Fan Fic : "Submisive Seduction" Capitulo 6.

Feb 17, 2010 11:52

Titulo : Submisive Seduction.

Autora : Vulpix de Vulpecula, o sea yop.

Estado : 13 capitulos. Completado.

Clasificacion : Mayores de 18 y si me pongo tonta, mayores de 21, como en los bares de yankis. Escenas de sexo, dominacion, palabras malsonantes, voyeurismo, etc…

Advertencias : Dom!Dean/Sub!Sam. Todas las que se te ocurran y mas. Esto ha sido idea de mi prima y de esta no sale nunca nada decente. Ah, si, y es un wincest. Spoilers hasta temporada 4.

Resumen : Fic en plan reto como regalo tardio a mi prima, Kitiara. Despues del alzamiento de Lucifer, Dean es trasladado por Castiel al pasado para reescribir la historia y que no se repitan los mismo errores.



Imagen de inanna_maat. Gracias guapa!!!



- Pero… ¿Por qué no?

- Ya te lo he dicho un montón de veces, Sam. Te lo ganas, lo tienes. Y no has hecho nada para ganártelo. - replicó con voz cansada Dean.

El mayor se frotó los ojos, rebuscando sus gafas de leer en su chaqueta. Odiaba usarlas pero, aunque aparentara veinticinco años, su vista seguía siendo la de alguien de treinta y tres y empezaba a resentirse un poco de tanto leer la letra pequeña de los contratos de silencio. En su trabajo se usaban muchísimo para proteger la privacidad de sus clientes. Y, además, alguien tenia que llevar la contabilidad de su negocio, lo cual le daba muchas horas en el ordenador, al menos una vez al mes.

Sam llevaba con la misma retahíla desde el día que le pidiera a Castiel que le pusiera el hechizo de obediencia. A pesar de dejarle bien claro varias veces que no iba a repetirse, el pequeño siguió insistiendo. No es que esperara otra cosa. No seria su hermano si no fuera tan cabezota.

A Dean no le importaría para nada repetir más de una vez eso, incluso llevarlo más lejos. Se quedó con ganas de hacerle muchísimas más cosas al pequeño, pero no podía dejarle salirse con la suya o todo lo que llevaba un año planeando no serviría para nada.

Sam no tenía el control aquí. Dean lo tenía. Y debía aprender que no siempre iba a conseguir lo que quería.

- No lo entiendo. - gruñó el pequeño. - Me gustó. Te gustó. ¿Por qué no podemos volver a hacerlo?

- Tengo trabajo, Sam. Sigue lloriqueando y te encerrare en tu cuarto. - amenazó Dean sin levantar la vista de sus papeles. - Hoy viene un cliente. Uno que paga y se ha ganado venir. Y no quiero que nos espíes. ¿Por qué no vas a casa un rato? Seguro que Jessica debe estar preguntándose donde esta su novio.

El pequeño le miró, incrédulo y dolido. ¿Le acababa de tratar como si fuera un niño? Dando un bufido indignado, se dirigió a su habitación y comenzó a meter sus libros en su mochila.

No podía creerse que su hermano le hubiera tratado así. Prácticamente le había dicho que se largara y que no molestara. Increíble…

Mientras esperaba el autobús que le llevaría a Palo Alto pensó en lo que Dean le había dicho. Que se lo ganara… ¿Cómo? ¿Cómo ganarse que le volviera a tocar como le tocó?

No conseguía imaginar que era lo que su hermano quería a cambio. A los otros se lo daba por dinero pero ya le dijo que a él no iba a cobrarle de la misma manera, así que… ¿Qué era lo que quería?

Un ramalazo de celos le recorrió todo el cuerpo solo de pensar en el extraño que disfrutaría hoy de las atenciones del mayor. ¿Por qué ellos si podían y él no? ¿Qué era lo que tenía que darle? Sam sentía que tenía más derecho sobre Dean que los otros. ¡Era su hermano!

