*Matt esttá entrando en el ascensor y no cabe en sí de gozo. Porque Matt está vivo. Él no ha dudado apenas un segundo de esta gran y experimental verdad, por lo que no le parece una gran revelación, pero realmente se siente como si hubiera estado en otro mundo. Pero en realidad apenas está cambiado. Bien que sufrió heridas con su última batalla en el aire, pero ha tenido tiempo de sobra para curarse. Puede que incluso lo haya hecho antes de tiempo, inconscientemente, para llegar antes. Se moría por llegar, por ser libre. Pero es que por fin están en paz
( ... )
*Frente al espejo, se termina de colocar un collar y se queda unos segundos observando su pelo. En estos últimos meses le ha crecido bastante. Se pasa una mano por ello y sonríe al espejo.
Justo en el momento en que salía del baño, llaman a la puerta. Estira el cuello por la puerta del salón, para ver la hora en el reloj, y frunce un poco el ceño, aunque sonriendo. Hasta dentro de una hora no debería venir Jason a recogerla.
La sonrisa le dura lo que tarda en llegar a la puerta, poner la mano en el pomo y abrir. Porque en el mismo instante en que vé quién está al otro lado se pone pálida como la nieve y deja caer los brazos, sin reaccionar.*
*Se esperaba más un abrazo o algo así, pero no es como si eso fuera a detenerle. A abierto ella, la tiene delante a ella, y eso es más de lo que necesita.
Pero ahora que lo piensa, él tampoco sabe qué decir. Ninguna palabra pasa por su mente, ahora mismo en blanco, pero no ocurre lo mismo con su cara. A diferencia de ella, sonríe hasta más no poder. Se inclina, pero no sabe exactamente qué hacer.*
*Le falta el aire. Y se está mareando. Parpadea un par de veces y se lleva una mano a la boca, encogiéndose un poquito sobre sí misma. Da un par de pasos hacia atrás, mirándole a él, a los lados, desorientada.
Y cuando vuelve a parpadear, las lágrimas comienzan a caer. A llorar de forma que le cuesta respirar. Abre un par de veces la boca, pero no llega a decir nada, ocupada en seguir respirando.*
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Justo en el momento en que salía del baño, llaman a la puerta. Estira el cuello por la puerta del salón, para ver la hora en el reloj, y frunce un poco el ceño, aunque sonriendo. Hasta dentro de una hora no debería venir Jason a recogerla.
La sonrisa le dura lo que tarda en llegar a la puerta, poner la mano en el pomo y abrir. Porque en el mismo instante en que vé quién está al otro lado se pone pálida como la nieve y deja caer los brazos, sin reaccionar.*
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Pero ahora que lo piensa, él tampoco sabe qué decir. Ninguna palabra pasa por su mente, ahora mismo en blanco, pero no ocurre lo mismo con su cara. A diferencia de ella, sonríe hasta más no poder. Se inclina, pero no sabe exactamente qué hacer.*
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Y cuando vuelve a parpadear, las lágrimas comienzan a caer. A llorar de forma que le cuesta respirar. Abre un par de veces la boca, pero no llega a decir nada, ocupada en seguir respirando.*
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