Titulo : Forever mine : Prologo.
Genero : Wincest.
Pairing : Dean/Sam
Estado : Terminado. 6 capitulos.
Advertencias : palabras malsonantes, sexo del cutre y mi mala narrativa despues de casi un año de paron... avisadas vais...
Resumen : En lo de hacer resumenes no he mejorado... Dean y Sam sufren un contratiempo con una manada de weres que traera consecuencias para los dos...
Sam tenía una cosa muy clara.
Le importaba una mierda si Dean se convertía en lobo, were o perrito pekinés. Era su hermano y no iba a permitir que nadie (y eso incluía a Bobby) lo matara delante de sus narices.
Así que, cuando su viejo amigo se marchó para hacer unas compras para un ritual que sabia que no funcionaria, recogió todas sus cosas y ayudó a Dean a ponerse algo de ropa para meterlo en el Impala.
Una vez dentro, pisó el acelerador a fondo y no levantó el pie hasta dos horas más tarde, ya fuera de Colorado, cuando paró en una gasolinera a comprar algo de comer y de beber para él y Dean.
Su hermano había dormido todo el viaje. Solo se despertó lo justo para que Sam le ayudara a beber algo de agua. El pequeño aprovechó la parada para deshacerse de sus móviles. Bobby llevaba todo ese tiempo llamándoles sin descanso, pero el Winchester ni se molestó en oír los mensajes. Sabía lo que dirían y no le interesaba.
- ¿Sam?
- Dime. - estaban de nuevo en la carretera. Empezaba a oscurecer y Sam se afanaba en encontrar un sitio donde parar a descansar y cuidar de Dean.
Aun se estaba preguntando como iba a hacer para explicarle lo que pasaba sin que su hermano armara un escándalo. Estaba claro que no iba a conseguir eso ni de broma.
- ¿A dónde vamos? - el mayor seguía sonando bastante débil y Sam pisó el acelerador con más fuerza. La idea de parar cada vez era más tentadora. Ambos necesitaban descansar y una ducha caliente.
- A otro motel. Bobby descubrió que unos demonios nos estaban espiando.
- ¿Y donde esta él?
- Ocupándose de que no nos sigan. No es el mejor momento para tener una visita suya, ¿no crees?
- Pero iba a explicarme que pasaba… - refunfuñó casi dormido Dean. El pequeño no pudo evitar una sonrisa triste.
- Yo lo haré luego. Ahora duerme un poco. Suenas cansado.
- Estoy harto de dormir… no me gusta estar enfermo, es un asco. - el mayor hizo un mohín de crío disgustado, y apoyó la cabeza en el asiento.
- Lo se, Dean, lo se. Duerme, anda.
Aun necesitó una hora más antes de encontrar un motel, casi en la frontera de Utah. Sam estaba agotado, tanto de conducir como de todas las horas que llevaba de vigilia cuidando a Dean. Solo deseaba una ducha caliente y dormir hasta el día siguiente.
Pero tenía otras cosas que hacer antes.
Su hermano no parecía estar en mejores condiciones que él, cuando le ayudó a entrar en la habitación. Estaba sudoroso por la fiebre, el cabello aplastado y pegándosele a la frente y pálido.
Lo bueno era, que ya no lucia tan enfermo, solo cansado. Casi iba dormido mientras caminaban por la habitación. Tal vez no fuera mala idea la ducha para los dos.
- Ey… - le susurró, rozándole la mejilla para despertarlo. Dean parpadeó. - ¿Te apetece una ducha? - el mayor hizo un mohín, arrugando la nariz.
- Si, tío… apesto… pero casi no me tengo en pie. ¡Puto cansancio!
- Nos duchamos juntos y así evitó que te caigas. También necesito ducharme. - añadió el castaño, encogiéndose de hombros. No iba a ser fácil para él estar en una estrecha ducha con su hermano desnudo, pero estaba demasiado cansado para que le importara.
