Cinco cosas que nunca les sucedieron a Brian Kinney y a Justin Taylor

May 13, 2008 13:57

Pairing: Brian/Justin
Rating: General
Advertencias: Post 513
Notas: Es el tercer intento de hacer la versión Cinco cosas que... de Brian y Justin, espero que os guste el resultado. La idea son Cinco cosas que podrían o no haber sucedido que les permitieron volver juntos, al menos es como yo quise imaginarlo, y trae una más de regalo. La última puede o no haber pasado, pero llevaba en mi cabeza unos días y decidí probar. 
Están relacionadas con las de Gus, así que algunas cosas se solapan.

Brian coge la llamada al segundo tono, contemplando la pantalla del ordenador con aire distraído, olvidando la presentación cuando oye su voz.

-          ¡Deberías ver esto, es alucinante! Nueva York es mucho más de lo que recordaba. La gente va de acá para allá como si todos tuvieran algo muy importante de lo que ocuparse, aunque luego vas a Central Park y es como tomarse un paréntesis, sentarte en la hierba a comer o a dibujar es tan relajante…

Justin casi no le da tiempo a responder, así que se limita a murmurar su aprobación en murmullos cada vez que necesita hacer una pausa para respirar. Sintiendo que algo se le encoge en el estómago cuando sabe, por su tono de voz y lo emocionado que está, que es mucho peor que Los Ángeles.

Sabe, porque le conoce mejor que a sí mismo, que Justin no tiene intención alguna de regresar de la Gran Manzana. Y le envidia, porque desde que es capaz de recordar ese ha sido siempre su sueño, vivir allí su gran éxito, su carrera profesional, ser el mejor publicista que podía llegar a ser, largándose de Pittsburgh y de sus malos recuerdos.

-          Me alegro mucho, Sunshine. Suena fabuloso. - Ríe con él, espera que no suene tan falso como le parece a él, una risa hueca y desesperada, que amenaza con transformarse en llanto si Justin no cuelga ya. Patético, se ha convertido en una lesbiana que echa de menos al chico al que se folla(ba) más de una vez.

-          Lo es. Lástima que Pittsburgh siga teniendo algo que las demás ciudades jamás podrán soñar.

-          ¿Oh?

-          Ajá. Nueva York es un sueño hecho realidad, Brian, pero ¿sabes qué? Es sólo tiempo.

Su corazón vuelve a latir con normalidad, sonriendo como si le hubieran quitado un peso de encima, y su cabeza empieza a hacer planes. Si Justin no quiere irse de allí, qué cojones, Kinnetik está despegando con rapidez, en un par de años estarán listos para una expansión.

Brian tiene un dejà vu cuando, sin que Cynthia haya tenido tiempo de anunciarla, Jennifer Taylor entra en su despacho y lanza una bolsa llena a su mesa, poniendo los brazos en jarras, frunciéndole el ceño.

-          Espera, ¿vuelvo a tener veintinueve años y un mocoso malcriado en mi loft? - Alza las cejas, sorprendido, y Jennifer sonríe de medio lado, negando con la cabeza con paciencia, como si hablara con Gus y no con él.

-          Ahí tienes una bolsa con algo de ropa, tus películas preferidas, sin dinero esta vez porque estoy segura de que en ese aspecto andas cubierto. Dile a Justin que le quiero cuando le veas.

-          Whoa, mamá Taylor, no voy a ir a NY. Justin ya es mayorcito, puede cuidarse solo, no soy su niñera.

-          No, eres - por un segundo Brian tiene que morderse la lengua para no reír, alucinado, creyendo que va a decirle tú te lo follaste, es tu responsabilidad ahora - su pareja, así que levanta el culo, coge la bolsa, y aquí tienes el billete.

Le alarga un sobre y le obliga a cogerlo, empujándolo fuera de su despacho, con, por lo visto, una bolsa con sus prendas indispensables, y un billete a NY, convencido de que le ha atropellado una apisonadora llamada Jennifer Taylor. Con razón no pudo quitarse a Justin de encima, es igualito a su madre, santo dios.

-          Pasadlo bien. - Le da un beso en la mejilla y un abrazo, riéndose en su cara cuando Brian se queda allí parado, aún con cara de susto.