El viaje en autobús se le hizo eterno con esos pensamientos. Estuvo todo el día de un humor de perros y su atención en clase se resintió visiblemente. Incluso dos profesores llegaron a llamarle la atención en varias ocasiones. En resumen, tuvo un día infernal.

Recibió varias llamadas de Jessica, pero las ignoró completamente. No tenía ganas ni fuerzas para enfrentarse a ella en ese momento. No, con lo confuso y enfadado que estaba.

Se escabulló después de la tercera clase, demasiado agobiado para seguir con ellas y se escondió en lo más profundo del campus, sentándose bajo un árbol solo, a seguir pensando en el asunto de su hermano.

Esa atracción que había empezado a sentir por Dean, lo que sucedió ese día, querer repetirlo… más de una vez… y él no se sentía gay. Para nada.

Miró a algunos de los chicos que pasaban por ahí, corriendo para sus clases, pero nada. Ni un poquito de atracción por ellos.

Ninguno tenía los ojos verdes y peligrosos. Ninguno poseía una boca de labios llenos y rojos. Ninguno tenia ese aura de poder que hacia brillar a su hermano.

Resumiendo… ninguno era Dean.

Estuvo sentado pensando durante las siguientes tres clases, sin llegar a una conclusión. Lo único que podía pensar era en conseguir lo que quería de su hermano. Iba a suplicar o amenazar si era preciso, pero lo conseguiría… o dejaba de llamarse Sam Winchester.

Volvió a la parada del bus y regresó al loft justo a tiempo de ver a Dean despidiéndose cariñosamente de su cliente. Este era un hombre que rozaba la cuarentena, de cabello castaño claro y calidos ojos marrones. Vestía un traje marrón claro y gabardina beige. Era un tipo guapo, con cara de buen chico y una sonrisa deslumbrante que le hacia parecer mucho más joven.

- Cuídese, Doc. Hay un largo viaje de aquí a New Jersey. - se despidió Dean con una sonrisa radiante, de esas que le sacaban arruguitas en los ojos. Sam gruñó un taco por lo bajo, entrando y tratando de ignorar a los otros dos.

- Lo bueno de las convenciones de oncología es poder cambiar de aires de vez en cuando. Y la comida gratis, claro. - repuso el hombre, devolviéndole la sonrisa a su hermano. - Ya sabes que tienes casa allí cuando quieras… si eres capaz de soportar a mi compañero, claro. - los ojos de Dean brillaron ligeramente malignos y Sam suprimió un suspiro. ¿Por qué a él no le trataba así?

- Tu amigo suena interesante. Sería divertido conocerlo. Cualquier fin de semana me dejare caer por ahí, James. Te tomo la palabra. - el tal James palmeó el hombro de su hermano y se volvió hacia la salida.

- Cuando quieras, Dean. A House le parecerías fascinante, seguro. Nos vemos.

Sam observó toda la escena con el ceño fruncido y los ojos entrecerrados. Otro más de la lista de clientes de su hermano que conocía. Y cuantos más conocía, más odiaba.

Dean le arqueó una ceja, como retándole a decir algo y cerró la puerta, caminando hacia la cocina.

- ¿Tu cliente de hoy? - Dean soltó una risita, cogiendo una cerveza de la nevera.

- Si. Un tío genial. El mejor oncólogo del país, pero con un compañero de piso intratable. De alguna manera tiene que liberar el stress. - el pequeño gruñó algo ininteligible y dejó su mochila en su cama, volviendo al salón para sentarse en el sofá, frente a su hermano, que se había acomodado en su sillón favorito.

- Dean… - el otro le cortó antes de que pudiera continuar.

- Sam, no empieces. Ya sabes lo que dije.

- ¡Pero es que no se que quieres que haga para ganármelo! - protestó, exasperado, inclinándose hacia delante.

Su hermano rió por lo bajo y dejó su cerveza encima de la mesita que había a su derecha. Mirando intensamente al pequeño, se recostó en su sillón y comenzó a desabrocharse los pantalones.

Para sorpresa del pequeño, que no podía apartar los ojos de lo que hacia el otro, Dean se bajó un poco los pantalones y la ropa interior, lo justo para dejar al descubierto su miembro medio erecto.

