Bajo las Hojas

Jun 11, 2009 22:46

¤ Fandom: Oban Star-Racer.
¤ Claim: Aikka/Molly(Eva).
¤ Palabras: 5,577.
¤ Advertencias: Spoiler del capítulo 16 y posible situación cliché y cursi (entiéndame, lo escribí en el '07, en aquel tiempo aún me dejaba dominar por esas situaciones xD). Ah sí, creo que un poco de OoC en Molly (se le suelta la lágrima fácilmente varias veces *gota*).
¤ Nota: Este fue el primer fic que hice de Oban (si, larguito xD).

¤ Resumen: Promesas viejas, promesas nuevas... pase lo que pase no olvidaré lo que sucedió.

Bajo las hojas

La carrera de aquel día había sido difícil y tal vez la más frustrante hasta el momento para el equipo de la Tierra, su comienzo fue tan bueno que nadie entendía como es que habían terminado de esa forma, aunque lo peor podría ser el que Molly estuviera completamente deprimida. Tres veces. Ya había competido en tres carreras desde que logró llegar a Ōban y en las tres había perdido sin obtener ni un solo punto. Ahora estaba segura que su padre se encontraba totalmente decepcionado de ella y sentía cada vez más lejano su sueño. Pero lo que más le molestaba era que, si esas tipas dizque-vampiros no hubieran intervenido, hubiera podido obtener una buena puntuación, y lo único que consiguió fue fragmentar más su ya casi destrozada confianza.

Jordan estaba preocupado, era la primera vez que veía a la chica de esa manera y la verdad él también estaba molesto puesto que Don Wei no ponía nada de su parte, sólo lograba empeorar las cosas. Pero, ¿Qué podía hacer él para ella se sintiera mejor?

Y es que se había dado cuenta hace poco que el sentimiento de amistad-compañerismo que sentía por la pelirroja se estaba fortaleciendo o cambiando a uno más intenso, pero aún no estaba seguro de que forma, por eso se avergonzó de haberla tenido entre sus brazos esa mañana. Aunque, había otro sentimiento que le confundía mucho y lo peor es que aún no sabía como identificarlo.

Las cosas estaban muy calmadas aquella noche, parecía que nadie del equipo de la Tierra se atrevía a decir palabra alguna y en parte eso lo agradecía Molly, ya que le permitía admirar el paisaje que había ante sus pies con mayor tranquilidad. Le había dado mucha curiosidad el hecho de escuchar cantar aquellas criaturas cada vez que había un terremoto, además de que le ayudaba a olvidar todo lo que había sucedido hasta ese día, por lo que en aquel momento se encontraba observando desde la orilla de su plataforma, sin darse cuenta que alguien hacía lo mismo que ella, solo que sus ojos no estaban fijos en lo que sucedía debajo de aquellas grandes hojas, sino en su persona.

Unos pasos suaves hicieron que despegara su vista del paisaje para mirar detrás de sí, sonriendo de manera suave al ver de quien se trataba.

―¿No puedes dormir? ―preguntó el recién llegado colocándose a su lado, mirando hacía el cielo, soltando un pequeño bostezo.

―Más bien no tengo intenciones de hacerlo ―Regresó su vista al suelo al notar otro terremoto y escuchar aquella música que le atraía tanto.― ¿No deberías dormir?, mañana estarás de mal humor y no pienso soportarte, Jordan.

―¡Oye! ―volteó a verla molesto, pero al notar la pequeña sonrisa divertida en su rostro comprendió que solamente era una broma, bufó enojado cruzándose de brazos al ver que había caído―. Eso debería decir yo, además de que tú eres la piloto. Como sea, yo tampoco tengo sueño.

Guardaron silencio, uno mirando al cielo y el otro hacía el suelo, tal vez inmersos en sus pensamientos o sólo escuchando los sonidos de la noche de aquel planeta. Jordán desvió su mirada, observándole de reojo. No supo porqué, pero en aquel momento, bajo la luz de la luna, Molly le pareció una chica muy linda y frágil, como si deseara atraer a alguien que le protegiera eternamente. Se sonrojó al razonar su pensamiento. Tal vez ese era el sentimiento que había surgido y el destino le estaba dando una perfecta oportunidad.

―Eh... Molly. Hay algo que quiero decirte ―comenzó con voz baja, aumentando el calor en sus mejillas, demostrando la clara vergüenza que le provocaba la sola idea de que lo iba a hacer―. Nosotros hemos pasado por muchas cosas últimamente y... pues... me he dado cuenta que...

