Titulo : Dark Hunters.
Autora : Vulpix de Vulpecula.
Estado : 17 capítulos. Completo.
Clasificación : Mayores de 18 años. Escenas de sexo, violencia, sangre, palabras malsonantes… vamos, lo tipico.
Advertencias : Good cuestion… es un Wincest, así que ya sabéis lo que hay. Torturas, blood-kink?? No se si llega a eso… spoilers temporada 4 y 5.
Resumen : Ambientado justo después del capitulo 4x16 “On the head of a pin”. Tras torturar a Alastair, Dean decide largarse y acabar con el Apocalipsis a su manera.
Imagen de
inanna_maat. Gracias artistaza!!!!!!!!
Desde que Dean regresara al mundo de los vivos, Sam casi había olvidado el motivo por el cual empezó a desarrollar sus poderes. La verdadera y única razón de su existencia mientras su hermano se pudría a menos de dos metros bajo tierra en una tumba sin nombre en un rincón olvidado de Estados Unidos.
Vengar a Dean.
Matar, lenta y dolorosamente, a la puta que le arrebató lo que más quería en ese mundo de mierda en el que vivían.
Destripar y arrancar las entrañas del monstruo que se rió a carcajadas mientras su hermano era destrozado por los colmillos y garras de un hellhound. Y, a ser posible, quería matarla con sus propias manos.
Lo olvidó todo hasta que la tuvo delante suya de nuevo, jactándose por haberle atrapado con tanta facilidad, ahí, en aquella vieja y abandonada capilla en la que se encontraban.
Todas las advertencias y ordenes de Dean sobre no matar a Lilith, sobre que ella era el ultimo sello y que no debía seguirles el juego a los demonios fueron desechadas en un rincón de su mente, junto con la molesta vocecita que le advertía sobre lo estupido que estaba siendo dejándose manipular por esa zorra.
Lo único que podía sentir eran las tremendas ganas de destruir a ese ser y calmar un poco el dolor que asfixiaba su corazón por estar de nuevo solo.
Lo único que deseaba era tener a Dean a su lado otra vez… volver a besarle y dejarse envolver por esos posesivos brazos… volver a dejarle el control de su cuerpo y de su alma y que fuera el mayor el que tomara las decisiones… estaba tan cansado…
Cuando alzó la mano y uso sus poderes para aplastar a la demonio, sabia que estaba cometiendo un error fatal, pero no le importaba. Se sentía demasiado bien como para prestarle la atención debida.
Lilith gruñó, se retorció y brilló, cayendo muerta a dos metros de él. Podía notar la sangre corriendo a toda velocidad por sus venas, el poder inundando su cuerpo, su corazón a punto de estallar…
Un pequeño río de sangre salio bajo el cuerpo inerte de Lilith, manchando su vestido blanco, moviéndose por el suelo como si tuviera vida propia, dibujando un intrincando símbolo con lentitud exasperante.
Sam no podía dejar de observarla cuando notó un cambio extraño en el aire. Por el rabillo del ojo, vio a Dean y Castiel aparecerse a su lado. En ese momento no estaba para pensar con claridad, pero su hermano apareció unos segundos antes que el ángel. No lo entendió hasta mucho más tarde.
- Llegamos tarde. - oyó gruñir a su hermano, antes de que desapareciera de la capilla.
El lugar empezó a temblar, las paredes y suelo resquebrajándose quejumbrosamente. Castiel observaba horrorizado el extraño dibujo de sangre, aun incompleto, que comenzaba a brillar.
- Será mejor que nos vayamos. - siseó, agarrando a Sam de un brazo.
Un segundo después, estaban de vuelta en la nave que Dean y él habían estado usando como refugio todo ese tiempo, donde estuvieron queriéndose a escondidas.
- ¿Para que te has traído a ese insecto?
Sam alzó la vista, sorprendido por las duras palabras de su hermano, mirándole como si le viera por primera vez. Lo observó durante unos largos minutos, con intensidad analítica hasta que su expresión mudó de la sorpresa a una de pura pena. Sus ojos multicolor se volvieron marrones, desviándose al fin del rostro de Dean para fijarse en sus zapatos, luciendo de repente, como un crío desvalido. No quedaba ni rastro del peligroso y orgulloso antiCristo que, minutos antes, condenara a la humanidad liberando a Lucifer. Solo miedo y tristeza.