- Sam… que ya no tenemos cinco años… - el pequeño le cortó la protesta con un gesto.
- Tío, no tienes nada que no haya visto antes… ¡Vamos!
El mayor volvió a refunfuñar pero se dejó arrastrar hasta el baño. Allí Sam le desnudó tratando de no fijarse demasiado en su cuerpo. Una tarea titánica para él, que llevaba media vida deseándole.
Le costó la vida no aprovecharse del estado vulnerable del otro y pasar sus manos por el amplio pecho, el firme estomago. Trató con todas sus fuerzas que sus traicioneros ojos no bajaran hasta la entrepierna del mayor, donde su miembro descansaba, fallando miserablemente.
Fue una prueba muy dura que apenas pudo superar.
Cuando ya le tuvo desnudo, le sentó un segundo sobre la taza del water y se desvistió en tiempo record, metiéndoles juntos en la ducha enseguida.
Dean cerró los ojos apoyando su peso en la pared, un pequeño gemido de gusto escapando de sus labios al sentir el agua caliente caer sobre su piel, mientras el pequeño se afanaba en lavarles lo más rápido posible para evitar más tentaciones.
- Joder, tío… que gusto…
Sam se mordió los labios, deslizando la manopla algo más despacio y con más suavidad por el cuerpo del mayor, deteniéndose abruptamente al llegar a su cintura, indeciso. Una punzada de deseo le hizo enrojecer, luchando con las ganas de deslizar la mano más abajo.
La movió un centímetro y miró a Dean, quien seguía con los ojos cerrados y la espalda apoyada en los fríos azulejos. Otro centímetro mas… otro más… y la respiración del mayor se aceleró ligeramente… otro poco más y su mano ya rozaba con el dorso el ya no tan flácido miembro del rubio.
Sin embargo, cambió de dirección en el último momento, dirigiéndose a lavar el muslo izquierdo, su mano aun rozando a veces la piel caliente que se iba hinchando lentamente, sacándole más de un suspiro.
Dean finalmente abrió los ojos. Estaban oscurecidos, con las pupilas dilatadas, una mezcla de deseo y miedo reflejándose en ellos.
- Creo… creo que el agua se esta enfriando… - murmuró, temblando ligeramente. Sam tragó en seco al notar la mirada de su hermano, clavada en su entrepierna, donde su propio miembro estaba más que interesado en lo que estaba ocurriendo.
- Si… vamos a secarte. Deberías descansar un poco más.
Mientras el pequeño se pateaba mentalmente por ser tan débil, Dean se puso unos boxers y se metió en la cama, acurrucándose bajo las sabanas, extrañamente silencioso. Cuando Sam apagó las luces, listo para dormir también, la voz del mayor le sobresaltó.
- ¿Sam?
- Dime.
- Tengo frío.
- ¿Qué? ¿Te sientes mal otra vez? - preguntó el pequeño, saltando de la cama para comprobar la temperatura de su hermano. - Parece que te ha dado un poco de fiebre otra vez. Voy a coger una manta…
- No… - Dean le agarró de la muñeca y tiró de él. - Quédate aquí conmigo… - le pidió.
- Pero…
- Por favor… tú eres más caliente que una manta… como cuando éramos pequeños y la calefacción del motel no funcionaba, ¿recuerdas?
Sam asintió en silencio y le dio un golpecito para que le hiciera sitio. Mentalmente estaba rezando todo lo que sabía para que su hermano no notara la erección que le había provocado su pedido. Aunque el mayor tenía otros planes. Le echó el brazo sobre la cintura y le abrazó, escondiendo la cara en su cuello, suspirando cuando el calor del cuerpo del pequeño le ayudó a dejar de temblar.
El castaño, por su parte, pasó la noche pensando como demonios iba a hacer para explicarle a Dean lo que le estaba ocurriendo. Mientras le acariciaba el cabello, se prometió que no importaba lo que su hermano dijera o pensara… no iba a perderlo otra vez…
Continuara...