Titulo: Aún no tiene, pero me tienta mucho algo así como "Me animas" (?). Se aceptan sugerencias, btw.
Fandom: Merlín *O*
Claim: Morgana/Gwen
Advertencias: Femslash, pero en realidad es muy suave :D.
Spoilers,bueno hace referencia al capitulo de la marca de Nimueh.
Beta
charloneeOtras notas: Pues eso, femslash y algo muy subtextual de Arthur/Merlín xD.
-Tú me animas
Le sonríe y de pronto sucede eso que siempre pasa de las novelas románticas que Morgana le suele leer a Gwen por las tardes. Eso que el protagonista describe como si el mundo se detuviera y como si su corazón palpitara tan fuerte, tan claro, que tiene miedo de que su amada lo escuche y revele su más grande secreto. Esos detalles que revelan el verdadero amor.
Y eso pasa. El tiempo se detiene, los segundos en que sus miradas se cruzan se sienten como una eternidad; su corazón late con tanta furia que teme que se salga de su pecho y vaya en busca de ella, teme que Morgana escuche sus latidos que dicen a gritos cuánto le ama. Se aterra de lo que está pasando, le aterra la idea de que su cuerpo la traicione -de nuevo- estremeciéndose por la simple mención de su nombre, por una sonrisa, por un roce de sus manos.
Eso le oprime el pecho y hace que le cueste respirar, le impide pensar claramente en otra cosa que no sea en esos ojos verdes que le regresan la mirada con alegría.
-Voy a ponerlas en agua.
El momento se rompe y Gwen regresa a la realidad, a esa realidad que le abruma, donde ella no es nada más que su sirvienta -y con mucha suerte aspirando a ser su amiga- y ella es tan hermosa, tan feliz, tan enigmática… tan Morgana.
***
Escucha como Arthur se acerca, pero hoy no tiene ganas de lidiar con él; hoy es un buen día: el clima es agradable, ha descansado lo suficiente -sin sueños raros que la despierten a mitad de la noche- y Gwen está cerca, ahí con ella, para ella. No hay nada que le pueda arruinar el día, ni siquiera él con su arrogante autosuficiencia.
Se arregla un poco antes de salir a saludarle, después de todo ella es una dama y es su deber saludar al caballero -no importa si Arthur se asemeja más a un niño mimado que a un honorable caballero-, pero algo no anda bien, porque Gwen no ha venido en su búsqueda, porque Arthur no la ha llamado y puede escuchar más de un par de botas en su habitación. Arthur no viene solo y generalmente eso solamente trae malas noticias.
Los guardias se llevan a Gwen y el universo se desploma un poco, porque no hay nada que ella pueda hacer para impedirlo, porque Gwen la mira suplicante y eso le rompe el corazón. Trata de persuadir a Uther, pero, cuando se trata de magia, persuadirlo es imposible. Está destrozada.
El tiempo se le está acabando. Desespera un poco más, sabe que si las cosas siguen como están Gwen morirá en la hoguera y ella perderá la razón, porque no puede imaginarse la vida sin ella, y ahora ya no importa que no sea bien visto que se preocupe tanto por su sirvienta, porque aunque para el mundo Gwen no es más que una simple sirvienta, para Morgana Gwen es todo menos eso. Para Morgana, Gwen lo es todo.
***
Los tres van en busca del monstruo, por más que Arthur -e incluso Merlín- trató de convencerla de quedarse, pero fue imposible, no podía permanecer de brazos cruzados mientras que ellos dos se jugaban el destino de Gwen y el de ella por igual. Arthur lucha, Merlín observa preocupado, nervioso, como si en cualquier momento se fuera a lanzar en su ayuda, pero al final no lo hace, sólo recita unas cosas -unos rezos, según lo que Morgana alcanza a comprender-. Arthur ha vencido al monstruo y Merlín por fin recuerda cómo respirar, devolviendo el color a su cara. Regresan a Camelot entre silencios incómodos, gestos que Arthur le dedica a Merlín y miradas furtivas que éste trata que pasen desapercibidas - pero claro, Merlín es todo menos sutil-.
Las cosas por fin se han solucionado en beneficio de Gwen, y de ella misma, porque de nuevo la tiene junto a ella, sus lindos detalles por la mañana, su sonrisa cómplice. Gwen está ahí para alegrarle el día y hacerle olvidar, por algunos momentos, todo lo que últimamente le está pasando, los sueños, las visiones, todo eso a su lado desaparece.
Todo había vuelto a la normalidad, todos lo saben porque el semblante de Morgana ha cambiado visiblemente, se ve feliz y todo el palacio lo nota. Porque es claro que Gwen no es una simple sirvienta, y es claro que Gwen anima a Morgana como nadie más lo hace.
Y a veces Uther se pregunta cuánto en realidad los sirvientes influyen en la vida de su hijo y de su pupila, aunque sabe que en verdad no desea saberlo.
Fandom:Merlín
Paring:Arthur& Merlín.
Prompt:Sospecha
Advertencias: Slash, y que no esta revisado :D.
Notas: Pues eso no esta revisado, solo por mí, y espero que no sea tan malo (?). Participa en el drabblethon de
crack_and_roll -¿¡Podrías callarte de una vez, Merlín!?- Arthur grita y todo el castillo se estremece.
Morgana le sigue con la mirada escandalizada, le molesta la actitud del joven príncipe y, aunque le pone de los nervios no interviene porque esas situaciones son normales entre ellos dos. Siempre es lo mismo: Arthur grita y Merlín hace bromas que solo empeoran las cosas, entonces el rubio comienza a lanzar amenazas. Morgana sabe perfectamente lo que pasa en público (todos lo saben) sabe lo irritante que el joven mago puede llegar a ser y sabe de la poca paciencia con la que cuenta su casi hermano.
Pero lo que nadie sabe es lo que pasa cuando Arthur cierra la puerta de su recámara y el cuerpo de Merlín le aprisiona contra ella, nadie sabe que él le besa ansioso mientras le tira del cabello exponiendo su cuello para besarlo, lamerlo y morderlo; porque al rubio le gusta morder, clavar los dientes y sobretodo le gusta marcar lo que conoce como suyo incluso si nadie más lo ve pero él sabe que está ahí. Tampoco, nadie sabe que poco a poco le empuja suavemente hacía la cama y que a él le gusta siempre estar arriba -aunque a Merlín tampoco le disgusta mucho.
Nadie sabe que a Merlín le gusta enredar los dedos en su cabellera rubia, mientras lucha por un poco de aire. Que les gusta terminar entre besos y embestidas profundas, gimiendo el nombre del otro.
Nadie sospecha que al próximo Rey de Camelot utiliza todo su autocontrol para no aprisionarlo contra la primera superficie apta que encuentre cada vez que sonríe de esa forma tan inocente, tan llena de alegría.
No hay quien sospeche que el corazón del joven príncipe ya tiene un dueño.