Como cada noche 1, 2, 3

Nov 03, 2008 13:01

Como sabéis Cris, mi adorada y querida Sis, me ha dejado un huequito para publicar en la Comu, así que voy a colgar lo que tengo hasta ahora de "Como cada noche" para que se quede aquí guardadito.


Los tres primeros capítulos.

1.
Como cada noche, recorro los tejados de Madrid, con movimientos felinos me acerco a las ventanas y terrazas para ver el interior de las casas y observar a la gente cuando no saben que les miran, es increíble lo que se puede descubrir en conversaciones que ni siquiera imaginabas que tenían sobre ti.

Ahora me encuentro frente a mi ventana, mirando a los míos, reunidos ante el televisor después de la cena, compartiendo conversaciones y risas, algo más tristes sin duda, pero llevando la vida lo mejor posible, cuanto lo echo de menos, las risas, los juegos, los comentarios sobre la gente que aparece en la pantalla, ahhh, cuanto desearía estar sentada a su lado en estos momentos.

Mi hermano tiene a su hija entre sus brazos, ahora mismo sería una tía dichosa, seguro que la tendría muy mimada y me lo echarían en cara, sin embargo, jamás podré acercarme a ella. Su olor me atrae demasiado.

Mis ojos empiezan a humedecerse y sé que si no me muevo no podré controlar las ganas de gritar, ¡Estoy aquí, abridme por favor!!, tengo que marcharme.

Me muevo con sigilo, nadie se percata de mi presencia, me he acostumbrado a esta forma de desplazarme, aunque al principio me costara mucho esfuerzo, antes tenia vértigo, ahora sé, porque lo he comprobado, que una caída desde un tejado no consigue matarme.

Me acerco a su casa, me siento en la barandilla de su terraza y observo, no me ve, ni siquiera sabe que estoy ahí, mirándole. Ni siquiera puede saber la cantidad de noches que le he observado, que me deleito mirando ese pelo que tanto adoraba, esos labios que no volveré a besar jamás, y esas manos que no volverán a tocarme.

Él mira la tele ensimismado, afortunadamente me da la espalda. De repente ella aparece en el salón junto a él, y de pie ante mí le habla, que guapa es, debo reconocer que ha escogido una buena persona para sustituirme, aunque yo no lo soporte, le veo feliz y no puedo hacer nada para que sea feliz conmigo, de nuevo.

¿Me recordará?, es probable, a veces observándole por la ventana de su habitación, le he sorprendido mirando mis fotografías, escondidas de los ojos de ella para no dañar su corazón.

Cuando desaparecí, se volcó junto con mi familia y mis amigos en encontrarme, pero les fue imposible, nada consiguieron, quizá no buscaron bien, o en el lugar correcto, lo cierto es que, yo, no deseaba ser encontrada, me escondí de sus ojos y desaparecí de sus vidas para siempre, soportando el inmenso pesar que me invadía y el dolor que contemplé en sus rostros.

Si supieran en que me he convertido, me repudiarían, no querrían tenerme cerca, si vieran el cambio en mi vida, mejor dicho, mi no vida, me mirarían horrorizados como he visto hacer a mucha gente, lamentablemente.

He pasado todo este tiempo vagando por la oscuridad sin dejarme ver, para que no me encontraran, para que sus corazones perdieran la esperanza de encontrarme. He observado cada uno de sus movimientos, alegrías, penas......

He vivido maravillada la boda de mi mejor amiga, afortunadamente, pude asistir al banquete y contemplar lo bella que estaba, aunque me mantuve oculta a sus miradas. En uno de los momentos, creí que ella me había descubierto y la ví dirigirse hacia mí, huí, me encaramé al techo de la carpa y la observé desde allí.
Sin duda me había visto o había creído verme, miró a todos los lados, esperando encontrarme entre los árboles y plantas que bordeaban la carpa pero no consiguió nada y supongo que creyó haber tenido un dejavú.

Volvió a su celebración, aunque comprobé muy apenada que lloraba, lo que provocó que mis lagrimas también rodaran por mis mejillas, a pesar de que nunca lloramos.
Me echaba tanto de menos ese día como yo a ella, deseaba poder abrazarla y decirla, ¡tranquila, estoy bien, no ha sucedido nada, dame un abrazo!.