Sam tragó en seco al verlo, demasiado asombrado para articular palabra alguna.

- Bien… ¿quieres que te diga que hacer? Describe mi polla. - el pequeño parpadeó, sorprendido.

- ¿Qué? - consiguió decir con voz rasposa.

- Describe mi polla, Sam. Y, por favor, en más de tres palabras.

Sam boqueo sin saber que decir, mirando con ojos agrandados por la sorpresa a su hermano. Este se limitaba a mirarlo con una sonrisa torcida en los labios, mientras bebía de nuevo su cerveza, y sin importarle lo más mínimo estar de esa guisa delante suya.

Sintiendo como el rubor cubría sus mejillas, fijó la mirada en el abultado miembro de su hermano. La boca se le hacia agua al mirarlo y no era capaz de formar un pensamiento coherente.

- Pues…

- No tengo todo el día, Sam.

- Es… grande…

- Muy original, Sammy. - rió Dean. - Vas a tener que hacerlo algo mejor, tigre.

- Er… - el pequeño se lamió los labios. No iba a poder hacer eso. Se sentía demasiado avergonzado. - Es grande y… parece suave…

- Lo es… - replicó Dean, pasando un dedo por su miembro, acariciándolo. Sam le vio morderse el labio y ahogar un gemido mientras le miraba con ojos oscurecidos. - Dime, Sammy… ¿Qué harías con ella? - pidió con voz ronca, sin dejar de tocarse.

- Yo… yo… yo… - la risa del mayor interrumpió el balbuceo de Sam, que se sonrojó aun más.

- Déjalo, Sam. No puedes. - consiguió decir entre risas, volviendo a abrocharse la ropa. - Y si no puedes, no puedo darte lo que deseas. No estas preparado.

- Pero…

- Nada de peros. - cortó Dean con voz autoritaria. - Se acabó la discusión.

Fue una advertencia clara, pero Sam la ignoró a propósito. La ira siempre le hacia temerario y en ese momento le inundaba entero, cegándole. Se incorporó de un salto del sofá y se acercó amenazante a su hermano, quien seguía mirándole con expresión aburrida.

- ¿Qué es lo que tengo que hacer? ¡Dímelo, joder! - gritó. Dean solo le arqueó una ceja, ligeramente divertido.

- Para empezar, no me grites. Esa actitud que tienes siempre no te esta ayudando nada ahora mismo. Y no estas preparado para darme lo que quiero de ti.

- ¡Eso no lo sabes! - bufó el pequeño.

- Si lo se. - respondió Dean con la misma calma que al principio. Sam se cruzó de brazos, con actitud obstinada.

- Pruébame. Te daré lo que quieras. Cualquier cosa.

- Deja a Jess. - el pequeño se quedó paralizado. No podía haber oído bien.

- ¿Qué?

- Deja a Jessica y ven a vivir aquí. - repitió Dean, sonriendo de nuevo. - Eso es lo que quiero. Hazlo y me demostraras que me mereces. Y, entonces, puede que considere repetir lo del otro día.

- Yo… no… no puedo… - el mayor chasqueó la lengua y se acabó su cerveza, mirándole decepcionado.

- ¿Ves? No estas preparado. - con tranquilidad, se levantó del sillón y tiró el botellín vacío a la basura. - Vete a casa, Sam. Vuelve con tu novia, a tu vida normal y olvida lo del otro día.

Fue como un puñetazo en el estomago. Igual de doloroso. Sam se quedó sin fuerzas y casi sin aire.

- ¿Me estas echando? - preguntó con voz lastimera. Dean negó con la cabeza.

- No. Te estoy diciendo que vuelvas a tu casa esta noche. La mía siempre estará abierta para ti, Sam, pero no para eso si sigues con tu novia y durmiendo fuera de aquí. No puedes tenerlo todo. Debes escoger.

Sam salio del loft como un zombie. Casi no recordaba como regresó a su piso esa noche. Estaba demasiado en shock, demasiado confundido con todo lo ocurrido. Las palabras de su hermano estaban demasiado recientes y aun sin terminar de procesar cuando llegó al piso.

