“¿Alec?” escucha la voz de Sam en algún recóndito rincón de su mente. “¿Estás conmigo?” Alec siente que todo le da vueltas y le punza la cabeza allí donde Lydecker le mandó el golpe. “¿Estás bien?”, insiste Sam.
“M-mh” Alec acompaña su respuesta con un ligero asentimiento.
Entonces el tono en Sam cambia totalmente.
“¡Grandioso! ¡Realmente
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