Ciertamente este es el camino que me ha tocado seguir y aunque no me enorgullezco de ello, debo continuar y ser fuerte, sobreponerme a esos sentimientos “humanos” que aun abundan en mi corazón.

Quizá dentro de un tiempo, vaya a hacerles una pequeña visita, ahora que ya están casados y más pletóricos que nunca. Y que yo he aprendido a controlar mis instintos.
Quizá cene con ellos, por una vez. Por supuesto tendré que hacerlo bien, para que al despertar a la mañana siguiente crean que todo ha sido un sueño.

¿Descubrirá su marido, y uno de mis mejores amigos, mi condición?
Espero que no, aunque sabe mucho de esto.

¡Soy tan ingenua!, sé que nunca podrá volver a hablar con ellos, tener una conversación con las personas que ocupaban anteriormente mi vida. Poder estar cerca sintiendo los latidos de su corazón, y conteniendo mi ansia. Ahora soy distinta y no puedo permitir que ellos lo descubran y sepan lo mucho que duele esta maldita existencia.

Mientras pienso él sale a la terraza, menos mal que mis sentidos son rápidos y me da tiempo a saltar hacia el tejado, mira a todos los lados, buscando algo, ¿me habrá visto?, No me extrañaría, últimamente me entretengo más de la cuenta observándole y algún día cometeré un error, seguro.

Hoy necesitaba verle, es nuestro “día especial”, hoy habríamos sumado un año más a nuestra relación, hoy hace exactamente 2 años que me marché de sus vidas, para no volver a formar parte de ellas.

Nunca olvidaré aquella noche al regresar a casa, nunca pensé que me sucedería algo así, y que no volvería a verles, supongo que en caso de haberlo sabido, habría vivido mi último día de otro modo muy distinto.

Lo que me sucedió lo relataré más adelante, si aún queréis saberlo queridos lectores.

Ahora debo irme, tengo que deambular por Madrid, como cada noche, y buscar algo de comer, estoy famélica.

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2.
Hoy llueve en Madrid, si no fuera porque tengo que alimentarme para calmar mi ansia, no me molestaría ni en salir de casa. Siempre me ha gustado poco la lluvia, conseguía penarme, y ahora me entristece aun más, si cabe.

Sé que prometí contaros como me convertí en este ser que odio y desprecio, pero aun es pronto, supongo que antes debo aclararos varias cosas sobre mí.

Así que mientras me preparo para salir a “cenar”, os contaré algunos detalles.

Os preguntareis como tengo piso, y aunque os parezca extraño también tengo un trabajo.
La respuesta es fácil, entre nosotros nos cubrimos, nos facilitamos pisos e incluso trabajos entre los nuestros. Os sorprenderíais si supierais todo lo que somos capaces de conseguir.

Si, nos protegemos y cuidamos los unos de los otros, manteniendo distancias, claro, hay determinadas reglas, como en todas partes, resulta irónico pensar que hasta seres como nosotros seguimos unas normas para no importunarnos demasiado.

Mi trabajo es entretenido, pongo copas en un club. Me rio porque seguro que os sorprende, quedarías aun más alucinados si supierais que seguramente vuestro camarero favorito, de vuestro pub predilecto es uno de los ¿míos?, y que los mismos poseen gran parte de los clubs nocturnos de tu ciudad.

Hace poco que tengo mi trabajo, puesto que antes de poder estar cerca de vosotros, lo primero que tienes que hacer es aprender a controlar el hambre, la sed, el ansia, lo que llamamos La Bestia. Cuándo ¿renaces?, podría decirse así, sí, renaces, en una vida que no te gusta, pero no te queda otra.
Cuando renaces, no sabes controlarte, ni sabes que te está pasando exactamente, sólo tienes hambre y sed y nada de lo que tomas te sacia, acabas vomitándolo sin entender la razón. Tengo que reconocer que yo tuve suerte, mi “Sire” me cuidó en los primeros y difíciles días. Algo que aunque os parezca mentira agradezco. He visto en este tiempo, en lo que puedes llegar a convertirte sin un guía que te explique que sucede.

Confiad en mi, espero que nunca os topéis con esa clase salvaje, no os gustaría lo mas mínimo.

