Pues sí, ya ando en las andadas, valga la rebuznancia, pues me atreví a tomar un reto. Un poco a la carrera, un poco un algo rápido. Pero bueno. Dentro del Reverse_Bang_Es, tomé el prompt gráfico de
ibrahil, en donde la imagen de un Jensen Vaquero me puso al muso deschongado, y pues, aquí está el resultado.
Antes de iniciar, te recomiendo que visites el jornal de la artistaza que me encomendó su idea, y le chulees su trabajo y sus gráficos, y nos des el visto bueno del fanmix que anda por ahí. Bien, dicho lo anterior, vamos a lo que sigue.
Título: Cowboys like us (Vaqueros como nosotros)
Autor:
van_krausser Artista:
ibrahil Género: RPS, AU. Slash.
Rating: G.
Fandom: RPS
Fic escrito sin fines de lucro, para el Reverse Bang Es 2012
1
Jared se asomó por la ventanilla del auto de la familia, observando la transición del paisaje campirano al citadino, dentro del cambiante territorio de Texas.
-Estamos por llegar -la voz de su padre, Jerry Padalecki, lo hizo volver a la realidad-. Ahí enfrente, pueden ver el Cowntown Coliseum. Y nosotros vamos hacia allá.
Ese día cumplía 12 años, y como parte de su regalo, la familia pasaría todo un día en el Rodeo Fox Worth, de Dallas. Un evento por demás emocionante, según le había dicho su padre. Algo que los verdaderos vaqueros debían hacer en algún momento de su vida.
Por supuesto, Jared estaba familiarizado con esos eventos, aunque sólo los había visto por televisión. Esta vez, gracias a que las vacaciones de su padre coincidían con las de la escuela, podrían presenciar uno en vivo. A pesar de eso, no se sentía muy emocionado. Tal vez porque a él no le atraía mucho la vida de vaquero.
Suspiró con resignación, mientras Megan y Jeff, sus dos hermanos, se enfrascaban en otra discusión característica entre ellos.
Varias horas después de que llegaran, y mientras la familia permanecía en la zona de gradas, esperando por la emoción de ver a esos hombres reacios y curtidos sujetos a enormes bestias, tratando de mantenerse encima por un tiempo determinado para alcanzar un buen puntaje, Jared decidió ir a explorar el lugar. Estaba cansado de ver tanta acción, así que pensó en distraerse un poco recorriendo el área donde tenían el ganado.
Después de comprar un perro caliente, salió del espacio dedicado a servicios y caminó hasta donde consideró que estaban los corrales, perdiéndose entre la multitud que se desplazaba sin rumbo, hablando del espectáculo, pasando el tiempo, admirando los animales, incluso buscando a los vaqueros que eran identificados como estrellas en el medio.
Jared avanzó por varios corredores, viendo embelesado a las enormes bestias encerradas en cercos de madera y fierro, algunas nerviosas, otras apacibles y totalmente mansas.
Iba tan distraído, que no se percató que estaba cerca de una de las puertas de acceso a la arena, y no pudo reaccionar muy rápido cuando uno de los toros que llevaban de regreso a su corral se alebrestó a pocos metros de donde él estaba, dando coces y embistiendo a quien estuviese a su alcance. En medio del griterío y el alboroto que se levantó a su alrededor, Jared se quedó petrificado al ver al enorme animal bufando frente a sí, encabritado y dispuesto a estamparlo contra lo que fuera con la enorme cornamenta que poseía.
Antes de que la bestia pudiese alcanzarlo, Jared cerró los ojos, esperando el golpe. Sólo sintió un fuerte empujón por un costado, seguido de la sensación de que alguien lo abrazaba justo cuando cayó al suelo, rodando por el mismo, aún enredado en brazos extraños.
Abrió los ojos despacio, encontrándose tendido boca arriba en el piso de tierra y paja, debajo de quien lo había quitado de en medio del ataque del animal. Éste volteaba hacia donde un grupo de vaqueros sometía al toro con cierta dificultad, pero ya sin mayor riesgo para nadie ahí. Entonces, volteó con él, y Jared no supo en qué tipo de hechizo quedó atrapado al ver el rostro de su momentáneo salvador.
Jamás había visto un par de ojos con un verde tan claro, profundo y vivaz, enmarcado por un rostro de facciones finas, manchado por infinidad de pequeñas pecas y rematado por unos labios tan perfectamente moldeados. Jamás en un hombre.
El joven le sonrió, incorporándose en un rápido movimiento, ayudándolo a levantarse. Sin mucha delicadeza, le sacudió un poco de la tierra que lo cubría, tratando de ver si no estaba herido.
-Vaya susto, chico. Fue una suerte que estuviésemos cerca de ti -le dijo en tono jocoso, con voz grave y modulada. Jared no respondió de inmediato, viéndolo fijamente entre sorprendido y conmocionado-. ¿Estás bien?
Al ver que el gesto risueño de su rescatador se cambiaba a uno de preocupación, reaccionó.
