Fan Fic : "Dark Hunters" Capitulo 7.

Jan 24, 2010 13:05

Titulo : Dark Hunters.

Autora : Vulpix de Vulpecula.

Estado : 17 capítulos. Completo.

Clasificación : Mayores de 18 años. Escenas de sexo, violencia, sangre, palabras malsonantes… vamos, lo tipico.

Advertencias : Good cuestion… es un Wincest, así que ya sabéis lo que hay. Torturas, blood-kink?? No se si llega a eso… spoilers temporada 4 y 5.

Resumen : Ambientado justo después del capitulo 4x16 “On the head of a pin”. Tras torturar a Alastair, Dean decide largarse y acabar con el Apocalipsis a su manera.



Imagen de inanna_maat. Grax nena!!


La única manera de poder comunicarse con un humano cuando este estaba ilocalizable u ocultándose, era meterse en sus sueños.

No era la mejor forma y Castiel la odiaba. Quitaba intimidad y el durmiente no controlaba del todo ese plano. Era peligroso para quien lo visitara, si el humano estaba teniendo una pesadilla. Nunca sabias con lo que ibas a encontrarte.

Pero no le habían dejado otra alternativa.

Por suerte para él, Dean no estaba teniendo unos de esos horribles sueños sobre su estancia en el Infierno esa noche, sino algo más placentero. Al menos para el cazador, porque al ángel le resultó bastante embarazoso.

Se encontraban en un bar. Uno de esos incontables y anónimos bares de carretera que el chico solía visitar cuando viajaba. Dean estaba sentado en una solitaria mesa, en un pequeño sofá rojo apagado, en donde una guapa camarera le servía una cerveza helada.

Tenía a Sam a su lado, hociqueando en su cuello y con una de sus grandes manos desaparecida bajo la chaqueta de cuero del mayor. Dean ni siquiera se inmutó al verle sentarse en una silla frente a él. La sonrisa socarrona que le dedicó fue más que clara.

- ¡Cas! ¡Cuánto tiempo sin verte, tío!

Castiel desvío la vista, incomodo, al ver a Sam dejar de besar la garganta de su hermano para afanarse en desabrocharle los pantalones y prácticamente desaparecer bajo la mesa.

- Dean, ¿donde estáis? - la risa despectiva del cazador le erizó los vellos de la nuca. No le había oído reír así jamás.

- ¿Me tomas por estupido, Cas? No pienso decirte donde estamos para que vengas a detenernos. No, cuando estamos haciendo tan buen trabajo.

- Dean, por favor, tenéis que dejar esto. No es la manera de conseguir detener a Lucifer. - el chico soltó una carcajada amarga.

- ¿No es la manera de conseguirlo? - rugió, inclinándose levemente hacia delante. - ¿Y eso quien lo dice? ¿Vosotros, que habéis hecho más daño a mi familia que cualquier demonio? ¿Vosotros, que solo tenéis palabras de desprecio para los míos? ¿Vosotros, que nos tratáis a mi hermano y a mí como si fuéramos simples marionetas? - Dean volvió a recostarse en su asiento, acariciando distraído el cabello a Sam. - Te aprecio, Cas. Créeme que lo hago, pero intenta encontrarnos y te destruiré.

El ángel bajó la mirada, avergonzado. Dean tenía razones más que suficientes para decirle todo eso. Puede que él no hubiera sido el causante de todo eso, pero si los ángeles. Era comprensible que guardara tanto rencor a su gente. Además, los sonidos que estaba haciendo el pequeño no ayudaban a calmarle.

Se levantó despacio de la silla, sacudiéndose la gabardina para tener algo que mirar que no fuera a los dos hermanos.

- Zacharias ha enviado un arcángel a por vosotros. Procurad no llamar su atención.

- No esperaba otra cosa de ese estirado hijo de puta.

- Cuídate, Dean.

Dean despertó inmediatamente después de que el ángel despareciera de su sueño, dejándole con un mal presentimiento y la desazón de haberse quedado a medias. La dolorosa erección que portaba entre sus piernas era buena prueba de ello.

Sam se apretó a su lado en la cama, acurrucándose más cerca de su pecho y Dean le acaricio la nuca, sonriendo.

Fue divertido y muy excitante tener a su hermano bajo su cuerpo, retorciéndose y gimiendo su nombre de manera obscena mientras le abría con dos dedos. Casi se corrió antes de entrar en él por la forma en que le suplicó que lo follara de una maldita vez.

Su miembro se endureció aun más por el recuerdo de las horas anteriores.

Sam gruñó algo en su cuello y tuvo que morderse la lengua para recordarse que debía informar al pequeño de lo que acaba de descubrir. Lo otro tendría que esperar un poco más.

- Sam, despierta. - necesitó sacudirle un par de veces para conseguir despertarle. El pequeño remoloneó, negándose a despegar la cara de su pecho, pero finalmente se incorporó, apoyando un codo en el colchón, mirándole con los ojos turbios por el sueño.

- Dean… ¿Qué pasa? - preguntó con un bostezo.

- Cas ha venido. - contestó el mayor sin rodeos. Sam se tensó visiblemente a su lado y le dieron ganas de dar un bufido. Sabía que a su hermano no le gustaba el ángel, pero a veces era cargante. - No aquí. En un sueño.

- ¿Y que demonios hace en tus sueños? - Dean arqueó una ceja. No por lo ridículo de la pregunta, sino por el tono enfadado del otro. - ¿Qué hacías soñando con él?

