Título: Mascarade
Pairing: Rose/Lysander
Palabras: 3356
Notas: Lo subí a mi LJ, pero no recordé hacerlo aquí xD No participa en el drabbleton.
Advertencias: Cursi. Mucho. En serio.
No estaba enfadado. De verdad que no. Solo es que se sentía... abandonado. Porque Lorcan y él siempre se habían contado todo, siempre sabían lo que pensaba el otro, pero de un día para otro, resultó que no. Resultó que a su hermano le gustaba Lily (su amiga Lily) y que como a ella también le gustaba él (cosa que, por el contrario, sí que sabía), habían empezado a salir. Y no le molestaba que salieran. Pero siendo uno su hermano, quizá habría estado bien que le comentara algo de lo que sentía. Como cortesía, quizá.
(Porque lo peor no era que no le contara que le gustaba. Podría llegar a tener un pase. Lo peor fue que se enteró antes por boca de un tercero que de parte de su hermano gemelo. Tiene narices, la cosa)
Así que por mucho que Lily le pregunte ¿Pero de verdad no estás enfadado? y por mucho que el traidor de su hermano le arrincone en algún pasillo para preguntarle si está enfadado por salir con la pelirroja, no puede evitar contestar que no, porque, siendo sincero consigo mismo, tiene que admitir que no, no está enfadado. Al menos, no por eso. Pero ¿Por qué estén saliendo? Qué va. De hecho, hasta se alegra (muy en el fondo, muy por debajo de la molestia, se alegra)
Pero, por otra parte, también está sorprendido. Porque ha encontrado a otra persona que no parece totalmente feliz con la relación. Y esa es Rose Weasley. Porque ¿Qué puede tener Rose en contra de que aquel par salgan cuando por los pasillos se comenta que quien le gusta es Scorpius Malfoy?
(No es que esté siempre al tanto de todos los rumores del colegio. Este lo sabe por casualidad. Lo oyó el otro día cuando iba a clase de pociones. Y porque hablaban muy alto. Y desde luego no tiene nada que ver que oyera el nombre de Rose. Qué va.)
Y, al parecer, Rose era de la misma opción que él y por mucho que le preguntaran, nunca admitiría que estaba enfadada si no le hacían la pregunta correcta. Al menos, eso parecía, al ver la discusión que habían tenido las dos primas hacía unos momentos (Y que él, quede claro, había oído de casualidad y porque hablaban en voz muy alta)
***
Rose salió del comedor a paso rápido, intentando llegar hasta hasta las escaleras cuando Lily, siguiéndola, la llamó.
-¡Rose! ¡Espera! ¿Qué te pasa? -Al ver que la aludida no parecía querer parar, Lily intentó un método mucho más drástico- Si no paras... -Silencio para darle fuerza a la amenaza- Le contaré a James qué es lo que guardas en la cajita que te regalé por tu cumpleaños.
Por algún motivo que Lysander desconocía, la amenaza funcionó. Rose detuvo sus pasos y se giró para esperar a su prima, mientras un ligero tono carmín se instalaba en sus mejillas. Cuando por fin estuvieron a la misma altura, Rose dijo en voz baja:
-Prométeme que nunca, jamás, le contarás a nadie lo que hay en esa caja.
-Rose...
-Prométemelo o me voy. Si vas a contarlo, al menos, te daré un motivo.
-Te lo prometo, ¿Vale? Perdóname, sé que ha sido un golpe bajo. Pero ahora cuéntame... ¿Qué te pasa? ¿Te he hecho algo? ¿Por qué estás enfadada?
-Lily, ya te lo he dicho...
-... "no estoy enfadada". Sí, lo has dicho muchas veces. Pero yo también puedo decir que vivo en la Luna. Por mucho que lo repita, no hará que sea verdad. Va, dime ¿Te molesta que Lorcan y yo estemos saliendo? ¿Es eso? Seguro que es eso. Rose...
- No, Lily, no estoy enfadada porque Lorcan y tú estéis saliendo ¿De acuerdo? No es... No es eso.
-Ya. Claro. De acuerdo ¿Entonces por qué estás enfadada?
-¡No estoy enfadada, Lily! ¡Déjame, por favor!
Lily suspiró, triste, rendida.