―¡Escucha! ¡Están cantando otra vez! ―exclamó emocionada, dando a entender que no le había prestado atención para nada, haciendo que el chico se desilusionara un poco, pero no por eso perdiera la convicción.

―No se porque te sorprendes, llevas toda la noche escuchándolos ―dijo con algo de fastidio, recuperando rápidamente su timidez inicial―. Yo... yo tengo algo importante que decirte.

―Pero... no ha habido ningún terremoto últimamente ―pensó extrañada Molly, ignorando a su compañero por segunda ocasión, tratando de descubrir que era lo que estaba sucediendo debajo de ellos.

―... Por eso creo... que, b-bueno... que tu y yo... ya sabes... ―El pobre Jordan seguía hablando sin darse cuenta de que sus palabras eran inútiles, Molly solamente estaba concentrada en saber porque sucedía aquello, cuando no pudo evitar una expresión de asombro, interrumpiendo el discurso y sorprendiendo al chico―. ¿Qué sucede?

―¡Mira! ¡Mira aquello! Parece que hay un estilo de procesión.

Jordan se asomó para observar un poco mejor y si, como temía, había unas extrañas luces que seguían un largo camino. Miró de reojo a la chica y vio lo emocionada que estaba, así que volvió a cruzarse de brazos con el ceño fruncido.

―Ni siquiera lo pienses, la Whizzing Arrow esta dañada, es imposible que puedas bajar con ella ―Sabía que había sido cruel, lo veía en aquella mirada triste, pero también tenía que hacerla entender, no quería pasar por otro suceso como el de la vez anterior.

El terrícola estaba pensando en alguna forma de animar a la chica, suficiente tenía ya con los reclamos de Don Wei como para que él también empezara, pero un ruido como de alas, totalmente conocido por ellos y demasiado desagradable para él, le interrumpió y de un momento a otro tenían a G’dar frente a ellos, con el mismísimo Príncipe Aikka sobre él, echando así a perder cualquier plática intima que pudo haber existido entre ambos compañeros de equipo y, claro esta, poniendo de pésimo humor al muchacho.

―¡Principe Aikka!

Aunque la chica era otra historia.

―Nunca me pierdo un recital ―habló con voz suave el Príncipe Nourasiano mientras le sonreía a la joven, ignorando completamente al otro humano―. ¿Te gustaría acompañarme? ―extendió su mano de manera segura, como buen caballero que era.

―¡Claro!, Será un placer para mi ―Y antes de que alguien pudiera decir algo -en este caso Jordan-, tomó su mano y se subió sobre G’dar con su ayuda, acomodándose donde el moreno le decía, sonriendo hacía donde estaba el bicolor―. Regresaré pronto, por favor cúbreme ¿si?

―Pe-Pe... ¡Pero Molly! ¿Acaso no piensas que puede ser peligroso?

―No te preocupes, yo la cuidaré bien ―expresó el príncipe mientras colocaba una mano sobre el hombro de Molly y miraba con seguridad al chico.

Al parecer, el hecho de haber escuchado esa frase y el que Molly se hubiera sonrojado por esa acción fue la gota que derramó el vaso, el chico tenía que pensar rápido en alguna excusa valía para o unírseles o detener aquella absurda idea.

―¡Nos vemos Jordan! ―Se despidió alegremente la pelirroja mientras comenzaban a bajar de manera suave, tomando por sorpresa a Jordan, que ya no pudo actuar o decir nada al verlos ya bastante alejados.

Se llevo una mano al cabello con desesperación, aquella situación no le gustaba y lo peor era que no había podido hacer nada, el destino parecía estarle jugando chueco ese día.

―Ya verá ese Principe Aikka ―masculló más con resignación que otra cosa, mientras regresaba a su “habitación”, tal vez sería buena idea prepararse un café muy cargado, no sabía cuanto iban a tardar en regresar y quería estar despierto para ese entonces.

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G’dar volaba de manera suave por indicación de su amo, tanto para no llamar la atención de los demás concursantes o de las criaturas que vivían en aquel lugar, como para que los tripulantes pudieran disfrutar de un tranquilo paseo.

