CAPITULO 1
Charlotte Rogers era una joven de 23 años normal. Bueno, en realidad no tanto; su familia siempre poseyó una gran habilidad e intuición para juntar personas. Cuando cumplió 18, su amiga Amy Gumenick le apoyó para hacer una especie de red donde la gente pudiera dirigirse a ella y ayudarles a conseguir pareja.
Sin llegar a presumir, su tasa de éxito era alta. No era perfecta, porque algunas personas solían mentir en su personalidad o gustos y eso complicaba su trabajo, pero ya sabía reconocer las señales de cuando alguien mentía.
El proceso para entrar era muy fácil: todo aquel residente de en la cuidad podía mandar una carta de petición de sobre la pareja que buscaba, incluyendo también alguna anécdota sobre sí mismo, junto con sus gustos, personalidad, etc. A veces también mandaban fotos, si éstas eran auténticas, resultarían útiles. Una vez que leía las cartas, miraba entre las otras peticiones para ver si alguien coincidía con el perfil: si lo había, Charlotte pasaba varios días analizando las cartas, tipo de escritura y lenguaje, verificando los gustos y las personalidades. Si ella estaba satisfecha con la elección, mandaba cartas de invitación para una cita a ciegas en donde las personas se conocerían, y el resto dependía más de ellos.
Claro que Charlotte se encargaba de ver los encuentros cuando podía para darles un seguimiento, porque era mejor ver el desarrollo con sus propios ojos para terminar el proceso. A veces era un poco largo, pero al final valía la pena.
A veces.
Porque Amy mejor que nadie sabía que Charlotte, en contadas ocasiones, se metía para ayudar. Hasta ahora siempre había funcionado, el problema sería cuando esto cambiara…
Su amiga Mary se encargaba de ayudarla a leer cartas y organizarlas, era como una secretaria porque también le ayudaba a escoger los lugares y los horarios donde se verían las parejas seleccionadas.
Sin embargo, esta rutina que duró dos años tuvo que ser cancelada, porque Charlotte tuvo que viajar un año al extranjero - Alemania para ser más precisos - , y terminar una maestría.
Y hoy regresaba a casa.
- ¡Charlotte! - Amy le sacó de sus fantasías agitando una mano para que le viera, un año no era mucho tiempo para que alguien cambiara, pero cuando extrañas a alguien, las fotos no son suficientes.
- ¡Amy! - ambas se abrazaron.
- Así que… ¿Cómo anda el mundo sin mí? - preguntó Charlotte mientras ambas se dirigían a la salida del aeropuerto.
- No es lo mismo sin ti, te perdiste muchas cosas - dijo Amy.
- ¿Por ejemplo? - Charlotte cargaba una sonrisa.
- Que soy la poseedora de esto - la rubia sonrió mostrando las llaves de un auto.
- ¡Tienes auto! - chilló mientras corría hasta el estacionamiento. Amy llego llegó detrás de ella, mientras veía a su amiga adivinar cuál era su coche - ¿Cuál es? -preguntó mirando a todos lados.
- El rojo - respondió simplemente la rubia.
- Pero ¿Cuál? - Amy soltó una risotada.
- Es este - metió la llave al Chevrolet Sonic color rojo.
- Es muy bonito - dice Charlotte.
- Si, lo que sea. Ahora entra y te llevo a tu casa antes de que piensen que te secuestraron o algo - las chicas subieron, acomodando el equipaje en los asientos traseros, y, minutos después, salieron del estacionamiento.
Cuando llegaron a casa, su madre le recibió con un abrazo, su padre aún estaba trabajando y Amy le ayudó a subir las maletas a su habitación.
- ¿Y qué me he perdido, aparte de tu auto? - preguntó Charlotte viendo que su cuarto parecía tener apenas polvo, seguramente su madre la limpiaba seguido.
- No mucho, realmente - dijo Amy sentándose en la cama - solo que tienes trabajo - dice casualmente.
- ¿Trabajo? -preguntó confundida.
- Claro, a pesar de que notificamos a todos que no estarías un tiempo largo, te han seguido mandando cartas - responde Amy.
- ¿Estás bromeando? - preguntó Charlotte
- No. ¿cómo bromearía con nuestro trabajo? - fue al closet de su amiga y empezó a sacar dos cajas - he hecho lo que he podido, pero aún así, queda esto - (dejó) las cajas en la cama. Estaban repletas de cartas.
- ¿De todo el año? - preguntó.
- Así es
- Pero algunos ya habrán conseguido pareja en este lapso de tiempo
- Si, ya te mandaron la carta de “muchas gracias, pero ya no es necesario”
- ¿Y aun así quedan tantas? - preguntó señalando las cajas.
- Yo sugiero que si quieres acabar, empecemos ya - dijo la rubia mientras ponía las manos en la cintura, dándole un aire de autoridad a sus palabras.
- Ohw - se quejó Charlotte.
- Ni te quejes -murmuró Amy.
- De acuerdo, pero mañana. Hoy tengo sueño - murmuró mientras quitaba las cajas de su cama y las ponía al lado de su escritorio.
- Floja - dijo Amy mientras se dejaba caer en la cama.
- Sí, sí. Ahora largo, tengo sueño y parezco zombie - sacudiendo las manos, Charlotte echó a su amiga.
- Para ser un zombie pareces muy sana - dijo la rubia levantando una ceja.
- Si no sales ahora, te comeré los sesos - dijo Charlotte, Amy hizo una cara de asco en broma y salió, dejando a su amiga dormir.
La semana siguiente, Charlotte se puso a revisar su correo a conciencia.
Realmente eran muchas cartas, la más antigua contaba con un año y siete meses, pero ella no se iba a poner sus moños. Dispuesta, leyó todas y cada una de las cartas, haciendo unas largas listas, dependiendo de lo que buscaban y de dónde los había leído, enumerando todas las cartas. Cuando estuvo organizado todo, empezó a buscar personas compatibles, haciendo tachadero y lío de papeles, escribiendo en la laptop las invitaciones a las primeras citas a ciegas que otorgaría, apuntando las fechas en su agenda…
Agradecía bastante que Amy le hubiera comprado tinta para la impresora, las hojas para imprimir y los sobres de media carta. Los sobres y las hojas eran en color marfil.
- ¿Ya casi listo? - hablando del diablo, ésta apareció en la puerta con una bandeja llena de bocadillos.
- Si, ya casi acabo - dijo la castaña mientras mandaba a imprimir todas las hojas.
- ¿Segura?
- Nah solo falta imprimir en los sobres la dirección, cortar las hojas a la mitad y mandarlos por correo.
- Ya traigo la guillotina para cortar esas hojas mientras imprimes los sobres - Amy dejó la bandeja mientras sacaba la herramienta del armario de Charlotte.
Se acomodaron en el escritorio de la habitación de la castaña mientras la rubia tomaba hojas y cortaba a la mitad. La impresora ahora ya estaba imprimiendo los sobres.
En total eran 60 sobres, para un total de treinta citas.
Mientras Charlotte ponía la invitación en su sobre respectivo, Amy comía lo que le tocaba.
- Acabando los sobres, te llevo al correo para que las envíen de inmediato - sugirió la rubia.
- Gracias - murmura Charlotte apurada - ¡listo!, Este tipo, Jared, era el último, vámonos - cerrando el último sobre mientras tomaba todos los demás, las chicas salieron de la habitación.
Sin embargo, el último nombre de la lista era un tal Jensen.
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CAPITULO 2 )