
-Ahora le he dado un final definitivo a mi vida humana. Ellos no seguirán insistiendo después de esto.
El mayordomo lo observó curioso.
-He terminado mi compromiso con lady Elizabeth y me he asegurado de que ella no esté sola. Los demás no volverán a asomarse por aquí, y si lo hacen no encontraran nada porque esta isla habrá desaparecido del mapa. -Ciel tocó el parche de su ojo, reflexionando. Su mayordomo seguía observando con un especial interés-. Ya no hay esperanzas, es imposible mirar atrás.
Ciel pasó al lado de Sebastian sin mirarlo y de espaldas a él, continuó:
-Tú eres mi mayordomo.
-Yo soy su mayordomo-contestó.
-Te quedarás a mi lado por siempre: velarás por mi seguridad y me enseñarás todo sobre ser un demonio, me pondrás a prueba y verás cómo te superaré.
-Yo le enseñaré todo sobre ser un demonio
-Es una orden
-Yes, my lord
“El egoísmo de Sebastian por querer el alma de su amo sólo para él le había costado caro. Incluso cuando intentó matarle deliberadamente, ya era tarde: estaba condenado. Ese error le costaría toda una eternidad de sacrificios. Por su alma había matado y por su alma ahora era que estaba condenado. Dios le había hecho una jugarreta por tantos años de desobediencia.
-Este lugar es horrible-comentó Ciel respecto al infierno apenas llegó.
-Ciertamente lo es….
Incluso la patética existencia aburrida de un demonio era mejor que el castigo que estaba recibiendo.
Sebastian acostó a Ciel en su nueva cama y lo vistió con un inmaculado pijama.
-Quédate conmigo hasta que me duerma.
Él no le vio sentido alguno a esa petición. Aún así, como el mayordomo de un demonio debía obedecer por más absurda que le pareciera aquella orden.
-Quédate conmigo… para siempre. -Las manos que serían eternamente de niño sujetaron su mano de una forma en que nunca nadie lo había sujetado.
Pero él no podía permitirse esa clase de sentimientos hacia su amo. No era digno.
Sin embargo, no era completamente franco consigo mismo.”
-No hay nada que hacer ahora aquí. -Ciel lo observó con determinación.
- ¿A dónde desea ir?
-Sólo quiero irme de aquí. No me importa a donde vaya de ahora en adelante. Todo es tan vacío, tan inútil. -Y luego, le sorprendió de una forma que nunca se hubiera esperado-: Incluso tu estómago parece ser un buen lugar al que ir ahora ¿No crees?
Él hablaba completamente en serio. La estaba ofreciendo la oportunidad de ser libre y devorarlo.
Sebastián rememoró los últimos años a su lado. Él sonrió malignamente.
-Si yo lo devoro ahora, nada interesante ocurrirá en el futuro.
Ciel lo observó con curiosidad. Luego soltó una risa demente.
-Entonces está decidido. -Lo miró a los ojos-. Tú te quedarás a mi lado para siempre.
No había necesidad de hacer de aquello un sacrificio. El alma que tanto deseaba aún estaba ahí. El mayordomo se inclinó hacia su amo con un nuevo respeto adquirido.
-Yes, my lord.
FIN
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