Molly estaba sorprendida y en parte extasiada, soltando pequeñas expresiones de asombro, gratitud y alegría cada vez que podía y en voz baja, era la primera vez que se subía a un escarabajo gigante mágico extraterrestre -a falta de una mejor forma de describirlo-, además de que estaba en compañía del Príncipe Aikka, a quien consideraba un gran y querido amigo. Pero no era solamente eso, sino que en ese momento estaban en camino hacía un evento que, ella lo sentía realmente, les iba a dejar maravillados y con un gran recuerdo; que tonto había sido Jordan por negarse a aquello, ya mañana le presumiría todo lo que había vivido esa noche.

En cambio Aikka se encontraba callado, como pensativo, observando el camino que seguían, o simulando eso, puesto que, sin que la chica lo notara, también le estaba observando a ella. Estaba impresionado por lo hábil que podía ser en las carreras, demostrando una madurez extraña para su edad terrícola, pero sobre todo por lo inocente que era en realidad. Lejos de las presiones de la competencia y de su equipo Molly era una chica dulce, parecía que no se daba cuenta de los pequeños detalles que sucedían a su alrededor y eran importantes. Soltó un pequeño suspiro, no era tiempo de analizar a su acompañante de esa forma, él solamente quería que ella recuperara su sonrisa y su confianza, principalmente lo primero.

Por que esa era la verdadera razón por la cual le había invitado a ver más de cerca aquello que sucedía en las tierras de Ōban. La había estado observando toda la noche desde una de sus ventanas y no le gustó lo que vio, en aquel momento llegó a pensar que era algún estilo de crimen verla así de triste, y ahora sólo deseaba que todo fuera bien y que regresara a ser la misma de siempre, la Molly que le regresó a él mismo la confianza y ganas de vencer en aquella competencia.

Tan concentrado estaba en sus pensamientos que no se dio cuenta que había estado mirando a la chica de manera algo intensa, logrando que ésta se diera cuenta, la prueba estaba en sus mejillas, ahora de un color rojizo.

―Uhm... eh... Príncipe Aikka ¿s-sucede algo?

―¿Eh? ―exclamó saliendo de su trance y el verla sonrojada le extrañó, aunque después se dio cuenta que había sido su culpa -además de haber sido descubierto- y desvió la mirada, sonrojado y avergonzado―. L-Lo siento... no quise incomodarte.

―N-No se disculpe...

Un silencio un tanto incomodo se formo entre los dos, cada uno mirando al lado contrario avergonzados, mientras que una pequeña gotita resbalaba por la cabeza de G’dar, ese par era único.

Así siguieron su viaje, sin decir palabra alguna, hasta que Aikka rompió el silencio con un murmullo, el cual resultó ser una orden para G’dar quien descendió hasta el suelo, dejando extrañada a Molly.

―¿Porqué nos detenemos?

―Es mejor seguir a pie desde aquí, sino queremos ser descubiertos ―comentó mientras extendía una de sus manos hacía la chica, invitándola a bajar. Ella sonrió aceptando el ofrecimiento y tomándole la mano de manera suave. Cuando bajaron completamente G’dar se oculto entre las hojas y Molly iba a soltar el agarre entre ambas manos cuando sintió una leve presión y miró entre confundida y avergonzada al Nourasiano―. Es mejor caminar de esta forma o nos podríamos separar.

―D-De acuerdo...

Caminaron tomados de la mano de manera lenta, siguiendo muy de cerca a aquellos seres tan increíbles, pero había algo que no dejaba disfrutar del todo la situación a Molly y era el hecho de que la mano que Aikka tenía agarrada le produjera una sensación como de cosquillas, pero al parecer solo le sucedía a ella, puesto que al mirar al príncipe este no mostraba ningún signo de algo extraño.

Sin darle más importancia al asunto y decidiéndose mejor a disfrutar de aquella sensación y del espectáculo por el cual había decidido bajar, alzó su vista, dejando que Aikka la guiara, sin poder evitar el pensar cual era el motivo de su canto y de aquella procesión.

Su caminar era tranquilo, puesto que no tenían prisa. El moreno se permitió el lujo de observar las expresiones de la chica, era increíble cuantas sensaciones podía causar con una simple mirada o sonrisa. Y sin que notaran el paso del tiempo llegaron a un estilo de “auditorio”, en donde todas aquellas criaturas estaban sentadas alrededor de un gran espacio vacío.

Con un movimiento rápido del príncipe nourasiano lograron esconderse entre unas rocas sin ser vistos.

―¿Qué crees que están haciendo en este lugar? ―preguntó curiosa la chica, mirando alrededor como si de una pequeña se tratase, logrando sacar una sonrisa divertida al moreno.