Y por supuesto que hablando sobre nuestros bares, no me refiero precisamente a esos clubs en los que la gente creen que son como yo, que visten de negro, se maquillan como si estuvieran muertos, ja, resulta muy gracioso, tu intentando parecer un vivo y ellos intentando parecer un muerto.
Me gusta visitar esos locales, porque me reporta una buena dosis de carcajadas. Se ve cada cosa. La semana pasada descubrí uno nuevo en el que la gente creía que bebía sangre (ponche con algo parecido al zumo de tomate), y que la absenta les ayudaría a calmar la “sed”.
Por supuesto que entre estos hay gente que realmente son lo que el resto simula ser, para nosotros es fácil diferenciarnos, una mirada nos basta para reconocernos.

Si no recuerdo mal, creo que mi perdición fue precisamente caer en uno de esos bares, por curiosidad, ya sabéis el refrán “la curiosidad mató al gato”, en mi caso, mató a la gata. Pero eso es algo, que como os he dicho, os explicaré más adelante.

Seguro que otra de vuestras preguntas es porque me quede en mi ciudad, arriesgándome a que me descubran o me vean.
Bien, mis horarios no son corrientes, apenas salgo de día, y no porque no pueda, eso es un mito de las películas y los libros. Así evito encontrarme con alguien conocido, pero siempre puedo esquivarlos, conozco perfectamente los latidos del corazón de mis seres queridos, seria capaz de diferenciarlos del resto de los mortales sin error alguno.

Esa es una de nuestras facultades, entre muchas otras que os iré contando poco a poco.

El olor de la sangre de cada persona es distinto, es como un perfume, es tan diferente como si olieras uno de Carolina Herrera y uno de Elizabeth Arden.
Podemos reconocer una ¿fragancia?, digamos mas bien una canción, vuestra sangre “canta” para nosotros, por eso no nos alimentamos de cualquier persona, sino únicamente de aquella que nos atrae por su aroma, por su melodía.
Es difícil de explicar, así que supongo que será aun más difícil de entender.

Ocurre lo mismo con los latidos, en cada uno de vosotros, el corazón lleva un ritmo diferente. Seguramente sabréis que el corazón no late del mismo modo cuando estamos nerviosos, enamorados, asustados.
El ritmo de un corazón enamorado es lo más bello que he escuchado, lleva un compás tan armonioso, tan distinto a cualquier pieza de música, ni siquiera puede compararse a tu canción favorita. Es sencillamente, indescriptible.
Desdichadamente, mi corazón no sonará así nunca más.

Nos es fácil reconocer el latido de alguien, cuando ya lo has escuchado, soy capaz de saber si el que va a doblar la esquina es mi padre, mi madre, algún familiar, algún amigo, siempre y cuando haya estado previamente cerca de ellos para memorizarlo.
Afortunadamente he podido esquivar a gente con bastante rapidez, como para evitar ser vista.
De todos modos, mi trabajo no está cerca de ninguno de los lugares de residencia de mi gente, aunque si me ha ocurrido que entrara alguien que me conociera, pero es fácil conseguir que olviden haberme visto, y que piensen que ha sido un sueño. No me gusta usar este método, pero creedme es muy efectivo.

Mi piso, bueno pisito, esta en la parte antigua de Madrid, solo tiene un salón con una mini cocina, que no uso en absoluto, por supuesto. Y una pequeña habitación.
Y antes de que preguntéis, si, duermo en una cama, si se le puede denominar dormir.
Las horas que pasamos en este estado, es lo que llamamos Letargo, digamos que, no necesitamos dormir, pero es una de las cosas que necesitamos para evitar el ansia.
Es parecido a lo vuestro cuando no dormís bien, estáis extremadamente irascibles, pues nos pasa lo mismo, aunque la consecuencia de que no lo hagamos es mucho peor que la vuestra.

Descanso mientras vosotros trabajáis, y trabajo mientras algunos de vosotros descansáis.

Odio no poder sentir las gotas de lluvia sobre mi piel, creo que es lo único que me gustaba de ella. Pero desde hace mucho tiempo, mi piel es insensible a los estímulos externos. Uno de los muchos fallos que tiene ser lo que soy.