Debbie tenía razón, piensa Jennifer. Sin ellas, estos dos aún estarían fingiendo que pueden sobrevivir perfectamente a kilómetros de distancia el uno del otro. Suerte que para eso están las madres.

Justin ama su nueva vida. Su carrera como artista, su reputación en el mundo del arte, su piso en el Village, las discotecas a las que va cuando le apetece follarse a alguien, los bares a los que va con sus amigos.

Nueva York es, como le dijo a Brian hace tiempo, un sueño hecho realidad. Se siente completo, por ridículo que suene, satisfecho por lo que ha logrado por sí mismo. Esta vez no le ha hecho falta la ayuda de Brian para salir adelante, les ha demostrado a todos que Justin Taylor no es ese niño que les seguía a todas partes como un cachorro desvalido, sino un hombre.

Así que es el momento de dar su último gran paso. Alarga la mano hacia el teléfono, marcando los números que jamás ha olvidado, y cierra los ojos, rogando que siga siendo sólo tiempo.

Quedándose sin palabras cuando una voz infantil responde, dejándolo fuera de juego.

-          Eh… ¿puedo hablar con Brian Kinney? - Sus nudillos están blancos por la fuerza con la que sostiene el auricular, aterrado. Hasta que la voz le reconoce, usando el apodo por primera vez, haciéndole pestañear, más emocionado de lo que habría creído capaz de estar en toda su vida.

-          ¡Pops! ¡Papá, es Justin! - A los siete años, Gus sigue siendo una constante en sus vidas, y tanto Brian como Justin se han encargado de ello, visitándolo juntos y por separado, quedándoselo en vacaciones en Britin (aún no se han mudado a ella, pero los veranos es cuando Justin le visita, de modo que ambos se toman todo el tiempo posible para estar juntos y alejados del resto de la familia)

-          Aún no es verano, pops, ¿vas a venir a vernos pronto? ¡Te echo mucho de menos! Tengo que enseñarte mis dibujos, he estado practicando… ¡No, papá, estoy hablando yo!

Justin pone los ojos en blanco, riendo, cuando oye discutir a los dos Kinney por el control del teléfono (Gus está empezando a medio enamorarse de Justin, aunque no pasarán a las flores y los poemas hasta unos meses más tarde, cuando la mudanza haya acabado y todas las cosas de ambos estén en Britin), más seguro de nunca de la decisión que ha tomado.

-          Brian, vuelvo a casa. Os echo de menos.

Dispuesto a luchar por su lugar en la vida de sus dos chicos, no como un adolescente enamorado, sino como un hombre volviendo con los suyos.

Brian le sorprende al responder, nota la sonrisa en su voz, la calidez de sus palabras son como una caricia.

-          Cuando quieras, Sunshine. Haré las maletas.

Justin está a punto de mandar a la mierda al próximo que vuelva a preguntarle ¿qué demonios estás haciendo? ¡Era tu gran oportunidad! cuando anuncia que vuelve a Pittsburgh y el billete es sólo de ida. Santo dios, tienen suerte de que tanto Jennifer como Debbie estén de su parte, o a estas alturas Brian ya habría encontrado otra manera de alejarle de él y mandarlo de vuelta a Nueva York.

-          Si te atreves siquiera a insinuar que cometo un error, te castraré. Lenta y dolorosamente. - Amenaza a Brian con un dedo, frunciendo el ceño, acaban de volver de casa de Debbie y los comentarios de los chicos y de las lesbianas le tienen harto.

Pensaba que estarían contentos por ellos, que se darían cuenta de que es lo que iba a suceder desde hace dos años y un compromiso anulado. Que era sólo tiempo, porque puede ser el próximo Andy Warhol aquí o en China.

Brian alza las manos, sonriendo burlón.

-          Ni se me pasaba por la cabeza, querido. Iba a decirte que les jodan. Que piensen lo que quieran, me importa una mierda.

-          ¿Lo dices en serio?

Asiente, acercándose a él, doblando las rodillas para ponerse a su altura, apoyando la frente en la suya, abrazándole.

