A principios del mes de noviembre nos liamos la manta a la cabeza, hicimos la mochila y nos plantamos en la capital alemana para asistir al que probablemente sea el festival más true de metal extremo en el país germano, especializado en grupos clásicos y estilos viejunos, lo que, aunque a veces parezca excesivamente purista y nostálgico, no deja de ser mucho mejor que ceder a la presión de las modas de turno. El viaje hasta Berlín fue bastante corto, la estancia muy agradable, y la selección musical nos complugo sobremanera, así que cabe hablar de un finde redondo. Los precios fueron un tanto elevados para el estándar nacional, tanto a nivel de la entrada como de las bebidas en el interior del recinto, pero el cartel era tan bueno que ese detalle quedó pronto en el olvido.
Al preguntar por las entradas yo temía que estuvieran agotadas desde hace meses, como ocurre con otros eventos similares de metal a escala sectaria (sin ir más lejos el Keep It True, también en suelo alemán), pero pude saber de primera mano que el problema en realidad era el contrario, porque a pesar de congregar a fieles de numerosos países, hasta el último minuto no estaba claro que se llegara al aforo mínimo para que el festival fuera rentable. No sé si esto planteará problemas a la organización de cara al futuro, pero sobre el terreno redundó en aglomeraciones poco densas en las que fue posible desplazarse con fluidez, por lo que el ambiente dentro del recinto fue tranquilo y cordial. A continuación, una somera descripción de los grupos disfrutados, a modo de compendio de impresiones del sarao.
Viernes 4 de noviembre
Cauchemar
El primer grupo que vimos nada más llegar no fue precisamente de nuestro agrado, resultando ser una formación de heavy metal a lo Judas Priest convencional y mediocre, que hacía honor a su nombre, Cauchemar, principalmente debido a la voz insoportable de su cantante femenina. La inclusión de algo así solamente puede explicarse suponiendo que los organizadores y asistentes hayan llegado a tal punto de saturación de metal extremo que cualquier medianía semi-heavy les suena original y diferente. Un servidor no está en esa onda, y sufrió más que otra cosa.
Sabbat
En este punto se produjo un cambio en el programa, ya que los norteamericanos Ares Kingdom habían tenido problemas con el vuelo, por lo que los japoneses Sabbat subieron al escenario antes de tiempo. Su música sencilla y agresiva no está a la altura del aura mítica de grupo ochentero que los rodea, razón por la cual probablemente no sean tan reconocidos, pero su directo fue cojonudo, entregado, cañero y muy auténtico. Por si esto fuera poco, el cantante salió ataviado con una especie de tanga-coquilla de pinchos que atrapó irremediablemente todas las miradas. Excelente concierto de una formación que encandiló al respetable.
Ares Kingdom
Después de un recital tan disfrutable, lo siguiente tenía que ser forzosamente menos bueno. Ares Kingdom llegaron casi recién salidos del avión, cansados y agobiados, lo que pesó mucho en su actuación. Musicalmente son un grupo muy competente, pero sus canciones carecen de estructura y dirección, especialmente las del último e infumable disco, cuyos temas integraron la mitad del setlist. Por fortuna la cosa terminó pronto, dejando un sabor de boca poco grato.
Mortuary Drape
Aprovechamos el siguiente concierto, de los australianos Vomitor (un clon de Destruction bastante molón, pero clon al fin y al cabo) para dar una vuelta por los puestos, comprar algún que otro parche y cedé y, en los minutos finales, buscar sitio para ver a quienes venían después: Mortuary Drape. Los black-metaleros italianos tienen una merecida fama de grupo auténtico y de calidad, y su desempeño estuvo a la altura. Enfundados en sus negras capas de nigromante, deleitaron al personal con música que sabía ser inquietante unas veces y otras agresiva, pero siempre oscura y fascinante. Pese a sumar ya tres décadas de existencia, demostraron estar en plena forma.
Death Yell
Los siguientes en salir fueron Death Yell, uno de esos grupos antiquísimos que de vez en cuando resucitan, pasadas dos décadas, de la mano de NWN. En este caso estamos hablando de thrash/death metal bastante decente, aunque no espectacular. El concierto estuvo bien, con unos músicos que parecían bastante contentos de poder llevar su música más allá del gran charco, aunque juzgando el aspecto puramente musical no me pareció tan extraño que la formación no consiguiera llegar más lejos en su momento.
Incantation
Los encargados de rematar el primer día de festival fueron nada menos que los míticos Incantation. Un servidor nunca los había visto en directo hasta la fecha, por lo que la selección de clásicos y la presentación sobria pero entregada del grupo sumaron el efecto sorpresa a una actuación ya de por sí sobresaliente. El público se volcó con ellos y todos los miembros, empezando por John McEntee, se mostraron visiblemente emocionados por la cálida acogida. No les hizo falta montar espectáculos ni distracciones, su música habló por sí sola y la contundencia de su death metal denso y aplastante hizo las delicias de los asistentes. Las expectativas de quien suscribe, que ya eran muy altas, se vieron superadas con solvencia.
Sábado 5 de noviembre
Demoncy
El segundo día, este cronista y su acompañante se entretuvieron debido a un feliz reencuentro con amistades y acabaron llegando al recinto más bien tarde. Con gran dolor de nuestro corazón nos perdimos a Metalucifer, que prometían mucho después de la actuación de Sabbat la víspera, pero por desgracia no siempre da tiempo a todo. Cuando accedimos al festival estaban a punto de salir Demoncy, por lo que nos apostamos casi en primera línea para tener buena visibilidad. Musicalmente el concierto fue notable, no en vano estamos hablando de una de las formaciones más sólidas del black metal estadounidense, sin embargo el sonido era bastante deficiente, y la actitud retraída y distante del público que exhibieron los músicos, cosa respetable y bastante habitual dentro del género, no fue algo que permitiera emocionarse en exceso. Algunos grupos, por buenos que sean, sencillamente no tienen grandes directos.
Varathron
Llegó el momento de la actuación por mí más esperada, que terminó por ser la mejor de todo el festival. Los griegos Varathron llegaron como reemplazo casi de última hora de Morbosidad, y dado que ya habían figurado en el cartel de la última edición, imagino que no serían ninguna novedad para los asiduos, pero sí para mí, tratándose de uno de mis grupos favoritos de todos los tiempos. El concierto fue fabuloso, no sólo por la calidad de los temas interpretados, provenientes de distintas épocas pero todos ellos sobresalientes, sino por la forma de meterse a los espectadores en el bolsillo con un directo enérgico y animado, con músicos bien cohesionados y un frontman que no paraba quieto, como si el escenario no fuera suficientemente grande para él. Esta es la clase de concierto dinámico y emocionante que un servidor prefiere, y por ello todos los vocablos positivos son pocos para describirlo.
Holocausto
El honor de cerrar el festival correspondió a los brasileños Holocausto, un grupo veterano de los años ochenta recientemente repescado por NWN. Su thrash/black metal primitivo y virulento es bastante disfrutable, aunque no tan distintivo como para figurar en primera fila en los anales del género. Fue un tanto desconcertante escuchar en plena capital de Alemania la intro con el discurso de Hitler que abría su primer disco, aunque era visible que su razón de ser era más extremista y polémica que netamente ideológica. El recital fue bastante satisfactorio, sin llegar eso sí a ser apasionante, y con él llegó a su fin este evento tan particular montado por y para fanáticos del metal más violento al que tuvimos la suerte de poder asistir.