Bien, tengo que dejaros, he de alimentarme antes de llegar al trabajo o no podré comportarme con normalidad.

Hasta la próxima.
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3.

Hoy me encuentro agotada, ni siquiera acudiré al trabajo.
Ayer cometí un error bastante garrafal y hoy tengo que descansar y sobreponerme.
Como recordareis os comenté que entre nosotros existían una especie de reglas, para poder convivir entre nosotros.
Pues bien, yo ayer me salté una, eso sí, puedo juraros que no fui consciente de ello, hasta que fue demasiado tarde.

Ayer tenía ganas de jugar, ¿qué queréis que os diga?, estaba muy aburrida, creedme que la vida solitaria que llevamos no es tan bonita como la pintan.
Pues bien, decidí que me apetecía pasar un rato con alguien, si, nosotros también tenemos esa necesidad, al fin y al cabo, todos hemos sido humanos alguna vez.
Que tu corazón no lata, no quiere decir que no sientas atracción por alguien, o deseo.

Me encanta el invierno, no puedo negarlo, menos horas de sol, mayor facilidad para acudir a los sitios plagados de mortales que se vuelven locos con las compras compulsivas y sin sentido.

Puesto que vivo muy cerca del centro, como ya os dije en el caso antiguo, pues me acerqué a la Puerta del Sol, lugar atestado de gente siempre. De millones de tipos de gente, millones de olores.
Deambulando entre ellos te sientes que formas parte de su vida, otra vez, que no pueden ver lo que en realidad esconde tu mirada, miedo, frustración, simplemente por el hecho de que la gente se ignora. Pocas veces miramos a los ojos de una persona cuando nos cruzamos con ella. Siempre miramos al suelo, o perdemos la mirada en el horizonte, es como cuando entras en un ascensor y te pones a mirar el techo, el suelo, las puertas, los botones, pero no a la gente que te acompaña.
Tengo que reconocer que yo era así de fría, ahora no miro a la gente por miedo a que puedan leer en mi rostro lo que mis labios evitan gritar.

Caminé por la calle Preciados, sin rumbo fijo, observando los escaparates, quizá encontrara algo interesante que comprar, aunque ese no era el verdadero motivo.

Entré en Fnac, siempre me ha encantado ir a este sitio, hay tantísima gente, todo el mundo diferente. Creo que es uno de los sitios mas concurridos de la Gran Vía, vayas a la hora de vayas siempre está lleno de gente. Me encantaba pasar horas con mis amigos visitando todas y cada una de las estanterías de libros y discos, siempre terminabas comprando algo.

No pensaba comprar, no estaba allí precisamente para gastarme el dinero, lo que me llevara sería gratis, y con todo probabilidad mi entretenimiento y mi cena.

Siempre busco mi cena en lugares concurridos, porque encuentras a alguien solo a quien seducir con facilidad, es algo para lo que estamos muy dotados. Tenemos un don especial, diría yo, capaz de hacer que cualquier persona enloquezca con un simple susurro, nosotros lo denominamos Persuasión, y sencillamente, sois incapaces de resistiros.

Cuanta gente, parejas, grupos, familias, ummmmm que bien huele un niño pequeño, antes solía olerles siempre, me encanta ese olor a nenuco en su piel, lo que yo puedo notar ahora es distinto, nada que ver con el aroma a lactante, es algo más intenso, más inocente, el mismo aroma que desprende una persona virgen, sí, ¿os sorprende?, no me extraña, pero es cierto, podemos oler a las personas inocentes, a las vírgenes. Incluso, aunque os parezca increíble, muchas veces vuestro olor puede indicarnos todo lo contrario, de hecho somos capaces de saber, si habéis cometido un delito, y sobre todo si en algún momento habéis tenido las manos manchadas de sangre, literalmente hablando.

Pero a lo que íbamos, subí a la zona de libros, siempre voy a la misma estantería, relatos de terror, me encanta leer libros sobre nosotros, sobre lo que soy ahora, aunque muchos de ellos siguen basándose en leyendas, otros se acercan bastante a la realidad.

Hace poco leí una serie de libros bastante interesante, acerca de un vampiro adolescente que se enamora de una humana, no están tan mal después de todo. Excepto por algunas cosas que aun intento sobrellevar, no dista mucho de la realidad. Creedme, no brillo con la luz del sol.