- No estaba soñando con él. Se coló en mi sueño.

- ¿Para que?

Le enfureció la acusación implícita en la voz del pequeño. Sam no era quien dictaba las normas ahí. Dean lo hacia y más le valía a su hermano ir entendiéndolo esa misma noche.

Aprovechando que el pequeño aun estaba adormilado, le rodeó con sus piernas y se giró, consiguiendo aplastarle contra el colchón, sujetando sus muñecas por encima de su cabeza.

- No me gusta lo que estas insinuando, niñato. - Sam gruñó, entre sorprendido y molesto por el trato. Todo su cuerpo estaba cubierto de marcas de mordiscos y arañazos, todos producto de Dean y la noche que habían compartido.

La visión de ese hermoso cuerpo marcado le hizo sonreír, notando como su excitación aumentaba. Cada mordisco… cada arañazo… todos y cada uno de ellos gritaba “Propiedad de Dean Winchester” con letras enormes y de neon y le encantaba. Sam era suyo.

Y él no iba a permitir a su hermano poner en duda su propiedad tan a la ligera.

Desvió sus ojos a la entrada de Sam. Esta aun lucia irritada y abierta por lo que estuvieron haciendo toda la noche. Con habilidad coló su miembro por ella y empezó a moverse rítmicamente sin necesidad de soltar a su hermano. El pequeño abrió los ojos, sorprendido al notarlo y los fue entrecerrando conforme el placer le iba inundando, jadeando ligeramente.

- No me gusta que me cuestiones, Sam. - le siseó, mordiéndole los labios. - No eres el más indicado para hablar sobre con quien hablo. - una embestida más fuerte que las demás y Sam soltó un largo quejido lastimero. - Tú estuviste tirandote a una demonio durante meses a mis espaldas y nunca te reproche por ello. Tal vez debería castigarte…

- Dios… Dean… joder… - el pequeño se revolvió bajo él, tratando de soltarse y el mayor le sujetó aun más fuerte.

- Pero eso tendrá que ser otro día. - gruñó, moviéndose cada vez más rápido.

Sam volvió a quejarse y Dean se agachó, para darle un fuerte mordisco en el pecho. Rasgó la suave piel con los dientes y lamió la pequeña gota de sangre que salio de la herida. El cazador más joven gritó, terminando entre ellos, manchándolos a ambos con su esperma. Dean se tensó y, dando un par de embestidas más, se corrió dentro de su hermano, dejándose caer como un peso muerto sobre su cuerpo.

- ¿Y que era lo que quería? - preguntó Sam con la voz rota cuando por fin recuperó el aliento. Dean se incorporó lo justo para rodar fuera de su cuerpo, quedando tendido de espaldas a su lado.

- Tenemos problemas. Los ángeles han puesto precio a nuestra cabeza. - el pequeño frunció el ceño.

- ¿Cómo de malo es?

- Han enviado a un exterminador. - Sam silbó.

- Bastante malo, entonces.

- Si. Bastante.

Robert Singer había tenido muchas ocasiones en su vida de maldecir el día en que conoció a la familia Winchester. Muchísimos. Pero no tantos como últimamente.

Todo ese caos del Apocalipsis, Lucifer intentando salir de su prisión, los ángeles manipulando a los humanos, los demonios matándolos… y sus chicos en medio de todo eso.

Adoraba a esos chicos. Los quería como a los hijos que nunca tuvo oportunidad de tener y desde el primer día en que John los trajo a su desguace. Los había visto crecer, les enseñó todo lo que pudo para evitar que murieran cazando y les dio toda la normalidad que no tenían el resto del tiempo. Siempre tuvo unas discusiones horribles con John sobre su manera de criarlos. La última acabó con John saliendo de su casa a punta de escopeta y fue por dejar ir a Sam a la universidad pensando que su familia le odiaría por ello.

Cuando Castiel se presentó en su casa diciéndole lo que estaba haciendo Dean y Sam, casi le dispara también. Se resistió a creerle solo por el amor que sentía por los muchachos, pero no podía engañarse a si mismo. Había visto lo roto que volvió Dean del Infierno, lo mucho que le afectó y lo que le estaba destrozando todo este asunto. No le extrañó que acabara derrumbándose de una vez. El problema ahora era como volver a recuperarlo antes de que lo perdieran del todo.

Castiel volvió a aparecerse en su casa, esta vez acompañado por otro hombre. Solo con un leve vistazo, Bobby supo que no era un ángel, sino un humano normal. Se notaba a leguas el miedo y el nerviosismo en sus ojos. Se preguntó para que lo habría traído el ángel…

- Robert Singer, este es Chuck Shurley. - Bobby pestañeo, confundido. - Es el profeta que tiene visiones sobre Dean y Sam. - explicó finalmente Castiel.

- Así que… ¿él puede decirnos donde están escondidos? - Chuck se removió inquieto en su sitio.

- No. Me temo que no, pero si puedo decir lo que están haciendo. Y no es nada bueno. - Bobby miró con recelo el pequeño montoncito de folios que el otro hombre le tendía. Las cogio, después de un segundo, y empezó a hojearlas. Su rostro se fue tornando más y más pálido según leía. Cuando acabó, levantó su mirada interrogante al ángel.

- ¿Esto… esto es real? - Castiel se limitó a asentir con su rostro ensombrecido. - Entonces hay que planear como detenerles.

- Para eso estamos aquí.

Continuara...

dark hunters, mis fics, adorado wincest...

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