-Vale. No estás enfadada. Perdona por insistir.
Rose la observó volver al comedor sin volverse una sola vez antes de continuar subiendo las escaleras. Y Lysander se quedó dónde estaba, anonadado después de lo que había presenciado.
***
Unas dos semanas después había programada una salida a Hogsmeade. Lily y Lorcan iban a ir y aunque ya le había perdonado a su hermano el que no le contara nada acerca de sus sentimientos, seguía sintiéndose un poco incómodo cuando les veía juntos, así que decidió no ir. Habría más salidas, se dijo, y así tendría tiempo a acostumbrarse a verles juntos. Claro que era la primera salida a Hogsmeade después de Navidades, así que seguramente se quedaría prácticamente solo en el castillo. "Así podré avanzar con mis tareas" se dijo. Tan convencido estaba de que no iba a encontrar a nadie conocido para hacerle compañía, que cuando vio a Rose sentada bajo un árbol en el jardín del castillo no pudo evitar acercarse para preguntar por qué no había ido a Hogsmeade.
-Hola.
-¿Eh? -Miraba a algún punto en el infinito, al menos hasta que la había saludado- Ah, hola ¿Qué haces aquí? ¿Cómo es que no estás en Hogsmeade?
-No me apetecía demasiado.
-Ya. A mí tampoco.
Un rato en silencio. Aquello empezaba a ser incómodo...
-¿Te importa si me quedo un rato contigo? Prometo no molestar.
Antes de contestar, una pequeña sonrisa se asomó en su expresión.
-Para nada.
Al final fue algo más que un rato, pero ninguno de los dos pareció reparar en ello. Estaban muy cómodos en aquel silencio, al menos hasta que Rose empezó a hablar, sin apartar la vista de aquel punto tan interesante en el infinito.
-No has ido para no verles, ¿Verdad?
La pregunta, como poco, le sorprendió. No porque no supiera a quienes se refería (como para no saberlo), si no que ella lo hubiera deducirlo. Aunque tampoco le molestaba demasiado. Quizá decirlo en voz alta haría que aquella espinita que le quedaba se fuera definitivamente.
-Ajá. Supongo que... aun me incomoda un poco verles juntos.
-¿Es que acaso te gusta Lily?
Se rió. La sola idea le parecía hilarante.
-No, para nada. Aprecio a Lily, pero de momento creo que no podía pensar en ella como algo más. Es... -¿Cómo decirlo sin sonar envidioso?- Lorcan...
Rose se giró para mirarle bruscamente y le interrumpió antes de que acabara la frase.
-¡¿Te gusta tu hermano?!
¿Qué?
-¿Qué?
-Que si te gusta tu hermano...
Si la idea de que le gustara Lily era hilarante, la idea de que le gustara su hermano era... mil veces más divertida. Aunque el aturdimiento por la pregunta (¿De verdad le había preguntado algo así?) no le dejaba reír, por dentro se estaba muriendo de la risa.
-¡No! ¿Qué dices? ¡No, no, no! Lo que quería decir era que era culpa de Lorcan que no hubiera ido, pero por no contarme nada ¿En qué pensabas? -Ahora sí que se rió. Pero no tanto por la gracia que aun le hacía si no por aligerar la situación. Pareció funcionar, porque al cabo de un momento, estaban los dos riéndose juntos. Cuando por fin pudieron volver a mirarse sin volver a estallar en carcajadas, Lysander se fijó en que Rose estaba muy bonita después de reír mucho. Los ojos un poco brillantes y una sonrisa casi permanente la hacían parecer muy bonita. Volvieron a estar otro rato sumidos en un silencio con el eco de sus propias risas envolviéndolos hasta que ella volvió a hablar.
-A mí me pasa lo mismo.
-¿A qué te refieres? ¿A ti tampoco te gusta Lorcan?
Se rió de nuevo antes de seguir.
-No, eso no. A Lily. A Hogsmeade. A todo... Hoy me he quedado para no verlos juntos. Supongo que algún día podré llegar a verlos juntos sin enfadarme, pero de momento... Es algo superior a mí, me imagino.
-¿Y por qué te enfadas? Si no te gusta Lorcan... ¡Ya sé! ¡Lo que te pasa es que...
-¡No! ¡No me gusta Lily! ¡Es mi prima, por el amor de Dios!