―No lo sé, creo que será interesante averiguarlo ¿no?

Molly asintió convencida, mientras ambos tomaban asiento para disfrutar cómodamente lo que fuera a suceder a continuación.

Y no tuvieron que esperar mucho.

Cuando todas las criaturas se posicionaron en sus lugares, y aún manteniendo aquel brillo dorado en sus pelajes, guardaron silencio por unos instantes para después alzar sus vistas hacía el cielo, comenzando de nueva cuenta sus cánticos. Era un coro increíble, más porque una extraña formación en medio de aquel lugar comenzó a brillar, lo mismo sucedía con las piedras cercanas, maravillando a sus dos espectadores ocultos. Era increíble el pensar que aquella era la manera en la que construían o reparaban sus templos.

Ambos jóvenes estaban asombrados y se estaban dejando llevar por el ambiente, recargándose uno en el otro para poder admirar aquello, cuando un extraño sonido a sus espaldas les llamo la atención y al voltear a ver que lo producía hizo que la chica soltará un grito de sorpresa.

Al parecer una de esas criaturas había caminado hasta ese lugar y estaba a punto de aplastarlos, por lo que, en una acción rápida y casi sin pensarlo, Aikka tomo de la mano a Molly y los obligo a salir corriendo de aquel lugar, tratando a toda costa de no ser visto por los demás pero sobre todo no ser alcanzado por aquel ser que, después de escuchar el grito de la chica, los miraba con sus profundos ojos dorados en aquel momento.

―¡Principe Aikka! ―exclamó agotada―. ¿Cree que... nos sigan? ―Se le estaba yendo la voz de lo cansada que estaba por la carrera realizada hasta el momento.

―No lo sé, pero es mejor hacer tierra de por medio ―comentó mientras se detenía por fin, ya muy alejado de aquel lugar y se permitía el recuperar el aire que había perdido.

―C-Cierto...

Se recargaron en una roca tratando de recuperarse de la sorpresa vivida. Cuando al fin el aire pasaba normalmente entre sus pulmones se miraron a los ojos y comenzaron a reír. ¡Que aventura habían vivido!, por un momento creyeron que estarían en problemas y ahora disfrutaban aquel recuerdo.

El moreno se dio el lujo de observar mejor a su compañera y sonreír más sinceramente al ver como reía, al fin volvía a ser la Molly que él conocía y no dudo ni un instante en hacérselo saber:

―Es bueno escucharte reír, pensé que después de lo de hoy no volverías a hacerlo.

Ella guardo silencio al instante, mirando avergonzada al chico por sus palabras.

―¿Usted... lo cree?

―Por favor, tutéame. Somos amigos ¿no?

Aquellas palabras le regresaron la sonrisa a la hija de Don Wei, aunque no supo porqué sintió algo extraño en su pecho.

―Cierto. Pero, ¿por qué dices aquello?

―Porque es la verdad, desde que finalizo la carrera de hoy en tu rostro no había sonrisa alguna.

―Pero... ¿Cómo lo sabes? No nos hemos visto en ningún momento en toda la mañana.

―Pues... ―Un tenue color carmín se posesionó en las mejillas del nourasiano, mientras desviaba un poco la mirada―. Te estuve observando. Estaba preocupado.

Era imaginación suya o ¿por qué Molly sintió de repente un fuerte calor en su rostro?

¿Tan concentrada estaba en las palabras que le había dicho su padre qué no notó lo que sucedía a su alrededor? Era sorprendente lo despistada que podía llegar a ser a veces.

Pero antes de que pudiera decir algo al respecto una fuerte sacudida la hizo trastabillar y caer al suelo en un golpe seco, mientras que Aikka trataba de mantenerse en pie y acercarse a ella.

―¡Esta temblando! ―gritó asustada, ya había estado en temblores antes pero nunca en uno tan fuerte.

―¡Sujétate, Molly! ―dijo mientras la tomaba en brazos, protegiéndola de cualquier cosa, menos de lo que les sucedió.

Ninguno de los dos vio la grieta que había comenzado a formarse cerca de donde estaban y si lo hicieron fue demasiado tarde, un enorme hoyo se formó debajo de ellos, haciéndolos caer a un gran vacío.

―¡AAAHHH! ―gritaba aterrada la chica, tapándose los ojos mientras sentía el viento y pequeñas rocas golpear su rostro.

