Fan Fic : "Dark Hunters" Capitulo 6.

Jan 23, 2010 12:20

Titulo : Dark Hunters.

Autora : Vulpix de Vulpecula.

Estado : 17 capítulos. Completo.

Clasificación : Mayores de 18 años. Escenas de sexo, violencia, sangre, palabras malsonantes… vamos, lo tipico.

Advertencias : Good cuestion… es un Wincest, así que ya sabéis lo que hay. Torturas, blood-kink?? No se si llega a eso… spoilers temporada 4 y 5.

Resumen : Ambientado justo después del capitulo 4x16 “On the head of a pin”. Tras torturar a Alastair, Dean decide largarse y acabar con el Apocalipsis a su manera.



Imagen de inanna_maat. Grax nena!!! ^^



Sam no aparecía por ninguna parte. Así de simple. Se había desvanecido en el aire. Al igual que Dean.

Eso y los rumores, que se multiplicaron por tres desde que Sam desapareciera, le daban a Castiel una idea de lo que ocurría. Tampoco había que ser un genio para adivinarlo.

Si hacía caso a lo que oía, Dean y Sam estaban juntos, capturando, torturando y matando demonios.

Ese era el más corriente.

Otros eran más imaginativos.

Había escuchado de todo en esas dos semanas. Que Dean tenía prisionero a Sam y le obligaba a trabajar para él. Que Sam usaba a Dean para conquistar el mundo sin ayuda de Lucifer. O el más gracioso, que Dean conspiró con Ruby para usar a su hermano y desencadenar el Apocalipsis.

Ese era hilarante. Todo el mundo sabía que Dean odiaba a Ruby a muerte.

Puede que los rumores fueran ridículos, pero no había duda de que ambos Winchester estaban juntos y que Ruby brillaba por su ausencia. También era obvio que estaban matando juntos.

El asunto era más que preocupante pero se volvió aun más cuando Zacharias apareció de repente esa tarde frente a él, en el pequeño parquecito donde Castiel solía sentarse a meditar.

No le preocupaba mucho que su antiguo superior le hiciera daño por haber estado ignorando sus obligaciones. Le asustaba más que viniera a advertirle, igual que hizo Aziel antes y que no tuviera tiempo de salvar a los Winchester antes de que se destruyeran ellos mismos.

- Castiel. - Zacharias estaba parado frente a él, con el mismo traje negro impecable y su expresión condescendiente.

- Zacharias.

- ¿Dónde están, Castiel? - frunció el ceño, sin comprender al principio a que se refería el otro ángel. Cuando lo entendió, su ceño se frunció aun más.

- No lo se. - aunque no le extrañaba que recurrieran a él para encontrarles. A fin de cuentas, Dean era su humano y Zacharias y los demás debían estar desesperados. Los chicos se escondían muy bien.

Zacharias se le acercó amenazante, su poder chisporroteando a su alrededor quemando la hierba a sus pies.

- ¡No me mientas! ¡Los estas ocultando! - Castiel trató de no inmutarse ante el grito del otro ángel. Era verdad que no lo sabia, pero aunque no fuera así, jamás le diría a Zacharias donde estaban. El debía proteger a su humano. Esa era su misión y la cumpliría, le pesase a quien le pesase.

- No se donde están. - repitió, con voz calmada. - Hablé con Sam hace dos semanas y lo único que he oído de ellos desde entonces es lo que cuentan los demonios. - que debían ser mentiras. Era de sobra conocido que los demonios mentían. Siempre.

- ¿Tienes alguna idea de lo que están haciendo? - la voz de su superior era pura rabia mal contenida. - ¿De lo que van a hacer? ¡Nosotros si! ¡Hemos visto lo que ha escrito el profeta y hay que detenerles! - Castiel parpadeó sorprendido. ¿Habían recurrido al profeta para averiguar donde estaban? Esperaba que no le hubieran hecho daño a Chuck. Era un buen hombre.

- ¿Chuck? ¿Ha tenido visiones sobre ellos? - Zacharias se enderezó, aun furioso y se sacudió los faldones de su americana.

- Si y adivina que. Según el profeta, Dean esta dando su sangre a Sam. Van a provocar el fin del mundo. Van a atacarnos a nosotros también. Y eso, sin contar lo del incesto, que tal como esta el asunto, es lo menos preocupante de todo.

- ¿Qué?

Bueno… eso era aun más original que los rumores que había oído de los demonios, sin duda.

La parte del incesto, no. Eso ya se imaginaba que ocurriría más tarde o más temprano. Era cuestión de tiempo. Cualquiera que pasara cinco minutos con los dos hermanos podría verlo.

Pero lo de provocar el fin del mundo era otro cantar. Y si había sido Chuck el que lo dijo, era más que preocupante. Todo lo que escribía el profeta tenia que cumplirse, no importaba como.

Sin embargo, no podía creerlo. El había visto el alma de Dean. Era pura, hermosa, brillante. Destacaba tanto en el Infierno, cuando bajó a sacarle, que no tuvo que esforzarse mucho para encontrarle. Era como un faro en medio de una noche sin estrellas.

No era posible que alguien con un alma así fuera a ser el responsable de la destrucción de la humanidad y todo lo conocido.

Zacharias le observó minuciosamente antes de alejarse unos pasos, con expresión de fastidio.

- Estamos mandando un arcángel para destruirles. A los dos y a todo aquel que le ayude. - amenazó con voz fría. La misma amenaza que oyera antes de boca de Aziel. - ¿He sido claro?