-No sé por qué te escandalizas. Tú has llegado a pensar que me gustaba mi hermano...
-Ya. Bueno. Pero no, no es que esté secretamente enamorada de Lily. Es... No es más que una tontería.
-Si no quieres contarlo, está bien, pero si es porque es una tontería... No creo que sea una tontería mayor a decir que estoy enamorado de mi hermano. Piensa que esa es difícil de superar.
-¿Vas a estar recordándomelo a cada rato? -Y sin esperar respuesta, empezó a contárselo- Lily, por alguna razón, es de las personas con las que tengo más confianza desde siempre. Y de pequeña, cuando me enamoré de... un chico que ahora no viene al caso, ella me hizo contárselo, prometiéndome que ella haría lo mismo cuando le pasara. Sobra decir que no lo ha cumplido... -Después de un rato en silencio, continuó- ¿No vas a decir nada?
-En realidad no. Me parece un motivo tan válido como el mío para tener una rabieta infantil como la que tenemos -Ninguno de los dos dijo nada en un buen rato. Quizá porque no hacía falta decir nada más. Ninguno de los dos se dio cuenta apenas del tiempo que había pasado, pero de repente, una voz les sacó de la pequeña burbuja que se habían creado.
-¡Rose!
La visita a Hogsmeade había acabado y todo volvía a la normalidad.
O eso creían ambos.
Porque, sí, los dos dejaron de estar tan enfadados con la parejita feliz, pero también empezaron a pasar más ratos juntos. A veces de nuevo debajo de aquel árbol, pero en realidad les valía cualquier parte. En realidad no fue algo drástico. Empezó siendo encuentros casuales en sus ratos libres, pero al final acabaron quedando para... ¿Hablar? Dejémoslo en que acababan quedando. Y entre charlas, deberes, charlas y exámenes, llegaron las vacaciones de verano. Y durante ellas pasó algo que ninguno de los dos se esperaba, al menos, no a ese nivel. Y es que se echaron de menos. Mucho. Más de lo amistosamente necesario y aceptable. Por ambas partes, cabe decir. Y a ninguno de los dos, a pesar de lo inteligentes que eran, se le ocurrió decir nada al otro, por si acaso no sentían lo mismo. Porque... ¿Y si eso tan bonito que tenían se iba al garete?
Pero, por suerte o por desgracia, el verano terminó y tuvieron que volver a clase. Y con las clases volvieron también los encuentros, deseados por ambos. Donde ahora, además de divertidas charlas sobre cualquier cosa, compartían miradas de reojo y sonrojos fugaces que, al intentar ser descubiertos, no conseguían advertir los del otro. Pero entonces aquellas charlas empezaron a ser insuficientes, y como por casualidad, empezaron a quedar para hacer otras cosas. Al principio, nadie reparaba en el tiempo que pasaban juntos, al fin y al cabo, ninguno de los dos era demasiado conocido y tampoco pasaban tanto tiempo juntos. Pero claro, malas lenguas hay en todos lados, y como en los pasillos de Hogwarts, es difícil de superar.
Rose se enteró de lo que las malas lenguas decían de ella a través de una compañera.
-¡Rose! ¿Tienes un momento?
-Claro, dime Charlotte.
-Verás... Es que Juliet va diciendo por ahí que... Eh...
-¿Qué va contando? ¿Es grave?
-No. Bueno, creo que no. Es... Se dice que estás saliendo con Scamander porque Malfoy te rechazó -A partir de este punto, todo era como un constante balbuceo-. Y pensé que quizá querrías saberlo, porque todo el mundo sabe que te gusta Malfoy y seguro que querrás dejar de verte con...
-Para. Por favor -Charlotte se quedó callada y mirándola entre asustada y apenada-. Y ahora repíteme esa última parte.
-Que... Que seguro que quieres dejar de verte con...
-No, esa no. La de Malfoy y que me gusta ¿Me dejo algo?
-No. Pero es verdad, ¿No? Todo el mundo lo piensa.
-No, no es verdad para nada.
-¿Y tampoco es verdad que estés saliendo con el Scamander que no esté saliendo con Lily?
-¿Con Lysander? No, qué va. Somos... amigos.
-Oh -De repente parecía estar mucho más animada- Genial ¡Gracias! Y perdona.