―¡MOLLY!

Aikka estaba también asustado, pero su promesa de protegerla siempre en su mente, por lo que se acercó como pudo hacia ella, y cuando observó lo que podría ser el suelo la abrazó, haciéndola girar de tal modo que ella quedara arriba de él y cuando llegó el duro golpe, él lo recibió completamente, protegiendo a la chica de daño alguno.

La tierra se siguió moviendo unos segundos más y después todo se calmó, como si nunca hubiera existido aquel terremoto.

Molly se mantuvo con los ojos cerrados por unos instantes, tratando de recordar donde estaba y que había sucedido, aunque principalmente el porqué se encontraba sobre algo blando. Cuando abrió los ojos lo primero que vio fue el rostro de Aikka extremadamente cerca, por lo que se alejó soltando un gritito de sorpresa y vergüenza.

Esperaba escuchar algún reclamó de parte del chico, pero sus oídos solo pudieron captar un quejido de dolor y al verlo mejor se dio cuenta de lo lastimado que estaba.

―¡Aikka! ―Se acercó y lo tomó con cuidado en brazos, dándose cuenta que se había lastimado una de sus manos, la cual tenía un gran corte―. ¡Aikka! ¿Qué pasó? ¿Estás bien? ¡Contesta!

Se abrazó a él aterrada ¿Por qué no abría los ojos? ¿Por qué no hacía movimiento alguno?
Cerró los ojos preocupada, una pequeña lágrima escapándose de los mismos, recorriendo con libertad su mejilla para después ser retirada con delicadeza, por lo que abrió sus ojos sorprendida.

―Estoy bien. Mo deberías llorar por alguien como yo.

―¡Aikka! ¡Me asustaste! ―exclamó aliviada. Se limpió cualquier rastro de humedad en su rostro y volvió a abrazarlo, pero esta vez de manera más―. ¡Me preocupaste! ¿Por qué tuviste que hacer algo así? ¿Por qué te arriesgaste por mí?

Él solo pudo sonreír de manera suave, tratando de ocultar el dolor que sentía, sentándose con algo de dificultad y alzando el rostro de la chica, limpiándole con una caricia el rastro de la lágrima que seguía sobre su sonrojada mejilla.

―Prometí protegerte. Además estoy bien, no tienes que reaccionar así.

―P-Pero...

―Por cierto... ¿Me llamaste Aikka? ―le miró de manera acusadora, haciendo que el color de las mejillas de Mollys aumentara un fuerte tono carmín, dándose cuenta como lo tenía abrazado y por reacción se separó, alejándose unos metros de él.

―¡Lo siento! Es que... es que estaba preocupada y no me di cuenta. ¡Lo siento! ¡Lo siento! ―empezó a hacer muchas reverencias, totalmente avergonzada.

El príncipe la miró unos segundos y después rió de manera suave, haciendo que ella le observara extrañada ¿no estaba molesto?, pregunta que le hizo saber haciendo que la respuesta le sorprendiera.

―¡Claro que no estoy molesto!, de hecho me sentí muy feliz de que me llamaras por mi nombre, eso significa que estamos más en confianza.

La sonrisa que le dedico dejó impresionada a Molly, por primera vez dándose cuenta conscientemente de lo atractivo que era el chico.

―Uhm... ¿Porqué estás tan colorada?

―Yo... por nada, en serio ―Y desvió la mirada―. ¡Vamos, Molly! ¿Qué cosas estas pensando? ¡no es el momento!

Aikka ladeó la cabeza, extrañado por los gestos que estaba haciendo la chica. Quiso ponerse de pie pero su cuerpo le dolía completamente.

―Aggh.

―¡Aikka!, no te muevas, déjame y te ayudo ―Se acerco a él y le hizo pasar su mano sobre su hombro, abrazándolo de cierta forma por la cintura para que pudiera ponerse de pie.

―Muchas gracias, Molly.

Ella iba a contestarle cuando se dio cuenta de la cercanía de ambos, no pudiendo ocultar aquel color que parecía querer ser permanente en sus mejillas últimamente.

―De nada... es poco comparado con lo que tú has hecho por mí en este día.

―No deberías pensar así. Verte triste no es agradable ―Alzó su vista, sin dejar de pensar en lo agradable que era aquella sensación, pero al ver lo profundo que era aquel hoyo su sonrisa flaqueó. Estaban en serios problemas―. No hay manera de que podamos salir de este lugar en estas condiciones.