Enseguida me fijé en aquel chico, alto, moreno, ojos marrones, con una pequeña perilla, la verdad, era mi tipo ideal de chico, mientras observaba un libro que tenía entre mis manos, el cual parecía interesante, le miré y noté que él me observaba.
Decidí que ya tenía mi juguete de aquella noche, podéis pensar cualquier cosa sobre mí, en realidad, ni siquiera me importa, necesitaba sentirme querida, y tranquila con alguien que pudiera darle un poco de calor a mi cuerpo helado.

Aunque primero tuve que asegurarme de que estaba completamente solo, si no, es una estupidez esforzarse. Tras un rato de observarnos mutuamente, tuve la certeza de que nadie le acompañaba.

Me acerqué disimuladamente y cruzamos nuestras miradas, ni siquiera nos hace falta decir ni una sola palabra, nuestros ojos son capaces de haceros caer en un abismo, del que salís en el momento que nosotros queremos.
Comenzamos a hablar, me dijo que el libro que llevaba en mis manos era interesante, pero algo soso, y me propuso otro, del que ni siquiera recuerdo el título.
Yo le aconsejé el libro que sostenía, pues lo había leído y me pareció bastante bueno, tras unos minutos de amena conversación, se decidió a invitarme a un café, al mirar el reloj vimos que eran más de las nueve de la noche.

- Mejor podíamos cenar, si no tienes ningún plan para hoy.
- No, no tengo ninguno, me parece perfecto.

No podía describirle exactamente el hambre que tenía en esos momentos.

Para que no os extrañe os comentaré que podemos fingir que comemos, incluso ingerir alimentos, aunque procuramos no hacerlo, porque si tenéis en cuenta que nuestro sistema digestivo normalmente no funciona, podéis imaginar que no es algo precisamente agradable.
Solo funciona cuando nos alimentamos, y durante los escasos segundos que vuestra sangre se extiende por nuestro cuerpo, en gran parte, eso es lo que evita que nos pudramos.

Tomamos unas tapas en un bar al que suelo ir muy a menudo, cercano a la plaza de Callao, tranquilos, sentados en una mesa, aunque no comí demasiado y él se sorprendió de eso, le dije que no estaba acostumbrada a cenar demasiado.
Cosa que por otra parte es completamente cierta, ni siquiera vacío a la persona que me alimenta.

Me invitó a su casa y accedí, en aquel momento no me paré a pensar ni siquiera, en la zona de Madrid donde él pudiera tener su piso, simplemente deseaba pasar un rato agradable con aquel chico, que parecía encantador y cenar, esta vez de verdad.

Cogimos su coche, y cruzamos medio Madrid, debería haberme dado cuenta en ese momento de que me estaba equivocando, pero ni siquiera me importaba.

Su piso en concreto era un loft situado en una zona muy conocida de Madrid, muy próxima a mi antigua casa, en el barrio de Arturo Soria. Cuando entramos y me dijo “ponte cómoda”, alucine con lo que estaba viendo.

Un salón muy amplio con grandes ventanales que daban a una pequeña terraza, a mi derecha un cocina, pequeñita, separa del salón por una pared de Pavés de colores, ideal, pensé. A mi izquierda, lo que parecía ser un aseo. Y justo donde terminaba el baño empezaba una escalera, que subía a la habitación, la cual también tenia paredes de Pavés.

Era un sitio muy bonito, tengo que reconocer que decorado con mucho gusto y acierto, y cuidando el más mínimo detalle, incluso llegué a pensar si había seducido al hombre equivocado. Tomamos una copa en el sofá y tras esto terminamos de la única manera posible, en la cama.

Seguramente querréis saber como podemos tener sexo con vosotros, en realidad es muy fácil, los juegos preliminares siempre han existido, y la manera de calentar mi cuerpo para evitar que os deis cuenta, es jugar.
Mientras besas su cuello, empiezas a morderlo despacio, sin usar los colmillos, y cuando se ha confiado, los clavas un poco, lo justo para tomar una cantidad escasa de sangre, la justa para que tu cuerpo se active y puedas pasar por humana, con todas las sensaciones que eso conlleva.
Sí, podemos disfrutar del sexo, no es algo que se nos tenga prohibido, pero bien es cierto que necesitas tener un gran control, porque si no es así, matarás a tu acompañante sin apenas darte cuenta.