Lysander se enteró de lo que las malas lenguas decían de ellos a través de Rose.
Era un día especialmente caluroso, uno de los últimos del verano, así que aprovecharon la oportunidad para salir a charlar a los jardines, bajo el mismo árbol de siempre. Fue Rose quien sacó el tema.
-El otro día me contaron una cosa muy divertida. Resulta que, como últimamente pasamos bastante tiempo juntos, la gente piensa que estamos saliendo ¿Qué te parece? ¿No es divertido?
-Divertidísimo, sí... -Rose ignoró el poco convencimiento que sonaba en su voz para poder continuar.
-Pero eso no es lo mejor. Además, resulta que se va diciendo que a mí me gusta Scorpius Malfoy, cuando...
-¿Y no es verdad? -No era normal en él interrumpirle, y cuando lo miró, pareció arrepentirse un poco, pero no retiró la pregunta. Únicamente se quedó en silencio, esperando su respuesta.
-No. Y es curioso, porque apenas le conozco. ¿Tú también lo pensabas? ¿Que me gustaba Malfoy?
Cuando contestó, un rato después, lo hizo con un simple "Ajá", zanjando así la conversación, al menos durante un rato, que ambos utilizaron para pensar en lo que acababan de descubrir. Rose, de nuevo, fue la primera en hablar.
-¿Sabes lo mejor de todo? -Y sin esperar respuesta, continuó- La chica que me lo contó, ni siquiera sabe diferenciaros. Te definió como 'De los dos, el que no sale con Lily'.
-¿Es que acaso tú eres capaz de diferenciarnos?
-Claro que lo soy -De parte de Lysander solo recibió silencio- ¿Es que no me crees?
-Es difícil de creer cuando a tu prima, la que sale con mi hermano, si se encuentra a uno de los dos solos en un pasillo, tiene que preguntar para asegurarse primero de quién a quien está hablando.
-Pero es que Lily es Lily. Y yo, soy yo -"Muy bien, Einstein"- Calla, y déjame proponerte una cosa. Si yo te demuestro que sé diferenciaros... ¡Tendrás que invitarme a algo en las Tres escobas durante la próxima salida a Hogsmeade!
-No sé, Rose... -A pesar de sus palabras, se le notaba tentado y, sobretodo, divertido- ¿Y qué pasa si no eres capaz de hacerlo? ¿Me invitas tú a algo? -Como toda respuesta, ella asintió con la cabeza- Muy bien. Acepto.
Gane quien gane, tendremos una cita. No sé si ella se habrá dado cuenta.
Acordaron hacer 'La Prueba' en el mismo local de Las tres escobas, así a ninguno se le olvidaría lo que tenía que hacer si perdía. Por suerte, no tuvieron que esperar mucho para poder comprobar si al menos una persona en el mundo era capaz de diferenciarlos, porque iban a organizar una salida a Hogsmeade poco antes de las vacaciones de Navidad. Durante el tiempo hasta la salida, Rose se pasó todo el rato que podía observando a los dos hermanos, buscando pequeñas diferencias, físicas o psiquicas, tanto daba, que le permitieran ganar la apuesta. Así fue como se dio cuenta de cosas como que antes de salir de una clase, miraba a ambos lados del pasillo. Sin embargo, eran cosas que también hacía su hermano, así que no le valía. En cuanto al físico, no encontró, desde dónde observaba, ninguna diferencia que pudiera servirle para diferenciarlos. Era frustrante, porque por muy gemelos perfectos que fueran, tenían que diferenciarse por algo. Y el no poder saber qué era cuando sabía que existía molestaba -y mucho- a Rose. Quizá incluso más que perder la estúpia apuesta.
Viendo que el método de la observación no le servía, pasó al plan B: La investigación. Suponía que preguntar directamente a Lorcan si había algo que le diferenciara de su hermano era hacer trampa, pero, por alguna razón, no creía que preguntar a Lily lo fuera. Así que un día que se la cruzó por el pasillo, se la llevó a un lado, y le preguntó. La conversación no sirvió para mucho, por desgracia. Porque, sí, tenía métodos para diferenciarlos, pero ninguno que fuera 'a simple vista'. Pero un día los vio caminando juntos, comentando cualquier cosa, y lo vio. Físicamente eran dos gotas de agua, y al comportarse cuando estaban separados, casi también, pero cuando estaban los dos juntos, era imposible no diferenciarlos. Y, a pesar de verlos, y diferenciarlos, no sabía decir por qué tenía tan claro quien era quien. Así que decidida a ganar la apuesta, le propuso a Lily que fueran con ellos a Las tres escobas -que, apesar de no verle el sentido a todo aquello, aceptó.