Molly también alzó la vista, dándole la razón internamente, pero nunca se daría por vencida.

―¿Es tu manera de animarme? ¡Vamos! Qué si no lo intentamos es lo mismo que quedarnos aquí tirados.

Aikka le miró con la ceja alzada, asintiendo al ver toda la razón que tenían sus palabras. No era momento para rendirse, menos después de todo lo que habían pasado.

Comenzaron a pensar como podían salir de aquel lugar, tanteando las paredes o viendo si había algún túnel ¡o algo!, pero todo parecía inútil. Era imposible escalar aquellas rocas con uno de los dos lastimado. Aikka le propuso que fuera ella sola, pero Molly se negó tajantemente a dejarlo solo, por lo que el príncipe comentó que sólo quedaba esperar, G’dar se daría cuenta que tardaban demasiado e iría a buscarlos. Solo esperaban que lo lograra antes del amanecer o era posible que se quedarán en aquel lugar para siempre (bueno, no para siempre, pero si un buen rato, porque de aquí a que se dieran cuenta de su ausencia o de que Jordan comentara algo y luego la búsqueda... si, definitivamente estarían un buen rato en aquel lugar).

Pero había algo bueno en aquella situación y es que no estaban completamente en silencio, al parecer aquellas criaturas seguían construyendo su nuevo templo puesto que podía escucharse perfectamente su melodía, logrando tranquilizar las preocupadas mentes de los jóvenes. También estaba el hecho de que Molly encontró algo interesante que hacer y eso era el razonar todo lo que estaba sucediendo.

Había una gran duda en su mente -y en su corazón- que le atormentaba los pensamientos en aquel momento: ¿Por qué se sonrojo cuando Jordan le abrazo en la mañana? solo de recordar la sensación pudo sentir como sus mejillas se calentaban. Aunque si lo pensaba mucho su raciocinio le dada una muy buena respuesta.

―Viviste en un internado ―Le decía su yo interna -acá conciencia- cuando miraba hacía el cielo―. Te preocupabas más por tu cohete que por socializar con los demás, además de que Jordan es mas grande que tú.

Si lo pensaba seriamente aquella respuesta era muy acertada.

Lo que le llevaba a la pregunta número dos: ¿Por qué su corazón se aceleraba y sentía sus mejillas arder cuando estaba demasiado cerca del Príncipe Aikka?

Le miró de reojo, al parecer se estaba revisando la herida. No pudo evitar observar su rostro con detenimiento, que en aquel momento mostraba pequeños gestos de dolor y una gran concentración en lo que hacía, haciéndole recordar las expresiones que ponían cuando se encontraban en una carrera. Se veía tan serio y concentrado, dándole un aire encantador, demostrando que tenía un mundo entero sobre sus espaldas. Se había sonrojado en primera instancia, pero después sintió tristeza, por el hecho del destino de Aikka y por saber que tal vez, cuando todo aquello terminara, así de rápido como se habían conocido y echo amigos, así de rápido se olvidarían.

Aquel pensamiento hizo que algo se oprimiera en su interior y sintiera un gran dolor, llevándose una mano a su pecho mientras que un sollozo salía involuntariamente de entre sus labios, llamando la atención del príncipe, quien preocupado y con algo de dificultad se acercó hasta la chica.

―¿Molly? ¿Qué pasa? ¿Estás lastimada? ―Se arrodilló a su lado, colocando una mano sobre su hombro, tratando de ver cual era la causa de su dolor.

Ella solo levantó su rostro y lo que él vio le partió el alma: Molly intentaba contener sus lágrimas sin éxito, dejando sus ojos rojos y cristalinos. A él no le gustó aquella visión y con un gesto suave le acaricio la mejilla.

―¿Qué sucede? ¿Por qué tus ojos demuestran tanto dolor?

Pero ella no decía nada, solo dejaba que aquellas gotas saladas se acumularan, tanto que unas comenzaban a escapar, recorriendo toda su mejilla.

―Es doloroso... es doloroso ver como vas perdiendo a tus seres queridos uno por uno...

Primero había sido su madre, después -técnicamente- a su padre, y ahora estaba la posibilidad de que a él no lo volviera a ver nunca más.

―N-No lo... entiendo... ―susurró de manera suave, llamando la atención del chico―... d-de... de solo pensarlo... de solo pensarlo me duele mucho...

