Título: All night long
Categoría: Amnesia: The dark descent
Personajes: Daniel, Alexander
Género: General, Angst
Advertencias: Mención de torturas y asesinatos.
Rating: No menores de 16 años
Nº palabras: 775
Beta:
akanemiyano Notas: Participa en el Prompt Manía de
histeria_fandom , en la categoría Multifandom
Nota2: Sé que no es un fandom muy conocido, y aunque no he jugado a este juego su historia y sus personajes me tienen enganchada. Algún día escribiré más de ellos.
All night long
Daniel miró frenéticamente a ambos lados del pasillo, una de sus manos apoyada todo el tiempo sobre la fría pared de piedra y la otra aguantando el candil que iluminaba levemente el camino frente a él.
Había despertado en su habitación momentos antes, un sudor frio recorriéndole la espalda y un grito atorado en la garganta, incapaz de recordar la pesadilla que había estado acechándolo instantes antes, pero sintiéndose completamente atemorizado.
Incapaz de volver a dormir o siquiera permanecer solo en la habitación, había agarrado el candil y salido con rumbo a las habitaciones del dueño del castillo: el barón Alexander de Brennenburg.
Le mortificaba aparecer en ese estado a tales horas de la noche, pero el mayor le había asegurado anteriormente que no importaba cuan tarde fuera, que sus ocupaciones lo mantenían despierto hasta el amanecer y que su compañía no le molestaba.
Suspiró aliviado cuando su mano rozó la conocida puerta de madera, golpeándola ligeramente y observando a su alrededor temeroso mientras esperaba una respuesta.
-Adelante.
La profunda y grave voz del barón del castillo llegó a sus oídos, y no se demoró en abrir la puerta y entrar a las habitaciones, cerrando tras de sí rápidamente para luego mirar al otro ocupante del cuarto con cierta expresión avergonzada, apagando el candil con manos torpes mientras se decidía por algo que decir.
-¿Pesadillas otra vez, Daniel? -preguntó inmutable el mayor, aún con sus ojos dorados fijos en los documentos que tenía frente a él.
Daniel asintió, antes de carraspear intentando encontrar su voz.
-Siento aparecer a estas horas, Alexander… yo… bueno…
-No hay razón para disculparse, Daniel. ¿Por qué no te sientas? Estoy seguro que el calor de la chimenea espantará los residuos de la pesadilla de esta noche.
Daniel se quedó plantado en medio de la estancia unos segundos más, dejando que la voz profunda y cadenciosa, casi hipnótica, del barón lo relajara antes de seguir su consejo y sentarse en el lugar indicado, agradecido por el calor y por la claridad que tenía aquel rinconcito de la estancia.
No pudo evitar subir las piernas al sofá y abrazarlas con sus manos, sus ojos verdosos fijos en las danzantes llamas, el rasgueo de la pluma filtrándose en sus oídos de vez en cuando, mientras los remordimientos, las dudas y, sobre todo, la culpa se adueñaban de su mente y lo hacían temblar de nuevo.
Aquella misma tarde había ayudado a Alexander en uno de sus rituales para obtener vitae, para mantener a la Sombra lejos de él y que no pudiera alcanzarlo. Sabía que si no lo hacía la Sombra lo mataría inmediatamente, que aquello era necesario, que aquellas personas eran delincuentes, prostitutas, pecadores, gente que merecía ser castigada por sus acciones. El mayor se lo había dicho muchas veces, y por unas horas aquellas palabras mitigaban su culpa y el temblor de sus manos, pero a la noche, sin nada que distraerle y las pesadillas haciendo mella en su ya cansada mente, no sabía qué pensar.
Los gritos de los condenados, suplicando clemencia o al menos una muerte rápida, el sonido de la sangre al salpicar, de los huesos al romperse, de la hoja serrada separando la carne… todo aquello era demasiado para él. Cierto que no quería morir, que llevaba tanto tiempo huyendo de la Sombra que había estado dispuesto a hacer cualquier cosa para deshacerse de ella, pero…
-No desesperes Daniel -la voz del barón lo sacó abruptamente de sus pensamientos. Giró la cabeza para encontrarse con aquellos ojos dorados y serenos fijos en él-. Sé que es duro para ti, pero ten paciencia. Pronto tendremos vitae suficiente para enfrentarlos a la Sombra y que no te moleste nunca más. Un poco más de esfuerzo, y no habrá más pesadillas -le aseguró.
No más pesadillas. No más fuerza sobrenatural intentando matarlo y despedazarlo desde cualquier rincón, atemorizándolo al punto de hacerle perder la cordura.
Cerró los ojos y se dejó abrazar por aquellos pensamientos, notando como el sopor y el cansancio volvían a abrazar su cuerpo.
-Eso mismo. Pronto podrás tener tu vida de vuelta. Una vida tranquila y sin nada que temer- Daniel se dejó arrullar por aquella voz y las palabras que pronunciaba, dejando que apartara sus inseguridades y miedos y acariciara su torturada mente con la misma suavidad que la seda acariciaba la piel.
“Sólo un poco más” Sí, podía hacerlo, sólo un poco más y todo habría acabado. “Pintar al hombre. Cortar las líneas. Alejar a la Sombra” Todo estaba bien. Aquello era necesario, Alexander se lo había asegurado. Pronto no habría más pesadillas. “Pintar al hombre. Cortar las líneas. Pintar al hombre… Cortar…”