-Eh… sí, s-sí. Sólo perdí el perro caliente que traía en la mano -se forzó a sonreír, viendo con agrado que eso hacía volver la sonrisa en la mirada del otro-. Gracias. Soy Jared.
Antes de que el joven dijera su nombre, otro de los vaqueros del grupo lo llamó. Todos se veían rozando difícilmente la mayoría de edad.
-¡Hey, Jensen! ¡Es tu turno!
El aludido asintió, y fue hasta ese momento que Jared supo que era un vaquero. Uno demasiado joven. Tal vez estuviese apenas en los dieciséis años, pero se veía que tenía demasiada experiencia en todo ese medio.
-¡Voy en un minuto, Kane! ¡Sujeten a la chica, no me tardo!
Jared lo vio con los ojos entrecerrados al escucharlo, algo extrañado.
-¿La chica?
-Sí, la yegua que montaré. ¿Quieres ver cómo lo hago? ¿Desde el corral?
Sin otra cosa mejor qué hacer, Jared aceptó, siguiéndolo hacia la puerta de la arena. Jensen le indicó que se subiera a la barda lateral, desde la que montaría a la yegua, ya que era el lugar menos peligroso. Ya asegurado encima del inquieto animal, y antes de que abrieran la puerta, volteó con él y le hizo un guiño travieso al tiempo que se calaba el sombrero.
-Acabo de hacer una buena acción; sé que nos irá bien.
Jared lo vio salir en medio de la ovación de la arena, soportando el encabritado ritmo de la yegua que montaba con cierta gracia y mucha destreza. Por espacio de dieciséis segundos retuvo el aire, viendo angustiado cómo la resistencia del vaquero se imponía al cronómetro, hasta que un inesperado giro del animal lo lanzó al suelo. Sin embargo, fue suficiente para conseguir una muy buena calificación.
Y mientras éste volvía al cerco de donde había salido, manchado de tierra en el rostro, maltrecho y renqueando un poco debido a la caída, le sonrió de manera luminosa al tiempo que extendía su brazo derecho hacia él, con el pulgar hacia arriba, en señal de que había logrado lo que se propusiera.
Jared sintió una extraordinaria calidez que se transformó en una ruborizada sonrisa. Tenía la curiosa sensación de que ese había sido el mejor regalo de cumpleaños que alguien le diera jamás.
2
Un par de horas más tarde, ambos caminaban por el corredor hacia el área de ingreso a las graderías. Jensen llevaba la cuerda en las manos, trazando algunas de las rutinas que sabía, mientras escuchaba al chico a su lado. Le había puesto el sombrero que usaba, y lo había acompañado a comprar otro perro caliente.
-…es que ustedes lo hacen ver muy fácil. Pero esos animales en verdad que dan miedo.
-No es para tanto -Jensen le lanzó la cuerda con cuidado, simulando lazarlo-. Todo se reduce a saber cómo tratar al animal. Demostrarle quién es el amo.
Jared rio divertido, resistiéndose al leve jaloneo, hasta que la voz de su madre cerca de ellos, en un estentóreo regaño gritado, lo sobresaltó.
-¡¡Jared Tristán Padalecki!! ¡¿Dónde demonios te habías metido?!
-Eh… mamá… estaba con…
-¡¿Tienes idea, jovencito, de cuánto nos has preocupado?! -continuó con su regaño, llegando hasta ellos con pasos largos y semblante enfurecido-. ¡Pasamos dos horas buscándote como locos!
Jensen le ayudó a quitarse la cuerda, un tanto desconcertado. Al ver que la madre de su recién estrenado amigo no dejaría hablar al chico, decidió intervenir.
-Señora, no se moleste con él. Yo lo invité a ver el espectáculo en los entablados.
La madre de Jared reparó entonces en el joven jinete a un lado de su hijo, pero entonces inició las recriminaciones ahora contra él.
-Pues deberían tener en cuenta que el niño no viene solo. Vaya desconsideración…
-¡Mamá! ¡Ya no soy un niño!
Megan llegaba en ese momento, y con un emocionado grito, obligó a su madre a poner más atención a la persona con quien hablaba.
-¡¡Jensen Ackles!! ¡¿Estabas con Jensen, el mejor montador de yeguas de Dallas?! ¡¿Todo este tiempo?! ¡Te odio, hermano! -Y poniendo su más cándida sonrisa, se acercó al muchacho-. ¿Me darías tu autógrafo, Jensen?
Eso apaciguó un poco los ánimos. Mientras el vaquero le hacía un garabato a la niña en un brazo, Jared le contaba a su madre lo que había hecho en ese tiempo que lo creían perdido. Finalmente, Jerry y Jeff Padalecki los alcanzaron, haciéndole saber al resto de la familia que debían irse.
-Papá está de vacaciones, así que planeó llevarnos de viaje por medio Texas por una semana -le comentó Jared a Jensen en un momento en que se quedaron relativamente solos-. Creo que quieren ir Dallas, y de ahí volveremos a casa.
