¤ Título: Nuestro deber.
¤ Fandom: One Piece.
¤ Claim: Shanks y Dragon.
¤ Palabras: 1,279.
¤ Advertencia: Spoiler hasta TB, aunque también algo de Sabaondy, peor de manera indirecta.
¤ Notas: Técnicamente está situado entre lo que sería Water Seven y Thriller Bark. Espero que !r!op no me haya afectado con las personalidades de los personajes *gota*
Una persona, ataviado con una gran capa negra que lo cubría completamente y traía el rostro encapuchado, caminaba con sumo cuidado por aquella arboleda, uno de los más desolados y peligrosos que pudiera encontrarse en ese archipiélago. No podía saberse de quien se trataba y nadie parecía interesado en averiguarlo. Era alto, llamaba la atención, pero la gente que solía estar en aquella área reconocía cuando alguien era peligroso y cuando no. Y el sentido común de todos, al verle, gritaba "No se acerquen, aléjense de ese hombre", incluso los caza recompensas sabían que sería de suicidas intentar acercarse.
Así, el hombre encapuchado llegó a su destino sin ningún contratiempo. Miró a su alrededor, notando que se encontraba sólo. Aunque un pequeño ruido llamó su atención. Esbozó una sonrisa.
―Llegas tarde ―Su voz era potente y firme.
Tras de él, apareció un hombre más bajo, manco y con una cabellera de color inconfundible. Iba sonriendo, como si se encontrara con un viejo amigo.
―Vaya, vaya, al parecer es difícil engañar al Rey del sigilo ¿no?
―No creo que me hayas llamado aquí sólo para comprobar eso.
El de cabellera rojiza rió con ganas. Definitivamente aquel hombre no cambiaba a pesar de los años.
―Ha pasado mucho tiempo desde que nos vimos por última vez, ¿acaso está mal que intente una plática amena? Incluso traigo algo de sake ―dijo, mostrando la botella que colgaba de su mano buena.
El más alto se quitó la capucha, mostrando finalmente aquel rostro -marcado por su peculiar tatuaje- que el gobierno mundial buscaba tan desesperadamente desde que se dio a conocer sus intenciones contra el mismo. Miró al otro hombre, pero al final se rindió, bajando sus defensas y negando con un gesto.
―Tú no has cambiado nada, Shanks. Bueno, tal vez si. Ya no eres un pirata cualquiera.
―Me lo dice la persona que es más buscada que yo ―Shanks sonreía contento, como si fuera un chiquillo. Se sentó en la raíz de uno de los manglares y extrajo dos tacitas de una bolsa que traía, sirviéndose un poco de alcohol, para después ofrecérselo al revolucionario, quien lo rechazó―. Si insistes ―El Younko se encogió de hombros, bebiendo lo que se había servido.
Dragon seguía impune, mirando con fijeza al pirata. Su rostro se mostraba relajado, pero aún así podía notarse claramente que estaba atento a cualquier ruido.
―Dime, ¿para qué me has llamado?
Shanks tardó en contestar, olvidando las tazas y dando tragos directos de la botella. Paseó su vista por el lugar y una sonrisa traviesa se escapó de sus labios. Según sus informes, en poco tiempo cierto mono pisaría esas tierras.
―Para hablar de tus hijos, ¿Por qué mas? Sabes que es el único tema que me interesa discutir contigo ―contestó con simpleza, poniéndose serio. La conversación con el viejo Edward aún latente en su memoria.
El hijo de Garp frunció el ceño, apretando inconscientemente su puño, acto que no pasó desapercibido para los ojos negros de Shanks. El pirata meneó la botella, mirando fijo al hombre, esperando su respuesta.
―Si quieres conversaciones paternales te has equivocado de hombre ―El Revolucionario le dio la espalda, tal vez teniendo una idea de que quería decir, tal vez sólo huyendo del escrutinio sobre su persona. Quien sabe.
―¿Qué? ¿Acaso el gran Dragon está celoso de que yo sea más padre para esos chicos que él? ―Había burla en su voz, pero también algo más. Molestia. Eso llamó la atención del otro, quien volteó a verlo.
―En la sangre de mi familia no corre precisamente lo que tú llamas "afecto paternal".