Tenía que escoger. ¿Qué era lo que quería? ¿De verdad merecía la pena dejar todo por lo ocurrido ese día? ¿Por repetirlo?

- ¡Hombre! ¡Por fin te has dignado a aparecer! - Sam gimió por lo bajo. No quería… no podía enfrentarse a la ira de Jess en ese momento. Estaba cansado.

- Jess… ¿podemos dejar esto para mañana? Estoy muy cansado. - la chica resopló, visiblemente enfadada.

- ¿Cansado de que, Sam? Hoy no has ido a la mitad de las clases. ¿De que estas cansado? ¿De esquivarme? ¿O de irte de juerga con tu hermano? - replicó. Sam se pasó una mano por el pelo, apoyando la espalda en la pared, deseando poder ir a su cama y esconderse durante un buen rato.

- Jess, en serio. Ahora no.

- ¿Sabes que, Sam? - estaba claro que su novia no pensaba dejarlo para otro momento. - ¡Estoy cansada de ese rollo raro que te traes! Eso de largarte durante días y días con un hermano que hasta hace poco ni sabía que existía. ¿Seguro que es eso y no que te vas por ahí con alguna furcia?

El Winchester empezó a reírse a carcajadas. El enfado de la chica le parecía muy gracioso, totalmente hilarante. Toda su relación empezaba a parecer una broma de mal gusto y se vio a si mismo, deseando estar en otro lugar, bien lejos de ahí. Deseando estar en el cómodo y caro sofá de Dean, en su casa, con su hermano cerca.

Para tener una revelación, era un momento muy inoportuno, la verdad. No era el más adecuado, cuando su novia estaba acusándole de serle infiel. Y lo peor, es que tenía razón.

No quería estar en su casa con su novia. Quería a Dean.

- ¿Qué demonios es tan gracioso? - le preguntó ella, sin saber si seguir enfadada o estar ofendida.

Con una última carcajada, el chico tomó una decisión. Fue al dormitorio que había compartido en el último año con su chica y recogió sus escasas pertenencias, metiendo todo en una vieja maleta. Casi todo lo que tenía eran los libros de la universidad y un poco de ropa bastante vieja. No había comprado mucho desde que llegara y ahora empezaba a comprender porque no lo había hecho.

- ¿Sabes que, Jess? Tienes razón. No voy con mi hermano. En realidad, quedo con un tío, que se llama igual que mi hermano y que me hace unas cosas que me ponen a cien. - Jessica le miró, espantada por la declaración. Sam terminó de empaquetar sus cosas y se cargó la maleta. - El otro día me encadenó a una pared y me folló con sus dedos. Y me encantó. Así que ahora, me voy a vivir a su casa, porque estoy harto de esto y le echo de menos.

La chica había pasado de tener un color normal a ponerse mortalmente pálida y después su piel se volvió roja de furia.

- ¿Me has puesto los cuernos con un tío? - Sam abrió la puerta y se volvió hacia su novia, asintiendo.

- Totalmente. - gruñó. - Adiós, Jess. Diría que ha sido bonito, pero mentiría.

Se libró por bien poco de acabar con una lámpara por sombrero, pero la ligereza de corazón que sintió mientras caminaba hacia la parada del autobús no la había tenido nunca.

Cuando llegó a Monterey, ya era casi media noche y todo su valor se había esfumado. ¿Y si Dean no le aceptaba? ¿Y si era demasiado tarde para volver? Vagabundeo por los alrededores del edificio, sin saber que hacer hasta que se acabó sentando en un banco, frente a la casa de su hermano.

Su móvil vibró en el bolsillo de sus vaqueros, haciéndole dar un respingo. Se llevó una enorme sorpresa al ver el número de Dean y un mensaje.

“Sube tu culo de una vez y deja de rondar la casa. Los vecinos se han asustado y van a llamar a la policía.”

Continuara...

submisive seduction, mis fics, adorado wincest...

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