El día de la salida llegó. Habían decidido ir a Las tres escobas por separado, así que cuando Rose llegó, lo primero que hizo fue mirar a ver si había llegado alguno (La parejita feliz, Lysander). Resultó que sí, habían llegado los tres, los localizó en una mesa al fondo del local. Parecía que se habían colocado para desconcertarla, ya que estaban puestos uno a cada lado de Lily, con ropa parecida y con la misma bebida en frente. De camino a la mesa, empezó a dudar. Al fin y al cabo, eran gemelos y era muy posible que aquellas corazonadas que tenía fueran equivocadas. Pero no se preocupó demasiado, al fin y al cabo, era todo un juego. Si perdía, lo único que pasaría sería que tendría que pagar lo que fuera que estuvieran tomando, ¿No? Tampoco es para ponerse así de nerviosa, Rose, pensó.
Aunque también era verdad que llevaba nerviosa desde que se acostó la noche anterior, pensando en la cita -porque era una cita- que tendía al día siguiente.
***
Un par de horas después de haber entrado, Lysander y Rose seguían allí, en aquella mesa del fondo, riéndose de todo y de nada. Porque empezaron riéndose de que ella había ganado la apuesta, pero él creía que había sido pura suerte. Pero aquello había sido al principio. Ahora, muchas anécdotas absurdas sobre cómo intentar averiguar las diferencias entre dos hermanos gemelos después, seguían riéndose, compartiendo una misma bebida porque estaba seguro de que iba a ganar. Y cuando el presupuesto se gastó, salieron fuera para seguir hablando. Disfrutando de la compañía del otro. Acabaron sentados en un pequeño terreno que había a las afueras del pueblo, algo más juntos de lo que debían (pero es que hacía mucho frío) y hablando a un tono algo más bajo de lo normal (pero es que tampoco hacía falta hablar más alto). Todo era normal, pero debió pasar algo raro, porque de repente se quedaron los dos en silencio mirándose algo más serios de lo que debería ser. En sus mentes, ambos sabían lo que deberían hacer (mirar para otro lado, hablar, distender el ambiente), sin embargo, ninguno de los dos se atrevía a romper aquel silencio. Ninguno tenía que decir algo tan importante como para que valiese la pena hacerlo. Hasta que a Rose se le ocurrió algo. Algo que si no decía ahora, seguramente no lo diría nunca.
-¿Sabes una cosa? Creo que ya sé qué es lo que te diferencia de tu hermano -Y lo que no sé es como no me he dado cuenta antes-. Es... tu cara. Tu expresión. Cuando estáis juntos, es más fácil saber lo que piensas.
-¿Y ahora no es fácil saberlo? -Su voz no es más que un susurro. La única razón por la que es capaz de oirlo es porque están realmente muy cerca.
-Para nada. Lo cual es muy malo para mí, porque desde pequeña siempre me ha gustado saberlo todo...
Los separaba apenas un suspiro. Quizá fue por eso que fue tan fácil para Lysander avanzar es paso hasta encontrarse con sus labios. No fue más de un segundo, más que un roce de labios, pero significaba mucho. Para ambos. Se separaron (pero no demasiado) y abrieron unos ojos que no recordaban haber cerrado (para poder volver a mirarse). Y se miraron, oh, si se miraron. Mucho rato y en silencio, al menos hasta que Lysander volvió a susurrar.
-¿Y ahora? ¿Sabes lo que estoy pensando ahora?
Y se miran, de verdad que sí, pero no a los ojos, si no a los labios. Porque ambos saben lo que viene ahora, aunque ninguno de los dos se mueva, por miedo a dar un paso en falso. Y si antes el valiente ha sido él, ahora le toca a ella. Susurra un 'Déjame intentarlo' que se pierde entre los dos. Porque ahora las palabras sobran.