Castiel suspiró, sintiéndose repentinamente agotado.
Miguel seguía mirando al joven con asco y furia mal contenida. Algo vibró en el aire y notó el poder del arcángel concentrarse en la habitación. Alarmado por eso, vio como Sam se dejaba caer sentado en el suelo, su espalda apoyada en una pared y sin intención alguna de defenderse del inminente ataque.
Las palabras que Dean le dijera horas antes, retumbaron en su mente.
“Ve y cuida de Sam. Protégelo. Incluso de mí”
Se movió lo más rápido que pudo, interponiéndose entre ambos, ganándose un gruñido molesto del otro ángel.
- Apártate.
- No.
- Déjale, Cas. Ya no importa. Dean ya no esta. - la voz de Sam era suave y sin vida, sorprendiéndoles. Castiel no desvió la mirada de Miguel cuando hablo.
- No, Sam. Esto no es lo que tu hermano quería. El no hizo esto para que murieras, si no para protegerte, ¿verdad, Miguel? - sonrió ligeramente al ver la confusión en su compañero. - Apuesto que Dean te esta dando una buena migraña ahora mismo.
Sam observó al arcángel fruncir el ceño y dibujar una mueca de disgusto en el rostro de su hermano. Era tan extraño…
Esa era la cara de Dean, sus expresiones, su voz… y a la vez, no lo eran. Como si alguien llevara una mascara de su hermano mayor. Tan extraño…
El poder de Miguel disminuyó hasta desaparecer completamente y Castiel respiro aliviado. No sabía cuanto tiempo conseguiría contener al arcángel, pero debía ser el suficiente como para detener a Lucifer y que así no hubiera ningún motivo para que quisiera destruir al Winchester.
Se lo debía a Dean.
Miguel bufó, cogiendo una silla cercana para sentarse a horcajadas en ella, apoyando los brazos en el respaldo. Sus ojos no dejaban de vigilar al joven Winchester, quien había optado por abrazar sus rodillas y esconder el rostro entre sus brazos.
- Debemos centrarnos en encontrar a Lucifer. Mientras esté en un contenedor provisional, será vulnerable. No podrá desarrollar por completo sus poderes.
- Deberíamos deshacernos de su contenedor oficial. - gruñó Miguel señalando al pequeño. Sam se estremeció ligeramente en su sitio, pero no protesto.
- Le necesitamos. - trató de razonar Castiel.
- No.
- Si. Es lo que Lucifer más quiere. Lo que necesita y lo tenemos nosotros. Eso nos da ventaja. - odiaba referirse al pequeño como si fuera un objeto, pero debía conseguir que Miguel entendiera su punto. Debió conseguirlo porque el arcángel dejo de mirar al chico para estirar los brazos, crujiendo los nudillos.
- Aun necesito adaptarme a esta… vasija. Es estrecha… e incomoda. - Castiel sonrió, comprensivo. El sintió lo mismo la primera vez que ocupó el cuerpo de Jimmy.
- Pues entonces sal de él. - a ambos ángeles les sorprendió oír la voz apagada del cazador. Sam ni siquiera se había molestado en levantar el rostro de su escondite.
Miguel ladeó un poco la cabeza, mirándole interrogante. Se incorporó despacio de la silla en la que estaba sentado y se acercó al chico, que seguía acurrucado en el suelo. Con mano de hierro, le sujetó de la chaqueta y tiró de él, hasta levantarlo, los pies del más joven apenas rozando el frío hormigón.
- Tu hermano no hace más que gritarme que no te toque. Que le perteneces. - Sam parpadeó, confuso. - ¿Es eso verdad? ¿Le perteneces?
- Si. - la sonrisa de satisfacción que cruzó el rostro de Miguel fue tan parecida a las de Dean, que dolía verla. Sam se obligó a tragarse el nudo en su garganta que amenazaba con ahogarle.
- Entonces, ahora me perteneces.
Continuara...