-          No he hablado más en serio en toda mi vida. Nuestras cosas están ya en Britin, las reformas han acabado, y sólo falta que pintes el mural del cuarto de Gus. Aunque tengo que advertirte, vengo con equipaje.

Justin cree que se refiere a sus problemas de compromiso, a la monogamia, a cualquier cosa menos a esto.

-          Gus es tan importante para mí como tú, y pasará los veranos con nosotros. ¿Estás preparado para cuidar de un hijo?

-          Oh, Brian…

No es capaz de decir nada más, aferrándose a él como si se estuviera ahogando, besándole con todo lo que tiene. Hasta que sus labios están rojos e hinchados, hasta que una cosa lleva a la otra y se desnudan despacio, despidiéndose del loft de la misma manera en que se conocieron.

Brian sigue siendo el hombre más sexy que ha conocido nunca, y cuando se pone una de esas camisetas sin mangas para ir a bailar a Babylon no puede hacer otra cosa que restregarse contra él, acompasando sus movimientos para que sus caderas se rocen con sutileza, para notar sus erecciones la una contra la otra, besándole el lóbulo de la oreja como si fuera su boca, sabe que es una de las partes más sensibles de Brian.

-          ¿Qué es lo que más echabas de menos cuando no estaba? - No hablan a menudo de ello, puede que Brian esté aprendiendo a ser más abierto y que en realidad se merece que le quieran, pero eso no significa que le guste hablar de sus épocas separados. Ya sea después de la prom, la época con Ethan, Los Ángeles o Nueva York. Se cierra en banda, intentando mantener la fachada de soy frío como el hielo, claro que no me afectó nada.

Por eso no le sorprende que dé un respingo, intentando alejarse de él, aunque Justin le sujeta con más fuerza, mirándole a los ojos, esperando una respuesta. Abriendo los labios en un gesto de sorpresa cuando Brian deja que su mirada sea más abierta que de costumbre. Enseñándole que duele, que fue tiempo pero aún así no fue sencillo, y después de una sonrisa algo triste, se agacha hasta su boca, recorriéndola con la lengua. Justin se deja besar, tardando sólo un par de segundos en entenderlo.

No besarás a nadie más en la boca, excepto a mí.

Las palabras de hace más de qué, ¿cuatro, cinco años? y que le dicen que Brian nunca ha roto sus promesas, porque un trato es un trato.

[Jamie Kinney-Taylor (de nombre propio completo: James Dean, y Justin no puede creerse que accediera a ello, pero Brian puede ser de lo más persuasivo cuando quiere algo) no tarda mucho en darse cuenta de varias cosas en lo que respecta a sus padres.

-          Su pelo rubio y su sonrisa (herencia de Justin) logran sacarle de cualquier apuro, y ni siquiera su otro padre es capaz de resistirse (Brian siempre acaba murmurando que los rubios son una plaga peligrosa y cómo coño ha acabado criando a dos, a lo que Justin suele mandarle a la mierda, Jamie suele abrazarle, y Gus reírse en su cara)

-          Sus ojos entre verde y marrones logran milagros cuando es Justin el que está cabreado por su última travesura, murmurando que a buenas horas buscaron a una madre de alquiler con unos rasgos similares a los de Brian. Éste se burla de su marido y su afición a los bastardos manipuladores de ojos verdes (Jamie no acaba de entender a sus padres pero Gus siempre le dice que es demasiado pequeño y ellos demasiado raros), se chinchan un rato, empiezan a meterse mano, y las travesuras quedan olvidadas.

Tanto Brian como Justin están inmersos en sus carreras profesionales, en Kinnetik y el arte, así que al volver a casa con los chicos apenas tienen tiempo de sorprenderse mucho más por las vueltas que ha dado su vida.

Justin insiste a Gus en que haga sus deberes de una vez, porque no, nada de consola entre semana, Brian sacude a Jamie boca abajo haciéndole reír, escuchándole hablar del cole y sus compañeros de clase, y por las noches siguen follando como la pareja más solicitada de Liberty Avenue, aunque estén fuera del mercado.]

cinco cosas que nunca le sucedieron a, drabbles qaf, gus, post 513

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