Las sensaciones son exactamente las mismas que cuando era humana, no cambian, pueden llegar a subirte al cielo, o puedes pensar Bahhhh, pero claro eso no depende únicamente de mí, sino también de la otra parte.

No voy a entretenerme mucho en los aspectos sexuales de tal encuentro. Solo explicaros algo, no le maté, disfruté con él y de él, y le dejé dormido, seguramente se despertaría con la sensación de haber vivido un sueño, y sin señal alguna de mi presencia, ni en su cuerpo, ni en su casa.

Os preguntareis como es que su cuerpo no tiene marcas, permitid que me ría, eso es cosa de las películas, nuestra saliva, o bueno, lo que podemos denominar saliva, segrega un compuesto que provoca que no dejemos las marcas de nuestros colmillos en vuestros cuellos.
Si no fuera así, gran parte de la población del mundo llevaría marcas que nos delatarían, y como os he dicho, hemos de cubrir nuestros pasos.

Pues bien, salí de aquel piso sobre las 4 de la mañana, si mal no recuerdo, y me dispuse a acercarme a una calle en la que pudiera coger un taxi que me llevara a casa.

Os parecerá irónico, pero cuando entré en una calle, sin apenas luz, me sentí asustada, sí, nosotros también tenemos miedo, como todo el mundo.

Un olor raro invadió mis fosas nasales, y un escalofrío me recorrió la espalda. Allí en la oscuridad había algo y lo que más me aterrorizaba, era que yo, no podía verlo.

Por más que miraba en todas direcciones no acertaba a ver ningún indicio, pero sabía con toda seguridad que alguien, o algo me estaba observando.

No pude reaccionar a tiempo cuando una sombra cayó sobre mí golpeándome, y tirandome al suelo, me sentí indefensa y como un gatito asustado, me incorporé rápidamente, pero no vi nada, no conseguía encontrar a lo que me había golpeado.
Otra vez la sombra, un segundo golpe que me hizo volar y caer de nuevo en la acera.

Y en ese momento, pude oir una voz, gutural y aterrorizante:
- Estás en mi territorio.

Intenté levantarme con cierto esfuerzo, los golpes duelen, aunque nos repongamos rápidamente.

De repente frente a mí apareció la sombra de nuevo y me preparé para un nuevo ataque por su parte, pero esta vez, permaneció quieta y entonces pude contemplar lo que la sombra escondía.

Nunca me había encontrado con uno, mi Sire siempre me había advertido que debía esquivarlos, que eran peligrosos y excesivamente territoriales, y yo ahora me encontraba frente a uno que no había dudado en atacarme. Por lo tanto, estaba en peligro.

Miré con detalle su cara, extremadamente blanca, sus ojos blancos que aterraban, y esos colmillos que su boca no podía ocultar, las manos blancas con dedos largos y deformados descansaban a los lados de su cuerpo. Frente a mi tenia a uno de los clanes vampiricos mas peligrosos, no tienen compasión ninguna, no les importa matar para alimentarse, y no les importa matar a otros clanes si con ello se hacen respetar.

Estaba mirando el rostro de un Nosferatu y en aquel momento me sentía completamente aterrorizada. Volvió a mover escasamente los labios, apenas se podía percibir y su voz de nuevo dijo.

- Estás en mi territorio.

No sabía que responder, tenía tanto miedo de pronunciar las palabras incorrectas, era consciente de que el cualquier momento me atacaría y tendría que defenderme, uno de los dos no saldría con vida, bueno, con no vida.
Me limité a bajar los ojos en señal de respeto, y como pude logré articular un par de palabras.

- Lo siento, no quería invadir tu territorio.
- Eso no me importa, lo has hecho. - y avanzó un poco hacia mí.
- De verdad, te pido disculpas, pero no vine aquí de caza, sino con alguien a quien conocí en otro lugar. Mi intención no era enojar a nadie, no lo pensé.
- Pues deberías haberlo hecho. Mi olor siempre os alerta, no entiendo como no has podido notarlo.