Casi no tuvo tiempo de asentir antes de que Zacharias se desvaneciera con un leve rumor de batir de alas.

A los dos.

Iban a matarles a los dos.

A su humano y su hermano.

Sam podría no tener su entera simpatía, pero sabía que amaba a Dean y era capaz de hacer cualquier cosa por él. Al igual que Dean. Y al igual que iba a proteger a Dean, protegería a Sam.

No entendía que había ocurrido para que llegaran a este extremo, pero iba a hacer lo imposible por arreglarlo.

Esto había sido por su culpa.

Dean se encontraba limpiando sus cuchillos, distraído, pensando en lo que había conseguido sacarle al ultimo demonio que paso por sus manos no hacia ni dos horas.

Gracias a sus métodos, el demonio le habló, largo y tendido, sobre el nuevo sello que Lilith tenia planeado romper en los próximos días.

En Pagetown, Ohio. Un libro sobre la ancestral batalla entre Miguel y Lucifer. Lilith quería enviar un demonio especializado para destruir el libro, ya que este estaba protegido por la magia de un antiguo hechicero celta.

No iba a ser fácil detener a esa clase de demonio. Dean lo conocía de su temporada en el Infierno. Oyó a otros hablar de él y era temido incluso entre los suyos. Pero con Sam a su lado, podría hacerlo.

Limpiar los cuchillos y a si mismo era un ritual que repetía en todas las ocasiones que torturaba a alguien. Era una manera de calmar la adrenalina que le producía la tortura y volver a tener la cabeza fría y en su sitio para la siguiente cacería. Su manera de volver a la normalidad.

Primero los cuchillos, uno por uno. Luego él. Solía pasar casi una hora bajo el agua caliente hasta que desaparecía por el desagüe el último rastro de sangre de su cuerpo. No consentía que el pequeño se le acercara hasta estar limpio.

Escuchó unos pasos acercándose y levantó un poco la vista para ver entrar a Sam. Su hermano se movía nervioso en la puerta, indeciso y esa era la primera vez que no le esperaba en la ala habitable de la nave.

Dean le observó antes de proseguir con sus cuchillos. Había visto el hambre en los ojos de su hermano y necesitaba mantener sus manos ocupadas para que no viera como le temblaban por la excitación y la anticipación.

En esas dos semanas que llevaban juntos, había dejado al pequeño tomar su sangre en varias ocasiones y fue… no existían palabras para describir lo bueno y placentero que era.

- Dean… - la voz de Sam sonaba ronca y necesitada. Lo vio acercarse unos pasos más, dudoso y pedirle permiso con la mirada, sus ojos ansiosos fijos en él.

Dean dejó el ultimo cuchillo sobre la mesa e ignoró el hecho de que no había tenido tiempo de limpiarse, cuando le hizo un leve gesto para se le acercara.

- Ven aquí, Sammy. - le ordenó con suavidad. Su hermano no tardó en obedecerle, colocándose frente a él.

El mayor extendió su mano derecha, en un pedido silencioso que Sam cumplió obediente, entregando su navaja. Nunca usaban los cuchillos de Dean para eso. Solo esa pequeña navaja con la que el más joven cargaba desde que tenía diez años.

Con un movimiento elegante, Dean abrió la navaja e hizo un pequeño corte en su antebrazo que Sam no tardó en besar. Acto seguido, empezó a beber, alternando besos con succiones, lamiendo la sangre que caía de la herida.

El ansiado chispazo de placer fue directamente a su entrepierna, sacándole un gemido que no pasó desapercibido para su hermano. Los ojos de Sam se clavaron en los suyos mientras bebía, consiguiendo que su erección creciera aun más.

No fue muy consciente del momento en que el pequeño dejo de beber para dejarse caer de rodillas delante suya. Solo consiguió jadear un “Si, Sammy…” al verle abrirle sus vaqueros y bajárselos hasta los tobillos junto con sus boxers.

Sam repartió besos por sus muslos antes de centrarse en su miembro, al que dio una larga lamida que le hizo temblar de los pies a la cabeza.

- Sam… - jadeó apoyando una mano en el hombro del pequeño y enredando sus dedos en su cabello.

- Dean, por favor… déjame hacerlo… ¿puedo…?

- Si… hazlo… - Sam dio un pequeño gemido cuando el mayor le tiró del cabello para acercarlo más a su miembro.

La lengua del pequeño le volvió a recorrer entero, sus manos sujetándole de la cadera, antes de tragárselo entero, envolviéndole en un calor tal que Dean pensaba que se le iba a fundir algo en el cerebro.

Lo hacia tan bien, con tanta precisión, besándole en los lugares adecuados, rozándole levemente con los dientes lo justo para que no fuera doloroso, apretándole justo donde y cuando debía, que tenia que haberlo hecho antes.

Un latigazo de celos le revolvió el estomago y apretó su agarre en el cabello del más joven, que gimió dolorido. Sam clavó sus ojos gatunos en él, sin dejar de lamerle.

- Mío… - gruñó, notando como su orgasmo se acercaba inexorablemente. - Mío, Sammy, mío… - Sam parpadeó un segundo y redobló sus esfuerzos.

Cuando Dean acabó, el pequeño le limpió con pequeños lametones, que solo se interrumpieron cuando le obligó a incorporarse tirando de su pelo. Se miraron intensamente, fijándose en los labios rojos e hinchados de Sam.

- Tuyo, Dean. - susurró el pequeño antes de besarle en los labios.

Continuara...

dark hunters, mis fics, adorado wincest...

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