El Caballero Oscuro de Christopher Nolan es sin duda una de las mejores películas de acción de la historia del cine. Lo es por tener un guión magnífico que no se limita a encadenar escenas de acción sino que ahonda en el desarrollo de los personajes tomándose el tiempo necesario con cada uno de ellos; lo es por contar con uno de los mejores villanos de la historia, el Joker interpretado por Heath Ledger; y lo es también por entretener durante dos horas y media sin tener un solo momento de respiro como nunca antes una película lo había conseguido. Pero a estas alturas de la película ya todos habíamos oido hablar de estos aspectos favorables de la película, así que no haré otra cosa que corroborar que El Caballero Oscuro es magnífica en cada uno de esos tres aspectos. El mayor logro de El Caballero Oscuro es ser una obra maestra del arte de la elipsis y si me apuran del montaje. Y esto que para la mayoría pasa desapercibido, es en realidad lo que la hace una película sobresaliente.
El cine es el arte de la elipsis, el arte salto en el tiempo o en el espacio sin impedir al espectador ser capaz de seguir la continuidad narrativa. Un ejemplo muy claro es imaginar al protagonista de una película yéndose a dormir. Se pone el pijama, se mete en la cama y apaga la luz. Por corte el siguiente plano es un despertador sonando, y la luz el sol entra por la ventana. El espectador no necesita mucho esfuerzo para saber que la noche a transcurrido y que nuestro protagonista ha estado durmiendo. Esta elipsis temporal es un ejemplo del tipo de elipsisi más común en el cine: la elipsis inherente, cuyo objetivo es eliminar de la narración fragmentos y espacios innecesarios. No hace falta ser ningún maestro para manejar acertadamente este tipo de elipsis. Por el contrario, existen otros dos tipos de elipsis que si que requieren de mayor dominio narrativo para ser utilizadas con éxito y que yo agruparía como las elipsisi con propósito dramático. La elipsis expresiva es aquella que aporta un efecto dramático o acompaña un simbolismo. Uno de los ejemplos más citados dentro de este grupo es la elipsis (también inherente) presente en la película de
Stanley Kubrick, 2001: Una Odisea del Espacio. La mayor elipsis temporal de la historia del cine se presenta en el momento en el que un primate lanza al aire un hueso que gira y de pronto, por corte, se transforma en un satélite espacial. La elipsis estructural, por otra parte, se utiliza para disimular un movimiento importante en la acción con la intención de crear suspense o misterio. El correcto uso de la elipsis expresiva y la elipsis estructural es lo que distingue a un buen narrador, y en definitiva es lo que puede hacer que una película guste o no.
Seguro que estos pequeños apuntes básicos sobre el lenguaje cinemátográfico sirven para que la mayor virtud de El Caballero Oscuro sea ahora más evidente. En El Caballero Oscuro no existe ni una sola imagen de relleno, todo lo que está es importante para la historia, todo es relevante. Esto es gracias a las elipsisis inherentes. Pero Nolan va más allá, y en muchos momentos de máxima intensidad consigue alcanzar un pulso narrativo sin precedentes gracias al uso de la elipsis de propósito dramático. En varias ocasiones Nolan elude un momento de máxima tensión cortando a una acción paralela para recuperar la acción anterior una vez la tensión se ha resuelto. Como ejemplo claro de esto aparece el momento *SPOILER* en el que Joker escapa de la prisión en el final del segundo acto. Joker está en su celda y provoca al policía que hace guardia hasta que este explota y se arranca hacia él para agredirle. Justo en ese momento la narración se mueve a otro espacio y cuando recuperamos la acción dentro de la comisaria encontramos a Joker que se ha hecho con el control de la situación y ha conseguido salir de la celda *\SPOILER*. El objetivo de esta elipsis no es eliminar un fragmento innecesario sino hacer que la tensión creada se transforme en ansia por conocer la resolución. Pero es que además, y aquí entra el otro punto fuerte del cine que El Caballero Oscuro esconde, el montaje paralelo es extraordinario. Nolan ha sido capaz, no sólo de crear grandes momentos de tensión, sino también de elaborar diferentes acciones paralelas llenas de esta tensión y mezclarlas de forma magistral gracias a un montaje de Oscar.
El Caballero Oscuro es una portentosa película de acción con escenas magistrales (de antología el final), que va más allá de ser una simple película de superhéroes. Si no fuera por Joker, no puede existir un ser humano tan trastornado, complejo y fascinante (y aquí hay que rendirse ante la magistral actuación de Ledger), diría que la presencia del universo DC es prácticamente contexto. La película no es sobre Batman. A algunos esto les molestará, pero yo prefiero quedarme con el cine que Nolan nos ofrece, porque, como ya he visto escrito en algunos lugares, El Caballero Oscuro es el Cine.