En ese momento pensé en decirle que tenía hambre y no me había dado ni cuenta, que estaba más preocupada en disfrutar y divertirme que en pensar en otras cosas.

- Tienes razón, debería haberme dado cuenta, y no sabes cuanto lamento no haberlo hecho, puedo asegurarte que no volverá a pasar.
- Yo también puedo asegurarte eso, porque no sucederá nunca más.
- Puedes estar seguro, aprendo de mis errores.
- No me he explicado con claridad, no volverás a alimentarte, nunca más, ni en mi territorio, ni en ninguno. Has cometido una gran ofensa, y pese a que seas un poco novata, pagarás las consecuencias.

Avanzó un poco más hacia mí, parecía flotar en el aire, y sus ojos inyectados en sangre permanecían fijos en los míos, me di cuenta de que no podía moverme, o era el terror o era aquella mirada penetrante lo que procuraba que no reaccionara.

Y entonces recordé lo que mi Sire me enseñó, si alguna vez, por desgracia debes enfrentarte a uno, jamás le mires, jamás permitas que su mirada te penetre, debes ser fuerte, cerrar los ojos y guiarte por su olor, es tan nauseabundo que podemos olerles a kilómetros. ¿Por qué demonios no le había olido entonces?.

Cerré los ojos y me concentré, noté el maldito aroma que desprendía, si tengo que describirlo, es como putrefacción, no hay mejor manera de explicarlo.

No me dio tiempo a reaccionar, me golpeó tan salvajemente que volví a volar varios metros y frené contra una farola. En ese momento me dije, o luchas o mueres, no tienes alternativa.
Me incorporé al tiempo de ver que arremetía de nuevo contra mí, pero en esta ocasión pude esquivar el golpe y atacar a mi vez, golpeando su pecho con mis uñas, parte de su carne quedó en ellas, y escuché un gran alarido.
Acababa de herir a un nosferatu, algo que no había creído probable por mucho que me lo hubieran jurado.
La liza continuó durante unos minutos, consiguió herirme, afortunadamente yo acababa de alimentarme, y él parecía no haberlo hecho, así que mi fuerza era superior en aquellos momentos, incluso llegué a pensar en que era un nosferatu novato.
Conseguí herirle de nuevo, pero contraatacó y me envió contra un coche cuyo cristal estalló en mil pedazos bajo mi cuerpo, y en ese momento se oyó un grito al final de la calle.

- ¡Eh!. ¿Qué ocurre ahí?

Solo me dio tiempo a ver unas sirenas azules que se acercaban a gran velocidad, “si no consigo levantarme, esto será mi condena”. Creo que el peor sitio para alguien como yo, es la cárcel.

Saqué fuerzas de nuevo para bajar del capó del coche y zafarme rápidamente por el final de la calle, al doblar la esquina me permití descansar un par de segundos, los necesarios para que mi cuerpo se recuperara y salí corriendo hacia la carretera cuando vi la luz verde de un taxi que se acercaba, afortunadamente a las mujeres siempre las recogen. Me subí y le di mi dirección. Nos paramos en un semáforo en rojo, desde el cual podía ver la calle donde había estado hacía un minuto escaso, dos coches de policía parados y cuatro agentes buscando, con cara de asombro, por no encontrar a las dos personas que se peleaban.

- Vaya, la policía, ahí ha tenido que pasar algo.
- Seguramente, espero que esté todo bien.
- ¿Se encuentra usted bien señorita?.
- Si, simplemente estoy muy cansada, esto de trabajar tantas horas no es saludable.
- Que razón tiene.

De repente noté la sensación de pánico otra vez, y miré, él me observaba desde la calle paralela a la que estaban los policías, sus ojos se clavaban en los míos, afortunadamente el semáforo se puso en verde y gracias a que el taxista arrancó le perdí de vista. Aunque mucho me temo, por su mirada, que no será la última vez que nos veamos.

Como comprenderéis antes de subir a casa tuve que alimentarme, pero esta vez fui cómoda y acudí a un sitio en el que eso es fácil, la gente se ofrece para ello, pero eso es otra historia, que ya os contare el próximo día.

Siento que ya me he extendido bastante, así que aquí os dejo, necesito descansar, volveréis a saber pronto de mí.

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relato, spanish, author: erzebeth_bt

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