―¿De solo pensar qué? ―habló calmado, comprendiendo que, fuera lo que fuera, le estaba costando mucho expresarlo. Se sentó a su lado, atrayéndola a su pecho para abrazarla y poder confortarla, acariciando de manera suave su espalda, sabía que en aquel momento le necesitaba, para lo que sea... su brazo le dolió con aquel movimiento pero no le dio importancia, él no importaba en ese instante.

―El que... el que... ―le era algo difícil y vergonzoso decirlo, por lo que oculto su rostro en su pecho, aspirando su aroma, tratando de que de esa manera él le pasara algo del valor que siempre demostraba en situaciones difíciles. Aspiró profundamente, tratando de calmarse un poco―... el solo pensar que no te volveré a ver.

Aquello no se lo esperaba y colocando sus manos en sus hombros, la alejó un poco, para poder verla a los ojos y saber que lo que decía era en serio. Y sí, al ver en su rostro aquella mirada le demostraba que todo lo que estaba diciendo era cierto, logrando enternecerlo de cierta forma. Con su mano buena le limpió todos los rastros de lágrimas que tenía.

―No deberías pensar en eso.

―¡Pero...! ―No pudo continuar, puesto que un par de dedos se había posicionado sobre sus labios.

―Digo que no deberías pensar en eso, puesto que a mi también me duele la sola idea.

Molly abrió grandemente sus ojos, sin saber que decir en aquel momento.

―¿Tu también?

―Molly, tu eres una chica increíble. A mi me habían contado cosas sobre los humanos, pero tu desmientes todas, principalmente lo que habían dicho sobre las de tu sexo ―Hizó un movimiento negativo con la cabeza, dándole a entender que no le quitaría la curiosidad por saber que le habían contado―. Pero sobre todo, tú has logrado cosas que nadie podía. Me hiciste confiar, me hiciste saber que podía darme el privilegio de tener un amigo. Me enseñaste mucho y yo temía que fueras tú quien, cuando todo esto terminara, quisiera que la comunicación entre ambos terminada.

Guardó silencio por unos instantes, dándole la oportunidad de procesar todo lo que había dicho. Molly estaba sorprendida, nunca había escuchado que tales palabras fueran dirigidas a su persona, y aquel dolor que en algún momento se había apoderado de su ser desapareció, haciéndole sonreír casi de manera tierna.

―No se porque dices eso. Nunca me gustaría perder la comunicación contigo.

Aikka recuperó un poco de confianza con aquellas palabras y estaba a punto de decir algo más cuando, con un movimiento algo brusco, recordó el dolor punzante que sentía en su brazo, haciendo que ambos regresaran a la realidad y recordaran la situación en la que se encontraban.

Molly sacó un pañuelo que tenía guardado y comenzó a curar la herida del príncipe, deseando que no fuera nada grave y que pudiera competir en el día de mañana. No era muy buena en ese tema, pero estaba haciendo lo mejor que podía, todo de manera lenta y suave, para no lastimarlo más. Aikka solo le miraba, notando que, a pesar de todo, aquella velada había resultado mejor de lo que pensaba.

Cuando la chica Wei había terminado de colocarle un vendaje improvisado al príncipe, se dejó escuchar un sonido como si de un zumbido se tratase y ambos voltearon hacía arriba con alegría al reconocerlo.

―¡¡G’dar!!

El insecto bajó de manera rápida al haberlos encontrado por fin, había podido sentir como su amo se encontraba en alguna especie de peligro y había comenzado su búsqueda desde hace tiempo, pero la cercanía de aquellas criaturas y sus extraños rituales no le habían dado oportunidad de poder sentirlo mejor hasta ese momento.

Con ayuda de Molly, quien se negó a soltarlo, ambos subieron con algo de dificultad en el escarabajo, y cuando al fin pudieron acomodarse, este comenzó a ascender de manera muy, pero muy lenta, no queriendo causarle más daño al nourasiano.

Ambos iban muy callados, tal vez pensando en las sensaciones que habían vivido ese día o en la plática que tuvieron, pero cuando Molly observó las grandes hojas sobre ellos tomó una decisión y miró determinada al príncipe, quien le regresó la mirada con interés por escuchar lo que fuera que iba a decir.

―Aikka, hagamos una promesa.

―¿Qué tipo de promesa? ―Aunque la verdad estuvo tentado a decir ‘¿Otra?’.