-¿Dallas? ¿En serio? -La sonrisa de Jensen se ensanchó aún más-. ¡Yo soy de Dallas! ¿Cuándo se irán? Nosotros nos pondremos en camino en unas tres horas, en cuanto tengamos los remolques listos y los caballos en ellos. Podríamos irnos en caravana, y llegar primero al rancho de la familia de Chris. Sería divertido.
-¿Chris?
-Sí, Christian Kane, uno de mis amigos. Su familia tiene un enorme rancho que renta espacios para turistas. También hay un parque acuático a unos cuántos kilómetros.
-Ah… bueno, tendría que decirle a papá…
-Hablemos los dos con él. No se arrepentirán, Jay.
Cuando el resto del clan Padalecki escuchó la propuesta, aceptaron de inmediato.
Unas horas después, toda una caravana salía de Forth Worth hacia Dallas. Jared iba en una camioneta que no era de su familia, escuchando anécdotas de vaqueros de labios de Kane y Jensen.
El resto de las vacaciones de la familia Padalecki fue mejor de lo esperado, aunque no siguieron el plan original. Permanecieron en el rancho de la familia de Chris Kane tres días más, entre cabalgatas, barbacoas y parrilladas, viajes al parque acuático y serenatas al calor de una enorme fogata, con un cálido y hospitalario ambiente. Para ese entonces, Jared y Jensen se habían vuelto inseparables, como si hubiesen sido amigos de toda la vida. Incluso los amigos del vaquero se lo recriminaron un par de veces.
Lo que nadie imaginó que había detrás de esa amistad, a pesar de la diferencia de edad entre ellos, y mucho más, que el más joven no tenía ni por asomo pinta de vaquero, fueron los verdaderos sentimientos que Jensen había adquirido por Jared. Aunque trató de sofocarlos, diciéndose que sólo eran amigos, y que tal vez el adolescente no sentiría lo mismo por él. Lo que no imaginó tampoco él, fue que Jared en realidad sí lo sentía, pero guardó silencio, pensando que tal vez se debía a la confusión propia de la edad y sus cambios -su voz estaba en plena fase de cambio, y a veces su estado de ánimo- provocados por el crecimiento.
El día de la despedida llegó, no sin antes intercambiar teléfonos y direcciones, además de asegurar que se visitarían en cuanto pudiesen hacerlo. Ambos guardaron una extraña promesa hacia sí mismos, de que esa amistad no terminaría, a pesar de las distancias.
3
Tres años se fueron como un soplo, desde que ambas familias se hicieran muy unidas. Los dos jóvenes habían pasado del estatus de la amistad profunda a casi hermanos, aún ocultándose mutuamente sus sentimientos. Algo muy difícil de hacer, por cierto.
Para ese entonces, Jensen había decidido romper con todos los tabúes que durante tanto tiempo lo habían sofocado, y dejar atrás el temor de confesar sus sentimientos a Jared. Tenía arraigada la idea de que su amigo sentía algo más que amistad por él, y era tiempo de aclarar las cosas. Sin embargo, sabía que no sería fácil, especialmente porque casi nunca estaban solos.
Ese año se había unido al grupo un vaquero californiano, Steve, quien ahora también era inseparable de Kane. Jensen incluso bromeaba con ellos de que formaban una linda pareja. Y ellos se lo creyeron, por supuesto. A pocos meses de ser grandes amigos, habían pasado ser “casi” hermanos, pero ahora el estatus tenía otros matices. ¿Ackles? Olímpicamente alucinado.
Como todos los años, habían quedado de verse en uno de los rodeos en los que participaban Jensen y varios de sus amigos, y de ahí volverían al rancho Kane, o planearían un paseo a otras partes, como un campamento a Corpus Christi, o al cañón de Palo Duro, o un tour completo a los monumentos históricos en San Antonio. Todo era factible, especialmente cuando el tiempo lo permitiera y el lugar no estuviese tan lejos de donde se encontraran.
Sin embargo, nadie tuvo en cuenta que acontecimientos ajenos y contrarios a ellos se encargarían de jugarles una mala pasada.
A una semana de confirmar el viaje al rodeo, su padre anunció a la familia que ese año no podrían reunirse con los Ackles, como lo habían hecho las última veces desde que los dos jóvenes se conocieran. La empresa en la que trabajaba le había cambiado la fecha que había solicitado, recorriéndola para un mes en el que era imposible pensar en salir de viaje.
Jared casi hizo un berrinche fenomenal al enterarse, pero de nada le valió. No habría rodeo ese año.
Dolido por la negativa de su padre, salió de la cocina en donde se había enterado de la funesta noticia, y fue a su habitación, encerrándose. Había tomado una arriesgada decisión, y se aseguraría de que nada ni nadie lo detendría. Pensando en ello, buscó un número en la agenda del móvil y seleccionó marcarlo. En pocos segundos, otro joven le respondió la llamada.
-El poderoso Chadzilla al habla. ¿Qué deseas de mí, mortal insignificante?
-Chad, necesito tu ayuda -le dijo con prisa, cortando la broma de su amigo-. Voy a fugarme de casa.
Por aquí, la
Segunda Parte.