―¿Eso es una excusa? ―Rió Shanks, bebiendo otro poco más.
―Tómalo como gustes ―Se encogió de hombros, sin darle importancia.
Shanks parecía que iba a decir algo más, pero lo pensó mejor y se llevó la botella a la boca, dándole un largo trago. Dragon seguía mirándolo, esperando a que se decidiera hablar, por qué él no daría el primer paso. Sabía muy bien lo que estaba sucediendo con sus hijos por aquellas épocas (de hecho, siempre sabía lo que sucedía con ellos), pero no entendía del todo la razón principal por la que se encontraba ahí. Y al parecer Shanks no tenía la intención de decírselo rápido. Akagami se dedicó a jugar un poco con la botella, con su rostro alzado al cielo, un aire somnoliento embargándolo.
Una cosa que caracterizaba a los Monkey era que no eran precisamente pacientes cuando el tema tenía alguna importancia en su persona o allegados. Y sí, Dragon seguía convencido de que no había nada de paternal en su sistema.
―Si no le ha pasado algo a Luffy o a... ―calló, su puño apretándose nuevamente. Y aquello fue suficiente para tener toda la atención de Shanks―... sino sucede nada interesante entonces no me necesitas más.
Iba a volver a colocarse la capucha, cuando Shanks se puso de pie. Su rostro mostraba una seriedad absoluta.
―Luffy esta bien, por lo que sé, se dirige a este lugar.
―¿Entonces?
―Te vengo a hablar de Ace.
Shanks miró los ojos de Dragon con fiereza, pero el revolucionario no se amedrentó. Akagami pudo notar el mismo brillo que vio en los ojos de Shirohige.
―¿Y por qué vienes a mi? ¿Qué su padre no es ese viejo de Newgate? ―Al pronunciar el nombre del otro Younko, involuntariamente usó un tono de voz despectivo. Eso hizo sonreí a Shanks.
―Ya he hablado con él, pero es más terco de lo que recordaba.
―Y como él no te ha hecho caso vienes a mi ¿no? ¿Acaso soy el padre de repuesto? ―bufó, cruzándose de brazos.
―No, tenía intención de hablar contigo desde el inicio ―Shanks se encogió de hombros, para luego tomar una actitud seria―. Ace está en peligro, ya han pasado varios días desde que no tengo noticias de él.
―Ace es adulto, no un chiquillo. Puede hacer lo que quiera.
―No entiendes ―Bajó la cabeza y apretó tanto los puños que se hizo daño. Dragon pareció entender―. Lo último que supe de él es que peleó contra Kurohige.
Aquello le dio mala espina a Dragon, sobre todo porque en uno de los informes del día anterior venía el dato de que ya habían elegido a un nuevo shichibukai.
―¿Acaso crees que Ace perdería tan fácilmente? ―Intentó sonar seguro, pero a pesar de que su voz sonó así, por dentro no se sentía igual.
―Sé que no lo haría, pero hablamos de Teach ―Shanks se llevó una mano al rostro, acariciándose las cicatrices que lo surcaban―. Él es más poderoso que antes y tiene una habilidad. No sé cual, pero si sé que es demasiado peligrosa.
―Ace tiene una Logia ―Dragon quiso demostrar que su hijo era fuerte. Shanks sonrió de mala gana.
―La de Kurohige también lo es.
Ambos hombres guardaron silencio. Ambos pensando lo mismo. En una pelea entre esos dos, Ace tenía las de perder.
Dragon miró al cielo y se puso de nuevo la capucha.
―Si sé algo de él te lo haré saber.
―¿Por qué? ―preguntó un tanto extrañado Akagami, no había tal necesidad. Dragon lo miró de reojo, con una sonrisa un tanto melancólica.
―Es nuestro deber preocuparnos por esos dos tontos ―Fue todo lo que dijo, antes de retirarse de ese lugar.
Shanks se quedó un poco más, terminándose el sake y mirando las ramas del manglar, con aire ausente.
"Te equivocaste, chico" pensó, una sonrisa amarga posándose en su rostro, "A tu padre si le importas".
Se acabó el sake y se marchó en dirección a su barco. Tal vez aún había tiempo, tal vez aún podía -podían- salvar a Ace. Después de todo, la esperanza era lo último que se perdía.