―Pase lo que pase, gane quien gane, tú y yo nos seguiremos viendo, seguiremos en contacto y... y seguiremos siendo grandes... amigos... ―Su voz tembló un poco al pronunciar la última palabra, esperando que aquello no hubiera sido notado―. ¿Lo prometes? ―Extendió su mano hacía el chico, quien la miró por unos instantes y después la miro a los ojos, de una manera que Molly temió que se rehusara.

―Amigos... ―Sonrió mientras aceptaba su mano, cerrando así aquella promesa―. Nuestra amistad nunca se perderá, puedes estar segura.

El alma de Molly se relajó al escuchar aquella respuesta -no digo su corazón puesto que este se aceleró de manera extraña al verlo sonreír y más al sentir su mano, pero bueno-. Aunque hubo algo que le extraño. Puede que haya sido su imaginación, pero... ¿Por qué cuando Aikka sonrió parecía más triste que nunca?

La noche estaba llegando a su fin, así como aquel paseo. Más rápido de lo que imaginaron llegaron hasta la plataforma donde estaba el equipo de la Tierra, indicando así el momento en que ambos tenían que separarse.

―Por favor, nunca olvides tu promesa ―murmuró Molly mientras comenzaba a ponerse de pie.

―Sabes que nunca rompo una.

Le sonrió y aquella sonrisa no le pareció del todo feliz a ella, aunque aún no entendía el porqué e inconscientemente había tomado una decisión.

Se acercó a el y le abrazó de tal manera que trató de expresar toda la confusión que se había formado en su alma a la par que habían echo aquella promesa, y antes de que ambos pudieran reaccionar conscientemente le había besado en los labios.

Fue un beso corto, más considerado como un suave rose, pero la sensación que les provocó no podrían sacársela de la cabeza por mucho tiempo. Con un suave ‘cuídate’ se bajó de un brinco de G’dar, y antes de que Aikka pudiera decir algo ya se había metido al edificio.

Se quedó unos instantes en ese lugar, mirando por donde ella se había ido para después acariciar sus labios, sintiendo aún el calor de aquellos que se atrevieron a tocarlos, sonriendo aún más de manera triste.

―Molly, no se como lo provocas pero.,. ahora has hecho que llegue a odiarme, solo por el simple hecho de... de no saber como romper una promesa ―pensó mientras hacía una pequeña reverencia de despedida y ordenaba a G’dar a ir a su propia ‘vivienda’, aún con todo lo sucedido en su mente.

En cambio ella se había recargado en una de las paredes, aún sin creerse lo que había hecho, sintiendo como su corazón latía de manera descontrolada.

―Nunca... nunca pensé que dolería tanto hacer una promesa ―Se secó una lágrima rebelde que corría por su mejilla. Ya no tenía caso pensar en eso y comenzó a caminar de manera lenta hacía su ‘cuarto’, tenía que dormir un poco si quería estar bien para mañana.

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―¿Príncipe Aikka?

―Duerme, mañana será un día interesante.

El anciano le miró sin entender a lo que se refería, pero el cansancio le venció y cayó nuevamente dormido, mientras que Aikka sonreía un poco. Sabía que estaba escribiendo su propia sentencia de muerte, pero ya no le importaba, no si podía mantener aquello en su mente.

Se acostó en su cama sin poder evitar mirar una última vez por su ventana, hacía donde sabía estaba ella, sonriendo.

―Dulces sueños.

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Molly entró lo más callada que pudo a la habitación, no quería despertar a Jordan, pero al verlo no pudo evitar sonreír divertida.

El chico estaba completamente dormido, con un montón de tazas de, al parecer, café a su alrededor ¿Pues qué había estado haciendo todo ese rato?

Se encogió de hombros sin darle importancia, mientras se quitaba las botas y se acomodaba en su hamaca, aún en sus pensamientos todo lo que había pasado, sonriendo como si de navidad se tratase.

―Qué descanses ―murmuró, mirando hacía la ventana y dejándose vencer por el sueño.

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No sabían que les deparaba el día de mañana, pero de algo si estaban seguros: nunca una promesa les había causado más dolor que aquella, pero sabían que si la cumplían -en parte- les traería buenos resultados.

Además de que aquel día les había dejado algo bueno. Aquel recuerdo se quedaría en sus mentes, lo que había sucedido bajo las hojas, y sobre ellas también.

Fin.

oban: príncipe aikka, .genre: semi-au, .genre: fluffy, ;oban star-racers, oban: molly (eva wei)

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